lunes, 24 de agosto de 2015

LA FORTALEZA DEL REAL FELIPE EN EL CALLAO

La Fortaleza del Real Felipe es una edificación militar de estilo Vauban construida en el siglo XVIII en la bahía del Callao, durante los gobiernos de los virreyes José Antonio Manso de Velasco y Manuel Amat y Juniet, para defender el puerto contra los ataques de piratas y corsarios..
Es una de las pocas obras de arquitectura militar que existen en el Perú y es la más grande que construyeron losespañoles en América. Fue conocida durante la época virreinal, en conjunto con los fuertes «San Rafael» y «San Miguel», como los «Castillos del Callao”.».
Su nombre fue elegido en honor del rey Felipe V de la Casa de Borbón que había fallecido en 1746. Posteriormente fue renombrada por José de San Martín como «Castillo de la Independencia» al iniciarse la etapa republicana, retomando su nombre original en 1925.
Tiene la forma de un pentágono irregular ocupando un área de 70 000 metros cuadrados, con un baluarte en cada uno de sus cinco vértices. Los baluartes llevan el nombre del Rey, la Reina o la Patria, el Príncipe, Jonte o San Felipe, la Princesa, la Tapia o San Carlos y San José o la Natividad. Además de ellos dispone de dos torreones: el Rey y la Reina (este último torreón mira hacia el mar, en dirección oeste), así como cinco murallas: la del Camino Real, de la Marina, Camino de Chucuito, la Marcelosa y la de Camino de la Magdalena. Posee dos puertas: la Principal, que está en la muralla del Camino Real, y la del Perdón, que está en la muralla Camino de Chucuito. En dirección norte desde la fortaleza se hallaba el Fuerte San Miguel y al sur se encontraba el Fuerte San Rafael.
Actualmente su uso es turístico, sirviendo como sede del Museo del Ejército del Perú.
Ubicación- La Fortaleza del Real Felipe está situada al inicio de la avenida Saénz Peña, en la Plaza Independencia, del puerto del Callao.
La fachada principal tiene un frontón triangular. Delante de ésta hay un puente levadizo simbólico precedido por dos garitas, donde están los centinelas de la Guarnición. La fortaleza es de estilo Vauban y tiene forma pentagonal.
La fortaleza tiene la forma de un pentágono irregular ocupando un área de 70 000 metros cuadrados. En cada uno de sus cinco vértices se edificó un baluarte. que fueron bautizados con los nombres de «El Rey», «La Reina», «San Felipe», «San Carlos» y «San José»
El recinto posee dos entradas. La «Principal» o «de Honor» se ubican en el tramo de la muralla comprendido entre los baluartes de «El Rey» y «San José». Se encontraba orientada hacia el antiguo «Camino Real» de Lima al Callao (hoy avenidas Sáenz Peña y Óscar R. Benavides). Contaba con un puente levadizo para cruzar el foso de agua que originalmente rodeaba a la fortaleza. En la actualidad frente a ella se ubica la «Plaza Independencia». La secundaria, situada en la parte posterior de la fortaleza, es conocida como la «Puerta del Perdón», pues fue utilizada durante el sitio del Callao por los desertores que se pasaban al lado patriota.
El «Torreón del Rey» se halla en el baluarte del mismo nombre. Cuenta con tres niveles, en dos de los cuales hay plataformas con cañones; la primera con veinticuatro de fierro y la segunda con ocho de bronce. El interior era un búnker laberintico que poseía todo lo adecuado para resistir cualquier ataque. Un puente levadizo completaba la seguridad, pues era el único acceso que poseía cada torreón. Al igual que el torreón de la "Reina", el del "Rey" fue modificado durante la guerra del Pacífico, reemplazándose los niveles superiores por dos plataformas para cañones giratorios.
El «Torreón de la Reina», ubicado en el baluarte homónimo, estaba equipado con depósitos de municiones, provisiones y un pozo con agua. Posee un calabozo semicircular en el que los detenidos permanecían de pie todo el tiempo. Inicialmente el torreón contaba con dos niveles con plataformas de cañones, pero se modificó en la guerra con Chile, eliminándose el nivel superior, donde se prepararon cuatro plataformas para cañones giratorios Vavasser, uno de los cuales aún existe en el museo. Ambos torreones eran considerados como dos fortalezas dentro de la misma, pues si el recinto principal era ocupado por los invasores, se levantaban los puentes, que eran el único acceso a los torreones, permitiéndoles aislarse del exterior para continuar la lucha desde allí.
La «Casa del Gobernador» era el lugar de alojamiento del jefe militar de la plaza. Se construyó en el vértice del baluarte de «San Carlos» y tenía tallados en su frontis los escudos de los Reyes de España. Hoy se exhiben allí objetos pertenecientes a diferentes épocas militares, desde la incaica hasta la etapa republicana.
El «Caballero de los Doce Cañones» está ubicado en la parte alta de la «Casa del Gobernador». Fue construido durante el gobierno del virrey Amat Al igual que los torreones, tenía capacidad de convertirse en un fuerte impenetrable en caso de la ocupación del atacante, al cual se le podía contraatacar desde allí. Su nombre se debe al armamento que utilizaba: doce cañones que apuntaban hacia los cuatro lados; además de tres líneas de retirada, cada una con cañones apuntando contra los invasores.
