domingo, 27 de octubre de 2013

SOLEDAD, QUÉ BONITO NOMBRE TIENES

 Hay un hombre que no conozco sentado en el sofá de mi salón. Ahora que lo pienso mejor me parece que siempre ha estado allí, aunque yo no me haya dado cuenta hasta hace unos días, cuando llegué del trabajo. Pero no es un fantasma ni nada parecido, sino un hombre mayor, bajito y un poco de pelo entrecano.
Ayer eché un vistazo a los álbumes familiares y vi que salía en las fotografías de todos nuestros cumpleaños. Entonces era un poco más joven y más delgado, y siempre estaba en el mismo sitio, quieto, sin hacer nada. A lo mejor por eso no lo vi antes, porque en casa éramos todos muy ruidosos. He intentado averiguar quién es, o qué quiere, y no hay manera de hacerle hablar.
Hoy, a la hora del almuerzo, pensé que tendría hambre y le llevé un plato de sopa recién hecha. Mientras él se la tomaba en silencio, me puse a pensar en lo sola y en lo triste que me siento yo a veces en este piso tan grande. Quizá esto lo cambie todo. Todavía se me hace un poco raro, pero creo que no me va a importar demasiado que se quede y me haga un poco de compañía.
Cuando te quedas solo, tras cerrar la puerta, o colgar el teléfono, puede ser y es … maravilloso. Lo primero es maravilloso porque hablo del quedarte en soledad, no sentirse solo, que eso es otro (feo) cantar.
Hay un no sé qué en la soledad, en el sentimiento de estar contigo mismo, de ofrecerte lo mejor de ti y ser tú. A mí me encanta estar sola, y con eso no quiero decir que no disfrute con la compañía de aquellos a los que quiero o los que me ofrecen momentos de sus vidas. ¡Me chiflan esos momentos! Y aún así soy muy feliz conmigo misma. Planeo mis momentos de soledad, hago y deshago, cocino, escribo, veo series que me entretienen, me tiro en el sofá, me voy a dar una vuelta, ME DISFRUTO. Es así como lo hago. Directamente pienso en la suerte que tengo de dedicarme unas horas a que la única que importe en ese momento sea yo.
Hay muchas personas que me he encontrado a lo largo de mi vida que no soportan la idea de no estar con gente, de quedarse solas en casa, o de irse al cine una noche. Puedo entender parte de esa necesidad imperiosa de estar con personas, y la entiendo porque cuando te quedas en soledad es inevitable hablarse, pensar, darle vueltas, sentir, soñar… quizá por eso no quieran quedarse consigo mismos… solo un quizás.
También están los estigmas sociales, el “ir al cine solo es triste” o el pasar una tarde en casa sola es “aburrido”. Eso será porque tú lo quieres. Si quieres divertirte, ¿porque no lo haces? Está claro que para según qué diversión, hacen falta más de uno, pero el conocerse a si mismo como para saber cuáles son aquellas cosas que te gusta hacer solo… no tiene precio alguno.
Y aquí viene la parte de trabajo, de sentarse en silencio absoluto y pensar. Son cuestiones de sinceridad y honestidad. Puedes aprovechar y ser coherente con tus necesidades. Hay veces que anteponemos a los demás antes que a nosotros mismos. Que si voy a ayudar a mi madre a hacer recados, que si quedo con un amiga que lo está pasando mal, que si voy un poco antes al trabajo para terminar aquello que no terminé ayer, que si voy un segundito a comprar al supermercado que no tengo cena para esta noche… miles y miles y miles de cosas que damos y ofrecemos a nuestro día a día, que son necesarias y/o bonitas, pero que nos restan energías y reportan poco a nuestro equilibrio mental, no saneamos nuestros cables, no nos damos mimitos, no nos cuidamos ni nos damos caprichos, y señores y señoras. ¿Quién nos cuida mejor que nosotros mismos? ¡O eso deberíamos hacer por lo menos una hora al día.
 Luego ya vamos a momentos más duros, momentos de soledad, de sentimiento, y esa soledad se cura queriéndolo mucho, con mucha fuerza, y queriéndote mucho. La mayoría de nosotros nos hemos sentido solos alguna vez. Solos de pensar que no teníamos a nadie en quien confiar, en quién narices agarrarse en un momento de bajón, o con quién compartir una buena noticia. Puede que hayan sido minutos de soledad o meses … y este sentimiento amigos…  éste es de los que te queman, de los que lo aplastarías contra la pared y lo harías picadillo. No es bueno sentirse así y sobretodo no es recomendable dejarse abandonado en ese estado. Es fácil caer en el victimismo y en la comodidad de estar en continuo punto de atención para los que nos quieren. Para mi eso es ser egoísta y no haberse mirado con detenimiento. No haber descubierto lo precioso de los demás y haber dejado que la apatía y los colores apagados dominasen. ¡Fuera, no queremos eso! Queremos disfrutar de nosotros mismos para poder disfrutar y agradecer lo bonito de tener a nuestras personas preferidas.
Pero para volver a sentirse unido a las personas lo mejor es mirar alrededor, abrir los ojos y sentir a aquellos que tenemos a nuestro lado. Puede que sea uno, dos o 50, pero seguro que tenemos a alguien que nos da siempre la fuerza que quizá nosotros no hemos querido coger, que nos intenta alentar en los momentos complicados, y aquel que siempre está dispuesto a prepararnos un café o a sacarnos de casa a dar una vuelta. Entonces la compañía se vuelve placer y la soledad es para dejarla aparcada. 
Las dos caras de la soledad nos ofrecen aprendizajes y momentos donde nuestro ser crece y nosotros nos volvemos más bonitos, más reales, y más sinceros.

