Muchas veces cuando voy de viaje y veo por los caminos
de España un tejo, rápidamente lo relaciono con el algarrobo, otro árbol
milenario que crece en los parajes desiertos de la ciudad de Ica al sur del
Perú. Veo una gran similitud entre estos dos árboles, que crecen a miles de
kilómetros el uno del otro, y se caracterizan por ser ambos muy parecidos.
El vegetal más significativo de los desiertos de arena con napa freática es el algarrobo
(Prosopis Juliflora). Este árbol fue llamado “Guarango”, en el antiguo Perú,
nombre con el que se le denomina aún en Ica: pero no se debe de confundir con
otra leguminosa espinosa que también se llama “Huarango”, “espino” o “faique”
(Acacia Macracantha). Los estudios más recientes demuestran que el algarrobo es
un verdadero árbol “milagro del desierto peruano”. Las semillas en al
suelo todos los años; algunos animales
las difunden en sus andanzas, ya que no pierden su poder germinativo al pasar
por el tracto intestinal de los equinos. Algunas semillas nacen al llegar las lluvias veraniegas, otras
aguardan mejor ocasión para germinar. Durante el primer año de vida, poco
crecen el tallo y las ramillas, mientras que la raíz se desarrolla mucho más, a favor del geotropismo y en busca
de la napa freática. Si el agua subterránea se encuentra a poca distancia de la
superficie, la subsistencia de la planta queda asegurada al final del primer
año, pero cuando la napa es profunda, el desarrollo se detiene durante el
verano, prosigue al presentarse un nuevo año lluvioso y este proceso se repite
hasta el momento en que las raíces alcanzan la napa frárica. Pero, si se
interrumpe el ciclo de varios años húmedos continuos antes de que estas raíces
lleguen a la humedad permanente, entonces las plantas se mueren a
medio desarrollar y sólo superviven
aquellas que, al término del ciclo pluvial, llegaron a la zona húmeda estable.
Debido e este fenómeno, los campesinos saben cuáles son los bosquecillos de los
desiertos arenosos de Tumbes, Piura y Lambayeque que corresponden a los aguaceros
del año, y cuales otros a diferentes ciclos pluviales anteriores o
po0steriores.
El algarrobo produce una vaina cargada de substancias
nutritivas dulzonas. Se consume al natural, aunque con mayor frecuencia en
extracto o melaza, denominado algarrobina, el que se emplea para saborizar bebidas frías o calientes y para
cocteles. Dicha vaina es también excelente
alimento para ganado cabrío, vacuno y equino.
La madera de algarrobo tiene alto poder calórico, por lo cual se la emplea para hacer
leña y carbón. Durante mucho tiempo, la ciudad de Lima y la mayor parte de las
ciudades de la región Chala o costa han consumido carbón de madera procedente
de los algarrobales del desierto costero. Pero este uso irracional ha provocado
en muchos de los valles que van al
Océano Pacífico, la desaparición casi total de la especie o su reemplazo opor otras menos
útiles. A esta causa, que es naturalmente la más importante de la desaparición
del algarrobo, se suma la disminución del número de los burros o “pieajenos” y
de las mulas que, al transitar por los desiertos, dejaban las semillas que
habían ingerido y eran así los grandes
aliados de la forestación del despoblado.
Sin forzar la hipótesis, creemos que la mayoría de los
algarrobos del norte de los despoblados de Omos, Pabur y Sechura, habrían sido originalmente sembrados en épocas
remotas, por agentes que llegaron a
conocer muy bien los ciclos pluviales y
las relaciones de los algarrobos con las
napas freáticas más o menos profundas. Hoy mismo se podría arborizar nuevamente el despoblado empleando avionetas
para arrojar oportunamente las semillas
sobre los arenales, con el objeto de aprovechar el ciclo pluvial para su
germinación. Actualmente se está ensayando su aclimatación en el Noroeste del
Brasil.
Es un árbol espinoso muy invasor. Alcanza 10 metros de altura. Su
dura madera se usa para hacer muebles y parqués. La corteza sirve para curtir
cueros. La resina de su tronco se usa para teñir.
Tiene alta capacidad de infestación con renovales. Es muy espinoso.
Posee flores verdes amarillentas y largas legumbres llenas
de pequeñas semillas marrones. Es una planta muy exitosa en
propagarse invasivamente, debido a su habilidad de reproducirse de dos maneras:
produce grandes cantidades de semillas muy livianas, de fácil dispersión, y se
clona produciendo muchas plantas renovales (reproducción vegetativa),
compitiendo con sombra con las plantas cercanas. Sobrevive muy bien a la
extrema sequedad, debido a sus extremadamente largas raíces.
El algarrobo pálido es nativo de
América del Sur,, pero se ha asilvestrado en otras regiones de América.
