miércoles, 3 de diciembre de 2014

EL TEJO: EL ÁRBOL MÁGICO DE LOS CELTAS

El Tejo: el árbol mágico de los celtas  

Los tejos (Taxus) son un género de árboles coníferos de la familia Taxaceae, propios de las zonas montañosas, con ambientes frescos y húmedos, y que prefieren los terrenos calizos.
El tejo es un árbol discreto. Al verlo, muy pocos se imaginan que tras este ser de apariencia triste, se esconde uno de los árboles que más ha influido en gran parte de la historia de Occidente.  El tejo o texu, árbol mágico en el universo celta del que forma parte esta Asturias

Al hablar del tejo no podemos dejar de referirnos a su carácter sagrado. Lo fue para el pueblo celta, cuyos druidas con sus ramas hacían bastones “mágicos” y con palillos de su madera adivinaban el futuro; y lo fue también para los más antiguos astures y otros habitantes del norte de la península desde tiempo inmemorial. 

El cristianismo lo adopto y lo incorporó a su doctrina como símbolo de la vida y de la muerte. Y por su longevidad, símbolo también de la eternidad, de lo que nos sobrevive más allá de nosotros mismos. El árbol de la vida y de la muerte está presente en nuestra tradición cristiana desde las primeras páginas del Génesis en el relato del paraíso. Aquel árbol del fruto prohibido que lleva a Adán y a Eva al pecado, y de ahí hasta el árbol de la cruz en el que fueron después redimidos por Cristo todos los pecados de la humanidad. Por eso es frecuente que al lado de muchas iglesias, ermitas y cementerios de Asturias haya al menos un ejemplar de tejo. Hay doscientos ejemplares censados junto a Iglesias y Ermitas en toda Asturias, lo cual da idea de la importancia que tuvo en esta tierra para párrocos y vecinos. 
Los tejos pueden alcanzar una altura de hasta 20 metros. Aunque con frecuencia se desarrolla de manera desigual, su copa es piramidal con abundantes ramas que salen del tronco de manera horizontal. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de color pardo rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de 1,5 metros. Son muy longevos, pudiendo superar los 1.500 años de vida. Tiene hojas perennes de 10 a 30 mm. Dispuestas en dos hileras opuestas, de color verde oscuro por la cara superior y amarillento o glabro por el envés. Es una especie dioica, con pies masculinos o femeninos. Fructifica en forma de arilo carnoso que rodea la simiente, de intenso color rojo y sabor agradable. Maduran en otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos. Raramente forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados. Casi todas las partes de la planta son ricas en alcaloides tóxicos: taxina, taxol, y baccatina, siendo el primero el más peligroso, pues puede llevar a la muerte en pocos minutos. El arilo o baya es la única parte libre de taxina, pudiendo ser ingerido con la precaución de retirar la semilla.
Su madera es muy dura, de grano fino y apretado, lo que la hace muy apta para ebanistería y talla, aunque la escasez de piezas de suficiente grosor, debido a su crecimiento muy lento, limita su uso. Durante la Edad Media fue muy utilizado en las Islas Británicas para la elaboración del arco largo, por su resistencia y flexibilidad, hecho que produjo su casi extinción en las islas.
Silio Itálico, Lucio Anneo Floro, y San Isidoro de Sevilla señalan el uso de estas semillas en la Peninsula Ibérica por parte de los antiguos cántabros, astures y entre los pobladores de Gallaecia como veneno para suicidarse cuando se encontraban sitiados por el enemigo o presos de éste.
Estos pueblos celtas veneraban al tejo dado que formaba parte de algunos de sus rituales al ser considerado un árbol sagrado, probablemente debido a la extraordinaria longevidad de la planta, que la hace parecer inmortal. Por esta misma razón, en España ha sido plantado profusamente en la Cornisa Cantábrica al abrigo de ermitas, iglesias y cementerios desde tiempos remotos, como símbolo de la trascendencia de la muerte, y es habitual encontrarlo en las plazas de los pueblos bajo el cual se realizaba el concejo abierto. Todo esto es lo que le ha permitido perpetuar ese halo de misterio y sacralidad que envuelve lo relacionado con esta especie.
Para la tradición y cultura asturiana este árbol ha constituido un auténtico vínculo de su pueblo con la tierra, los antepasados y la religión antigua. En Asturias era costumbre el llevar a los difuntos una rama de tejo el Día de Todos los Santos, para que ella les guiara en su retorno al País de las Sombras. Durante la Noche de San Juan era asimismo usual que los mozos asturianos depositaran estas mismas ramas en las ventanas o puertas de la casa de sus pretendidas, mientras ellas les tiraban bayas de este mismo árbol.
Su cualidad de ser un árbol perenne, tanto en el sentido de su porte, como en su longevidad, le ha valido servir como marca fronteriza y como lugar de reunión. Un árbol que por su inmutable follaje verde oscuro puede ser localizado a gran distancia. En el mundo celta, de forma especial, se veneraba a los árboles que habían visto y vivido mucho, se tomaban como sabios testigos del mundo.1
Los tejos son los ermitaños de los bosques, les gusta vivir en la soledad de las hondonadas sombrías, donde crecen lentamente durante siglos e incluso milenios.
Durante la cristianización, la veneración celta al tejo continuó, pasó de ser de un símbolo de muerte y reencarnación a ser de muerte y resurrección. Puede decirse que las primeras iglesias eran tejos. Las personas se reunían en torno a los árboles sagrados y podían estar en contacto con la atmósfera espiritual que rodeaba a estos árboles.
“En estas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra que dos altas montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos, y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cuál de tejo y cuál de ciprés. Entre seis de ellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de flores y de ramos, lo cual visto por uno de los cabreros, dijo: –Aquellos que allí vienen son los que traen el cuerpo de Crisóstomo, y el pie de aquella montaña es el lugar donde él mandó que le enterrasen...”
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, parte I, Cap. XIII
En una leyenda irlandesa, para casarse con una doncella, es condición indispensable que el pretendiente le lleve una rama de acebo, una flor de caléndula y bayas carmesíes del tejo.
Un dicho popular inglés recoge una enigmática tradición que hace referencia al tejo como el ser vivo más longevo:
La longitud de una era es por término medio de unos 729 años.
Uno de los instrumentos de madera más antiguos que se conocen, es un hacha de tejo de 36,7 cm. de longitud hallada en 1911 en Clacton (Inglaterra), a la que le calculan unos 50.000 años de antigüedad. 