En la parte baja del baluarte de «San Carlos» se construyeron cuatro «casamatas» destinadas inicialmente como almacenes pero que luego serían usadas como prisiones
En una sala aparte se encuentra «La Casa de la Mujer» que rinde homenaje a la mujer peruana por su participación en tiempos de guerra. Al lado, donde estaba antiguamente el aljibe, destaca la «oploteca», esto es, la colección de armas portátiles del museo. Se exhiben armas de puño (pistolas y revólveres), de largo alcance (fusiles y carabinas) y de acompañamiento (ametralladores, lanzagranadas y morteros).
Dentro del recinto se halla también el «Parque de Vehículos Blindados», donde se exponen tanques de distinta procedencia; y el «Parque de Artillería», en el que se muestran cañones utilizados por el ejército en diversas etapas de su historia.
También se exhibe una réplica de la parte frontal de la «Casa de la Respuesta», existente en la ciudad de Arica, en la que el coronel Francisco Bolognesi Cervantes dio su célebre respuesta. Al lado de esta réplica se halla el «Monumento al Soldado Desconocido», que representa a todos aquellos que en honor al ejército sacrificaron su vida por la patria.
Desde el 2008 la fortaleza posee un Centro de Convenciones en su interior, que cuenta con un auditorio con capacidad para 1500 asistentes, además de una sala de prensa, restaurantes y stands para la venta de artesanías..
Antecedentes.- Durante el Virreinato del Perú. El Callao era el puerto por donde se embarcaban las riquezas de la región con rumbo a España.. Por esta razón fue víctima de un constante ataque de parte de corsarios y piratas Para proteger el puerto, el virrey Pedro Álvarez de Toledo y Leiva dispuso su fortificación, construyendo entre 1640 y 1647 las murallas que rodearon el entorno de la ciudad. Pero un terremoto de 1746, al que siguió pocos minutos después un maremoto, destruyó gran parte del puerto, dejándolo desprotegido. Es entonces que el virrey José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda, ordenó la construcción de una fortaleza.
Construcción.- El 29 de diciembre de 1746 se aprobó el diseño presentado por el matemático y arquitecto francés Luis Godin y los españoles José Amich y Juan Francisco Rossa. El 21 de enero de 1747 se iniciaron los trabajos con el cavado de las zanjas y el1 de agosto del mismo año se llevó a cabo la colocación de la primera piedra. Fue una de las más grandes obras de arquitectura que realizó España, con un costo de tres millones de pesos. Para ésta se utilizaron bloques de piedra traídos de las canteras de la isla de San Lorenzo y de los restos desenterrados de las antiguas murallas destruidas por las catástrofes. Estos bloques compuestos de cuarcita y arenisca fueron reforzados con «calicanto». El nombre fue elegido en honor de Felipe V de la Casa de Borbón, que había fallecido por esos días. La edificación finalizó durante el mandato del virrey Manuel Amat y Juniet en 1774.
En 1782, el virrey Manuel Guirior notó que la fortaleza era vulnerable a un «golpe de mano» por sus flancos. Por ello decidió construir dos pequeños fuertes, llamados «San Miguel» y «San Rafael», que se hallaban a corta distancia hacia ambos lados del recinto completando el sistema defensivo llamado «Los Castillos del Callao.
Durante la independencia.- La fortaleza permaneció sin mayores incidentes hasta 1806 cuando se empezó a gestar la independencia del Perú. Fue entonces cuando el virrey José Fernando de Abascal y Sousa ordenó construir un almacén para las armas y la artillería, así como un aljibe que pudiera contener agua para abastecer a dos mil hombres por cuatro meses de ocurrir un sitio a la fortaleza.
El Almirante Guillermo Brown realizó un bloqueo al puerto del Callao, el 21 de enero de 1816. Al mando de una flotilla. Brown capturó algunos barcos españoles y bombardeó el puerto sin causar mayores daños. Fueron contestados por los cañones de los castillos y de las baterías terrestres, que obligaron a retroceder a los atacantes.
El 16 de enero de 1819, la fortaleza rechazó el ataque libertador del almirante Lord Thomas Cochrane durante el gobierno del virrey Joaquín de la Pezuela. Ese intento infructuoso obligó al general José de San Martín a entrar a la capital por Pisco y no por el Callao. Una vez declarada la independencia, se ordenó el sitio del fortín, que se hallaba bajo dominio español al mando del general José de La Mar. El 19 de septiembre de 1821,, al ver la escasez de alimentos y la amenaza de epidemia que sufrían sus tropas. La Mar decidió entregar la plaza y unirse a las fuerzas independentistas. San Martín entonces renombró la fortaleza bautizándola como «Castillo de la Independencia».
La fortaleza volvió a dominio español tras la Sublevación del Callao realizada por el sargento Dámaso Moyano en 1824, tomando el mando de ésta el brigadier español José Ramón Rodil y Camilo quien, negándose a reconocer la capitulación de Ayacucho, resistió el asedio de las fuerzas patrióticas al mando del general Bartolomé Salom, hasta el 22 de enero de 1826, en que entregó la plaza al ver que la ayuda de España no llegaba. Esta acción fue el fin del Imperio español en América del Sur,, pues el mismo día se juraba la independencia de Chiloé, que fue anexionado a Chile con la firma del Tratado de Tantauco una semana antes.

