Cuando estudiaba en la
facultad de Letras de la Universidad Católica, y llegaba la temporada de
zarzuela que venía de la mano de mi amigo Faustino García venía a Lima, solía asistir a las
funciones que se personificaban en el teatro, y así pude ver casi todas las
zarzuelas que eran representadas y poder
conocer a los diversos actores que venían a actuar a Lima. Como yo los conocía solíamos
tomar un café cerca del teatro, allí conversábamos de todo y otras veces me
contaban sobre España, patria de muchos de ellos.
Entre las
muchas zarzuelas a las que asistí, puedo citar: Luisa Fernanda, del Maestro
Moreno Torroba Los Gavilanes, de Jacinto Guerrero, La
Tabernera del Puerto de Pablo Sorozábal, La canción del olvido, de Serrano, La verbena de la Paloma, de Bretón, La alegría de la Huerta de Chueca, La Boda de
Luis Alonso, de Giménez, La del Soto del Parral, de Soutillo, El gato Montes,
de Penella, El Cantar del arriero de Díaz Giles, La del manojo de Rosas, de
Sorozabal, La Rosa del Azafrán, de Jacinto Guerrer El rey que rabio de Chapi, El Caserío de Guridi, el barberillo de Lavapiés
y Jugar con fuego del maestro Barbieri, El Rey que rabio, la revoltosa de Chapi,
La canción del olvido de Serrano, el dúo de la africana de Fernández Caballero,
La gatita Blanca de Giménez y Vives, La calesera, de Francisco Alonso, las
corsarias, de Enrique Parades, La revoltosa de Chapi y Joaquín Jiménez, y
muchas otras que escapan de mi memoria.
Entre los cantantes que recuerdo puedo citar a l soprano Pepita
Embil madre de Placido Domingo Embil. Tras
terminar una serie de turnés por la península con la agrupación Ases líricos, estrenando algún
teatro como el Gran Vía de Salamanca en
1946), deciden embarcarse en una gira con la compañía del maestro Moreno
Torroba, que artísticamente les va a alejar de España casi de por vida. Sus
éxitos calan en los públicos americanos de Puerto Rico, donde actuó en 1950 en
el Teatro Tapia con la compañía de Miguel de Grandy, Cuba, Méjico, Venezuela y
Colombia. Esto sería determinante para que el matrimonio formara en 1948 una
compañía propia para actuar en el teatro
Arbu y se estableciera definitivamente en Méjico. Los años siguientes actuarán
una temporada por aquel escenario reponiendo obras como LuisaFernanda, La viuda alegre, Marina, La
tabernera del Puerto, El orgullo de Jalisco...
Después recorrerán México asociados a la vedette
RositaFornés (1951) y año tras año la pareja reaparecerá por los
escenarios mexicanos, a veces como empresarios asociados a famosas voces de
zarzuela española que recalaban allí y otras veces como simples cantantes.
El
empresario de teatro Faustino García, el Quijote de la zarzuela no falta a la verdad, el Quijote de la
zarzuela vivió cincuenta años recorriendo los teatros de América Latina
llevando el arte de la zarzuela como un verdadero embajador cultural.
Salió de España, como otros tantos, con la ilusión de conquistar
América. Lo que para muchos fue
un sueño, en él fue una realidad. Su
primer puerto en este continente fue el de Buenos Aires, a nuestra ciudad llegó
el 1 de enero de 1914 con muy pocos pesos y muchas ilusiones. A pocos
días de llegar, por una de esas arbitrariedades del destino fue a
dar a un café que por mal nombre le llamaban el Café de la Puñalada, al que también frecuentaban
Roberto Arlt y Julián Centeya, en Boedo y Chiclana. Allí se estaba formando una compañía
para hacer zarzuelas de cuarteto cuyas obras se titulaban y titulan: "Para casa de los padres"
"La nieta de su abuelo" "Ya somos tres" y "Música clásica", de las
que participó Faustino García.
Pocos años después, con sólo 19 de edad, Faustino ya formaba su propia compañía y a los 25 ya se había presentado con
éxito en Paraguay, Uruguay, Chile
y Argentina.
Cada vez que se presentaba en
Buenos Aires, acudía al bar de Sarmiento y Paraná, conocido bar de artistas,
donde alquilaba para los ensayos el sótano del bar; alquiler que pagaba con media fila de butacas para el día del
debut.
Desde luego participó también en el rol de Aurora la soprano
Olga Marín, esposa de Faustino García que
acompañara en todas las presentaciones de la compañia en roles
protagónicos.
