lunes, 7 de diciembre de 2015

LAS CUEVAS DE LAURICOCHA

Entre 1958 y 1960 el investigador y  arqueólogo peruano Augusto Cárdich, descubrió las cuevas de Lauricocha. Las cuevas de Lauricocha  se ubican en la localidad  de Huánuco a la altura de 3900 metros sobre el nivel del mare, cerca del nacimiento del río Marañón.
En estas cuevas se han localizado cantidad de restos dejados por el Hombre de Lauricocha y también muestra que fueron grupos de cazadores recolectores con dataciones de 9525 a. C.  En estas cuevas se descubrieron once esqueletos humanos, 4 de adultos y 7 de niños; los restos óseos se hallaron incompletos, al parecer mutilados intencionalmente. También se encontró raspadores y lascas líticas, huesos fosilizados de camélidos y cérvidos, raíces y tubérculos, proyectiles y utensilios de hueso y piedra, dibujos rupestres de animales, representaciones de danzas ceremoniales y cacería, etc. con comprobación científica.
Se cree que el poblamiento de esta zona fue propicia pues era favorable para el asentamiento humano, cuando los glaciares se deshelaron. Las cuevas de Lauricocha, que se ubican sobre un antiguo valle glaciar, en las regiones altas de Huánuco, al parecer albergaron a un importante grupo de cazadores - recolectores del Período Arcaico que por miles de años utilizaron las cuevas como refugio natural.
Las paredes muestran pinturas rupestres los hombres del arcaico dejaron las huellas e impresiones de su quehacer diario. Ya sea porque fue parte de su rito ancestral o porque simplemente quisieron expresar  un hecho importante de sus vidas, las pinturas rupestres son, uno de los principales registros que el hombre andino ha dejado y que después de miles de años se conservan intactos.
La constante en las distintas pinturas rupestres es la escena de caza. Hombres armados con lanzas se abalanzan sobre camélidos y cérvidos y estos huyen despavoridos, pero muchos de estos ya han sido heridos. En las cuevas de Toquepala, Huargo y Lauricocha se aprecia a los animales con heridas sangrantes. Las pinturas permiten establecer la dieta del hombre andino y conocer las herramientas con las que cazaban  y obtenían su sustento diario. Se cree que estas pinturas responden a ritos de ofrendas con la caza con el fin de que los animales no se vayan o no se terminen en la zona y por esta razón los hombres deban emigrar a otros lugares en búsqueda de alimento.

En esta cueva se encuentran los restos humanos más antiguos del Perú: se calcula que fueron enterrados en el 9525 a.C. Resultan ser los mejores testimonios del proceso de poblamiento del Perú. En otro estrato de la misma cueva, se encontraron también restos de utensilios de piedra con una antigüedad algo menor, cuya factura demuestra que el hombre de Lauricocha conocía las principales técnicas de la industria lítica. Los cazadores de Lauricocha tenían una vida nómada, dedicándose a la cacería en "chaco" (en forma de anillo).

El hombre de Lauricocha existió aproximadamente entre los años 9000 – 7000 a.C y es uno de los restos humanos más antiguos del Perú. La zona de Lauricocha está ubicada en las cabeceras del río Marañón-Amazonas, en el distrito de San Miguel de Cauri, provincia de “Lauricocha”, departamento de Huánuco, su extensión altitudinal comprende alturas desde los 3900 m.s.n.m en el sector más bajo del valle y 4500 m.s.n.m en las cumbres.
Entre las inhumaciones más famosas está el denominado “Entierro Nº 6” con un individuo que presentaba deformación craneana artificial del tipo tabular erecta. También destacan los cuerpos de tres niños (Entierros Nº 9, Nº 10 y Nº 11) cuidadosamente enterrados en medio de un misterioso ritual funerario. Recibieron ofrendas como collares y chaquiras de hueso y turquesa, valvas de concha, objetos de sílex y puntas líticas, todo ello rodeado de piedras calientes y cubiertas por ocre rojizo. Se cree que la diferencia en los patrones de enterramiento entre niños y adultos fue intencionada y corresponde a un rito especial para el cual se utilizaron ofrendas de distinto tipo.
En el caso de la sepultura infantil Nº 11 se aprecia claramente que por encima de la misma se ubicó un fogón, tal vez vinculado a la idea de que de esa forma el cuerpo enterrado pudiera recuperar el calor perdido, y algo muy particular, la presencia de oligisto (óxido de hierro) en polvo cubriendo la osamenta del niño. Es notable también el uso del ocre, de color rojizo en la sepultura Nº 9 y amarillo en la Nº 10. Las tumbas de los adultos de la fase Lauricocha I, han sido de carácter sencillo.
Las características principales del hombre de Lauricocha eran:
·         Cráneo alargado (dolicocéfalo)
·         Cara ancha
·         Estatura media de 162 cm
·         Piernas cortas y musculosas (propias de cazador nómada)
·         Dientes en forma de pala (preparadas para desgarrar los músculos de sus presas)
En cuanto al arte rupestre, en la cueva de Chaclaragra, en Lauricocha, se puede observar interesantes pinturas rupestres que representan una fila de camélidos acosados por ambos extremos por cazadores que llevan lanzas, dos de las vicuñas han sido heridas y llevan las lanzas incrustadas en su cuerpo. Estas pinturas atestiguan el método de cacería de este antiguo pueblo.
Los proyectiles líticos encontrados en Lauricocha se asemejan mucho a los ubicados en el Complejo de Ayampitín de la sierra argentina, lo que sugiere que formaron parte de una gran tradición lítica de cazadores avanzados de la cordillera andina. La secuencia cultural, realizada a partir de las herramientas y proyectiles encontrados, posibilitó la periodificación de tres fases. La primera fase, denominada Lauricocha I(10.000 – 8.000 a.C.) se caracterizó por el predominio de puntas foliáceas (forma hoja de árbol) y cuchillos bifaciales. La segunda fase, Lauricocha II (8.000 – 5.000 a.C.) por la presencia de puntas “hojas de sauce” y otras de forma triangular y base recta. Y la tercera fase, denominada Lauricoche III (5.000 – 4.000 a.C.) se caracterizó por la utilización de pequeñas puntas y herramientas de hueso, aunque hay menos evidencia de artefactos líticos, pues se encontró poca cantidad de ellos.
En Lauricocha existía una organización del trabajo y empezaban a aparecer las primeras jerarquías, la defensa colectiva de su círculo de supervivencia y se evidencia ya la práctica funeraria.

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