Fue introducido en Puerto Rico y en Hawai, donde se considera naturaliado.
El primer kiawe se plantó en Hawái en 1828, y ya en 2006 era un ubicuo árbol de
sombra y una peste de las islas hawaianas.
Es una especie introducida en muchos ambientes por su acelerado
crecimiento, con buena sombra, y su madera es excelente para leña. También es
útil contra la erosión pero, ya establecido, este árbol generalmente
domina el hábitat. Las semillas son alimento para el ganado, y las flores son
atractivas para las abejas.
Lamentablemente, en el Perú, el uso de la madera de algarrobo pálido para
producir carbón vegetal, muy usado en la elaboración del pollo a la brasa, está
causando una grave deforestación que lleva a la desertificación del bosque seco
tropical.
En el Perú, con el fruto del algarrobo pálido se elabora la algarrobina,
un jarabe obtenido cocinando lentamente la pulpa en agua hasta lograr la
concentración y densidad deseadas. La algarrobina proporciona un dulce con
sabor ligeramente amargo y es el ingrediente primordial de uno de los cócteles
peruanos más conocidos: el cóctel de algarrobina. Además, la
algarrobina se utiliza como endulzante en licuados de leche o fruta y en la
elaboración de postres. En la medicina tradicional peruana es apreciada como
tonificante, proporcionando minerales tales como hierro y calcio, así como
vitaminas y azúcares de alto valor fisiológico. Dada la variedad de productos
que pueden extraerse del fruto del algarrobo pálido, comunidades campesinas de
la región de Piura están empleando prácticas de manejo forestal sostenible
con el fin de evitar la tala indiscriminada y aprovechar los recursos
renovables de los bosques de algarrobo pálido.
El Tejo, es conocido científicamente como Taxus
baccata, el tejo común o tejo
negro, es una especie del género taxus originaria de Europa occidental, central y
meridional, y del noroeste de África, el norte de Irán y el sudeste asiático. Es una gimnosperma de la familia de las taxáceas, grupo primitivo ampliamente
difundido ya desde el Jurásico y
del que actualmente el tejo es el único representante europeo.
Es una conífera que
puede crecer hasta 10-20 m (excepcionalmente, 28 m). Tiene un tronco marrón grueso que puede
llegar a los 4 m de diámetro. Su crecimiento es lento y con una longevidad
de hasta 5000 años. Las hojas, lanceoladas, delgadas y de tono
verde oscuro, miden 1-4 cm de largo por 2-3 mm de ancho y se agrupan
en espiral sobre el pedúnculo. Toda la planta es venenosa excepto el arilo que
recubre el fruto.
Es una planta dioica,
aunque ocasionalmente monoica,
que puede cambiar de sexo según la estación. Cada piña contiene una única semilla de 4-7 mm de larga cubierta por
una estructura roja que le da forma de baya llamada arillus. La maduración se
produce a los 6-9 meses después de la polinización y los pájaros, al comer las bayas las van
dispersando. Crece en ambientes húmedos
y frescos, en zonas montañosas, en las umbrías, a partir de los 800metros sobre
el nivel del mar aproximadamente
según la latitud. Su hábitat son bosques mixtos, barrancos, laderas y escarpes
rocosos, indiferente al sustrato. Crece preferentemente en la zona de
condensación alrededor de montañas,
donde la densa humedad proveniente del
mar o del océano, se precipita por la acción del relieve. Es un árbol de gran
corpulencia. En condiciones naturales, las raíces del tejo europeo pueden estar
colonizadas por ciertos hongos microscópicos
del suelo, formando una simbiosis que
se denomina micorriza arbuscular. Este tipo de micorriza está presente, por
otra parte, en la mayor parte de las especies espontáneas y cultivadas en todo
el planeta. Se sabe que los hongos que forman la simbiosis facilitan la
nutrición de la planta, especialmente la captación de fosfato pero también de otros
nutrientes y que están probablemente relacionados con la resistencia de la
planta a distintos factores bióticos y abióticos. La micorriza arbuscular está,
por tanto, estrechamente relacionada con la capacidad del tejo para
desarrollarse en su medio natural. Esta simbiosis puede favorecerse también en
viveros, a través de la inoculación controlada de los hongos adecuados.
Actualmente en España, el
tejo suele encontrarse como árbol aislado, en mezcla con otras especies,
formando a veces pequeños rodales; el mayor número de ejemplares se halla en
los sistemas montañosos septentrionales, como el bosque de tejos de la sierra del Sueve en Asturias, la Braña de los Tejos en Liébana (Cantabria) o el
Bosque del Tejedelo (Zamora). La lentitud de su desarrollo y germinación lo
convierten en una especie poco competitiva que va quedando relegada a enclaves
donde la topografía le favorece.