La segunda pieza de mi colección que aquí publico es el programa de mano
de la temporada 1958 en el Teatro Avenida, presentando "Un Pueblecito
Español" dirigida y
montada por sus autores: Moreno Torroba y Luis Tejedor.
Esto indica que el prestigio de Faustino García era mayúsculo,
para lograr que estos autores lo acompañen en esta temporada de 1958 en el
Avenida.
Cuando en España el
género de la zarzuela ya había decaído, en varias ciudades de América Latina se mantenía
presente y así lo decía el
mismo Faustino García en declaraciones al ABC de Madrid en Julio de 1971: “
Es curioso que la zarzuela española se
conserve mejor en toda Hispanoamérica que en España. Curioso y triste. (...) Esto me duele
profundamente. El género ha decaído”.
Si bien desde 1599 se llevaron
adelante representaciones teatrales en un solar de la ciudad de Lima, fue
en 1615 que se levantó el primer Corral de Comedias por
iniciativa del vecino limeño don Alonso de Ávila. Este edificio perduró hasta
que fuera destruido por el terremoto de 1746 y que destruyó gran
parte de la ciudad. Por ello, en 1747 por iniciativa del Virrey José
Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda, se levantó otro teatro en el
mismo lugar.
El Teatro Manuel Ascencio Segura es
uno de los principales teatros de la ciudad de nuestra Lima histórica
Fue levantado en un lugar que es considerado como el espacio cultural más
antiguo de América Se ubica en la
segunda cuadra del jirón Huancavelica en pleno centro de la antigua Lima.
Y es que en 1662, cuando el jirón Huancavelica se llamaba “calle San
Agustín”, se construyó el Teatro Principal en el terreno de Diego Núñez de
Campo Verde.
En 1822,
don Bernardo Monteagudo, ministro del José de San Martín realizó
reformas al teatro que ya era conocido con el nombre de Principal de la ciudad.
En 1874 se le bautizó definitivamente como Teatro Principal y en su
inauguración se presentó la ópera “ll Trovatore” de Giuseppe Verdi.
En 1883, durante la ocupación chilena de Lima, un incendio destruyó
este edificio. Ante ello, después de siete años, en 1890 se inauguró un
teatro de tribunas de madera conocido como “Teatro Portátil”, que fue
inaugurado con la presentación de la Zarzuela "El hermano
Baltasar" presentado por la compañía Dalmau.
El 14
de febrero de 1909, luego de una larga reconstrucción, se vuelve a inaugurar el
local pero con el nombre de Teatro Municipal ya que su
reconstrucción fue impulsada por el entonces Alcalde de Lima, Federico Elguera
Seminario quien era acalde de la ciudad de los Tres Reyes. Federico Elguera Seminario, nacido en Lima,
el 1 de junio de 1860, falleciendo en la ciudad el 19 de noviembre de 1890 fue
un abogado, periodista y político.
Hijo de
Juan Ignacio Elguera Barrera y Francisca M. Seminario Arias. Trasladado a Europa, cursó estudios escolares en Paris en 1870 y luego viajó por
diversas ciudades del continente. Retornó a Lima en 1872 y concluyó sus estudios
básicos en el Seminario de Santo
Toribio.En 1877 ingresó
a la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, en el año 1879 se graduó de bachiller en
Letras, y en el año 1882 en Derecho con las tesis sobre «El gobierno
providencial» y sobre «¿La sustitución de un poder priva al mandatario de su
carácter de tal, o debe considerarse como un segundo mandato, confiado por el
mandatario al sustituto?», respectivamente. Recibiéndose como abogado en 1884.
Fue alcalde desde el año 1901 a 1908, realizando una transformación radical de la ciudad,
siendo considerado el creador de la Lima del siglo
XX. Escritor mordaz, se hizo de fama en la prensa limeña usando el
seudónimo de “El Barón de Keef”. Se casó con Julia Diez Canseco Olazábal.
La construcción del
teatro Segura buscó tener rasgos de comodidad, belleza tanto en su frontis como
en sus acabados y que goce de una buena acústica y visibilidad con las mejores
tecnologías de inicios del siglo XX. Veinte años después, el 24 de junio de
1929 mediante Resolución de Alcaldía se le cambió el nombre por el
de Teatro Manuel Ascencio Segura, que conserva hasta la actualidad
en honor del escritor peruano Manuel Ascencio Segura.
