jueves, 9 de agosto de 2012

El huaylarsh, una danza tradicional que imita el galanteo del zorzal




Conocida danza nace de fusión creada hace más de 500 años.
El zorzal o chihuaco, un curioso pájaro silvestre de plumaje de color negro, patas y pico amarillo, dio origen hace 548 años al huaylarsh, varonil y aguerrido baile costumbrista muy difundido en la sierra central del país. En esta danza se imita el cortejo de esta ave que, con las alas desplegadas, brinca y zapatea y revolotea en torno a la hembra hasta conquistarla. También se le conoce como 'la danza de los guerreros imbatibles'.
La historia del huaylarsh se remonta a 1460, cuando los incas invaden el valle del Mantaro para someter a los huancas. El jefe de la comunidad Anco Huaillo no se rindió: antes de que su pueblo (hoy corresponde a la provincia de Chupaca) sea sometido, ordenó a sus habitantes escapar hacia la selva central, y se estableció en el valle del río Huallaga.
Pasaron muchos años. En todo ese tiempo los miembros de aquella comunidad extrañaron su tierra de origen. Entonces decidieron retornar a Chupaca a mediados de 1850. Ellos llegaron con sus propias costumbres, ataviados con trajes peculiares y danzando, al igual que el chihuaco, un baile llamado shapish. Quienes habitaban Chupaca bailaban el walarsh, que en quechua significa 'joven', y que representa las labores de pastoreo, la siembra, la cosecha y la gratitud a la pachamama.
Entonces, ambas coreografías costumbristas se fusionaron para formar el famoso huaylarsh (hay quienes también llaman a esta danza 'el baile del amor y del trabajo').
COQUETERÍA ANDINA
Esta danza comienza cuando las wamblas (muchachas juguetonas y coquetas) inician el tacanacuy (combate cuerpo a cuerpo) al lado de sus parejas, los walash (muchachos). El tacanacuy es una variante antigua de este baile andino, que consiste en enfrentamientos entre grupos de campesinos acompañados de sus instrumentos musicales, quienes salían a las calles para encontrarse con sus rivales y terminar en una batalla campal en las que intervenían hombres y mujeres.
Ahora el huaylarsh conjuga todos estos movimientos. Destaca el frenético zapateo que retumba en el ambiente. De cuando en cuando se escuchan sonoros guapidos (gritos peculiares) que lanzan los varones mientras que, con bruscos movimientos de brazos, cabeza y tronco (como el chihuaco), buscan ser aceptados por las jóvenes que bailan con ellos al compás de las orquestas típicas.
Con estas manifestaciones se ahondan más los lazos emocionales de las parejas. Así bailan y guapean en los pueblos de Pucará, Viques, Huayucachi, Sapallanga y demás localidades del valle, constituyéndose en el genuino sentimiento folclórico de la gran nación huanca.
Esta danza se practica después de la época de cosecha, en marzo y abril. En la actualidad, se conocen dos variantes de este género. El huaylarsh antiguo o tradicional, cantado por mujeres acompañadas por violines, y el huaylarsh moderno, en el que intervienen orquestas típicas que incluyen saxofones, barítonos, clarinetes, arpas y violines.
Carnavales en las alturas de Cerro de Pasco
El intenso frío no es obstáculo para celebrar los carnavales en Cerro de Pasco, porque todos salen muy bien arropados y con los rostros pintados para recorrer calles y plazas. Las principales autoridades de la provincia encabezan las pandillas en una tradición que tiene 120 años y que aún se mantiene en las alturas del departamento.
Esta tradicional celebración nació cuando los mineros, hace más de un siglo, empezaron a reunirse para dar rienda suelta a sus sentimientos durante las fiestas y compusieron canciones referentes a sus sueños y anhelos, pero también sacrificio de sus jornadas diarias dentro los socavones mientras buscan el metal precioso.
Esta manifestación popular fue creciendo con el correr de los años y hoy desde todos los barrios parten carros alegóricos con sus respectivos grupos de alegres danzantes, para darse cita en la fiesta.

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