La Pampa de Amancaes se
encuentra en el actual distrito del Rímac, es una llanura elevada rodeada de cerros desde
dónde antiguamente podía verse los días despejados todo el valle de Lima, y era permisible
también divisar el mar.
Para llegar a este importante lugar se debía cruzar la Alameda de los Descalzos
y seguir el “camino de Amancaes”, una senda polvorosa que empezaba a un lado
del Convento de los Descalzos.
Se fundó este convento, como casa de
recolección, en 1595 por el santo hermano Fr. Andrés Corso y fue su primer
Guardián San Francisco Solano, donde vivió varios años. Florecieron
después allí varones eminentísimos. El prestigio de sus religiosos hizo que en
los años de la Independencia del Perú quedara excluido de la ley de conventos
que dejó vacíos muchos conventos.
Desde entonces fue perdiendo poco a poco su personal, hasta que a1 comenzar
la segunda mitad del siglo XIX se le dio nueva vida, más intensa y
gloriosa que la anterior, con la fundación en 1853, por los
Misioneros de Ocopa, del Colegio Apostólico de Propaganda FIDE, a
instancias empeñosas del Sr. Arzobispo y de lo más florido de la sociedad
limeña. Sus frailes colmaron las esperanzas de los que se habían empeñado en su
fundación. A los pocos años decía Mons. Tovar, Arzobispo de Lima: " Dudo
que en el mundo haya un convento en donde se junten a la vez un sabio como
el P. Gual, un santo como el P. Masiá y un orador como el P. Cortés, como
hoy se hallan reunidos en el de los Descalzos de Lima. Testimonio corroborado
con este otro, escrito en un libro conventual por el R. P. Gimeno, definidor
general y Visitador de la orden en América el año 1900: " Dudo que en esta
fecha y en toda la Orden haya un convento más numeroso, más observante, y de
más actividad apostólica que el de los Descalzos de Lima.
Pero volviendo a la historia
de los Amancaes, se cuenta que desde la época de la Colonia fue un lugar de peregrinación, porque por
aquella época había ocurrido un famoso
milagro.
La tradición dice que: “La
mañana del 2 de febrero de 1582 una niña indigena llamada Rosario, que iba a
dejar la leche al templo de los dominicos, encontró en la acequia de la “Alcantarilla” a
un viajero que llevaba en la mano una carta, que le entregó, dirigida “al Prior
de los según algunas versiones dicen que fue el mismo Cristo, quien le entregó una carta
dirigida al Prior de los dominicos. En esta misiva le ordenaba que construyeran
un templo en el lugar donde se encuentre grabada la imagen de Jesucristo.
Se encargó a su patrona doña Ricapac, para que edificara
un templo, al cumplir su cometido y regresar con el religioso y gran cantidad
de personas “en romería” se encontraron que había grabada en una roca la
referida imagen, en quien la domestica reconoció al viajero que le diera el
encargo. Entonces se edificó allí una capilla, que, por haberse puesto la
primera piedra el 24 de junio del mismo año, día de la advocación del Santo
evangelista, se le dio el nombre de San Juan.
El nombre de Amancaes debe su nombre a una flor amarilla que existió en ese lugar, el
amancae (Hymenocallis amancaaes) que florecía en esas pampas durante los meses de junio y
agosto. Esta flor es la típica de la ciudad de Lima.
Algunos cronistas, como el Padre Bernabé
Cobo y Juan Antonio Suardo, escritor y periodista quien escribía en el “Diario
de Lima”, hablaron de este lugar. Los viajeros republicanos Max Radiguet,
Botmiliau, Tschudi también estuvieron allí. Los escritores costumbristas Manuel Ascencio Segura, Carlos Augusto
Salaverry y Abelardo Gamarra “el Tunante” trazaron una visión romántica y local
de este bello lugar de la época.
Con el correr de los
años esta fiesta se fue convirtiendo en
una tradición, los limeños de todas las clases sociales de la sociedad se
dirigían a la pampa: la gente del pueblo llegaba en mulas, en carreta o a pie; Los
jinetes llegaban con sus finos caballos de paso. Los pudientes viajaban en
calesas y balancines tirados por caballos, detrás iba un burro cargado con todo
lo necesario para almorzar en la pampa.
En la Pampa se realizaban grandes jaranas acompañadas de
la guitarra y el cajón, dónde se bailaba la zamacueca. También era
un gran festival gastronómico donde abundaba la chicha, el aguardiente de
“pisco” y una gran variedad de comidas. Nunca faltaban las pachamancas, anticuchos,
cau-cau, frejoles, butifarras, arroz con pato, papa a la huancaína, olluquitos,
seviche y escabeche, y de postre la mazamorra morada y el arroz con leche. La cultura de nuestro
pueblo se identifica con elementos como la música criolla, los bailes típicos
(como la marinera), el caballo de paso y la gastronomía. En esta fiesta se
podía encontrar todos estos elementos reunidos.
De esta manera la fiesta de Amancaes se
convirtió en el lugar perfecto para poder llevar a cabo la representación de la
cultura nacional donde se incluyeran elementos de la cultura indígena A partir del
año 1928 se incluyeron algunas danzas del folclore andino de nuestro país que
fueron exaltados durante el oncenio del presidente Augusto B. Leguía, impulsando
la figura del indio a través del apoyo a los intelectuales indigenistas y la
difusión del arte indígena, donde se
representara la cultura peruana dentro del proyecto de la “Patria Nueva”.
Durante el Gobierno de Leguía la ciudad
de Lima adquirió las características fundamentales que hasta hoy la distinguen.
La capital atrajo a una gran cantidad de migrantes de provincias esto empezó a
ocasionar problemas como: aumento de tráfico, falta de vivienda y necesidad de
servicios sanitarios para atender a esta gran población.
A fines del siglo XIX
la fiesta fue decayendo. A la caída del
régimen de Leguía, el festival de Amancaes dejó de contar con el apoyo del
gobierno. La fiesta se mantuvo, pero los asistentes fueron disminuyendo con el
transcurso de los años. Las últimas fiestas de Amancaes se realizaron a fines
de la década de 1950, época en que las flores de la pampa se fueron
extinguiendo y en su lugar aparecieron las barriadas del Rímac.
¡Que tiempos aquellos, que ya no volverán¡ En la actualidad la Pampa de Amancaes es un rincón olvidado que
en su día fue importante para nuestra historia, fue recipiente y recapitulación
de lo que hoy conocemos de forma invariable como nuestra cultura nacional.
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