Practiquemos la soledad, la buena porque así nos conocemos, y la no tan buena porque así nos damos cuenta de quienes son los que de verdad importan.

viernes, 25 de octubre de 2013

'COMPETICIÓN ENTRE LAS MAREAS DE PROTESTA Y LAS GAITAS ASTURIANAS'

Los incidentes previos a la entrega de los Premios Príncipe de Asturias

"La entrada de Invitados, premiados y de los Príncipes de Asturias –acompañados por la Reina Sofía- se encontró hoy en Oviedo a varios centenares de personas dispuestos a demostrar sus críticas al sistema, a los recortes y a la Monarquía, y mucho mejor organizadas que en ediciones anteriores. Situados en la plaza de la Escandalera se concentraron integrantes de una quincena de grupos y asociaciones, rodeados de un imponente despliegue policial. Frente a ellos, bajo el Teatro Campoamor, tres bandas de gaitas tocaban sin parar para evitar el sonido de las protestas, con el apoyo ocasional de un helicóptero de la Polícia Nacional. Los premiados se sorprendían del ruido y de recibir aplausos por un lado y abucheos por otro. Algo incomprensibles los abucheos a Muñoz Molina, que estos días ha sido crítico con las políticas cultural y educativa de España. Pero es que había protestas de todo tipo. Desde los miembros de APTA, despedido de la ONCE hace dos años, a las mareas verde (por los recortes en Educación), blanca (por la Sanidad pública), amarilla (de empleados de juzgados), la asociación cultural La Madreña, miembros de la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI), dirigentes como el coordinador regional de IU Manuel Orviz –acompañado de varios de sus dirigentes y de la dirigente de esa organización en Castilla La Mancha, Boris Benegas–, etcétera. A ellos se sumaron varios colectivos vinculados al movimiento 15M, “La España real”, los desahuciados por la Caja de Asturias (que hoy está integrada en Liberbank) y otros. La seguridad que rodea a la Monarquía impedía los movimientos, pero de hecho la protesta era pacífica, aunque ruidosa y bien organizada. Contaban con su propio equipo de gaitas y tambores, que trataban de rivalizar con el sonido de las oficiales. La llegada del ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, pasó desapercibida para los manifestantes, porque entro a la carrera y tratando de esconderse una hora antes del inicio del acto, para inmenso regocijo de la tribuna de prensa, situada frente a él, y a quien no pasó desapercibido. No así l responsable de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien diplomáticamente entró por la puerta principal. Frente al glamour de empresarios, esposas vestidas de todo tipo, políticos de cualquier rango (Rosa Díaz nada discreta, Álvarez Cascos abucheado al grito de chorizo y el propio presidente del Principado) se instaló el desencanto, el hastío y la necesidad legítima de protesta pacífica. Cuando la televisión comenzó a transmitir la llega de premiados, la pantalla gigante situada bajo la sede de Cajastur sirvió de monitor de lujo para los manifestantes, dirigiendo hacia ella los abucheos. Una demostración pacífica de muchos descontentos que confluyeron frente al riguroso ceremonial. Cuando sonó “tiene la palabra Matías Rodríguez Inciarte (presidente de la Fundación Príncipe y vicepresidente del Banco Santander), ya con las puertas del teatro cerradas y las gaitas en silencio, los abucheos se hicieron ensordeceros al grito de “no, no y no”, y “tu deberías acabar como yo”. Dentro, mientras tanto asonaban ya las palabras comprometidas de Muñoz Molina y Annie Leitbovitz. Contrastes de un día de otoño".