El Teatro Segura, fue y
ha sido el principal escenario cultural de la historia de nuestra patría.
En él se presentaron personajes como la famosa actriz Micaela Villegas, “La
Perricholi” quien en el siglo XVII fuera amante del virrey Manuel
Amat y Juniet y recitara en el teatro versos de Calderón de la Barca, Lope
de Vega y Tirso de Molina entre otros. Asimismo, en este teatro se cantó por
primera vez el Himno Nacional a cargo de la cantatriz Rosa Merino ante
la presencia del General Don José de San Martín.
El teatro Segura
cuenta con cuatro niveles de tribunas logrando un aforo total de 803 personas
distribuidas de la siguiente manera: Platea con 346 butacas, Palcos con 233
butacas, Galería con 135 butacas y Avant Scene solo con 2 butacas.
El escenario, por su
parte, es totalmente de madera y cuenta con 8 trampas en él que se activan de
acuerdo a su necesidad. Su altura en relación con la platea es de 1.35 metros.
Siendo sus dimensiones son de 19,77 m de ancho por 15,57 m de fondo. El telón
de boca mide 12,87 m. La corbata mide 6 dm, contando con una trampa para
apuntador.
La altura a parrilla
es de 18 m, la altura al puente es de 9,2 m y cuenta con 2 panoramas (blanco y
celeste). Su decoración muestra 10 patas de color negro (5 por lado), 5
bambalinas de color negro lisas y 3 de color rojo plisadas, 1 americana de
color negro, 1 cuchilla de color negro, el piso de danza de color negro que
cubre el escenario y varias tarimas de 6 segmentos de 1,22 m x 2,44 m x 0,5 m
de color negro. Finalmente se cuenta también con un podio de madera tallada sin
iluminación.
Para presentaciones
musicales, el escenario cuenta con 1 piano de cola Steinway & Sons, 40
sillas para músicos negras apilables y 40 atriles con iluminación individual.
El foso de músicos tiene
una profundidad de 2,3 m; 5,25 m de profundidad y 11,2 m de largo. Está
enchapado en madera machihembrada y cuenta con un acceso propio por la parte
lateral al corredor de acceso al escenario y por el mismo escenario.
El teatro cuenta con
20 camerinos ubicados detrás del escenario, todos cuentan con servicio de agua
caliente, espejos iluminados y colgadores de ropa. En la planta baja se
encuentran 10 camerinos en total. De ellos, dos son camerinos grandes con baños
y duchas individuales, dos son camerinos chicos con baños individuales y los
restantes seis son camerinos chicos con lavatorio incorporado. Además, la
planta baja cuenta con un baño de caballeros y un baño de damas con duchas y
servicios completos.
En la planta alta
también existen 10 camerinos de los cuales, dos son camerinos grandes con
lavatorios, dos son camerinos chicos con baños individuales y seis son
camerinos chicos con lavatorio incorporado. Igualmente, también cuenta con un
baño de caballeros y un baño de damas con duchas y servicios completos.
El Teatro cuenta con
una puerta de ingreso posterior ubicada en el Jirón Caylloma, la cual se
utiliza para la carga y descarga de materiales. Las dimensiones de la puerta de
acceso son de 2,5 m de ancho con una altura de 3 metros y el corredor es
de 2,6 m de ancho por 26,6 m de largo.
Las dimensiones de la
sala son de 12,1 m de largo x 8,9 m de ancho. Este espacio cuenta además con un
equipo de sonido y un piso de danza.
El 26 de julio de 1966,
siendo alcalde de Lima el doctor Luis Bedoya Reyes se inauguró el Museo
Municipal de Teatro ubicado en el primer piso del Teatro Segura. Fue creado por
iniciativa del señor Alejandro Yori Ringold, quien fue Director del Museo por
más de 24 años desde su inauguración.
El museo cuenta con
varias colecciones y obsequios como recuerdos de artistas que actuaron en Lima,
como las zapatillas de la bailarina Alicia Alonso, de la bailarina Carmen Amaya y la batuta
del maestro italiano Arturo Padovani, quien estuviera en Lima en 1920 y dirigió
a los músicos en la inauguración del Teatro Forero (hoy Teatro
Municipal de Lima). También se exhiben la batuta y el piano de la artista Rosa
Mercedes Ayarza de Morales, primera artista peruana que dirigió una orquesta.
