domingo, 5 de marzo de 2017

EL CAJON PERUANO UN INSTRUMENTO MUSICAL ORIGINARIO DEL PERÚ

 Su majestad “el cajón peruano”, como lo bautizó el decimista Nicomedes Santa Cruz, es un instrumento musical de origen peruano que se ha popularizado en todo el mundo gracias al flamenco, el jazz moderno y la música afro-latina-caribeña.
El catedrático de Historia del Perú,  José Antonio del Busto, señala en su  Breve Historia de los Negros del Perú que el cajón nació en la costa central y norteña de nuestro país y la forma de tocarlo acompasado con la guitarra, es una creación peruana.
El cajón fue creado por los africanos traídos como esclavos a nuestra Patria, a fines de la colonización española, debido a la prohibición que pesaba sobre ellos para ejecutar sus tambores. El uso de los tambores fue prohibido por la Iglesia Católica por considerarlos paganos y también prohibido por un edicto del Virreinato del Perú con el fin de evitar la comunicación a distancia entre negros (tambores parlantes) y evitar que tocasen el panalivio, un tipo de canción negra que mostraba en lamentos sus condiciones de esclavo: todo tambor que se encontraba era quemado.
Hacia 1813 desaparece toda referencia del tambor en documentos virreinales y aparecen hacia 1840 las primeras referencias al cajón como instrumento musical. Los afroperuanos son la conjunción de etnias africanas (bene, yoruba, bantú, congo y otras), que llegaron a América en condición de esclavos. Las poblaciones afroperuanas hasta el siglo XIX, fueron mayoritarias en toda la costa y por ende influyeron poderosamente en ella, hasta 1890, en que la población afroperuana comienza a decrecer.
Siendo la percusión el factor principal y divino de toda música africana,  los negros esclavos se vieron obligados a buscar instrumentos, con los que pudieran expresarse. Los africanos esclavos vieron pronto en los cajones de madera, usados para transportar mercadería, un gran instrumento de percusión, empleándolos así en sus ritos sagrados y en sus diferentes manifestaciones artísticas. Ante la prohibición emitida el siglo XVII de usar el tambor, usaron cualquier elemento para producir sonido como las cucharas de madera, las sillas, las mesas, las cajitas de limosnas o el checo (una calabaza hueca de unos 60 centímetros de diámetro, con un orificio en la parte posterior). “Se dice que el cajón se construía antiguamente de Caoba o Cedro, y mientras más antigua la madera, mejor es el sonido, señalaba Juan Cotito Medrano”.

Se cuenta con descripciones sobre el cajón y su ejecución en el Perú desde mediados del siglo XIX por Manuel Atanasio Fuentes Delgado, fue un literato peruano, cultor de la sátira política y el género histórico, periodista, jurisconsulto y catedrático de medicina legal. Fue conocido por su seudónimo hiriente de «El Murciélago», incursionó en la estadística, higiene, derecho, jurisprudencia y en la magistratura. Atanasio Fuentes Delgado en su libro Lima: “Apuntes Históricos, Descriptivos, Estadísticos y de Costumbres”, afirma que en ese tiempo existía un especie de tambor hecho regularmente de cajón, cajas y tablas, el mismo que tenía uno de sus lados desclavados para que el golpe del cajoneador sea más sonoro”. La evolución de este instrumento fue lenta, callejonera y agazapada. Este instrumento se puede utilizar con las manos o dos pedazos de caña”.
Otros  investigadores como   Adolphe de Botmilieau, y Max Radiguet, entre otros, aseguran que este instrumento a  inicios del siglo XIX se impuso la forma actual del cajón ("cajón vertical") sobre el "cajón horizontal" en el Perú y desapareció la costumbre de algunos ejecutores de sentarse en una silla.
El cajón peruano reemplazó a los tambores de pie que trajeron los africanos al ser prohibidos por los españoles. Se tienen datos documentados de la existencia del cajón en nuestra tierra desde mediados del siglo XIX, gracias al ingenio de los negros peruanos  que crearon el cajón para sus jaranas.

