viernes, 26 de septiembre de 2014

HISTORIA DEL TURRON DE DOÑA PEPA

El turrón de Doña Pepa es un dulce tradicional peruano relacionado con la festividad del Señor de los Milagros, formado por tres o más palos de harina distribuidos de manera similar al juego jenga, bañado con miel de chancaca y decorado con grageas y confites de varias formas y colores.
Se atribuyen tradicionalmente dos orígenes al tradicional postre limeño, que recuerda a la esclava Josefa Marmanillo, proveniente del cercano valle de Cañete, reconocida como buena cocinera:
La primera historia y la más difundida en la historia oral y escrita, cuenta que hacia fines del siglo XVIII, Josefa Marmanillo comenzó a sufrir una parálisis en los brazos, enfermedad que posibilitó que fuera liberada de la esclavitud, pero al mismo tiempo -al impedirle trabajar- la dejaba sin posibilidad de sustento: en tales circunstancias escuchó rumores sobre los milagros que realizaba la imagen del Cristo de Pachacamilla, viajó hasta Lima, y tanta fue su fe y devoción que se recuperó de su enfermedad, y en agradecimiento creó el dulce dedicado al Cristo de Pachacamilla, actualmente llamado Señor de los Milagros. En la siguiente salida del Señor, Josefa levantó el turrón, ofreciéndoselo.
Al regresar a Cañete, la esclava aseguraba que el Cristo la había mirado sonriendo mientras bendecía la ofrenda. También existe la versión que Josefa llevó una primera vez el turrón a la procesión y se lo ofreció al Cristo de Pachacamilla, curándose al retornar a Cañete.  En cualquier forma, en los años posteriores siempre regresó a Lima para ofrecer su turrón en las procesiones del Cristo morado a los fieles, tradición que continuaron su hija, su nieta, y las generaciones posteriores.
La segunda refiere que un virrey organizó un concurso premiando a quien hiciera un alimento agradable, nutritivo y que se pudiera conservar por varios días: la ganadora no fue otra que Josefa Marmanillo, por lo que su apodo «Doña Pepa» quedó asociado al postre.
Diversos documentos del siglo XIX dan cuenta que el postre en ese entonces también se conocía como «turrón de miel» o «turrón del Señor de los Milagros», como un mejoramiento y modificación del clásico turrón español con elementos nuevos y originales, el bautizo definitivo con el nombre «turrón de Doña Pepa» en recuerdo de su inventora, se produjo recién a inicios del siglo XX.
La miel de chancaca, un aporte africano a la gastronomía peruana, es la que principalmente le otorga el sabor dulce al turrón, si bien los palitos de harina casi no presentan sabor, la combinación de ambos ingredientes produce un gusto extraordinario. Esta miel no sólo se prepara a partir de chancaca (primera miel o melaza sin refinar de la caña de azúcar), son varios los ingredientes que se ponen a hervor junto con el agua, como lo son frutas ácidas como piña, naranja, membrillo, etc. y especias como canela y clavo de olor. La miel tomará el punto de bola blanda cuando esté lista.

Durante las épocas colonial y republicana existió un oficio dedicado exclusivamente a la venta del turrón, conocido como «turronero» o «turronera», quienes fueron representados en crónicas y acuarelas costumbristas como las de Pacho Fierro y el francés Charles Angrand.

No hay comentarios:

Publicar un comentario