En la República.- De 1826 a 1833, la fortaleza del Real Felipe sirvió como prisión política.
En 1834 sirvió de refugio al recién elegido presidente Luis José de Orbegoso y Moncada,, al sospechar de un golpe de Estado de parte del ex presidente Agustín Gamarra. Al año siguiente, el presidente Orbegoso se dirigió al Cuzco en un intento por frenar las acciones revolucionarias del mariscal Gamarra en el sur del país. En su ausencia, el sargento Pedro Becerra se amotinó en el Callao. en la madrugada del 1 de enero de 1835, apoderándose de la fortaleza. Sin embargo, la revuelta fue sofocada a los pocos días por el general de división Felipe Santiago Salaverry.
En 1839, la fortaleza fue convertida en aduana por decreto del presidente Agustín Gamarra.
En 1866, durante el combate del 2 de mayo,  el fuerte fue una de las líneas defensivas peruanas contra la flota española al mando del almirante Casto Méndez Núñez.
El último suceso militar de la fortaleza fue durante la Guerra del Pacífico, en la cual la fortaleza impidió el desembarco de la escuadra chilena al mando del Almirante Galvarino Riveros Cárdenas en el Callao. El castillo sobrevivió a la guerra, pero no sucedió lo mismo con los fuertes «San Rafael» y «San Miguel», que fueron completamente destruidos por las tropas chilenas. Después de la guerra, la fortaleza siguió funcionado como Aduana hasta 1934, año en que la aduana se traslada a su nuevo, y actual, local ubicado en el terminal marítimo del Callao.
En 1925, por disposición del presidente Augusto B. Leguía realizaron los trabajos de restauración del recinto retomando su nombre original de Fortaleza del Real Felipe.
El 20 de febrero de 1931 se produjo en la fortaleza una sublevación militar–policial encabezada por el General de Brigada EP Pedro Pablo Martínez y Ledesma contra el presidente Luis Miguel Sánchez Cerro. El general Martínez intentó con un discurso obtener el apoyo del pueblo del Callao, pero no obtuvo éxito. Tras varias horas de lucha los rebeldes se rindieron luego que aeroplanos del ejército bombardearan el lugar.
Desde 1934, la fortaleza del Real Felipe ha tenido distintos usos. En sus diversas instalaciones ha alojado a las oficinas de Resguardo, Capitanía de Puerto y hasta una Comisaría del Cuerpo de Seguridad de la República, habiéndose establecido en el sector donde funcionó la Comisaría una cárcel para presos políticos. Hasta el 31 de diciembre de 1945 fue sede de la Escuela de Suboficiales del Cuerpo Aeronáutico del Perú, habiendo funcionado además depósitos del Ministerio de Aeronáutica.
Fue declarada «Monumento Histórico Nacional» el 19 de mayo de 1952 convirtiéndose en sede del «Museo del Ejército Peruano»
En 1962, el diputado por el Callao Víctor Pérez Santisteban presenta un proyecto para la fortaleza del Real Felipe. El trabajo de restauración de la fortaleza, mal hecho y con descuido, y desfigurado por otras construcciones, fue llevado a cabo en 1962, siendo dirigido por Agustín Tovar de Albertis.
El Castillo del Real Felipe fue cuartel del Batallón de Infantería Paracaidista "3 de Octubre" Nº 39 del Ejercito del Perú hasta 1987. A partir de ese año hasta nuestros días, lo ocupan el Batallón de Infantería Motorizada "Legión Peruana" Nº 1 y la Batería de Artillería Volante de la "Legión Peruana de la Guardia" del Ejército del Perú.

