viernes, 24 de agosto de 2012

DESDE LA PULPERIA A LA TABERNA DE QUEIROLO


Queirolo es mucho más que un bar… un lugar de excepción de nuestra Lima y, por qué no, también en nuestro Perú.

Durante estos dias de mis vacaciones en Lima, en mi Lima querida, he descubierto una serie de lugares que yo no conocia y ni sabia que existian. Un buen dia me he encontrado con mis viejos amigos de la infancia, de mi barrio, Edi, Alberto, mi hermano Eloy, Pedro, Marcos, Bertha, Aida, Cristel y alguns otros me recogen y me llevan a que conociera la  Bodega y Taberna “Santiago Queirolo” alla en Pueblo Libre.

Ya, en mi epoca de estudiante en la universidad Catolica, algunas veces frecuentaba el Queirolo del Jiron Quilca en Lima, soliamos almorzar cuando teniamos clases muy juntas y no podiamos ir a casa por lo justo del tiempo. Desde siempre le tuve cierta simpatia a esta casa. Tal vez por los muchos recuerdos entranables que uno guarda a ciertas cosas que le han pasado en su vida.

Se trata más bien de un ambiente cargado de tradición y donaire, un rincón del pasado que nos muestra imágenes del Pueblo Libre que pasó, pero sobre todo un lugar propicio para degustar de los mejores vinos y piscos de la famosa bodega de los Queirolo.

