Cuando
Pizarro decidió fundar La Ciudad de los Reyes, en tierras del Curaca de Lima,
la parte baja del valle comprendía varios señoríos. En aquel entonces cada
cacicazgo poseía sus propias tierras y entre ellas las había las que
pertenecían a los señoríos, a los hombres del común y también contaban las
chacras del Inca, del Sol, de la Mamacona y de numerosas huacas y dioses
venerados en el lugar. Los principales señoríos del valle y sobre los que hay
noticias son los de Lima, Sulco, Guatca y Malanca. Faltan noticias de los
curacazgos del Callao, Guala y Amancaes. La organización social, política y
económica de la sociedad Lima giraba alrededor de los ríos y acequias. Por ello
los canales tomaron los nombres de los curacazgos y señoríos.
A la cultura
Lima (100 DC al 600 DC) se le debe la transformación de un desierto a un valle,
el desarrollo de obras hidráulicas en el desierto costeño posibilitó un valle
verde que alimentó a 200 mil habitantes durante 6 siglos.
En el
horizonte medio (500 DC al 900 DC), los Wari, pueblo proveniente de Ayacucho,
dominaron buena parte de los Andes Centrales, ocupando también la comarca de
Lima, construyendo un centro administrativo-militar y de acopio en
Cajamarquilla y un gran templo en Pachacamac. A ellos se debe la construcción
del Canal Derivador Surco o “Río Surco”, era el más perfecto en cuanto a su
trazo e ingeniería.
En los
valles costeños, donde prácticamente no llueve, la agricultura esta supeditada
a las obras hidráulicas y es comprensible que los canales principales que
salían del Río Rimac tuviesen antaño, la misma importancia que ahora. Si bien
no se conocen las bocatomas y el recorrido de los canales antes de la fundación
española, por la topografía y régimen de aguas no pudieron ser muy distintos de
lo que fueron posteriormente.
Estos
canales de riego partían del Río Rimac, a diversos trechos y alturas y como un
abanico seguían el relieve del terreno y se extendían por el valle. La parte
baja del valle de Lima era regada por varios canales principales cuya toma se
situaban río arriba. En la margen izquierda la primera bocatoma, cuando la
quebrada se abre como un delta, era el canal de Lati, cuyo inicio está en Santa
Clara. En su entorno se extendía el curacazgo de Lati (Rostworowsky, 1985). Los
españoles fundaron en Lati una reducción indígena y obligaron a los habitantes
de las aldeas vecinas a establecerse en él. El nuevo pueblo recibió el nombre
de Santa Cruz, conocido posteriormente como Ate.
Pedro Cieza de León, uno de los primeros en ver esa Lima sentenció: “Es una
de las buenas tierras del mundo”. Agustín de Zárate, contador y cronista, anotó
que “en cada casa hay una acequia de agua sacada del río, que podría hacer
moler un molino”.
No cabía duda. Esta
tenía que ser la nueva capital, y así dejaron constancia ese 18 de enero de
hace casi 480 años. Con frecuencia, y con el humor negro con el que el limeño
trata a su ciudad, se decía que de haber pasado en invierno estos caballeros
habrían seguido de largo.
Lo que parece más
cierto hoy es todo lo contrario. Lima estaba destinada a ser la capital. Una de
las razones para eso eran sus canales de irrigación. “Sin la Lima prehispánica,
la Lima española no habría sobrevivido”, dice el arquitecto Juan Gunther,
reconocido experto en la historia de la evolución de la ciudad.
Para eso debieron
tener un profundo conocimiento del suelo, “porque hacer un canal no es
cualquier cosa; no es simplemente abrir una zanja”, dice. Además, ninguno de
los ríos podía regar todas las chacras al mismo tiempo.
Desde el Centro Histórico hasta Chorrillos, hay un declive
en el terreno. “Entre Ate y Miraflores hay una pendiente permanente y por cada
100 metros baja 1,33 metros. Esa es la pendiente de Lima”, cuenta Gunther. Esto
quiere decir que no se podía hacer un canal perpendicular, porque el agua
habría erosionado el fondo. Tampoco en otro sentido paralelo, porque el humus
se habría asentado, levantando el fondo del canal. “Se necesitaban ángulos muy
precisos para que el sistema funcionase”, explica el arquitecto Gunther.