En 2007 se inició una nueva restauración de parte del Servicio de Ingeniería del Ejército, en coordinación con la Dirección de Museos del Ejército y bajo la Supervisión del Instituto Nacional de Cultura. Esta refacción fue con motivo de la realización del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico del 2006, donde la fortaleza fue una de las sedes del evento. 

viernes, 7 de agosto de 2015

DOÑA ROSA CAMPUZANO "LA PROTECTORA"

Cuenta Ricardo Palma, en sus Tradiciones Peruanas, “que entre sus condiscípulos había un niño de la misma edad, hijo único de don Juan Weniger, propietario de dos valiosos almacenes de calzado en la calle de Plateros de San Agustín. Alejandro, que así se llamaba mi colega, excelente muchacho que corriendo los tiempos, murió en la casi de capitán en una de nuestras desastrosas batallas civiles, simpatizaba mucho conmigo, y en los días festivos acostumbrábamos a mataperrear juntos”.
Alejandro era alumno interno y pasaba los domingos en casa de su padre, alemán huraño de carácter, “en cuyo domicilio, al que yo iba con frecuencia en busca del compañero, nunca vi ni sombra de faldas. En mi concepto, Alejandro era huérfano de madre”.
Como en ningún colegio faltaban espíritus precoces  para la maledicencia, en una de esas frecuentes contiendas escolares trábose Alejandro de palabras con otro compañero, y éste, con aire de quien lanza abrumadora injuria le gritó:
¡ Callate, protector!
Alejandro, que era algo vigoroso, selló la boca de su adversario con un rudo puñetazo que le rompió un diente.
“Confieso que en mi frivolidad semiinfantil, no paré mientes en la palabra  ni la estimé injuriosa. Verdad también que yo ignoraba su significación y alcance, y aún sospecho que a la mayoría de mis compañeros les paso lo mismo”.
 ¡Protector! ¡Protector!, murmurábamos. ¿Por qué se habrá afarolado tanto este muchacho?.
“La verdad era que por tal palabrita ninguno de nosotros habría  escupir sangre a un colega. En fin, cada cual  tiene el genio que Dios le ha dado”.
“Una tarde me dijo Alejandro:  Ven quiero presentarte a mi madre. Y en efecto. Me condujo  a los altos del edificio en que esta situada la Biblioteca Nacional, y cuyo director, que lo era por entonces el ilustre Vigil, concedía habitación gratuita a tres o cuatro familias que habían  venido a menos”.
En un departamento compuesto por dos cuartos vivía la madre de Alejandro. Ella era una señora de aproximadamente unos cincuenta años, de muy simpática fisonomía, delgada, de mediana estatura, color casi alabastrino, ojos azules y expresivos, boca pequeña y manos delicadas. Unos veinte años atrás debió haber sido una mujer seductora por su belleza y gracia y perturbado  a muchos varones en ejercicio de su varonía.
Se apoyaba para andar en una muleta con pretensiones de bastón y cojeaba ligeramente.
Su conversación era muy entretenida y muy graciosa contando chistes limeños, si bien muchas veces parecía presuntuosa por rebuscar las palabras cultas.
“Tal era en 1846 o 1947, años en que la conocí, la mujer que en la crónica casera de la época de la Independencia fue bautizada con el apodo de la Protectora”
Rosa Campuzano, nació en Guayaquil en 1798. Aunque hija de familia que ocupaba posición, sus padres  se esmeraron en darle buena educación, y a los quince años bailaba como una “almea de Oriente”, cantaba como una sirena y tocaba el clavecín y la vihuela todas las canciones del repertorio musical de la moda. Con estos atractivos, unidos al de su personal belleza y juventud, es claro que el número de sus enamorados tenía que ser como el de las estrellas, infinito.
La niña era ambiciosa y soñadora, con lo que esta dicho que después de cumplidos los dieciocho años prefirió a ser la esposa de un hombre pobre de fortuna que la amase con todo el amor del alma, ser la querida de un hombre opulento que, por vanidad, la estimase  como valiosa joya. No quiso lucir percal y una flor en el peinado, sino vestir seda y terciopelo y deslumbrar con diademas de perlas y brillantes.
En el año de 1817 llegó a Lima la Rosita, en compañía de su amante  un acaudalado español, que frisaba la edad de cincuenta años, y cuyo goce era rodear a su querida de todos los esplendores del  lujo y satisfacer sus caprichos y fantasías.