jueves, 24 de octubre de 2013

LAS PIEDRAS GRABADAS DE LOS CANTEROS EN LA CATEDRAL DE OVIEDO

Hace algunos meses, me encontraba con un amigo peruano visitando la Casona de la Universidad de Oviedo, y al salir del claustro me encontré con mi amigo, el periodista  Rafael Sánchez Avello, quien se interesó en lo que hacíamos por allí tan temprano, le comente que le estaba explicando a mi paisano que lo mojones que están a la puertas de la Universidad, con unas cadenas, significaba que la policía en la antigüedad no podía capturar a nadie si se encontraba dentro de ese perímetro.
Rafael Avello, nos explicó que estas piedras de la fachada de la Universidad tienen grabado el nombre del cantero que trabajo aquellas piedras, este mismo caso se da en la Catedral de Oviedo, en que el observador  minucioso descubrirá en los muros de la Catedral mensajes del pasado y lecciones de historia y de fe que no están en los libros. A lo largo de los siglos, sobre los muros de la Catedral de Oviedo es excepcional por lo amplio y lo singular.  En las piedras  del templo, hay grabados nombres, fechas, marcas de cantería  y símbolos, repartidas por la fachada y el pórtico. Los estudiosos han localizado y documentado más de dos mil y aún quedan algunos lugares por examinar, como la sacristía. “Los muros de la Catedral son un gran lienzo”. Todos los grafitis registrados están siendo incorporados a una base de datos, que quedara a disposición del Cabildo.
En la Catedral asturiana abundan las cruces, como es lógico, pero también hay vieiras, ruedas, peces, llaves y hasta el rostro de Jesucristo tallado cuidadosamente por un peregrino en la fachada principal del edificio en el siglo XVIII.
En la basílica ovetense es posible encontrar también símbolos masónicos, como la pentalfa o estrella de cinco puntas, símbolo de armonía y de la fraternidad masónica. Algunas de las inscripciones  diseminadas por el edificio son difíciles de interpretar y e ello están ahora los responsables delestudio
Todo empezó en la Cámara Santa, cuando el Cabildo encomendó “hacer el estudio de los grafitis  de la Cámara Santa, la antesala y las escaleras. El estudio fue ampliado luego al resto del templo.
Según los investigadores se divide las señales halladas en los muros de la basilica ovetense en dos grandes grupos. El primero muy numeroso, es el de las marcas de los canteros, ocultas a la vista en el interior de las escaleras del crucero, de las escaleras posteriores de la torre gótica y de la semitorre ciega. Se las puede comparar con las que aparecen en la Catedral de Burgos, de León y el monasterio de Moneruela  para ver el área de actividad de los gremios de canteros y sus conexiones.
Los grafitis dejados por los canteros en la Cámara Santa son con probabilidades los más antiguos de la Catedral. “Se pueda seguir la traza de los constructores por sus señales en los arcos de la entrada gótica de la Cámara Santa y comprobar que las mismas marcas aparecen muchas veces repetidas en lo alto de la escalera y del crucero sur”.
Otro gran grupo de inscripciones, está formado por la que dejaron los peregrinos, y se concentran en la entrada de las puertas y en la embocadura de las escaleras que conducen hasta la Cámara Santa, así como en la escalera del obispo Palenzuela, de la segunda mitad del siglo , y en la del arquitecto De la Riva, del primer tercio del XVIII “A los pocos años de terminada la escalera santa leemos la firma de un peegrino francés con su fecha: Francois de Toret Lasclalleries 1769”; dentro de la misma Cámara Santa dejó su constancia un tal Basas, y en la antecámara escribe Jacques Pilipe Renar Antoine, cuyo graffiti es anterior”, se cree que sea del siglo XVI.