Asimismo, tiene una amplia colección de álbumes fotográficos, donde se
encuentra la fotografía de Ana Pavlova, dos álbumes fotográficos y artículos
personales de distintos artistas
como las zapatillas que donó en 1971 el mimo Marcel Marceau, y el
tenor peruano Luis Alva. En este museo se observa la batuta del maestro
italiano Alfredo Padovani, que estuvo en Lima en 1920; además de fotografías inéditas de Mario Moreno
“Cantinflas”, de Yma Súmac y de Libertad Lamarque, solo por nombrar referentes
conocidos. Además de los discos de dos óperas completas que grabó el tenor
chalaco Alejandro Granda y la fotografía auténtica del autor de la letra
del Himno Nacional del Perú, José Bernardo Alcedo.
No será el lugar ideal para conciertos con estrellas de rock and roll, pero
siempre estará disponible para la ópera, la zarzuela o el ballet clásico. El
Teatro Segura ya cumplió más de cien años.
En la cuadra dos del jirón Huancavelica, en la zona medular de la Lima
histórica, la estatua de César Vallejo mira con eternidad a un gigante de cien
años. El poeta está frente al teatro más importante de Lima, el escenario que
albergó a Plácido Domingo, al mimo Marcel Marceau, a la cubana Alicia Alonso, a
José Santos Chocano, a Cantinflas, a la Perricholi y, en los últimos años, fue
el primer tabladillo peruano que pisó Juan Diego Flórez como tenor consagrado.
Y Vallejo continúa frente al teatro municipal “Manuel A. Segura”, en
silencio observando cómo entran y salen las bailarinas de ballet y de flamenco,
cómo la gente de ojos emocionados se retira luego de vivir la experiencia que
supone una zarzuela. Aquel movimiento que empieza tras bambalinas y que culmina
al pie de la fachada del “Manuel A. Segura” no ha parado desde el 14 de febrero
de 1909. Ese día el alcalde de Lima don Federico Elguera inauguró el teatro
anunciando una serie de presentaciones de la compañía de comedias “María
Guerrero”. Desde entonces las presentaciones artísticas no han cesado en este
recinto que puede albergar a 800 personas.
Sí, es un teatro pequeño, modesto al ser comparado con sus pares de
Sudamérica. “El Colón”, de Argentina, goza de capacidad para 2,487 personas en
sus siete niveles y tiene cinco mil pelucas en stock. “Y nosotros en el Segura
no tenemos ni una peluca, porque todas se han quemado, pero a la vez debemos
estar orgullosos porque aquí se han presentado los mejores y los más grandes
artistas”, exclama Mónica Aurich, subgerenta de cultura de la Municipalidad de
Lima, desde el segundo piso del “Manuel A. Segura”.
Mónica Aurich tiene la dicha de pasar gran parte del día en un teatro y,
además, es ella la que maneja el cronograma de presentaciones en el “Manuel A.
Segura”. “Estamos pasando por un momento maravilloso. Tenemos cuatro temporadas
de zarzuela al año, muy aparte del ballet y la ópera”, cuenta Mónica, quien
asegura que en los próximos ocho meses “la agenda está copada”. Ello evidencia
que el “Manuel A. Segura” aún atrapa la atención de un grupo de limeños que
gozan del arte que no evoluciona con la moda y que, al contrario, guarda
estrecha relación con el pasado.
Moda –como dijo el francés Paul Valery– es todo lo que pasa de moda. Pero
ese fenómeno es ajeno al “Manuel A. Segura”, una edificación que aún conserva
su estilo clásico en herradura, propio de los teatros del siglo
XVIII y que, además, fue Pero la vida de este recinto no fue larga: el
terremoto de 1746 destruyó la casona que fue reconstruida ese mismo año por el
oidor Pablo de Olavide. Después de la Independencia, en 1822, Bernardo de
Monteagudo, ministro de don José de San Martín, reformó el teatro.
“En el Segura se siente el espíritu
del artista, el aplauso de la gente hace eco en este teatro”, dice Nancy Alba,
difusora e investigadora peruana de la danza española que, además, ha sido una
dotada bailarina de flamenco y estrella estelar del “Manuel A. Segura” en la
década del cincuenta. Nancy reconoce que el arte como era percibido en los
primeros años del Segura ha perdido notoriedad, y no porque los artistas sean
mejores o peores que los de antaño, el problema es que el peruano contemporáneo
no se conmueve al pasar por un teatro viejo, de más de cien años, que tiene a
Vallejo de vecino eterno y a un sinfín de figuras peinando canas que recuerdan
con lágrimas al gran “Manuel A. Segura”.