El Tejo: el árbol mágico de los celtas
Los tejos (Taxus)
son un género de árboles coníferos de la familia Taxaceae, propios de las
zonas montañosas, con ambientes frescos y húmedos, y que prefieren los terrenos calizos.
El tejo es un árbol discreto. Al verlo, muy pocos se
imaginan que tras este ser de apariencia triste, se esconde uno de los árboles
que más ha influido en gran parte de la historia de Occidente. El tejo o
texu, árbol mágico en el universo celta del que forma parte esta Asturias
Al hablar del tejo no podemos dejar de referirnos a su
carácter sagrado. Lo fue para el pueblo celta, cuyos druidas con sus ramas
hacían bastones “mágicos” y con palillos de su madera adivinaban el futuro; y
lo fue también para los más antiguos astures y otros habitantes del norte de la
península desde tiempo inmemorial.
El cristianismo lo adopto y lo incorporó a su doctrina como símbolo de la vida y de la muerte. Y por su longevidad, símbolo también de la eternidad, de lo que nos sobrevive más allá de nosotros mismos. El árbol de la vida y de la muerte está presente en nuestra tradición cristiana desde las primeras páginas del Génesis en el relato del paraíso. Aquel árbol del fruto prohibido que lleva a Adán y a Eva al pecado, y de ahí hasta el árbol de la cruz en el que fueron después redimidos por Cristo todos los pecados de la humanidad. Por eso es frecuente que al lado de muchas iglesias, ermitas y cementerios de Asturias haya al menos un ejemplar de tejo. Hay doscientos ejemplares censados junto a Iglesias y Ermitas en toda Asturias, lo cual da idea de la importancia que tuvo en esta tierra para párrocos y vecinos.
El cristianismo lo adopto y lo incorporó a su doctrina como símbolo de la vida y de la muerte. Y por su longevidad, símbolo también de la eternidad, de lo que nos sobrevive más allá de nosotros mismos. El árbol de la vida y de la muerte está presente en nuestra tradición cristiana desde las primeras páginas del Génesis en el relato del paraíso. Aquel árbol del fruto prohibido que lleva a Adán y a Eva al pecado, y de ahí hasta el árbol de la cruz en el que fueron después redimidos por Cristo todos los pecados de la humanidad. Por eso es frecuente que al lado de muchas iglesias, ermitas y cementerios de Asturias haya al menos un ejemplar de tejo. Hay doscientos ejemplares censados junto a Iglesias y Ermitas en toda Asturias, lo cual da idea de la importancia que tuvo en esta tierra para párrocos y vecinos.
Los tejos pueden alcanzar una altura de
hasta 20 metros. Aunque con frecuencia se desarrolla de manera desigual, su
copa es piramidal con abundantes ramas que salen del tronco de manera
horizontal. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de
color pardo rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de 1,5 metros. Son muy longevos,
pudiendo superar los 1.500 años de vida. Tiene hojas perennes de 10 a
30 mm. Dispuestas en dos hileras opuestas, de color verde oscuro por la
cara superior y amarillento o glabro por el envés. Es una especie dioica, con
pies masculinos o femeninos. Fructifica en forma de arilo carnoso que rodea la
simiente, de intenso color rojo y sabor agradable. Maduran en otoño y cada seis
o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos. Raramente
forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados. Casi
todas las partes de la planta son ricas en alcaloides tóxicos: taxina, taxol, y
baccatina, siendo el primero el más peligroso, pues puede llevar a la muerte en
pocos minutos. El arilo o baya es la única parte libre de taxina, pudiendo ser
ingerido con la precaución de retirar la semilla.
Su madera es muy dura, de grano fino y
apretado, lo que la hace muy apta para ebanistería y talla, aunque la escasez
de piezas de suficiente grosor, debido a su crecimiento muy lento, limita su
uso. Durante la Edad Media fue muy utilizado en las Islas Británicas para
la elaboración del arco largo, por su resistencia y flexibilidad, hecho
que produjo su casi extinción en las islas.
Silio Itálico, Lucio Anneo Floro, y San
Isidoro de Sevilla señalan el uso de estas semillas en la Peninsula
Ibérica por parte de los antiguos cántabros, astures y entre los
pobladores de Gallaecia como veneno para suicidarse cuando se
encontraban sitiados por el enemigo o presos de éste.
Estos pueblos celtas veneraban al
tejo dado que formaba parte de algunos de sus rituales al ser considerado un
árbol sagrado, probablemente debido a la extraordinaria longevidad de la
planta, que la hace parecer inmortal. Por esta misma razón, en España ha
sido plantado profusamente en la Cornisa Cantábrica al abrigo de
ermitas, iglesias y cementerios desde tiempos remotos, como símbolo de la
trascendencia de la muerte, y es habitual encontrarlo en las plazas de los
pueblos bajo el cual se realizaba el concejo abierto. Todo esto es lo que
le ha permitido perpetuar ese halo de misterio y sacralidad que envuelve lo
relacionado con esta especie.
