domingo, 29 de marzo de 2015

EL ALGARRIOBO EN EL PERU Y EL TEJO EN ESPAÑA

Muchas veces cuando voy de viaje y veo por los caminos de España un tejo, rápidamente lo relaciono con el algarrobo, otro árbol milenario que crece en los parajes desiertos de la ciudad de Ica al sur del Perú. Veo una gran similitud entre estos dos árboles, que crecen a miles de kilómetros el uno del otro, y se caracterizan por ser ambos muy parecidos. 
El vegetal más significativo de los desiertos  de arena con napa freática es el algarrobo (Prosopis Juliflora). Este árbol fue llamado “Guarango”, en el antiguo Perú, nombre con el que se le denomina aún en Ica: pero no se debe de confundir con otra leguminosa espinosa que también se llama “Huarango”, “espino” o “faique” (Acacia Macracantha). Los estudios más recientes demuestran que el algarrobo es un verdadero árbol “milagro del desierto peruano”. Las semillas en al suelo  todos los años; algunos animales las difunden en sus andanzas, ya que no pierden su poder germinativo al pasar por el tracto intestinal de los equinos. Algunas semillas  nacen al llegar las lluvias veraniegas, otras aguardan mejor ocasión para germinar. Durante el primer año de vida, poco crecen el tallo y las ramillas, mientras que la raíz se desarrolla  mucho más, a favor del geotropismo y en busca de la napa freática. Si el agua subterránea se encuentra a poca distancia de la superficie, la subsistencia de la planta queda asegurada al final del primer año, pero cuando la napa es profunda, el desarrollo se detiene durante el verano, prosigue al presentarse un nuevo año lluvioso y este proceso se repite hasta el momento en que las raíces alcanzan la napa frárica. Pero, si se interrumpe el ciclo de varios años húmedos continuos antes de que estas raíces lleguen  a la humedad  permanente, entonces las plantas se mueren a medio desarrollar  y sólo superviven aquellas que, al término del ciclo pluvial, llegaron a la zona húmeda estable. Debido e este fenómeno, los campesinos saben cuáles son los bosquecillos de los desiertos arenosos de Tumbes, Piura y Lambayeque que corresponden a los aguaceros del año, y cuales otros a diferentes ciclos pluviales anteriores o po0steriores.
El algarrobo produce una vaina cargada de substancias nutritivas dulzonas. Se consume al natural, aunque con mayor frecuencia en extracto o melaza, denominado algarrobina, el que se emplea para  saborizar bebidas frías o calientes y para cocteles. Dicha vaina es también excelente  alimento para ganado cabrío, vacuno y equino.
La madera de algarrobo tiene alto poder  calórico, por lo cual se la emplea para hacer leña y carbón. Durante mucho tiempo, la ciudad de Lima y la mayor parte de las ciudades de la región Chala o costa han consumido carbón de madera procedente de los algarrobales del desierto costero. Pero este uso irracional ha provocado en muchos de los valles  que van al Océano Pacífico, la desaparición casi total de la  especie o su reemplazo opor otras menos útiles. A esta causa, que es naturalmente la más importante de la desaparición del algarrobo, se suma la disminución del número de los burros o “pieajenos” y de las mulas que, al transitar por los desiertos, dejaban las semillas que habían ingerido  y eran así los grandes aliados de la forestación del despoblado.   
Sin forzar la hipótesis, creemos que la mayoría de los algarrobos del norte de los despoblados de Omos, Pabur y Sechura, habrían  sido originalmente sembrados en épocas remotas, por agentes que llegaron  a conocer muy bien  los ciclos pluviales y las relaciones de los algarrobos  con las napas freáticas más o menos profundas. Hoy mismo se podría arborizar  nuevamente el despoblado empleando avionetas para arrojar oportunamente  las semillas sobre los arenales, con el objeto de aprovechar el ciclo pluvial para su germinación. Actualmente se está ensayando su aclimatación en el Noroeste del Brasil.
Es un árbol espinoso muy invasor. Alcanza 10 metros de altura. Su dura madera se usa para hacer muebles y parqués. La corteza sirve para curtir cueros. La resina de su tronco se usa para teñir.
Tiene alta capacidad de infestación con renovales. Es muy espinoso. Posee flores verdes amarillentas y largas legumbres llenas de pequeñas semillas marrones. Es una planta muy exitosa en propagarse invasivamente, debido a su habilidad de reproducirse de dos maneras: produce grandes cantidades de semillas muy livianas, de fácil dispersión, y se clona produciendo muchas plantas renovales (reproducción vegetativa), compitiendo con sombra con las plantas cercanas. Sobrevive muy bien a la extrema sequedad, debido a sus extremadamente largas raíces.
 El algarrobo pálido es nativo de América del Sur,, pero se ha asilvestrado en otras regiones de América. Fue introducido en Puerto Rico y en Hawai, donde se considera naturaliado. El primer kiawe se plantó en Hawái en 1828, y ya en 2006 era un ubicuo árbol de sombra y una peste de las islas hawaianas.
Es una especie introducida en muchos ambientes por su acelerado crecimiento, con buena sombra, y su madera es excelente para leña. También es útil contra la erosión pero, ya establecido, este árbol generalmente domina el hábitat. Las semillas son alimento para el ganado, y las flores son atractivas para las abejas.
Lamentablemente, en el Perú, el uso de la madera de algarrobo pálido  para producir carbón vegetal, muy usado en la elaboración del pollo a la brasa, está causando una grave deforestación que lleva a la desertificación del bosque seco tropical.
En el Perú, con el fruto del algarrobo pálido se elabora la algarrobina, un jarabe obtenido cocinando lentamente la pulpa en agua hasta lograr la concentración y densidad deseadas. La algarrobina proporciona un dulce con sabor ligeramente amargo y es el ingrediente primordial de uno de los cócteles peruanos más conocidos: el cóctel de algarrobina. Además, la algarrobina se utiliza como endulzante en licuados de leche o fruta y en la elaboración de postres. En la medicina tradicional peruana es apreciada como tonificante, proporcionando minerales tales como hierro y calcio, así como vitaminas y azúcares de alto valor fisiológico. Dada la variedad de productos que pueden extraerse del fruto del algarrobo pálido, comunidades campesinas de la región de Piura están empleando prácticas de manejo forestal sostenible con el fin de evitar la tala indiscriminada y aprovechar los recursos renovables de los bosques de algarrobo pálido.

