jueves, 1 de septiembre de 2011

Perú: Sobre el concepto de desarrollo sostenible

A fines de los ochenta se puso de moda el concepto de desarrollo sostenible, entendido como "el desarrollo  que permite satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas." (Principio 3 de la Declaración de Río). Implícitamente se reconocía que se hacía imprescindible una relación armónica entre crecimiento económico y ecosistema.
Como sabemos, el concepto de desarrollo sostenible es del mundo occidental y más precisamente del occidente neoliberal. En efecto, cuando en 1972 la ONU realizó la conferencia internacional titulada "El hombre y la biosfera", se llamó la atención sobre la crisis ecológica y sobre la necesidad de evitar los daños a los ecosistemas que originaban el modelo de desarrollo depredador de los recursos naturales y  la emisión de residuos contaminantes. Fue entonces que Ignacy Sachs propuso el término "ecodesarrollo" que:
"Apostaba por un modelo más endógeno de desarrollo, adaptado a las particularidades ecológicas y culturales de cada región. Se consideraba que si bien los países del sur todavía tendrían que crecer en alguna medida para aliviar su pobreza, los países industriales en cambio debían reconfigurar sus modelos económicos anteponiendo la mejora cualitativa de sus economías a los objetivos de crecimiento." (Gómez Baggethun (2006)
El término se empezó a usar en Naciones Unidas pero no por mucho tiempo. ¿La razón? Como se la podrán imaginar nuestros agudos lectores, porque exigía a los países ricos cambiar su modelo de crecimiento económico. Es por ello que el secretario de estado de los EEUU,  Kissinger, envió un informe a la "comisión Sachs" en el que vetaba el uso de ese término en los foros internacionales. Esto obligó a la ONU a buscar un término, menos "cuestionador",  más permisivo del modelo económico de los poderosos  y así en 1987 es presentado el concepto de desarrollo sostenible.
La cosa no es solo un cambio de términos, como bien lo señala Gómez Baggethun, sino hay una nueva lectura de la crisis ecológica:
"El problema ya no estribaba, como antes se había planteado, en el modelo despilfarrador y consumista de los países desarrollados que, se supone, estaba dilapidando los recursos naturales, sino en "la pobreza", trasladando la responsabilidad del problema principalmente a los países pobres. ["] Se consideraba ahora que la falta de riqueza imposibilitaba el desarrollo de una conciencia ecologista en dichos países, y que la falta de crecimiento no permitía la obtención de los excedentes económicos necesarios para la inversión en tecnologías limpias ni el desarrollo de las políticas "verdes". El crecimiento económico y la sociedad de consumo perdían así el estigma adquirido en la década anterior como causa esencial de la crisis ecológica para plantearse ahora como la gran panacea que nos abría la puertas a su solución." (Gómez Baggethun 2006)