Una de las causas de regresión de la especie en el medio natural
ha sido la tala para el aprovechamiento de su madera, pero también se citan
otras como la deforestación, que ha ocasionado cambios ambientales y relegado
la especie a aquellas zonas donde el ambiente ha permanecido húmedo. Asimismo,
en algunos lugares, el árbol ha sido eliminado por los pastores precisamente
por su toxicidad para el ganado. Igualmente, por la lentitud de su crecimiento
y la limitada germinación de sus semillas, ha sido dominado por otras especies.
Por esta razón, en muchas partes de Europa, los tejos antiguos individuales son
considerados monumentos de la naturaleza como restos de antiguos bosques y, por
lo tanto, protegidos y conservados.
Es muy utilizado en horticultura ornamental. Existen un gran número de
variedades, siendo uno de los más frecuentes en los jardines variedades el Tejo de Irlanda o Tejo
irlandés (Taxus baccata 'Fastigiata'), un cultivar fastigiado del tejo común seleccionado a
partir de dos árboles que crecían en Irlanda. También se usan diversos cultivares
con hojas amarillas, conocidos colectivamente en inglés como Golden
Yew, esto es "Tejo dorado".4 5 Por último, cabe mencionar el Taxus baccata 'Lutea', que destaca porque su arilo es de color amarillo claro.
La madera del tejo común se emplea para la fabricación de
distintos tipos de muebles y, excepto los arilos, todas las partes del árbol
contienen una sustancia tóxica llamada taxina;
una mezcla de alcaloides que tienen un efecto cardiotóxico que produce
parálisis en el corazón a dosis elevadas.
Por otra parte, se cree que este árbol tenía un significado
místico y sagrado en cultos paganos precristianos y se suelen encontrar tejos
junto a iglesias cristianas.
Ya en la Antigüedad, el tejo era una especie muy apreciada,
particularmente por su madera de gran calidad, y estudiada tanto por sus
propiedades curativas como venenosas. Fueron los griegos quienes dieron al tejo
el nombre de Taxus en función de dos aspectos importantes
de este árbol: taxon ('arco')
y toxikon ('veneno'); esto es, por un lado, su
madera, resistente y flexible, se utilizaba para la fabricación de arcos y, por
otro, su naturaleza venenosa era bien conocida (se le llamaba árbol de la muerte), siendo
nombrada con frecuencia en la literatura griega y también en la latina.
Así, Julio César habla de este árbol en el sexto libro de De
Bello Gallico, del año 51 a. C., donde menciona la muerte del jefe
Catuvolcus, quien se suicidó bebiendo una infusión hecha de corteza de tejo.
Esta constante sobre el poder venenoso del tejo continuó a lo largo de la
historia y ha llegado hasta nuestros días. Respecto al poder curativo del
árbol, el emperador Claudio ya
lo recomendaba como antídoto para
algunas mordeduras y en el siglo XVIII era considerado antirreumático,
antimalárico y abortivo. También los druidas irlandeses tenían un gran respeto
al tejo porque creían que era eficaz contra las hadas y las brujas en
ceremonias mágicas.
Sin embargo, el tejo común ha pasado de ser una especie sagrada
y ampliamente difundida en la Antigüedad a estar en progresiva regresión, casi
en peligro de extinción, siendo
necesario proponer su conservación e incluso la repoblación en las áreas más
propicias.
En todo caso, precisamente por su
crecimiento lento, su longevidad y su tolerancia a la poda, el tejo europeo ha
sido considerado el árbol por excelencia para los jardines de topiaria, siendo indispensable junto
con el boj en los jardines de estilo barroco. Existen también más de 130
variedades ornamentales de tejo, que son cultivadas en parques y jardines, y su
número va en aumento. Sin embargo, su uso en jardinería para setos ha
disminuido respecto al pasado por varias razones, entre ellas la lentitud de su
crecimiento, que se ve superada por otras especies de coníferas como la Thuja plicata y sus cultivares,
que también toleran la poda y son de crecimiento rápido, resultando pues más
interesantes para la jardinería moderna que no quiere esperar. De todos modos,
el resurgimiento del arte de la topiaria en nuestros días puede devolver en
este sentido el interés por esta especie. Uso en la industria
farmacéutica
De sus hojas se obtienen dos compuestos químicos: la bacatina
III y 10-deacetilbaccatina III. Son dos
compuestos precursores químicos que
mediante reacciones de semisíntesis dan
lugar al paclipaclitaxel o taxol,
un potente agente anticanceroso, el cual se obtiene también de la corteza de la
especie Taxus brevifolia.. En este caso, su concentración es muy baja y se
elige a Taxus baccata y la semisíntesis para evitar afectar
a la especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario