Si bien la fundación
del Monasterio de Corias se debe a una doble motivación de los condes, tanto
económica como religiosa, también se ve envuelta en lo legendario, en hechos sobrenaturales de
visiones y mandatos divinos, que no perseguían si no dar prestigio al edificio.
Esta leyenda narra cómo los condes, privados de descendencia, deciden fundar un
monasterio y mantenerlo en secreto. Al no encontrar el lugar adecuado para
ubicar su construcción, el inicio de la obra se fue demorando cada vez más.
Tanto fue el retraso acumulado que Dios Padre se apareció en un sueño a un
criado de los señores. Suero, que así se llamaba éste, escucho como el
Todopoderoso le apremiaba para que
manifestase a sus amos que no retrasasen
más su proyecto. Le indicó, no sólo dónde debía levantarse el edificio, sino también la advocación del nuevo
monasterio a San Juan Bautista. Por temor a ser un embustero, el criado decidió
guardar silencio. En tres ocasiones se repitió el sueño, siendo la última
visión aún mayor. Para que los condes, recibió éste una bofetada en la mejilla,
dejando visible la marca del golpe. Sin temor alguno, Suero decidió dar el paso
y relatar las visiones a sus señores, mostrando el golpe recibido en las
últimas de ellas.
Fue en la primera mitad
del siglo IX cuando los condes Piloño y Aldonza decidieron emprender la
fundación de un cenobio en el enclave donde hoy se encuentra la majestuosa obra
neoclásica que llego a nuestros días. Era el conde Piñolo una de las personas
más acaudaladas de la época en territorio asturiano, cuyas heredades (villas, brañas,
iglesias, monasterios y castillos) se
distribuían a lo largo y ancho de la tierra asturiana, desde oriente a
occidente, llegando incluso a sobrepasar dicho límite adentrándose en la zona
leonesa. Después de un periodo de continua ascendencia y prosperidad durante
gran parte dde la Edad Media, muchas veces entrando en conflicto con la nobleza
de la zona a fin de que no fuesen
usurpadas sus propiedades, el Monasterio de Corias entro en franca
decadencia, agudizada desde la segunda mitad del siglo XV por los abades
comendatarios. La crisis resultó insostenible por lo que el cenobio de San Juan
Bautista de Corias no encontró otra salida que anexionarse a Valladolid.
El 24 de septiembre
de 1763 cuando la desgracia sacudió los muros de cenobio. El fuego no quiso
cebarse completamente con la comunidad
de Corias, salvando la biblioteca, el archivo y la iglesia.
Para la reconstrucción del monasterio de monjes quisieron contar con un arquitecto de
primera línea, lo que les llevo a contactar con el gallego Miguel Ferro
Caaveiro, maestro mayor de la Catedral de Santiago.
Las obras se ejecutaron entre los años 1774 y 1808, a cuyo término
dieron como resultado un edificio neoclásico de dimensiones colosales. Su
aspecto sobrio y desornamentado lleva a hablar de un neoherrerianismo, de ahí
que se le conozca como “El Escorial” asturiano.
En virtud de los decretos de exclaustración de 1835 a 1836,
los monjes benedictinos debieron abandonar el monasterio, y este paso a
disposición del Estado. El edificio
quedo desabitado durante los 25 Años
siguientes, utilizándose solamente la iglesia.
De 1835 a 1860 queda en España un convento de Dominicos,
exceptuando expresamente en los decretos de exclaustración por estar dedicado a
la formación de misioneros para Filipinas y Asia,. El de Ocaña: pero al ser
insuficiente, de perdió y obtuvo del Gobierno la autorización para abrir 9otro
subsidiario, en el que pudiesen ser admitidos y formados parte de los futuros
misioneros. Al mismo tiempo, Antonio Orge, comisario general de los Dominicos
españoles, acariciaba la idea de restaurar
la provincia de España. Visito el monasterio de Corias, juzgando apto
para dichos fines y obtenidas las correspondientes licencias de la Santa Sede y
del Gobierno, los dominicos españoles adquirieron el monasterio y, tras
oportunas reparaciones, se restauro en
él la vida religiosa, el 11 de noviembre
de 1860, constituyendo la primera comunidad los padres Orge y Vicente Romero, procedentes
del convento de Ocaña, mas otros seis , y cuatro nuevos novicios que ingresaron
ese mismo día en la Orden. A ellos se
irían uniendo otros dominicos que vivían enclaustrados, además de las nuevas
vocaciones. Con la vida religiosa se instauraron también en Corias los estudios
superiores de Filosofía y teología de los dominicos en la provincia de España, convirtiéndose
el Convento de Corias en centro de estudios y de predicación. En ambos aspectos,
la provincia de Asturias fue la primera beneficiaria.
Los estudios de teología
se trasladaron luego al convento de San Estaban de Salamanca, en 1892,
pero continuaron en Corias los estudios de enseñanza media para las nuevas
vocaciones religiosas hasta 1957, en que pasaron al Colegio de la Virgen del
Camino en León, instalándose ese mismo año en Corias un Instituto laboral autorizado
por orden del 7 de noviembre del Ministerio de Educación y Ciencia, con
capacidad para 500 alumnos en régimen de internado, y que ha perdurado hasta el
año de 1979.
Entre los hijos ilustres del convento cabria mencionar tres
maestros generales de la Orden, los
padres José María Larroca, uno de los restauradores del convento; Manuel Suárez
de Herias (Lena) y Aniceto Fernández; los obispos Máximo Fernández, vicario
apostólico del Tonkin y Albino Menéndez
Reigada, obispo de Tenerife y luego de Córdoba, los escritores Luis Getino,
Juan González Arintero y Justo Cuervo; y el sociólogo padre José Gafo
La Iglesia, es la más antigua que el resto del edificio
monacal, se construyó entre 1593 y 1650. Es de estilo renacentista, con trazas
acordes con la corriente herreriana.
El interior de la misma presenta grandes proporciones, con una decoración sencilla y austera de
donde tan sólo resaltan las columnas de pilastras de piedra que sustentan arcos
fajones.
Al pie del templo una amplia tribuna conforma el coro.
Destaca la amplia sillería de madera, los dos órganos, uno de ellos barroco. La
fachada original clásica queda oculta tras la fachada principal del monasterio,
y destaca de ella un gran frontón triangular, rematado con tres grandes bolas a
modo de acroteras. En una de las capillas se conserva la pieza más destacable
el “Cristo de la Cantonada”, el ejemplo más bello de crucificado del siglo XII
de los conservados en Asturias. El retablo mayor es barroco de 1680, todo el
dorado y decorado on columnas salomónicas emparradas, donde destaca la imagen
de San Juan Bautista de gran expresividad. Es destacable la sacristía, una
amplia sala con bella cajonería y retablo.