Esta breve historia del término tiene como propósito llamar la atención de que cuando hablamos de desarrollo sostenible, hablamos de una manera de entender "desarrollo" pero "desarrollo" no es un concepto que solo puede verse desde el neoliberalismo. Se debe tener presente que:
"El Desarrollo es un fenómeno social e histórico, tanto porque su contenido es exclusivamente social, en tanto fenómeno, como porque por sus formas, expresiones y percepciones se manifiesta en una dimensión espacio-temporal determinada, que es reflejada por la conciencia social"  (Becerra y Pino 2005)
Entonces, si entendemos que "desarrollo" es un fenómeno social, estaremos de acuerdo en que cada sociedad lo concebirá  de una determinada manera. Ahora, si hablamos de "desarrollo y pueblos indígenas", podemos también entender el asunto desde diversas perspectivas y por ello habrá muchos "discursos" sobre "desarrollo de los pueblos indígenas" Ante esto, quisiera llamar la atención en un aspecto: "no podemos pretender que los pueblos indígenas tengan la misma noción de desarrollo que la que tienen los mestizos y por ello es necesario, en primer lugar, cuando hablamos de pueblos indígenas y desarrollo conocer qué es lo que los pueblos indígenas consideran "desarrollo"
Debemos partir por reconocer el inciso de la "Declaración de las naciones unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas" promulgada en junio de 2006 que dice que los PPII han sufrido injusticias históricas como resultado, entre otras cosas, de la colonización y enajenación de sus tierras, territorios y recursos, impidiéndoles ejercer, en particular, su derecho al desarrollo de conformidad con sus propias necesidades e intereses"  Es decir, se debe partir de la propia visión de desarrollo que tienen los pueblos indígenas.
Un intelectual quichua ecuatoriano decía: "En la cosmovisión de las sociedades indígenas, en la comprensión del sentido que tiene y debe tener la vida de las personas no existe el concepto de desarrollo. Es decir, no existe la concepción de un proceso lineal de la vida que establezca un estado anterior o posterior, a saber, de sub-desarrollo y desarrollo; dicotomía por los que deben transitar las personas para la consecución de bienestar como ocurre en el mundo occidental. Tampoco existen conceptos de riqueza y pobreza determinados por la acumulación y carencia de bienes materiales (") existe una visión holística acerca de lo que debe ser el objetivo o la misión de todo esfuerzo humano, que consiste en buscar y crear las condiciones materiales y espirituales para construir y mantener el "buen vivir", que se define también como "vida armónica", que en idiomas como el runa shimi (quichua) se define como el "alli káusai" o "súmac káusai" (Carlos Viteri Gualinga, intelectual quichua de la Amazonía Ecuatoriana, citado por Trapnell 2005).
Desde los pueblos indígenas, entonces, eso que la cultura occidental llama "desarrollo" podríamos entenderlo como "el bienestar" y ese bienestar no es solo una cosa material, sino también espiritual. Es vivir bien en y con la naturaleza. Es vivir de acuerdo a su cosmovisión.

Viene a cuento escuchar acá lo que sostuvo Robert Guimaraes, vicepresidente de AIDESEP, al celebrar el día de los pueblos indígenas:
Nosotros queremos ser dueños de nuestro destino. No queremos tutelas de nadie. Por eso nos oponemos a que el Estado pretenda ejercer la "tutela" de nuestros hermanos aislados. Nosotros queremos llegar a un acuerdo con el Estado para convivir armoniosamente en el marco de los derechos colectivos de nuestros pueblos. Queremos que se reconozca nuestro derecho a la LIBRE DETERMINACIÓN. Con esto no queremos destruir al Estado Nacional peruano sino todo lo contrario, buscamos fortalecerlo al reconocer que somos los propietarios históricos de nuestros territorios y que estamos dispuestos a mantenerlos como base del Estado Nacional, siempre y cuando éste nos reconozca.
Sería estrellarnos contra la razón no reconocer que esas demandas son justas. Los indígenas quieren ser dueños de su propio destino y no quieren que se les diga qué está bien para ellos. Ellos lo pueden decidir.
Entonces, en ejercicio de su derecho, los pueblos indígenas son quienes deciden lo que consideran "desarrollo" y sobre lo que es necesario que se dé para que este ocurra. Y para los pueblos indígenas no puede haber desarrollo si es que no hay "territorio".
Ejercer el derecho al territorio significa acceder colectivamente a sus recursos y controlar los procesos sociales, políticos y económicos que ocurran en ese espacio.
Estos derechos incluyen nuestros intereses de propiedad sobre nuestras tierras, aguas, territorios y recursos naturales, incluidos nuestros recursos genéticos. (Declaración de Clausura Octava Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, Plenaria del 31 de marzo de 2006.)
La intención de este pequeño artículo ha sido exponer una cuestión que desde mi manera de ver las cosas es fundamental. Si queremos hablar de pueblos indígenas y desarrollo sustentable es necesario que reconceptualicemos el término y que hagamos una construcción más intercultural de este concepto, que escuche no solo las voces de los economistas occidentales sino también y sobre todo las de los pueblos indígenas.