El Tejo, es conocido científicamente como Taxus baccata, el tejo común o tejo negro, es una especie del género taxus originaria de Europa occidental, central y meridional, y del noroeste de África, el norte de Irán y el sudeste asiático. Es una gimnosperma de la familia de las taxáceas, grupo primitivo ampliamente difundido ya desde el Jurásico y del que actualmente el tejo es el único representante europeo.
Es una conífera que puede crecer hasta 10-20 m (excepcionalmente, 28 m). Tiene un tronco marrón grueso que puede llegar a los 4 m de diámetro. Su crecimiento es lento y con una longevidad de hasta 5000 años. Las hojas, lanceoladas, delgadas y de tono verde oscuro, miden 1-4 cm de largo por 2-3 mm de ancho y se agrupan en espiral sobre el pedúnculo. Toda la planta es venenosa excepto el arilo que recubre el fruto.
Es una planta dioica, aunque ocasionalmente monoica, que puede cambiar de sexo según la estación. Cada piña contiene una única semilla de 4-7 mm de larga cubierta por una estructura roja que le da forma de baya llamada arillus. La maduración se produce a los 6-9 meses después de la polinización y los pájaros, al comer las bayas las van dispersando.  Crece en ambientes húmedos y frescos, en zonas montañosas, en las umbrías, a partir de los 800metros sobre el nivel del mar aproximadamente según la latitud. Su hábitat son bosques mixtos, barrancos, laderas y escarpes rocosos, indiferente al sustrato. Crece preferentemente en la zona de condensación alrededor de montañas, donde la densa humedad  proveniente del mar o del océano, se precipita por la acción del relieve. Es un árbol de gran corpulencia. En condiciones naturales, las raíces del tejo europeo pueden estar colonizadas por ciertos hongos microscópicos del suelo, formando una simbiosis que se denomina micorriza arbuscular. Este tipo de micorriza está presente, por otra parte, en la mayor parte de las especies espontáneas y cultivadas en todo el planeta. Se sabe que los hongos que forman la simbiosis facilitan la nutrición de la planta, especialmente la captación de fosfato pero también de otros nutrientes y que están probablemente relacionados con la resistencia de la planta a distintos factores bióticos y abióticos. La micorriza arbuscular está, por tanto, estrechamente relacionada con la capacidad del tejo para desarrollarse en su medio natural. Esta simbiosis puede favorecerse también en viveros, a través de la inoculación controlada de los hongos adecuados.
 Actualmente en España, el tejo suele encontrarse como árbol aislado, en mezcla con otras especies, formando a veces pequeños rodales; el mayor número de ejemplares se halla en los sistemas montañosos septentrionales, como el bosque de tejos de la sierra del Sueve en Asturias, la Braña de los Tejos en Liébana (Cantabria) o el Bosque del Tejedelo (Zamora). La lentitud de su desarrollo y germinación lo convierten en una especie poco competitiva que va quedando relegada a enclaves donde la topografía le favorece.
Una de las causas de regresión de la especie en el medio natural ha sido la tala para el aprovechamiento de su madera, pero también se citan otras como la deforestación, que ha ocasionado cambios ambientales y relegado la especie a aquellas zonas donde el ambiente ha permanecido húmedo. Asimismo, en algunos lugares, el árbol ha sido eliminado por los pastores precisamente por su toxicidad para el ganado. Igualmente, por la lentitud de su crecimiento y la limitada germinación de sus semillas, ha sido dominado por otras especies. Por esta razón, en muchas partes de Europa, los tejos antiguos individuales son considerados monumentos de la naturaleza como restos de antiguos bosques y, por lo tanto, protegidos y conservados.
Es muy utilizado en horticultura ornamental. Existen un gran número de variedades, siendo uno de los más frecuentes en los jardines variedades el Tejo de Irlanda o Tejo irlandés (Taxus baccata 'Fastigiata'), un cultivar fastigiado del tejo común seleccionado a partir de dos árboles que crecían en Irlanda. También se usan diversos cultivares con hojas amarillas, conocidos colectivamente en inglés como Golden Yew, esto es "Tejo dorado".4 5 Por último, cabe mencionar el Taxus baccata 'Lutea', que destaca porque su arilo es de color amarillo claro.
La madera del tejo común se emplea para la fabricación de distintos tipos de muebles y, excepto los arilos, todas las partes del árbol contienen una sustancia tóxica llamada taxina; una mezcla de alcaloides que tienen un efecto cardiotóxico que produce parálisis en el corazón a dosis elevadas.
Por otra parte, se cree que este árbol tenía un significado místico y sagrado en cultos paganos precristianos y se suelen encontrar tejos junto a iglesias cristianas.
Ya en la Antigüedad, el tejo era una especie muy apreciada, particularmente por su madera de gran calidad, y estudiada tanto por sus propiedades curativas como venenosas. Fueron los griegos quienes dieron al tejo el nombre de Taxus en función de dos aspectos importantes de este árbol: taxon ('arco') y toxikon ('veneno'); esto es, por un lado, su madera, resistente y flexible, se utilizaba para la fabricación de arcos y, por otro, su naturaleza venenosa era bien conocida (se le llamaba árbol de la muerte), siendo nombrada con frecuencia en la literatura griega y también en la latina.
Así, Julio César habla de este árbol en el sexto libro de De Bello Gallico, del año 51 a. C., donde menciona la muerte del jefe Catuvolcus, quien se suicidó bebiendo una infusión hecha de corteza de tejo. Esta constante sobre el poder venenoso del tejo continuó a lo largo de la historia y ha llegado hasta nuestros días. Respecto al poder curativo del árbol, el emperador Claudio ya lo recomendaba como antídoto para algunas mordeduras y en el siglo XVIII era considerado antirreumático, antimalárico y abortivo. También los druidas irlandeses tenían un gran respeto al tejo porque creían que era eficaz contra las hadas y las brujas en ceremonias mágicas.
Sin embargo, el tejo común ha pasado de ser una especie sagrada y ampliamente difundida en la Antigüedad a estar en progresiva regresión, casi en peligro de extinción, siendo necesario proponer su conservación e incluso la repoblación en las áreas más propicias.