Con el tiempo los elegantes salones de la casa de la Campuzano, en la calle de San Marcelo, fueron el centro de la juventud dorada. Los condes de la Vega del Ren y de San Juan de Lurigancho, el marqués de Villafuerte, el vizconde de San Donás y otros títulos partidarios de la revolución; Boqui, el caraqueño Cortínez Sánchez Carrión, Mariátegui y muchos caracterizados conspiradores  en favor de la causa de la Independencia formaban la tertulia de Rosita, que con el entusiasmo febril con que las mujeres se apasionan de toda la idea grandiosa, se hizo ardiente partidaria de la patria.
Desde que el general Don José de San Martín desembocó en la Península de Pisco, doña Rosa, que tenía como amante oficial al general Domingo Tristán, entabló activa correspondencia  con el egregio argentino. Tristán y La Mar, que era otro de los apasionados de la gentil dama, servían aún bajo la bandera del Rey, y acaso tuvieron en presencia de la joven  expansiones  políticas que ella explotara en provecho de la causa de sus simpatías. Deciase que el Virrey La Serna quemaba el incienso del galanteo, ante la linda gualaquileña y que no pocos secretos planes de los realistas pasaron  así desde la casa de doña Rosa hasta el campamento de los patriotas en Huaura.
Don Tomás Heres, prestigioso capitán  del Batallón Numancia, instado por dos de sus amigos, sacerdotes oratorianos, para afiliarse a la buena causa, se manifestaba irresusuto. Los encantos de doña Rosa acabaron por decidirlo, y el Numancia, fuerte de 900 plazas, paso a incorporarse entre las tropas REPUBLICANAS. La causa de España en el Perú querdó desde ese momento herida de muerte.
En una revolución que a principios de 1821, debió encabezar en la fortaleza del Callao el comandante del Batallón Cantabria, don Juan Santalla, fue doña Rosa la encargada  de poner a este jefe en relación  con los patriotas. Pero Santalla que era un barbarote de tan hercúleo vigor que con solo tres dedos doblaba un peso fuerte se arrepintió en el momento preciso y rompió con sus amigos, poniendo la trama en conocimiento del virrey, si bien tuvo la hidalguía de no denunciar a ninguno de los complicados.
San Martín, antagónico en esto a su ministro Monteagudo y el Libertador Bolívar, no dio en Lima motivo de escándalo por aventuras mujeriegas. Sus relaciones con la Campuzano fueron de tapadillo. Jamás se le vio en público con su querida, pero como nada hay oculto bajo el sol, algo debió trasluciese, y la heroína quedó bautizada  con el sobrenombre de la Protectora.
Organizada ya la Orden del Sol, San Martín por decreto de 11 de enero de 1822, creo ciento doce caballerescas seglares y treinta y dos caballerescas monjas, escogidas entre las más notables de los trece monasterios de Lima. Entre las primeras se encontraron  las condesas de San Isidro y de la Vega y las marquesas de Torre-Tagle, Casa Boza, Castellón y Casa muñoz.
El viajero Stevenson, que fue secretario de lord Cochrane, y que como tal participaba del encono de su jefe contra San Martín, critica en el tomo III de su curiosa  y entretenida obra, impreso en Londres en 1829.” Historical and descriptive narrative of twenty years residence in South America”, que el protector hubiera investido a su favorita la Campuzano con la banda bicolor (blanco y rojo), distintivo de las caballerescas. Esta banda llevaba en letras de oro la inscripción siguiente: “al patriotismo de las más sensibles”. Parecerme que en los albores de la Independencia la sensiblería estuvo muy a la moda.     
Dice Ricardo Palma: “Sin discurrir sobre la convivencia o inconveniencia de la creación de una Orden  antidemocrática  y atendiendo únicamente al hecho, encuentro injusta  la crítica de Stevenson”. Es seguro que a ninguna otra de las caballerescas debió la causa libertadora, servicios de tanta magnitud como los prestados por doña Rosa. En la hora  de la recompensa y de los honores, no era lícito agraviarla con ingrato olvido.
Con el alejamiento de San Martín de la vida pública se eclipsa también  la estrella de doña Rosa Campuzano. Con Bolívar debía lucir otro astro femenino.
Posteriormente, y cuando los años y acaso las decepciones, habían marchitado a la mujer y traídola a condición estrecha de recursos para la vida, el Congreso del Perú asignó a la caballeresca de la Orden del Sol una modesta pensión.