EL PERU A LA COLA DE HISPANOAMERICA


La imagen positiva, triunfante y avasalladora del Perú que García nos vende machaconamente todos los días se evapora como una pompa de jabón con un informa del Latinobarmetro del 2009 que encuesta a 18 países de America Latina. En la evaluación que hacen los ciudadanos de cada país en sus respectivas democracias y economías del Perú disputa la cola. Se trata des e Lugo de las perfecciones y las valoraciones sobre las realidades y no de las realidades mismas. Entre estas y otras median la experiencia, la memoria, la educación, la cultura política de los encuestados. Estas mediaciones constituyen una especia de lentes para mirar la realidad ¿Son diferentes los lentes con los que los ciudadanos de cada país de America Latina evalúan sus respectáis democracias  y economías? Mi hipótesis es que, salvo, pequeñas variaciones, ellos son parecidos. Esta semejanza permite comprender mejor las diferencias de los países de America Latina en una perspectiva de política comparada.

En este primer análisis toco solo algunos aspectos sobre la democracia en America Latina. Es aleccionadora la condena masiva (en Honduras mismo y en America Latina) del golpe y de los golpistas. Sin embargo, algunos países (Ecuador, Brasil, Venezuela, Guatemala, México), se sienten en grados variables, vulnerables y propensos a regresiones autoritarias. Vista como ideal normativo, la valoración de la democracia retrocede en algunos países de Hispanoamérica (Colombia, Costa Rica, Perú, Nicaragua, Argentina, Ecuador, México), pero n otros avanza en forma sorprendente (16% en el Salvador y Venezuela, 12% en Bolivia y Brasil y 6% en Chile). El informe del Latinobarmetro se siente sorprendido y atribuye en forma discutible  el incremento a la ideología (¿?) de los encuestados bajo los gobiernos de izquierda. Es probable que la explicación este mas bien por la mayor valoración que hacen esos gobiernos de los derechos económicos y sociales.

Sorprende también la evaluación del grado de democracia de los países. Mas de un tercio de los uruguayos (46%), costarricenses (38%), venezolanos (36%), a amenos (33), chilenos (30%), opina que sus respectivos paises es totalmente democratico. En el polo opuesto, solo el 5 % de los paraguayos, el 8 % de los bolivianos y 8% de los peruanos cree lo mismo. Son los sectores mas educados (y probablemente  de los estratos medios y altos), los que valoran mas la democracia en terminos normativos. En algunos países (Perú, Brasil, Ecuador, Colombia, Guatemala), menos del 50% cree que sin parlamento y sin partidos, no ha democracia, pero en otros (Uruguay, Venezuela, Argentina), esa creencia se empina a mas del 70%. Más del 50% de los latinoamericanos piensa que la democracia ofrece garantías a los derechos económicos y sociales.

El desempeño de los gobiernos democráticos ha ido mejorando poco a poco luego de la crisis asiática (2003-2004), pero sorprende la percepción de mejora de (37% a 44%) en el 2009, ano de la mayor crisis del capitalismo de las ultimas décadas. Esto tiene que ver probablemente  con el buen manejo de la crisis por algunos gobiernos. No todos los países están satisfechos, sin embargo con la democracia. En algunos (Uruguay, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Republica Dominicana, Chile, Bolivia, Venezuela y Brasil) mas del 50% esta satisfecho con su democracia. En el resto de países, menos del 44 % lo esta. El Perú es el menos satisfecho de todos con el 22 %. La explicación de esta insatisfacción se encuentra en el sentido social de las políticas públicas que despliegan los gobiernos. En Uruguay, por ejemplo, el 58% cree que “se gobierna para todo el pueblo”. En contraste,  menos del 1% por ciento de los peruanos. Los dominicanos y los argentinos creen que sus gobiernos hagan lo mismo. La insatisfacción se incrementa cuando los ciudadanos piensan que la corrupción sigue victoriosa (Honduras, Guatemala, Perú Argentina).