En cuanto a su
antigüedad, por años se había sostenido que los más antiguos podían ser del 200
a.C. Según Joaquín Narváez, un arqueólogo que ha trabajado su tesis doctoral
sobre estos canales, se puede asegurar, sin lugar a dudas, “que empezaron a
construirse 3.000 años atrás”. La medición la hace extrapolando elementos como
arquitectura y cerámica.
Incluso sostiene que
es posible que se hayan empezado a construir mucho antes, pero faltan estudios
para asegurarlo de manera definitiva.
Lo que han dejado en
claro las investigaciones que se han venido realizando en este campo es el tipo
de sociedad que los creó, porque –señala– no se pudo construir algo de tal
magnitud sin haber tenido una sociedad organizada y altamente calificada, donde
tenían lo que hoy llamaríamos ingenieros, administradores y jueces.
En esa sociedad
organizada había que decidir quién recibía el agua, cuándo, por cuánto tiempo, en
qué cantidad, quiénes recibían más, quiénes recibían menos. Antes, como hoy, en
Lima no llovía, por lo que estos valles tenían que regarse de manera eficiente
con agua que provenía de algunos de los tres ríos de la capital, a través de
sus múltiples canales.
El sistema que se
encontró cuando llegaron los españoles consistía de cuatro canales madre: Ate,
Surco, Huatica y Magdalena. Según el arqueólogo Rommel Ángeles, del museo de
Pachacámac, los canales principales podían llegar a tener de tres a cuatro metros
de ancho, por lo que en la Colonia dieron por llamarles ríos.
Los secundarios, para
regadíos menores, podían tener un metro de ancho, y luego había una cantidad
enorme de acequias. Se cree que la profundidad no era mayor de un metro, en los
principales, y menos de 30 cm. para las acequias.
Según el arquitecto
José García Calderón, durante la cultura Lima (200-600 d.C.) se produjo la
primera y mayor expansión de la frontera agrícola del valle de Lima. “Muchos
asentamientos comienzan a aparecer después de que se amplían los canales, como
Huallamarca y Pucllana, con lo que se permite que la ocupación del valle sea
mucho mayor”, explica.
Estos canales hicieron
posible también la Lima colonial, porque aquí se establecieron las haciendas
que subsistieron durante más de 400 años hasta los años 60, cuando la expansión
urbana de la capital empezó a avanzar sobre los antiguos campos de cultivo.
Hoy podemos afirmar
que el ingenio de esos antiguos limeños le dio vida al territorio que
habitamos. Los canales que construyeron permitieron la domesticación de las
plantas, tan fundamental y necesaria para el desarrollo de la gastronomía
actual. Sin ese trabajo ancestral, Lima aparecería hoy en los mapas del mundo
no como una compleja y palpitante capital, sino como un punto más en un vasto y
nublado desierto.
En la etapa
virreinal Lima crece y se derivan nuevos cursos de agua para regar jardines,
huertas y monasterios. Una red de 1,090 acequias pasaba por el interior de las
casas y las calles. Los limeños toman agua de los canales para sus necesidades
básicas, pero el crecimiento de la ciudad hizo que se usen también como drenaje
de los desagües, no existía alcantarillado en la ciudad. Desde 1784, la
distribución del agua de riego se hizo sobre la base del Reglamento de Aguas de
Cerdan.
En el
periodo republicano, hasta fines de la primera mitad del siglo XX, se pudo
apreciar que el poblador agrícola, consciente de su importancia, aun se
establecía lejos de la orilla del canal (camino de vigilancia o faja marginal)
y controlaba la erosión de su suelo con bosques de especies nativas, lo que le
permitía mejorar el régimen hidrológico, actuando como un mecanismo regulador
hídrico y aportando en la tasa de evapotranspiración de la cuenca del Río
Rimac.
La expansión
urbana a expensas de las áreas agrícolas, que se remonta a la década de los
cuarenta, inicia un proceso de urbanización propiciado por el proceso de
migración rural, desconociendo y subvalorando factores funcionales y
ambientales del “Río Surco”. El mismo que en muchos tramos esta revestido y/o
se ha convertido en un gran colector de los desagües de los diferentes
asentamientos humanos afincados en sus márgenes.