La Protectora  murió, en L.ima, por los años de 1858 a 1860.

sábado, 1 de agosto de 2015

CONGESTION VEHICULAR SE CONCENTRA EN 134 PUNTOS CRITICOS EN LIMA

Según la Policía de Transito existen 134  puntos críticos  de congestión  vehicular identificados en 33 distritos de Lima Metropolitana. La mayor de estos se concentra en cinco distritos: cercado, San Martín de Porres, San Isidro, Rimac y La Victoria.
En Lima hay congestión vehícular todo el día y n solo en hora punta. Se tiene que lidiar todo el día con el vía crucis de la congestión, enfrentar con todo lo que asa’…Existen 3 mil 500 agentes de tránsito para toda la ciudad. La congestión genera estrés, malestar entre los conductores y pasajeros.
Hay demasiados carros por todos lados. Existen al menos dos millones y medio de unidades y las vías que han sido construidas hace más de 40 anos y no están en capacidad de soportar el actual parque automotor.
La circulación también se retrasa debido a los semáforos malogrados, las grandes obras viales que se vienen construyendo y también por los trabajos de construcción civil que se realizan en cada distrito.
El problema también se genera por el mal diseño de las vías que se reducen de golpe de tres a dos carriles. Asimismo, el mal estado de las pistas, las calles enrejadas, los rompemuelles que se ponen indiscriminadamente.
Lima tiene una división  de vías metropolitanas y distritales. Ninguno d estos distritos  conecta con los semáforos  de Lima. Este sistema debe de estar interconectado y sea manejado en una sola central.
El volumen de vehículos en horario de ingreso de clases hace muy complicado e tránsito, la infraestructura vial se vuelve ineficiente
Lima tiene la tasa más baja de vehículos en América Latina. Santiago de Chile, por ejemplo tiene el doble de vehículos que Lima  y no tiene la misma congestión que se presenta aquí.
La solución es que el ciudadano  deje el vehículo particular y apueste por el transporte masivo y seguro como el Metro y con más líneas del Metropolitano.
71.4% de limeños se traslada en transporte público.