El músico se sienta a horcajadas sobre el cajón, quedando este último entre sus rodillas, y este trasmite el ritmo al cuerpo del cajonero. El percusionista puede conseguir sonidos adicionales utilizando sus palmas o las puntas de los dedos para tocar el cajón. Muchas veces se enriquece el tono del cajón añadiendo pequeños objetos metálicos en su interior. Por ejemplo, en España suele incluir en su interior tres o cuatro cuerdas metálicas para añadir resonancia. El cajón moderno tiene tres tornillos que permiten ajustar el tono.
El cajón se utiliza en danzas como la zamacueca y el tondero, bailes originarios de la costa centro y norte del Perú. Las primeras crónicas recogidas del cajón están relacionadas con la danza limeña llamada zamacueca y al norteño tondero. El uso de cajón se fue popularizando con estos bailes, no mucho después de la fiesta limeña  de la época virreinal, denominada “Fiesta de Amancaes”. Amancaes fue un lugar de peregrinación desde la época colonial, aquí ocurrió un famoso milagro. 
Una calurosa mañana del 2 de febrero de 1582 una india llamada Rosario encontró en la acequia de la “Alcantarilla” a un viajero que llevaba en la mano una carta, que le entregó, dirigida “al Prior de los Dominicos” y encargándose a su patrona doña Ricapac, para que edificara un templo “allí donde apareciera grabada la imagen de Jesús Nazareno”. Al cumplir su cometido y regresar con el religioso y gran cantidad de personas “en romería” se encontraron que había grabada en una roca la referida imagen, en quien la domestica reconoció al viajero que le diera el encargo. Entonces se edificó allí una capilla, que, por haberse puesto la primera piedra el 24 de junio del mismo año, día de la advocación del santo evangelista, se le dio el nombre de San Juan.