En todo caso, precisamente por su crecimiento lento, su longevidad y su tolerancia a la poda, el tejo europeo ha sido considerado el árbol por excelencia para los jardines de topiaria, siendo indispensable junto con el boj en los jardines de estilo barroco. Existen también más de 130 variedades ornamentales de tejo, que son cultivadas en parques y jardines, y su número va en aumento. Sin embargo, su uso en jardinería para setos ha disminuido respecto al pasado por varias razones, entre ellas la lentitud de su crecimiento, que se ve superada por otras especies de coníferas como la Thuja plicata y sus cultivares, que también toleran la poda y son de crecimiento rápido, resultando pues más interesantes para la jardinería moderna que no quiere esperar. De todos modos, el resurgimiento del arte de la topiaria en nuestros días puede devolver en este sentido el interés por esta especie. Uso en la industria farmacéutica

De sus hojas se obtienen dos compuestos químicos: la bacatina III y  10-deacetilbaccatina III. Son dos compuestos  precursores químicos que mediante reacciones de semisíntesis  dan lugar al paclipaclitaxel o taxol, un potente agente anticanceroso, el cual se obtiene también de la corteza de la especie Taxus brevifolia.. En este caso, su concentración es muy baja y se elige a Taxus baccata y la semisíntesis para evitar afectar a la especie.



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