El dia que me invitan a conocer la taberna esta a tope, es vispera de ano nuevo, no hay mesas donde sentarse a conversar, nos ponemos en la barra y pedimos unos chilcanos de pisco y unos sándwiches de jamon del pais, con salsa criolla, qu son mpresionantes por su volumen. Mientras el mozo, quien enseguida me trata con sumos respeto y carino, como si fuera un cliente de toda la vida, empieza a traer lo ordenado. Nosotros hablamos y hablamos recordando cosas de nuestra infancia. Yo solo pregunto cosas que se vienen a mi cabeza de nuestro barrio, y tambien les pegunto por algunos amigos que no he vista desde hace mucho tiempo.  
Esta noche no es distinta a otras. La taberna esta llena de hombres y mujeres, de todas la edades, llegan de todos los lugares de Lima y el extranjero para disfrutar del ambiente de esta mágica taberna y degustar un añejo vino o un tradicional pisco, acompañado de algunos de los riquísimos potajes que ahí se ofrecen. La Antigua Taberna El Queirolo es el punto de encuentro obligado para todo aquel que ama el buen vivir. Veamos por qué…
Eran tiempos de Guerra para el Perú cuando los Queirolo fueron a instalarse al antiguo distrito de la Magdalena Vieja creado a mediados del siglo XVI, rebautizado en 1821 por el General Don José de San Martín con el nombre de Pueblo Libre. Es 1880 cuando se inicia la historia de El Queirolo con la fundación de la que hoy se recuerda como la Antigua Taberna Queirolo.
Le correspondió a Don Santiago Queirolo Raggio, el abuelo de “los Queirolo”, como muchos denominan a esta familia, fundarla. Se trataba de la típica pulpería de la época.
Si nos remontamos a la historia la pulpería era hasta inicios del siglo XX el establecimiento comercial típico de las distintas regiones de Hispanoamérica encontrándose ampliamente extendida desde centro América a los países del cono sur. Su origen data de mediados del siglo XVI, y proveía todo lo que entonces era indispensable para la vida cotidiana: comida, bebidas, velas (bujías o candelas), carbón, remedios y telas, entre otros.
También era el centro social de las clases humildes y medias de la población; allí se reunían los personajes típicos de cada región a conversar y enterarse de las novedades. Las pulperías eran lugares donde se podía tomar bebidas alcohólicas, se realizaban riñas de gallos, se jugaba a los dados, a los naipes, etc.
Los establecimientos eran una viva expresión de la cultura local, como en el caso rioplatense en donde solían contar con una o dos guitarras, para que los gauchos "guitarreasen" y cantasen o se organizaran payadas y bailes entre los parroquianos.
Quien la visitaba encontraba ahí diversidad de abarrotes, vinos, además de conservas, en fin… El Queirolo abastecía así a una clientela proveniente de haciendas de la zona como Maranga, Mateo Salado, San Felipe, Pando, Ayague, entre otras.
La casa con aires europeos donde se erigió la taberna de Queirolo, había sido construida tan solo pocos años antes, a mediados de la década de los 1870. Esta, que se conserva hasta la actualidad, muestra a quien la visita interiores que mantienen intacto el acogedor encanto con el que vino El Queirolo al mundo. Por ahí se puede ver y tocar uno de los primeros teléfonos que tuvo el Perú, por allá  en otro estante contemplamos un fonografo y una antigua caja registradora, en perfecto estado de conservación. Testimonio que la taberna contribuyó a su manera también con nuestra historia.
Todo teniendo como trasfondo una invalorable colección de fotografías que nos muestra como el negocio, con el paso del tiempo, creció sostenidamente. En la esquina, donde se encontraba la pulpería, funcionaría con el pasar de los años tan solo la taberna. A su costado, hacia el lado del Jr. San Martín, a pocos metros de ella, la bodega, consagrada a la elaboración y venta de vinos y piscos que hoy prestigian también a nuestro país.
Poco más de ocho décadas después de fundada la taberna, en 1963, el crecimiento del negocio impondría más cambios. Los viñedos de la bodega Santiago Queirolo serían mudados hacia tierras de la provincia de Cañete al sur de Lima. La sede original de la bodega es hoy solo el centro administrativo y de distribución. Actualmente, los Queirolo cuentan con más de 225 hectáreas de viñedos en Ica y Cañete, así como con una planta de elaboración que dispone de tecnología de punta en este campo.
Nos cuentan que en sus primeros años de existencia, su público era exclusivamente masculino. Y que, para dar con la taberna, la gente se trasladaba al principio en carretas o calesas que se estacionaban frente a ella. El tranvía que pasaba por la Avenida Brasil luego facilitaría la llegada de una clientela más nutrida y diversa. Hoy en día, la exclusividad masculina es cosa del pasado. Es más, dejando atrás la idea de que era un lugar exclusivo para el llamado sexo fuerte, este recinto, acogiendo a gente de toda edad, se ha convertido también en un lugar de encuentro familiar.
Con el transcurrir de los anos el Queirolo ha mejorado la calidad tanto en carta como en servicio, además de las mejoras llevadas a cabo dentro del propio local. El tiempo y el trabajo tesonero de esta familia señera convirtieron aquel pequeño negocio familiar en lo que hoy conocemos como la Antigua Taberna Queirolo. Un bar con personalidad propia, impregnado de una atmósfera de principios de siglo XX, donde se pueden degustar deliciosos piqueos, sánguches y, sobre todo, los vinos y piscos de Santiago Queirolo.
Así, Pueblo Libre es testigo de la singular Taberna Queirolo que desde sus inicios ha sido el bar preferido por todos aquellos que aman la buena tertulia y que pueden disfrutar de un servicio de restaurante y cafetería en un ambiente lleno de tradición. “Lo que más solicitan, por lo que yo he visto -nos decía un comensal- es el sánguche de jamón del país que hacen en casa, la patita de fiambre, la papa rellena, los choritos a la chalaca, el escabeche de pescado y los tradicionales piqueos de jamón, queso y cabanossi, todo acompañado de los infaltables vinos y piscos que dan realce a la comida”.
“Es la mejor taberna de Lima”, quien, ha sabido también cambiar, adaptándose a cada época y convirtiéndose así en un referente de la gastronomía limeña. Aunque nunca, al precio de sacrificar el ser el punto de reunión de todos aquellos que desean encontrar entre sus paredes uno de los antiguos y tradicionales bares limeños.
“Conozco de varios casos de personas que son clientes nuestros porque su abuelo o papá los trajo de chicos; ellos ahora traen a sus propios hijos… esta es la prueba además que nuestros clientes son de todas las edades y que se renuevan con el paso de cada generación. Lo que si puedo decir es que la taberna nunca está vacía, siempre tiene público… es decir una capacidad instalada para 100 personas que rotan con frecuencia durante todo el día…”.
Pero la Taberna Santiago Queirolo no es solo una casona en donde se venden riquísimos vinos y piscos, además de deliciosos platos, sino también es escenario y testigo de reencuentros, declaraciones de amor, discusiones e incluso una que otra pelea, momentos alegres, otros tristes y, sin temor a equivocarnos, en un refugio donde las personas van en búsqueda de un ambiente a fin de reconfortarse.
Alguien cuenta como aparecio en esa taberna del italiano Queirolo: “Fue una noche fría, no recuerdo de qué mes, pero creo que era el año 1994… cuando entré el local estaba casi lleno, todo era risas, se podía escuchar el sonido de los vasos, había mucha bulla… recuerdo que me senté y pedí un vino semi seco… estaba solo, por alguna razón un poco deprimido y con ganas de tomarme una copa para ahogar las penas”, nos cuenta don Felipe sobre su primer encuentro, entrañable, con la taberna.
“(Al poco rato), la bulla ya no me molestaba, todo lo contrario, me acompañaba. Solo tomé una botella esa vez, luego me fui a dormir… así empecé a venir los fines de semana, a veces solo, otras veces con algunos amigos… hago esto también cualquier día cuando tengo tiempo y dinero. Siempre es bueno darse un respiro… y de verdad la taberna te da un ambiente cómodo y agradable”, afirma este leal cliente…”
“Así como él -nos dice alguien que coincide con nosotros- hay cientos de historias de clientes fascinados por la magia de este lugar que tiene más de un siglo de existencia”. Lugar que a pesar de sus años no se ha quedado estancado en el tiempo. Una taberna que, sin temor a equivocarnos, nos permite afirmar que el Santiago Queirolo es mucho más que un bar… un lugar de excepción de nuestra Lima y, por qué no, también en nuestro Perú.
Lima, enero 2012

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