Para la tradición y cultura asturiana este
árbol ha constituido un auténtico vínculo de su pueblo con la tierra, los
antepasados y la religión antigua. En Asturias era costumbre el llevar a los
difuntos una rama de tejo el Día de Todos los Santos, para que ella les guiara
en su retorno al País de las Sombras. Durante la Noche de San Juan era asimismo
usual que los mozos asturianos depositaran estas mismas ramas en las ventanas o
puertas de la casa de sus pretendidas, mientras ellas les tiraban bayas de este
mismo árbol.
Su cualidad de ser un árbol perenne,
tanto en el sentido de su porte, como en su longevidad, le ha valido servir
como marca fronteriza y como lugar de reunión. Un árbol que por su inmutable
follaje verde oscuro puede ser localizado a gran distancia. En el mundo celta,
de forma especial, se veneraba a los árboles que habían visto y vivido mucho,
se tomaban como sabios testigos del mundo.1
Los tejos son los ermitaños de los bosques, les gusta vivir en la soledad
de las hondonadas sombrías, donde crecen lentamente durante siglos e incluso
milenios.
Durante la cristianización, la
veneración celta al tejo continuó, pasó de ser de un símbolo de muerte y
reencarnación a ser de muerte y resurrección. Puede decirse que las primeras
iglesias eran tejos. Las personas se reunían en torno a los árboles sagrados y
podían estar en contacto con la atmósfera espiritual que rodeaba a estos
árboles.
“En estas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra que dos altas
montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra
lana vestidos, y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran
cuál de tejo y cuál de ciprés. Entre seis de ellos traían unas andas, cubiertas
de mucha diversidad de flores y de ramos, lo cual visto por uno de los
cabreros, dijo: –Aquellos que allí vienen son los que traen el cuerpo de
Crisóstomo, y el pie de aquella montaña es el lugar donde él mandó que le
enterrasen...”
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, parte I, Cap. XIII
En una leyenda irlandesa, para casarse
con una doncella, es condición indispensable que el pretendiente le lleve una
rama de acebo, una flor de caléndula y bayas carmesíes del tejo.
Un dicho popular inglés recoge una
enigmática tradición que hace referencia al tejo como el ser vivo más longevo:
La longitud de una era es por término
medio de unos 729 años.
Uno de los instrumentos de madera más antiguos que se
conocen, es un hacha de tejo de 36,7 cm. de longitud hallada en 1911 en Clacton
(Inglaterra), a la que le calculan unos 50.000 años de antigüedad.
El Tejo es un árbol más bien pequeño que raramente
sobrepasa los 15 metros de altura. Pero destaca en cuanto al perímetro.
En Escocia se encuentra el tejo de Fortingall, posiblemente el árbol más
antiguo de Europa con más de 2000 años y que sobrepasa los 15 metros de
diámetro. Se encuentra en un recinto protegido para su conservación.
La copa del tejo es densa. Ramificado desde poca altura, las ramas inferiores son casi horizontales, las superiores sin embargo tienden a ser más verticales. Aumentan su perímetro unos 2,5 centímetros al año durante el primer siglo de vida, después el crecimiento se ralentiza engrosando 2,5 centímetros cada 5, 10 o 15 años.
De hoja perenne, dispuestas en dos hileras, de color verde oscuro y algo más claro por el envés. Son más claras las nacidas en el año y permanecen en él alrededor de ocho. Su longitud oscila entre 1,5 y 3,5 centímetros y una anchura de 2 o 3 milímetros.
La copa del tejo es densa. Ramificado desde poca altura, las ramas inferiores son casi horizontales, las superiores sin embargo tienden a ser más verticales. Aumentan su perímetro unos 2,5 centímetros al año durante el primer siglo de vida, después el crecimiento se ralentiza engrosando 2,5 centímetros cada 5, 10 o 15 años.
De hoja perenne, dispuestas en dos hileras, de color verde oscuro y algo más claro por el envés. Son más claras las nacidas en el año y permanecen en él alrededor de ocho. Su longitud oscila entre 1,5 y 3,5 centímetros y una anchura de 2 o 3 milímetros.
Tienen una pequeña flor de color verde, que dará lugar
a un fruto rojo, que madura en otoño, el arilo, llamado popularmente moquillo
por ser un tanto pringoso. Es la única parte del árbol que no es venenosa y
está libre de taxina, aunque la semilla que contiene sí es tóxica.