Se han reunido más de dos mil fotografías que ahora se tienen que clasificar y, en algunos casos, descifrar.   

jueves, 3 de octubre de 2013

III LOS TERTULIANOS Y LA TRATTORIA DI FABIO

En el Bombe, la “Trattoria di Fabio”, existen varias tertulias. Si nos remontamos al origen de la palabra tertulia, es una reunión informal y periódica de gente interesada en un tema o en una rama concreta del arte, la ciencia o la filosofía, para debatir e informarse o compartir ideas y opiniones. También se conversa de amores y desamores  Por lo general, la reunión tiene lugar en café o cafeterías, suelen participar en ellas personas del ámbito intelectual. Es una costumbre de origen español y se mantuvo arraigada hasta mediados del siglo XX en las colonias independizadas del imperio español. A los asistentes se los llama «contertulios» o «tertulianos».
El Bombe “la Trattoria di Fabio”, un café restaurante pequeñito, todo el que lo visita se siente como en familia, no tiene muchas mesas, y está decorado con unas fotos preciosas del Paseo del Bombe, del parque San Francisco, se encuentra en la calle Pérez de la Sala. Su propietario es un italiano, nacido en la Ciudad Luz,  y se llama Fabio. Es de constitución fuerte, es alto y con sus manos grandes, como es él, grande,  el  pelo rizado y muy revuelto, de tanto pensar. Es una excelente y muy noble persona, todo lo que tiene de grandón lo tiene de buena persona. Es el clásico relaciones públicas, que atrae a la clientela por su simpatía. El camarero, Ovidio es  de origen rumano y  muy atento con la clientela; y el chef Luis, es de Portugal, cocina exquisitamente muy bien.  Este pequeño bar se especializa en la cerveza y el vino de todos los siglos, de todos los colores y sabores, sirviéndose también cafés y comidas italianas. 
Desde hace unas semanas Manolo, se queja de un dolor de pie, -que  lo tiene loco-, los tertulianos, después de un cambio de opiniones y hacerle una prueba de tacto en el miembro doliente, en consenso, le dicen que vaya a ver a un fisioterapeuta,  lo acepta, pero, - dice- antes quiero ir a ver al docto, redundando, doctor Florencio, su médico de cabecera de toda la vida, y que conoce muy bien todas sus dolencias crónicas.
A la mañana siguiente, de acuerdo a la cita que le han dado en el Centro Sanitario, se levanta, se acicala y va al ambulatorio para que su médico le diagnostique, sobre el dolor del pie. Su amigo, con mucha paciencia lo examina y le  receta unas obleas, solo para el dolor, que las  tiene que tomar durante  una semana. El galeno le dice que es muy probable que tenga, la gota, -enfermedad producida por una acumulación de cristales de sales de urato (ácido úrico)  en distintas partes del cuerpo, sobre todo en las articulaciones, tejidos blandos riñones. El ataque agudo de gota típico consiste en una artritis que causa intenso dolor y enrojecimiento de inicio nocturno en la articulación del dedo gordo del pie. 
Nuestro tertuliano llega al café y cuenta su aventura con el médico, diciendo que va a seguir el tratamiento los días que le han indicado, además acota aduciendo de que el galeno se ha equivocado con el diagnostico, ya que  – según cuenta- sigue al pie de la letra la dieta que le prescribieron desde hace tiempo.
Pasa la semana y los dolores son aún mayores, los tertulianos le siguen diciendo que vaya a un fisioterapeuta. Pide cita a su médico, para que lo vuelva a ver. El día que le han señalado se dirige al ambulatorio y se enfrenta a su galeno, quien lo vuelve a revisar y al tocarle el pie, este lanza unos terribles quejidos que se escuchan por todo el ambulatorio. Al observar  que el dolor es muy agudo,  le indica que tiene que hacerse unas radiografías, y unos análisis de sangre y orina. Le entrega un tubo de ensayo para que evacue sus orines, Manolo alega que el mismo es muy pequeño, entonces al reclamar  le entrega un vaso de plástico para que orine en el mismo, y después lo evacue al tubo.
