domingo, 23 de septiembre de 2012

HUMALA Y ALVAREZ JUNTOS


Con el otorgamiento de facultades a los gobiernos regionales, se pensaba descentralizar la acción del Estado para hacerlo más ágil en el gasto y extender su presencia social, pero lamentablemente en la práctica el resultado ha sido diferente, debido a que la mayor preocupación de los gobernantes regionales favorecidos por el canon minero (que es el caso de la región Ancash) solamente se ha concentrado en exigir mayores recursos y en romper los candados que un Estado diseñado para el ahorro y la optimización del gasto público habían establecido para evitar que se construyan obras deficientes o innecesarias. Desgraciadamente el Estado ha ido cediendo ante estas irresponsables exigencias, sin siquiera haber tomado la previsión de crear mecanismos de control y vigilancia sobre el destino! de los recursos que estos gobiernos regionales manejan y como resultado lógico de este desorden la corrupción se ha instalado de manera escandalosa y con altos ribetes de violencia.

Se ha distorsionado además, la función de los gobiernos regionales y hasta los objetivos por los cuales fueron creadas las regiones, hasta el extremo de que erróneamente los presidentes regionales cada vez que el gobierno central los increpa por su mala gestión a unos y corrupta a otros, invocan su autonomía, sin tomar en cuenta que ellos también forman parte del mismo Estado que busca descentralizar no solo sus recursos sino también sus responsabilidades que tiene en cada región. Son en estas circunstancias, en las que los gobiernos regionales en lugar de aliados, prácticamente se han convertido en los mayores enemigos que tiene el Estado para alcanzar sus objetivos nacionales.
Con relación a nuestra región, cabe señalar que ha sido la coyuntura actual que vive la minería, la que ha  propiciado una inesperada alianza política entre el presidente Ollanta Humala y César Álvarez, la misma que ha generado una actitud coordinada entre ambos estamentos de gobierno para el trato de las obras emblemáticas de Ancash como la modernización de nuestra infraestructura portuaria, la carretera interoceánica y el Proyecto Especial CHINECAS, en el que adquirió suma importancia el aporte de los cuadros técnicos del Ejecutivo y dejó en evidencia la visión equivocada del presidente regional, nublada además por el temor injustificado a la inversión privada.
Esta situación debe llamarnos a la reflexión, porque creo que el acercamiento que debe siempre existir entre estos estamentos de gobierno y que se ha dado entre Ollanta Humala y César Álvarez, no debe responder a forzadas alianzas por cálculos políticos o por intereses ocultos, sino debe ser impuesta por la necesidad de desarrollo de nuestra región y en esa óptica, la responsabilidad de César Álvarez y el gobierno central es el de asumir mayor compromiso con nuestra región para lograr ese objetivo, de tal manera que los recursos no solamente se destinen al gasto de construcción de pistas, veredas, plazas, parques, losas deportivas, etc. sino también se inviertan en la creación de infraestructuras físicas para desarrollar otras actividades productivas que ! puedan alternarse con la minería o suplirla cuando ésta ya no dé más y le digamos adiós a los millonarios ingresos por el canon minero y no sintamos el impacto. En esta proyección, debe considerarse por ejemplo la importación de tecnologías para darle mayor valor agregado a la materia prima que tradicionalmente exportamos o la instalación de emporios industriales como lo hizo Trujillo en la confección de calzados, carteras, correas y de todo tipo de productos en cuero.
Hay un abanico de opciones para desarrollar económicamente e instalar muchas actividades productivas en nuestra región. Todo depende del mayor compromiso del gobierno central y regional para caminar juntos en esa dirección, pero sin cálculos políticos de por medio.

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