65 % de limeños se encuentra insatisfecho con el transporte público, según tas las encuestas.

“OLLANTA’ Y “’AIDA’’: ¿‘COINCIDENCIA?

Las obras literarias cumplen el papel que los mitos tuvieron en la antigüedad, proponiendo soluciones a problemas que la sociedad no resuelve conscientemente. Igual ocurre, tal vez,  con los dos dramas que dan titulo a este artículo, y que tratan de solucionar la infranqueable diferencia entre los grupos sociales en el Egipto antiguo y en el incanato.
Óllanta”, es un drama supuestamente incaico, cuya primera versión fue presentada por Antonio Valdés de Sicuani, en 1770 ;  y  Aida” es la monumental ópera  de Giuseppi Verdi, estrenada en 1871. Por la similitud de la estructura del argumento y de los personajes de los dramas podría hacer pensar  que uno inspiró al otro.
En efecto, en ambos existe un inca y un faraón, jefes supremos e hijos el sol. Además , Ollanta y Radames son generales plebeyos que destacan en la guerra. Coincide también  el que las hijas del Inca y del faraón, Cusi Coyllur  Aida, están enamoradas de los guerreros plebeyos. Y el paralelo argumental incluye que dos mujeres terminen emparedadas o sepultadas como castigo.
Aunque la estructura de esos personajes es similar, cumplen papeles inversos en las dos obras. Así, el rol e las hijas de los reyes es contrario porque una (Cusi Coyllur) es amada por l líder guerrero y la otra (Amneris), no. En Ollanta”, el general, al que el inca desprecia por querer tomar como esposa a su hija, abandona el Cuzco jurando vengarse y destruir la ciudad desde su cuartel de Ollantaytambo. En Aida’, el general Rada, que no ama a la hija del faraón, sino a una esclava que es hija del rey etíope al que derrotó, rasmite a pedido de su amada, la ubicación de su ejercito a los enemigos etíopes.
 En ‘Ollanta”, Cusi Coyllur  es condenada a morir emparedada por haber correspondido al amor del plebeyo Ollanta. En Aida’, al contrario, es Radames el condenado a la misma pena, por su traición o, tal vez, por haber rechazado el amor de la hija del faraón. Y el papel inverso de los reyes produce un final diferente. Pachacutec muere y es reemplazado por Túpac Yupanqui, quien perdona  su hermana que vuelve de la sepultura ‘desnuda’y cubierta solo por la cabellera’ para unirse a Ollanta que, a pesar de estar prisionero, también es personado y ambos comparten el gobierno de la ciudad del Cuzco. Están juntos en el poder.
 El final de "Aida" es de trágica intensidad. Emparedado, Radamés descubre que Aida se ha introducido en su sepultura para estar a su lado en la muerte, por la eternidad y es allí cuando se entona ‘Morir si pura e bello”en italiano). Están juntos en la muerte.

¿ Influyó ‘Ollanta” en Aida?  Recordemos que Verdi compuso ‘Alzira”, una opera sobre una historia peruana ¿ O solo coinciden porque aluden  a conflictos universales y eternos del ser humano: los celos, la envidia, la ambición o la desigualdad siempre presente en las sociedades ?.