Sale de allí y pide la cita para que los radiólogos le saquen la radiografía, a la hora que él quiere. Le señalan su turno para las seis de la tarde, al mismo tiempo que se prepara para los otros análisis.
Él día que lo citan va a sacarse la radiografía a las seis de la tarde, llega un poco antes de la hora, el radiólogo lo llama, le manda sentarse en la camilla, le pide que se descalce y ponga el pie de costado para tomarle la placa. Pero siente unos fuertes dolores de los que se queja con grandes gritos. Una vez realizada esta operación,  le dicen que espere un rato, hasta que le digan que la lámina ha salido bien.
Pero ¡Oh sorpresa!, Manolo alucina, piensa que es una reacción de la misma radiografía, Ve a una señora con el brazo escayolado, que es acompañada por una señora y un hombre vestido de “gaiteiro”. Ellos se dirigen a otra consulta y se pierden por los pasadizos del Ambulatorio.
Sale del ambulatorio con el dolor de pie que es aún más agudo, y piensa llegar a casa rápidamente para meter el miembro adolorido primero en el bidet y luego en la ducha con agua muy fría, consiguiendo al poco rato que el malestar sea menor. Sale a la calle y enseguida se le viene a la memoria  la figura de  un amigo de otros tiempos, que lo  llama por teléfono, todas las tardes, bajo la modalidad de llamada oculta, para fastidiarlo. Le extraña porque desde hace días el móvil permaneces mudo.
Como todos los días toma una pastilla para dormir, Manolo no deja de mostrar su preocupación de quedarse dormido, -confiesa que no sabe programar el reloj despertador-  le pide a su hija Yolanda, que lo llame a las siete y media de la mañana para llegar a tiempo al ambulatorio y hacerse los análisis que le han programado  de  sangre y orina.
Al sonar el teléfono, a esas horas tan intempestivas, se despierta sobresaltado, se lava y se dirige al garaje a buscar su coche, - un Mercedes, automático, modelo CL.  Para no perder tiempo y llegar a las ocho de la mañana, al Centro de Salud,  aparca encima de la acera, entrega su tubo de ensayo con la micción, y se dirige a otro consultorio para que le extraigan la sangre.
Se le acerca una joven y guapa enfermera, provista de cuatro “grandes” tubos para sacar el líquido rojo. Al ver esa maniobra  preliminar, piensa que le van a hacer una gran sangradura.
Sentado en una mesa con el brazo derecho, y la camisa remangada, está preparado para que lo pinchen, pero se encuentra muy nervioso, - la enfermera trata de tranquilizarlo – él le dice que es muy guapa, y hasta la invita a cenar un día de estos- mientras le está diciendo todas estas bonitas palabras, aprovecha de introducirle la aguja en la vena y la sangre sale a borbotones, que llenan los tubos en menos de un segundo.
Pero Manolo se sorprende porque nota una cosa extraña, de que en esos cuatro tubos que contienen el precioso líquido no es azulino. Dirigiéndose a la sanitaria, le dice que en la operación ha hecho algo mal. Ella, asombrada le pregunta por qué le hace esa observación. Se levanta solemnemente, y con voz profunda,  le manifiesta que él es noble y tiene sangre azul. La enfermera muy extrañada, cambia de cara, se pone seria e incrédula. Pero se da cuenta que le está gastando una broma, y celebra la ocurrencia. Terminada esta operación se arregla la camisa, le vuelve a repetir los piropos e invitaciones, que le dijo al llegar, se despide cortésmente, saca su coche de encima de la acera y vuelve  a su casa para meterse nuevamente en la cama y seguir durmiendo.
En la calle hay mucho  bullicio, el rápido caminar de la gente que van a sus oficinas, otras que pasan al mercado o llevando a los niños al colegio. Algunas beatas se encaminan a la iglesia para la misa de las 12.30.  Manolo, antes de levantarse llama a su hija quejándose de que sigue con el pie muy adolorido. Se da una ducha fría, prepara su desayuno como de costumbre. Para no aburrirse busca algo que hacer, dedicándose a limpiar y dar lustre a sus muebles antiguos y a la platería heredados de sus padres. Pasa la vista por los retratos que cuelgan en las paredes, observa que los libros estén bien alineados en sus estanterías, su escritorio milimétricamente ordenado, con sus cuadernos de notas  alineados, lápices y lapiceros, calculadora, informes viejos, computadora encendida y el aparato de televisión siempre puesto ¿Cómo no va a sentir nostalgia de todo esto?.
