LA LEYENDA DE “´TATÁN ( y TERCERA PARTE)
Eran los años 50, cuando Lima, era una ciudad pequeña y tranquila, engendró a uno de sus más
recordados delincuentes: Luis D’Unian Dulanto, alias ‘Tatán’, el buen mozo de
la calle de las Carrozas en Barrios Altos.
“Tatán” había nacido en 1925, el
pequeño de color blanco-mestizo y cabello ondulado ya se hacía notar en el
callejón del barrio de Las Carrozas, donde era conocido como “Niño Dios”; pero
allí no quedaría; su alias, por el que siempre sería recordado, vino por su
tartamudez, al no poder pronunciar correctamente Tarzán. El pequeño solo
balbuceaba “ta tan ta tan”, y así se quedó.
A los 16 años ya empezaba como carterista hasta llegar a ser un experto en
cajas fuertes. Uno de sus maestros fue el hampón Ernesto Jaramillo Arteaga,
alias ‘Guta’. Quien lo hubiera visto, no se habría imaginado a un delincuente.
"El hombre tenía
pinta de todo, pero ni por asomo la de un delincuente". "Bien
parecido, de bigote finamente recortado, de suaves modales y una elegancia que
sacaba de cuadro".
Con la ayuda de los periódicos de la época llegó a
convertirse en leyenda popular, pues cada una de sus vicisitudes era celebrada
por la prensa. Con un estilo muy particular al vestir, hablar, caminar y hasta
sonreír, se llevaba a cualquiera al bolsillo, tal vez por eso se hizo famoso,
querido y también odiado. Su cínica sonrisa, que dejaba brillar su diente de
diamante, es lo que fugazmente se viene a la memoria de quienes alguna vez
vieron a ‘Tatán’.
Sobre él pesaba la doble
denuncia de haber robado más de un millón de soles (150 mil dólares al cambio)
y de haber hecho quemar vivo a otro avezado delincuente de la época. "Ya
me he regenerado" -le dijo a Tamariz al final de la entrevista-, "si
consigo salir libre me haré jugador de fútbol profesional". Tatán salió.
Al escuchar la sentencia que lo absolvía "por falta de pruebas",
esbozó una sonrisa de medio lado que hizo brillar su famoso diente. Y una vez
en la calle, murió en su ley, a puñaladas.
Fue uno de los personajes favoritos de la prensa de aquellos años,
derrochando tinta en sus “hazañas”, dudando a veces de sus atropellos a la ley
o ensalzando, de vez en cuando, su buen corazón por ayudar a los demás. ‘Tatán’
era el blanco perfecto para las famosas “cortinas de humo” y eso a él parecía
fascinarle.
Su vida fue llevada a la televisión en la
miniserie protagonizada por Oscar Carillo.
‘Tatán’ carecía de rasguños o cortes que lo delatasen; todo lo contrario,
era el ladrón mejor vestido de todos los tiempos, dicen que contaba con 18
ternos que una “tía acomodada” le regalaba. Fácilmente podría ser una de sus
tantas amantes con dinero que mantenían sus gustos por el buen vestir.
Existe una leyenda que un día en la comisaria le preguntaron a Tatán sobre
su buen vestir y él respondió que lo mantenía una amante rica, su historia no
fue muy verídica, por su misma reputación de ser un ladrón, pero posteriormente
se pudo comprobar que decía las verdad, ya que la supuesta amante llegó a la
comisaria a abogar por él.
Las crónicas policiales de la época contaban que siempre una guapa mujer
llegaba a testiguar a favor de ‘Tatán’ en cada juicio, que por cierto eran todo
un show. A las pocas horas, el “Reyezuelo del hampa”, como también lo llamaban,
salía en libertad como toda una celebridad, que los fotógrafos no podían perder
de vista.
Sus idas y venidas en la cárcel empezaron desde los 18 años. Era enero de
1943, cuando fue detenido por primera vez, luego volvió a caer en mayo de 1944.
Al año siguiente, pasó nuevamente a la cárcel y de allí a El Frontón. Fue
acusado de quemar vivo a un hampón apodado ‘La Zamba’, pero salió absuelto por
falta de pruebas. Pero regresó en 1954. Dos años después, el fiscal de entonces
Ibarra Samanez pidió una larga condena, pero nuevamente logro burlar la
justicia y se fue a Chile.
Fue en 1956, cuando el periodista Domingo Tamaríz conoció en la
Penitenciaría de Lima a ‘Tatán’, esa vez había sido detenido por el robo a la
antigua Caja de Ahorros y Consignaciones (Banco de la Nación de la época).
Recuerda que se llevaron la caja fuerte con 2 millones de soles y, según el
delincuente, ese sería la última vez que cometería un delito. “Ya quiero
cambiar”, le aseguraba al periodista. Aquella vez fue trasladado a El Sexto, en
medio de un griterío de mujeres que decían a viva voz “Niño Dios”. Como
siempre, al poco tiempo, logró salir.
Fue muchas veces inquilino de las prisiones, lugar donde transcurría sus
horas de amargura y las de “éxito”. Allí adquirió esa aureola que, por poco, lo
lleva a las radioemisoras. Fue un gran ajedrecista, según se afirma, capaz a la
vez de jugar a ciegas y conversar con sus amigos. El lugar perfecto para
escribir sus memorias, las cuales iban a ser publicadas en un folletín.
En diciembre de 1959, Caretas titulaba “Otra vez inocente”. La nota
acompañada con grandes fotos junto a su abogado Luis Enrique Melgar y su madre,
pintaban por completo al ‘Tatán’ de siempre, el que burlaba todo lo que quería,
y cuando quería.
No pasó mucho tiempo, pues en junio de 1961 fue capturado en Barranco y,
nuevamente, llevado a prisión. Sería la última vez que estaría en la calle.
Al año siguiente murió en la Cárcel
Central de Varones, en manos de otro delincuente, Javier “China” Peralta. Nueve
puñaladas en su cuerpo fue la venganza de la “China”, pues años atrás, según
cuentan las noticias de la época, ‘Tatán’ quemó vivo a su pareja, otro
delincuente, Víctor Pizarro alias “La Zamba”.El inquilino favorito de la cárcel
murió el 15 de junio de 1962, en manos de ese despechado colega suyo. Murió en
su ley. Con su desaparición, las páginas policiales de aquella Lima dejaban en
paz a uno de sus más célebres personajes, pero la leyenda que habían creado
nunca murió y sigue viva hasta nuestros días.
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