martes, 8 de septiembre de 2015

INSOLENCIA Y SOLENCIA

Originalmente, la palabra insolencia significo inhabilidad, desacostumbrado, que no suele hacerse, extraño, raro, inusual. De un nombre rarísimo  decían los l que era insolentissimun nomen. Y a un lugar  infrecuentado y solitario, al que nadie iba, lo llamaban insolens locus, lugar insolente.
‘Insolencias’ dice Cervantes de las cien mil cosas inauditas que hizo Roldán, ‘dignas de eterno nombre y escritura’.
De este sentido original de la palabra  insolencia se ha derivado el sentido moderno de atrevimiento y descaro. El insolente es el hombre irritante, impertinente, desafiante, el que dice o hace cosas  insólitas.
La insolencia es, pues lo que no se suele decir, lo que no se suele hacer,  y lo que, por tanto, cuando dio o hecho, irrita y desconcierta.
Lo cntrario, o sea lo que se suele hacer o decir, lo sólito o acostumbrado, lo usual, lo común y corriente, es la solencia, voz propuesta alrededor de medio siglo por el filósofo español Julián Marías y que hasta ahora no admite la Academia, a pesar de ser termino impecable, útil y necesario. Según tengo entendido la academia de la Lengua no admita a palabra solencia por su escasa o nula difusión. En el lexicón académico, hay muchísimos términos  que no tienen prácticamente usuarios: por ejemplo, engandujo, es falso que solencia no los tuviese. Los tiene, aunque desde luego entre gente culta.
Solencia es un deverbal, porque se deriva del verbo soler, asi como empuje se deriva de empujar y salvamento de salvar.    
 Dice Erich Fromm que Freud inauguró con el psicoanálisis un nuevo mercado: pero pronto advirtieron los psicoanalistas que si l nuevo mercado quería prosperar tenía que adaptarse al Orden Establecido. Nadie iba a decir, por ejemplo, como dijo muchos anos después Herbert Marcuse, que lo más sensato que se podía hacer con los medios de comunicación masiva  era intervenirlos, para que no siguieran embruteciendo a la gente. Ningún psicoanalista con consultorio iba a decir eso. El psicoanálisis se había adecentado.
La crisis del psicoanálisis o su ostensible envejecimiento se inició cuando dejó de ser una teoría innovadora y se convirtió en una teoría conformista.

‘Al comienzo –dice Fromm- fue una teoría revolucionaria, profunda, liberadora, pero fue perdiendo paulatinamente ese carácter  y se estancó, refugiándose en el conformismo y en la búsqueda de la respetabilidad’.  

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