De entre las antiguas
fuentes de Oviedo pervive aún la del Cañu del Fontán que, datada en 1657 y con
abrevadero desde 1671, se creó para suministrar agua potable en la zona de un
pantano que se desecó y donde después se creó el popular y populoso mercado. La
fuente, que en su tiempo se consideró un elemento que afeaba la hermosa fachada
del vecino palacio del Duque del Parque, estaba por debajo del nivel de la
calle y con sus caños, casi a ras de suelo, circunstancia que provocó los
conocidos versos de Luis de Tapia:
Caño de tan bajo trazo
hacía al más alto ser
doblar el recio espinazo
al inclinarse a beber.
Y tan humilde ejercicio
iba quitando, en verdad,
a muchas gentes el vicio
de su altiva vanidad.
En Oviedo, cuando alguno,
por su abolengo o su prez
presumía, inoportuno,
de mal fundada altivez
la turba de gente nueva
decía de tal truhán
hay que llevalu a que beba
en el cañu del Fontán.
Enterrada durante mucho
tiempo, durante el mandato del alcalde Antonio Masip, esta fuente del Fontán,
que en realidad no tiene un caño sino dos, en el centro de dos sencillas
rosetas labradas en la piedra de la pequeña y sólida construcción, fue «exhumada
y restaurada rápidamente con notable acierto» en 1988 según señala José Ramón
Tolivar Faes en Nombres y cosas de las calles de Oviedo (1992).
El nombre de la plaza proviene de la fuente o fontán que abastecía una
laguna natural situada en sus orígenes a las afueras de la ciudad. A finales
del siglo XVIII se desecó la laguna y se construye una plaza rectangular y
porticada, abierta por cuatro entradas y con cuarenta departamentos para
acomodo de comerciantes. "La plaza del mercado, en Pilares, está formada
por un ruedo de casucas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya de la edad,
buscan una apoyatura sobre las columnas de los porches. La plaza es una tertulia
de viejas tullidas que se apuntalan en sus muletas y muletillas y hacen el
corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten
todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad..." , así describía El
Fontán Ramón Pérez de Ayala en su novela Tigre Juan.
En medio de la plaza antigua existía una fuente a la que se accedía bajando
unos escalones. Para beber agua del caño había que arrodillarse o doblar el
espinazo. Beber en el caño del Fontán suponía impregnarse del espíritu popular
ovetense y despojaba al visitante de toda presunción y pedantería. Así, allá
por el año de 1926, Luis de Tapia, otro ovetense ilustre, coetáneo de Pérez de
Ayala, deja escrito:
Hubo en Oviedo (y mi abuelo// lo contaba con afán)// una fuente a ras de
suelo// que era el "Cañu del Fontán"...
La Plaza del Fontán tal y como la conocemos hoy en día data de 1997, tras
la polémica decisión del derribo y reconstrucción de la plaza antigua debido a
su mal estado de conservación. Pero queda, en torno a ella, como testimonio de
otra época, la iglesia de San Isidoro, la fachada principal de la antigua casa
de comedias (hoy Biblioteca Pública Pérez de Ayala), el palacio del Marqués de
San Feliz... y El Mercado; que remonta sus orígenes a principios del siglo
XII, cuando los campesinos que vivían en las afueras de la ciudad se
congregaban en estos terrenos para ofrecer sus productos. Los jueves, sábados y
domingos sigue habiendo mercado en las calles exteriores a la Plaza del Fontán
y en la contigua de Daoiz y Velarde.
Como no podía ser menos, en la Plaza del Fontán y sus alrededores, se
acomodan restaurantes, sidrerías y bares: unos calamares en Casa Ramón, los
bocaditos de pixín en Les Forgaxes o la tortilla de merluza de Casa Amparo,
dejan el cuerpo preparado para seguir disfrutando de la belleza del entorno.
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