El Tejo es un árbol más bien pequeño que raramente sobrepasa los 15 metros de altura. Pero destaca en cuanto al perímetro. 

En Escocia se encuentra el tejo de Fortingall, posiblemente el árbol más antiguo de Europa con más de 2000 años y que sobrepasa los 15 metros de diámetro. Se encuentra en un recinto protegido para su conservación. 
La copa del tejo es densa. Ramificado desde poca altura, las ramas inferiores son casi horizontales, las superiores sin embargo tienden a ser más verticales. Aumentan su perímetro unos 2,5 centímetros al año durante el primer siglo de vida, después el crecimiento se ralentiza engrosando 2,5 centímetros cada 5, 10 o 15 años. 

De hoja perenne, dispuestas en dos hileras, de color verde oscuro y algo más claro por el envés. Son más claras las nacidas en el año y permanecen en él alrededor de ocho. Su longitud oscila entre 1,5 y 3,5 centímetros y una anchura de 2 o 3 milímetros. 

Tienen una pequeña flor de color verde, que dará lugar a un fruto rojo, que madura en otoño, el arilo, llamado popularmente moquillo por ser un tanto pringoso. Es la única parte del árbol que no es venenosa y está libre de taxina, aunque la semilla que contiene sí es tóxica. 

La madera tiene una densidad media-alta, en torno a 700 Kg./m3. La madera de Tejo además de servir para la fabricación de arcos y ballestas, por sus características de elasticidad y fortaleza, se usó también por su resistencia al frotamiento en la elaboración de los ejes de los carros; y en sillares y otros usos nobles de ebanistería. 
 
Son conocidas desde la antigüedad. Ya Julio César en el sexto libro de De Bello Gallico (51 a.C.), contaba la muerte del jefe Catuvolcus, que se suicidó bebiendo una infusión de corteza de Tejo. Entre sus compuestos se encuentra: 
* Alcaloides : Taxina (hojas) 
* Glucósidos: taxicantina (hojas) y taxifilina (planta) 
* Taxol: (hojas) 
* Bacatina: (madera) 
* Efedrina: (hojas) 
* Ácidos: fórmico, tánico y gálico (hojas) 
* Vitaminas : A (fruto) 

La taxina más que tóxica es venenosa. Aunque no lo es de igual modo para todos los animales. Mientras para el hombre y el caballo, por ejemplo, resulta letal, a los rumiantes, conejos y liebres parece no afectarles en absoluto. Actúa sobre el sistema nervioso. La intoxicación se manifiesta por una primera fase de euforia, taquicardia y mareo, pasando en una segunda fase a vómitos, sequedad, labios azulados, calambres, dilatación de la pupila y finalmente colapso respiratorio y cardiovascular. 
Actuación médica: Lavados de estómago, estimulantes cardiacos y respiración asistida. El desenlace, que se produce en un tiempo muy breve de unos 30 a 60 minutos, suele ser generalmente fatal. En caso de superación, suelen quedar secuelas en el hígado o riñones. 

Respecto a su poder curativo, el emperador Claudio ya lo recomendaba como antídoto para algunas mordeduras de ofidios. En el siglo XVIII era considerado antirreumático, antimalárico y antiabortivo. Hasta que en 1971 un instituto americano descubrió en la corteza del árbol, el taxol, una sustancia que hoy en día es uno de los más potentes anticancerígenos. Afortunadamente esta sustancia ya no es necesario conseguirla talando árboles porque se obtiene sintéticamente en laboratorio. 

No puede entenderse al margen de las características biológicas y de su ubicación junto a un edificio  religioso, concretamente el templo parroquial. A partir de estos dos conceptos o condicionantes de tipo físico se fue creando una compleja construcción semántica, sociocultural identitaria y emotiva que explica el lugar que este árbol ha ocupado y ocupa en el imaginario colectivo de cada parroquia y de Asturias.

En  Asturias se ha declarado “sitio histórico” el de Abamia, uno de los más emblemático de Asturias por su vinculación a los orígenes de la Monarquia Asturiana y la creencia popular de que el Rey Pelayo y su esposa Gaudiosa fueron enterrados allí.


El texdu o tejo es una especie protegida en todo el territorio asturiano desde 1986 y cuenta desde hace trece años con un plan de manejo que señala que esta especia goza de un reconocimiento  y arraigo cultural considerable en Asturias.   


1 comentario:

  1. En el lugar donde yo trabajo es el campo, en Uruguay hay un Tejo muy antiguo..buen informe!!

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