Al poco rato después de hacer estas faenas de casa, le sucede otro acontecimiento importante. Debido al polvo se le han infectado sus ojos, se mira en el espejo y se asusta de lo irritado que está. Llama nuevamente a su hija, quien acude a casa rápidamente y al verlo así lo lleva con toda prisa al médico. Al llegar a la consulta, como no hay nadie en la sala de espera pasa de inmediato. El galeno de guardia le diagnostica una conjuntivitis vírica y le explica que en esta ciudad hay una toxina que está afectando a muchas personas.
Con toda la atención y cariño que se merece una persona de la nobleza ovetense, el médico le recta un colirio, que al salir del ambulatorio compra rápidamente. “parece una plañidera de la casa de Bernarda Alba”. Raudo y veloz se va a casa, hace una profilaxis de todas las cosas que utiliza diariamente, se echa el colirio, para refrescar sus ojos y sale a dar su ronda rutinaria. En la esquina se encuentra con el ciego que vende la lotería, lo saluda y sigue su camino expedito, para encontrarse con los tertulianos.
Aquella tarde-noche después de conversar largamente con sus amigos, se despide, sin antes anunciarles que al día siguiente volverá al consultorio para que le digan si ha pasado el control médico, y le indiquen sobre la dolencia del pie. Aunque ha tomado su pastilla de “Lormetazapan”, esa noche no duerme pensando en lo que le dirá su médico.
Cuando emprendimos el viaje, el paisaje se veía de retroceso, todas las cosas venían de pronto de reversa, el cielo pintaban nubestas que parecían figuras que nos daban la despedida. La mañana aún era gris, tenía pegada a un a las horas pedacitos de Rocío que al contacto con los tímidos rayos del sol morían atravesados por la luz, el viaje parecían no tener retorno emprendíamos la búsqueda de un nuevo mundo.
El paisaje de olas espumosas que olían a tierra salada, de pronto se empezaba a perder en la distancia, el mundo comenzaba a tener entonces otro nombre, ya el patio enorme, con matas que bailaban todas las tardes con la brisa, y le coqueteaban a la orilla del río sus arrogancias ya sólo quedaban en mis recuerdos. Se hizo de pronto de cemento y asfalto la polvorienta callecita que se pintaba a cada rato de colores delirantes para que decidiéramos seguir pasando por ella como de enamoramiento.
- Señora: dijo de pronto una voz grave que parecía salir de un enorme caracol enrollado - no creo que el niño pueda alguna vez caminar.
La campesinita de ojos color café se le comenzó a derramar a borbotones granos marrón oscuro que parecían de una cosecha triste.
En el hospital del seguro social de Llanes, la tarde parecía de horas que no se terminaba, se pegaba a la piel de los que caminaban por los interminables pasillos. De repente, el silencio se pierde entre un sonido metálico de una de las puertas sin alma que se abre como impulsada por el viento, surge un vestido blanco largo como una vela, venía dentro una figura aún más larga, que parecía llamar las sombras, con una voz de silbido blanco que acariciara los nombres que pronunciaba.
- Señora Isabel, pase por aquí doña ya la atiende el pediatra, vamos a tomar los datos del niño. La luz de la luna brilló esa noche, redonda, de un azul de vidrio, que como por arte de magia volvía blanco todo lo que tocaba, como a las ocho de la noche se cerró la puerta del salón lleno de camas pero seguían los pasos ardiendo en el pasillo, de un extremo a otro. De vez en cuando se detenían y no sonaba más, morían tras una puerta, así era para todas las noches.
