Curiosamente, no se ha hallado prueba
alguna de guerras o batallas en Caral: ni estructuras defensivas, ni armas, ni
cuerpos con heridas violentas. Los arqueólogos creen que las gentes de Caral
eran una cultura pacífica que pasaba un tiempo considerable estudiando el
firmamento, practicando su religión y tocando instrumentos musicales.
“Esta es la más antigua civilización
jamás descubierta en América, y sin duda, uno de los más antiguos centros
civilizados del mundo, casi tanto como Mesopotamia y Egipto,” sostiene la
arqueóloga Ruth Shady, que inició sus investigaciones en este lugar en 1996. La
ciudad estuvo habitada en dos ocasiones entre el 3000 a. C. y el 1800 a. C.,
siendo abandonada a causa de una sequía y más tarde cubierta, y por tanto
conservada, por la arena transportada por el viento.
“Esta civilización alcanzó cotas de gran esplendor y prestigio,” declaró la
Dra. Shady a la Agencia France-Presse. “Aquí hay un mensaje para el mundo: Éste
era un lugar en armonía con la naturaleza, protector del planeta y de las
relaciones interculturales.”
Los residentes de la ciudad
desarrollaron un estado sociopolítico pleno que tuvo un impacto sobre los
asentamientos del valle de Supe e incluso más allá, según
la UNESCO . Los arqueólogos encontraron también en la ciudad un
quipu, instrumento que utilizaba un código de cuerdas y nudos para registrar
datos y anotaciones y al que se considera un signo de una sociedad avanzada.
“El diseño de los componentes arquitectónicos y espaciales de la ciudad es
magistral, y los montículos de la plataforma monumental y los ruedos circulares
excavados en el terreno son poderosas e influyentes expresiones de un estado
consolidado,” leemos en la reseña de la UNESCO sobre Caral-Supe.
José Arispe, destacado arquitecto
peruano y asesor de la Unión Internacional de Arquitectos, ha confesado que se
maravilla de los logros de la ingeniería de los antiguos peruanos. Utilizaban
conductos de aire para avivar los fuegos que ardían durante los ritos
religiosos empleando un sistema basado en lo que los físicos llaman el efecto
Venturi, que aprovecha la disminución de presión que tiene lugar en un fluido
cuando éste pasa a través de un espacio más estrecho que aquel en el que se
encontraba. Los antiguos habitantes de Caral-Supe idearon esta asombrosa
tecnología y construyeron su arquitectónicamente avanzada ciudad utilizando
herramientas sencillas.
Un grupo de arquitectos japoneses tiene
intención de incorporar a sus trabajos los diseños de los edificios que
protegían a los antiguos habitantes de Caral de los terremotos. Las gentes de
Caral sabían que su ciudad estaba construida sobre una zona sísmica, así que
colgaban sus casas en el interior de cestas cargadas con piedras que disipaban
los movimientos del terreno e impedían su derrumbe.
La carta de esta asociación de
arquitectos, que representa a 124 naciones, será leída el mes que viene en la
conferencia del clima de las Naciones Unidas que tendrá lugar en París. Allí,
los países del mundo intentarán llegar a un acuerdo para reducir sus emisiones
de carbono, que según los científicos están provocando el calentamiento global
en el mundo. Quizás los líderes mundiales, que también hacen la guerra, puedan
entonces aprender de la sabiduría de este avanzado pueblo, que vivía en
perfecta paz y armonía con sus vecinos y con su entorno.