La madera tiene una densidad media-alta, en torno a
700 Kg./m3. La madera de Tejo además de servir para la fabricación de arcos y
ballestas, por sus características de elasticidad y fortaleza, se usó también
por su resistencia al frotamiento en la elaboración de los ejes de los carros;
y en sillares y otros usos nobles de ebanistería.
Son conocidas desde la antigüedad. Ya Julio César en
el sexto libro de De Bello Gallico (51 a.C.), contaba la muerte del jefe
Catuvolcus, que se suicidó bebiendo una infusión de corteza de Tejo. Entre sus
compuestos se encuentra:
* Alcaloides : Taxina (hojas)
* Glucósidos: taxicantina (hojas) y taxifilina (planta)
* Taxol: (hojas)
* Bacatina: (madera)
* Efedrina: (hojas)
* Ácidos: fórmico, tánico y gálico (hojas)
* Vitaminas : A (fruto)
La taxina más que tóxica es venenosa. Aunque no lo es de igual modo para todos los animales. Mientras para el hombre y el caballo, por ejemplo, resulta letal, a los rumiantes, conejos y liebres parece no afectarles en absoluto. Actúa sobre el sistema nervioso. La intoxicación se manifiesta por una primera fase de euforia, taquicardia y mareo, pasando en una segunda fase a vómitos, sequedad, labios azulados, calambres, dilatación de la pupila y finalmente colapso respiratorio y cardiovascular.
Actuación médica: Lavados de estómago, estimulantes cardiacos y respiración asistida. El desenlace, que se produce en un tiempo muy breve de unos 30 a 60 minutos, suele ser generalmente fatal. En caso de superación, suelen quedar secuelas en el hígado o riñones.
Respecto a su poder curativo, el emperador Claudio ya lo recomendaba como antídoto para algunas mordeduras de ofidios. En el siglo XVIII era considerado antirreumático, antimalárico y antiabortivo. Hasta que en 1971 un instituto americano descubrió en la corteza del árbol, el taxol, una sustancia que hoy en día es uno de los más potentes anticancerígenos. Afortunadamente esta sustancia ya no es necesario conseguirla talando árboles porque se obtiene sintéticamente en laboratorio.
* Alcaloides : Taxina (hojas)
* Glucósidos: taxicantina (hojas) y taxifilina (planta)
* Taxol: (hojas)
* Bacatina: (madera)
* Efedrina: (hojas)
* Ácidos: fórmico, tánico y gálico (hojas)
* Vitaminas : A (fruto)
La taxina más que tóxica es venenosa. Aunque no lo es de igual modo para todos los animales. Mientras para el hombre y el caballo, por ejemplo, resulta letal, a los rumiantes, conejos y liebres parece no afectarles en absoluto. Actúa sobre el sistema nervioso. La intoxicación se manifiesta por una primera fase de euforia, taquicardia y mareo, pasando en una segunda fase a vómitos, sequedad, labios azulados, calambres, dilatación de la pupila y finalmente colapso respiratorio y cardiovascular.
Actuación médica: Lavados de estómago, estimulantes cardiacos y respiración asistida. El desenlace, que se produce en un tiempo muy breve de unos 30 a 60 minutos, suele ser generalmente fatal. En caso de superación, suelen quedar secuelas en el hígado o riñones.
Respecto a su poder curativo, el emperador Claudio ya lo recomendaba como antídoto para algunas mordeduras de ofidios. En el siglo XVIII era considerado antirreumático, antimalárico y antiabortivo. Hasta que en 1971 un instituto americano descubrió en la corteza del árbol, el taxol, una sustancia que hoy en día es uno de los más potentes anticancerígenos. Afortunadamente esta sustancia ya no es necesario conseguirla talando árboles porque se obtiene sintéticamente en laboratorio.
No puede entenderse al margen de las características biológicas
y de su ubicación junto a un edificio religioso,
concretamente el templo parroquial. A partir de estos dos conceptos o
condicionantes de tipo físico se fue creando una compleja construcción
semántica, sociocultural identitaria y emotiva que explica el lugar que este
árbol ha ocupado y ocupa en el imaginario colectivo de cada parroquia y de
Asturias.
En Asturias se
ha declarado “sitio histórico” el de Abamia, uno de los más emblemático de
Asturias por su vinculación a los orígenes de la Monarquia Asturiana y la creencia
popular de que el Rey Pelayo y su esposa Gaudiosa fueron enterrados allí.
El texdu o tejo es una especie protegida en todo el
territorio asturiano desde 1986 y cuenta desde hace trece años con un plan de
manejo que señala que esta especia goza de un reconocimiento y arraigo cultural considerable en Asturias.
En el lugar donde yo trabajo es el campo, en Uruguay hay un Tejo muy antiguo..buen informe!!
ResponderEliminar