Esta
situación aunado a la casi desaparición de las áreas agrícolas tienen serias
implicancias en la napa freática del acuífero de Lima Metropolitana, utilizando
su cauce como colector de todo tipo de residuos sólidos y líquidos, por lo que
toda obra de canalización debe contemplar estos factores negativos para el
dimensionamiento de la sección y las obras de arte necesarias para su buen
funcionamiento en concordancia con las normas vigentes.
PRINCIPALES CANALES PREHISPÁNICOS
ATE (LATI:
11 km, llamado río Vitarte. La bocatoma está a la altura del puente Huachipa. Riega desde Santa Clara a Puruchuco y Rinconada.
11 km, llamado río Vitarte. La bocatoma está a la altura del puente Huachipa. Riega desde Santa Clara a Puruchuco y Rinconada.
SURCO (SULCO:
Después del canal de Lati seguía el de Surco y su toma arrancaba en el fundo Zavala y terminaba en la hacienda Villa, regando todas las tierras de su alrededor. Este canal era el más caudaloso del valle, llegando a circular hasta 10 m3/seg, por eso se le conocía como “Rio Surco” y en su contorno se asentaba el Señorío del mismo nombre. El curacazgo de Surco comprendía lo que hoy es Surco, Chorrillos, Barranco, Surquillo, parte de Miraflores y Santa Anita.
Después del canal de Lati seguía el de Surco y su toma arrancaba en el fundo Zavala y terminaba en la hacienda Villa, regando todas las tierras de su alrededor. Este canal era el más caudaloso del valle, llegando a circular hasta 10 m3/seg, por eso se le conocía como “Rio Surco” y en su contorno se asentaba el Señorío del mismo nombre. El curacazgo de Surco comprendía lo que hoy es Surco, Chorrillos, Barranco, Surquillo, parte de Miraflores y Santa Anita.
El río
Surco” (Canal Derivador Surco), es una fuente hídrica de carácter regulado que
toma sus aguas en la margen izquierda del Rio Rimac en la zona conocida
actualmente como lotización Santa Marta Ex-Fundo Zavala (Ate-Vitarte), para
desembocar al mar en la playa La Chira (Chorrillos), después de un recorrido
aproximado de 29.5 Km.
El “Río
Surco”, cruzaba e irrigaba el área media del Valle del Rimac, fertilizando casi
la mitad de toda el área de cultivo compuesta por los actuales distritos de El
Agustino, San Borja, La Molina, La Victoria, Surco, Surquillo, Miraflores,
Barranco y Chorrillos. Esta vasta campiña henchida de vida, constituyó el
señorío de un pueblo agrícola y artesanal cuyos sembríos de papa, fríjol,
pallar, camote, yuca, calabaza, zapallo, convirtieron a este pueblo en centro
de vida, alimento y descanso, tanto para el pueblo como para las tropas de
paso.
HUATICA (GUATCA:
Tiene una extensión de 8 km. Sale de La Atarjea, sigue paralelo al río y entra por Barrios Altos. Llegaba hasta Limatambo y Pucllana y los distritos de San Isidro y Miraflores.
Tiene una extensión de 8 km. Sale de La Atarjea, sigue paralelo al río y entra por Barrios Altos. Llegaba hasta Limatambo y Pucllana y los distritos de San Isidro y Miraflores.
MAGDALENA:
8 km. La bocatoma estaba detrás del actual Palacio de Gobierno. Regaba el valle hasta Magdalena. Se dividía en dos canales menores: Maranga (Malanga): 5 km, que iba de San Miguel al mar, y La Legua (Guala): 10 km, que iba de Maranga a La Legua.
8 km. La bocatoma estaba detrás del actual Palacio de Gobierno. Regaba el valle hasta Magdalena. Se dividía en dos canales menores: Maranga (Malanga): 5 km, que iba de San Miguel al mar, y La Legua (Guala): 10 km, que iba de Maranga a La Legua.
Había varios otros
canales en los valles de Chillón y de Lurín, así como una serie de lagunas de
depósitos.
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