“La fiesta de Amancaes se convirtió en una tradición, los limeños de todos los sectores de la sociedad se dirigían a la pampa: la gente del pueblo llegaba en mulas, en carreta o a pie; los aristócratas viajaban en calesas y balancines tirados por caballos, detrás iba un burro cargado con todo lo necesario para almorzar en la pampa”.
 Esta fiesta se caracterizaba por reunir a todos los hacendados criadores de Caballos de paso, artesanos típicos de todas las regiones del Perú y por supuesto, músicos bohemios de la costa norte y centro.
Dicen los cronistas de la época que en los bares o “chinganas” de la Lima del aiglo XVII, se tocaba una especie de ritmo gitano primitivo parecido a las bulerías flamencas, golpeando los nudillos de los dedos contra las mesas; incluía voces discordantes “pisqueras” acompañados por dos guitarristas.
Años después, entrando al siglo XVIII, la zamacueca se tocaba con palmas y haciendo ritmo con los “cajones de la casa” o también con “cajas de embalaje” o reemplazando las botijas primitivas hechas de piel de cabra. Anteriormente existían varios tipos de cajones para acompañar las jaranas. Hace no mucho por ejemplo, se conservaba el estilo norteño, caracterizado por ser un cajón más largo y echado que el actual cajón peruano moderno.
Durante el siglo XIX se conocían a arpistas que tocaban la zamacueca haciendo nuevamente como en la bulería, repiques de palma y nudillo sobre la mesa de estas arpas o volteando las guitarras. El golpeo de las arpas es muy común en la zona norteña hasta hoy.
El cajón mixto combina los cajones clásico y snare. Posee dos caras para percutir, una cara con el sonido Clásico (sin cuerdas) y otra cara con el sonido Snare (con cuerdas), teniendo el agujero a un costado.
Los negros esclavos usaban los cajones en los que transportaban la mercadería, sus descendientes ya libres, emplearon el mismo sistema, usaban todo aquello que le diera aquel repique, con ritmo de rebeldía. Los cajoneros obtienen diferentes sonidos de repique tocando en diferentes lados del cajón: las puntas del cajón tienen un sonido, la parte del centro otro, el filo superior, e inclusive desclavando una de las puntas superiores del cajón se obtiene otro sonido. En el siglo XIX el cajón carecía de forma definida pero Porfirio Vásquez, cultor de la música afroperuana, estandarizó su forma actual. Ritmos afroperuanos que emplean el cajón son el festejo, el aguenieve, el panalivio y aquellos sonidos de corte dulce-alegre netamente afroperuanos.
La danza afroperuana más antigua es El festejo, es más africana y más representativa que tiene el pueblo negro peruano. El festejo tradicional se baila en los hogares negros peruanos, en las calles de los pueblos costeños, sobre todo en Cañete, Chincha, Pisco, Ica y Nazca, donde se baila sólo al ritmo de los cajones, tal como lo bailaban las antiguas negras esclavas del antiguo Perú.
La zamacueca es otra de las danzas típicas afroperuanas, que nace de otra danza más antigua, denominada "ombligada" en que se representaba la sexualidad; hombre y mujer bailaban en clara alusión a la fertilidad. El decimista, Nicomedes Santa Cruz cita a esta danza como una de las fuentes originarias de la zamacueca, observando similitudes con las danzas de iniciación sexual de otros países como Cuba o Brasil,donde se practicaba el “vacunao”.
El tondero  es una danza que nació de la competencia entre los nativos y los negros del norte por demostrar quién practicaba y poseía la danza más bella; los indígenas con su “pava” o los negros con su “lundero”. El tondero viene de la voz lundero, que habría sido aplicada para nominar a los que tocaban o practicaban el “lundu” (palabra de origen bantú, que significa “sucesor”).
Son o fueron cajoneros reconocidos Francisco Monserrate, Víctor Arciniegas, Carlos “Caito” Soto (el cajonero de Chabuca Granda), Eusebio Cirio "Pititi", Porfirio Vásquez, Alberto Vásquez, Julio “Chocolate” Algendones, Luis "Cotito" Medrano, Reynaldo "Canano" Barrenechea, entre otros.
La difusión internacional del cajón se debió a su adopción por parte de Paco de Lucía,Premio Príncipe de Asturias de las Artes, 2004, para el flamenco en 1977 tras una gira por Latinoamérica que incluyó el Perú:
Sucedió que durante una gira de Paco de Lucía por Latinoamérica hacia 1977, llegó a manos del percusionista de la banda un cajón en una fiesta organizada por el embajador español en Perú. Rubem Dantas lo incorporó a la música del sexteto del guitarrista que, como marcaba (y marca) la pauta, suponía incorporarlo directamente a la música del flamenco. Manuel Soler estuvo presente en el momento de la adopción, pues iba en el grupo como bailaor y hasta “tocando unos bonguitos”. Según comentó en una entrevista concedida a Flamenco-world.com en 1999, “el cajón era más sobrio para el flamenco” que otros instrumentos de percusión que ya se habían empleado como las congas, los bongos o la batería. Silvia Calado, «Érase una vez... un nuevo instrumento», Flamenco-world.com, 2005.
Con la adopción del cajón peruano por parte de la comunidad de la música flamenca surgieron uno tras otro los percusionistas que encontraron en el nuevo instrumento la quintaesencia de la percusión dentro del flamenco contemporáneo:
Veinticinco años después de que, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, 2004, Paco de Lucía lo importara de Perú, el cajón en la actualidad  ocupa ya un hueco irreemplazable en el flamenco. La clave de tan natural integración es que “está a medio camino entre las palmas y el taconeo”. El instrumento se hizo a la música jonda al compás que marcó Rubem Dantas dentro del mítico sexteto. Al percusionista brasileño lo siguieron los músicos Antonio Carmona, José Antonio Galicia, Manuel Soler, Tino di Geraldo y Ramón Porrina. Y, poco a poco, se va afianzando una ‘segunda generación’ de cajoneros en la que destacan nombres como Piraña, Bandolero, Chaboli, Antonio Coronel, Cepillo, Guillermo McGill... Golpe a golpe, va limando los criticados excesos, encontrando su equilibrio y dirigiéndose a convertirse en la cuarta modalidad del flamenco.
La frase "cajón flamenco" se acuñó entonces a partir de la generalización del uso del cajón peruano dentro del flamenco, generalización que lo expuso a experimentar variaciones en su construcción. Quienes emplean la frase sostienen que las variaciones contemporáneas al cajón peruano introducidas por el flamenco, como el uso de cuerdas en el interior y el modo de fijación de la tapa acústica a la estructura de la caja, son suficiente razón para merecer la denominación. El uso de cuerdas en el interior por los peruanos durante el siglo XX no tuvo continuidad debido a lo innecesario de vibraciones altas en la música criolla y la música afroperuana porque no tienen palmas ni taconeo.
La difusión de la frase "cajón flamenco" o "cajón español" lleva a hacer suponer erradamente un origen ibérico de ese instrumento. Conjuntos de música afroperuana en gira por Europa y artistas peruanos como la cantautora ganadora de Premio Grammy Susana Baca, ministra de cultura en el Gobierno de Ollanta humana, ha precisado que la música afroperuana no usa el "cajón flamenco" si no que es exactamente lo opuesto.
Junto a la utilización normal, el cajón con el tiempo ha experimentado varias influencias en la manera de tocarse. Con su expansión a nivel mundial, no solamente los percusionistas sino también los bateristas se han acercado al uso de este instrumento. Esto ha permitido que el cajón se toque también con otros tipos de baquetas, sobre todo con brochas de metal y plástico, las mismas que se utilizan con la batería.
Otra manera de tocarlo es utilizando un simple pedal por batería, trasformando el cajón en percusión indirecta, esto permite de utilizarlo como un verdadero bombo a pedal, pero con la limitación de la posición tradicional. En febrero de 2008 el percusionista italiano Ovidio Venturoso inventó y patentó un sistema a pedal para tocar el cajón con las manos y con el pedal, manteniendo inalterada la posición tradicional.
Actualmente se confecciona en maderas Mohena y Requia, tiene normalmente una altura de 47 cm y una base de 33 cm por 29 cm. El grosor llega hasta 15 mm.
En el año 2001, el cajón fue reconocido oficialmente en el Perú por el Instituto Nacional de Cultura como «Patrimonio Cultural de la Nación». Es por eso que entre todos debemos de  generar atención y exportar nuestra indiscutible y milenaria riqueza artística de nuestro país al resto del mundo.





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