Una de las últimas noches que tuviste es en ese hospital después de cerrada la puerta como a las dos horas, el pasillo se hizo largo para unos pasos que no acababan de llegar, sonaban serenos, a pausa breve, limpios y secos; no servían como los de las anteriores noches, era capaz de hacer música. No era ahora de ronda del médico pero entró uno de mediana estatura; no vestía de blanco como todos, un sombrerito negro que la luz absorbía lo hacía más limpio, de faz sencilla, inspiraba confianza, un traje liso negro, que hizo juego con la luz nocturna de la luna, era delegado de bella estatura móvil de pureza; tenía a su alrededor su propia luz que se fragmentaba en pequeños cristales que volaban hacia la ventana, hacia tu cuerpo, hacia los caballitos de mar que adornaban tu cunita. Atravesó la distancia de la puerta a la cuna sin preocupación, ni siquiera se percató de que estaba acurrucadita en un rincón de la habitación en el suelo, se detuvo muy cerca de ti aún con las manos cruzadas en espalda, inclinó su torso para verte mejor; fue espléndido ver tu cuerpecito desde la luz que manaba el señor; acercó una mano pálida de dedos delegados casi transparentes, la pasó desde tu cadera hasta la punta del pie, se detuvo el tiempo, no respiraba ni el aire sólo pudo cantar la luz.
Ya cuando pasaban más de las doce del día, el sol estaba bien alto, casi al punto de derretir todo lo que tocaba, hacía ya bastante tiempo que el paisaje conocido había dejado de existir seguir siendo de retrocesos la visualización de todo pero el paisaje ahora era totalmente nuevo. La antigua camioneta seguía rodando con su quejido de motor, que parecía despertar a su paso hasta la brisa.
De pronto se detuvo en una calle larga triste donde habían unos árboles muertos desde, que se erigían como grandes lanzas queriendo agujerear el cielo, el lugar era pálido, las casas se despegaban como naciendo de entre el barro que se apostaba a las márgenes de la calle sin vida. Habíamos llegados a lo que iba hacer nuestro nuevo lugar para vivir. Comenzaba ahora otra historia.
A las trece horas llega al centro sanitario, el doctor Florencio lo recibe cariñosamente, le extiende la mano, le ofrece que se siente en una silla vacía, que tenía enfrente. El galeno, con toda tranquilidad busca la historia clínica, después de revisarla cuidadosamente le dice que se encuentra muy bien de todo, que siga así. El paciente incrédulo le vuelve a preguntar con insistencia, si no tiene nada grave. El galeno le vuelve a repetir que no tiene ni colesterol, ni triglicéridos, ni la orina, ni la próstata, ni nada de nada.
Entonces, es cuando Manolo le cuenta que el día anterior descubrió que su sangre no es azul, sino roja. Le explica que desde muchos siglos atrás sus antepasados fueron nobles. Ostentando la condición o el título de nobleza, que constituyó desde antiguo una alta dignidad, tanto como luego un concepto «socio-grupal».
La nobleza tiene su origen, como fuente y solar de donde dimanó, en el Principado de Asturias. Una provincia de la que en el  siglo XVIII constaba de cincuenta y tres Concejos o Jurisdicciones que correspondían a la Real Corona, o también reconocido como Mayorazgo del Príncipe, tenía a la par diferentes Cotos o Jurisdicciones particulares, lugares de vasallaje, y más.
No obstante, la pertenencia a la Nobleza es todavía hoy valorada como una distinción social para algunas personas, pese a tener un significado legal meramente simbólico.
Es ahora cuando al ver que mi sangre es roja, me preocupo más, porque pienso que  me pueden venir todas las enfermedades del mundo, y si esto ocurriera sería verdaderamente muy grave.
Florencio su médico y amigo le celebra su ocurrencia y le enseña el historial repitiéndole, que no hay nada que recetar, que se encuentra muy bien. Al salir de la consulta, como por arte de encanto todas sus dolencias incluida la del pie han desaparecido. Ahora Manolo está muy mejorado, gracias a los consejos de su hija, de Florencio y de los tertuli