El Combate del Callao ó también
llamado Combate del 2 de Mayo, también llamado (Combate del 2 de mayo de
1866), fue un enfrentamiento en aguas de este puerto peruano entre una
escuadra de la Armada Española, al mando del almirante Casto Méndez Núñez
y las defensas del Callao, bajo mando del entonces Jefe Supremo de la
República del Perú, Mariano Ignacio Prado, en el transcurso de
la Guerra hispano-sudamericana..
Tras el bombardeo de Valparaiso, una
operación de castigo muy reprochada por tratarse de una población indefensa, la
escuadra española se dirigió al puerto del Callao, la plaza más fuerte de
Sudamérica. La batalla y su resultado aún son objeto de polémica. Mientras
que la historiografía española sostiene que la escuadra se retiró sin daños graves
tras destrozar las defensas del Callao, dando por cumplido su cometido, los
peruanos mantienen que las baterías de tierra conservaron su capacidad de
combate, y que la escuadra se retiró debido a sus daños y la falta de munición.
Antecedentes.- En 1862, España
organizó una expedición naval científica y diplomática que debía recorrer toda
la costa americana, desde Río de Janeiro hasta San Francisco. La
Escuadra española realizó su misión, llegando hasta California. De
regreso, los buques pararon nuevamente en el Callao (a la ida también habían
fondeado allí) y recibieron noticias de que en la hacienda de Talambo habían
sido asesinados unos colonos españoles. Para algunos historiadores en realidad
lo ocurrido fue una riña entre los colonos y los peones de la hacienda que
pretendían apresar a uno de ellos que había sostenido un altercado con el
propietario, los ánimos se caldearon y en medio de los disparos que
intercambiaron ambos grupos, resultaron muertos un español y un peruano
quedando también varios heridos, para otros autores se trató de una reacción
xenófoba en el contexto del altercado contra colonos vascos recientemente
llegados al lugar.13 En esos días se
sucedieron una serie de cambios en la representación diplomática española ante
el Perú que dejaron como único representante al vicecónsul Albistur. Mientras
la Escuadra abandonaba Callao y llegaba a Valparaíso, entró en
escena Eusebio Salazar y Mazarredo quien se ofreció para llevar la
correspondencia oficial a España. De allí volvió a Lima con el cargo de Ministro
de Su Majestad en Bolivia y Comisario Extraordinario para el Perú y
solicitó una reunión con la autoridad competente del gobierno. El
canciller Juan Antonio Ribeyro le indicó que la entrevista sería
confidencial, pues no le reconocía el cargo de Comisario, a lo que
Salazar respondió indignado que no aceptaba y se marchó al encuentro del
almirante Luis Hernández Pinzón, Comandante General de la Escuadra del Pacífico.
Una vez reunidos, Salazar indicó al almirante que Perú no resolvería justamente
el caso de los asesinatos de Talambo y que además, el país se estaba armando.
Aunque las órdenes principales dadas en Madrid indicaban:
fije V.S. [Salazar]
altamente su intención en que la misión que el Gobierno de S.M. le confía es de
paz: que el Gobierno quiere paz y buena inteligencia
Salazar entregó a Pinzón las instrucciones
secundarias en las que el deseo de paz estaba condicionado por la resolución
justa del caso de Talambo y en las que se afirmaba que quedaba justificado el
uso de la fuerza en el caso extremo de atentado contra la seguridad de los
barcos, su personal o el honor nacional. Aunque Pinzón solicitó el resto de
órdenes, Salazar le indicó que no eran importantes. Así, el 14 de abril de
1864 la Escuadra ocupó las islas de Chincha.
Cuando los buques acudieron al Callao a
informar de la ocupación, se produjeron algunos incidentes al pedir protección
a la Escuadra un barco español amarrado a puerto. Aunque la flota peruana
encendió sus calderas, la artillería del puerto se preparó y la Escuadra tocó
zafarrancho de combate, finalmente no ocurrió nada más.
Ante esta situación, el gobierno español
decidió enviar varios buques para reforzar la Escuadra y el chileno negó
cualquier abastecimiento a los barcos españoles.
El 24 de noviembre la Junta de
Guerra peruana determinó la imposibilidad de vencer a la Escuadra con las
fuerzas de que disponían. El 6 de diciembre el general José
Manuel Pareja llegó desde España para sustituir al almirante Pinzón y el 30 se
realizó la primera conferencia entre los generales Pareja y Vivanco, que
culminaron con la redacción del Tratado Vivanco-Pareja. El documento
establecía el intercambio de embajadores, el saludo a los respectivos pabellones,
la reprobación oficial a Salazar, la desocupación de las islas Chincha y el
pago a España de 3 millones de pesos como indemnización por los gastos
causados.
El 2 de febrero de 1865 el
Tratado era ratificado por el Presidente del Perú, Juan Antonio Pezet. El
día 28 el coronel Mariano Ignacio Prado se levantó en armas, dando
comienzo a la denominada Revolución de Arequipa que
terminaría derrocando a Pezet, por haber firmado un tratado que se consideraba
humillante para la nación, y alzando al poder a Prado como Jefe Supremo
del Perú.
Mientras tanto, el general Pareja
presionaba a Chile para que levantara las restricciones impuestas a los buques
españoles, una vez que recibió el cargo de Ministro plenipotenciario ante este
país. Ante la negativa del gobierno de Santiago, declaró toda la costa chilena
en estado de bloqueo el 24 de septiembre. Aunque, debido a los pocos
buques españoles, éste se redujo a Coquimbo y Caldera. En respuesta a esta
decisión, Chile declaró la guerra a España el día siguiente.
El 26 de noviembre la corbeta
chilena Esmeralda capturó a la goleta española Virgen
de Covadonga en lo que se conoció como combate de Papudo. Este
hecho provocó el suicidio del almirante Pareja.
El 12 de enero de 1866 Perú y
Chile firmaron una alianza y declararon la guerra a España. Poco después, se
unirían Ecuador (30 de enero) y Bolivia (22 de marzo), aunque sin
participar activamente en la contienda.
Entre el 7 y 8 de febrero, las
escuadras aliadas del Perú y Chile, con una postura defensiva, combatieron
contra dos fragatas españolas en Abtao.. Ante la imposibilidad de
encontrar a la flota aliada para hundirla o capturarla, el nuevo Comandante
General de la Escuadra, Casto Méndez Núñez contra su voluntad, y en
cumplimiento de las órdenes dadas por el gobierno español, bombardeó el
puerto de Valparaíso. Éste estaba indefenso, por lo que el bombardeo fue
duramente criticado. Terminada la acción, la Escuadra puso rumbo a la Isla
de San Lorenzo, en el Callao.
Al tener noticias de estos hechos y de la
inminente llegada de la flota española, el gobierno peruano inició la
construcción y reforzamiento de las defensas costeras del puerto contando
desde el principio con la entusiasta colaboración del pueblo.
Escuadra del Pacífico.- La Escuadra del Pacífico estaba compuesta,
el día del combate, por una fragata blindada (la Numancia), cinco
fragatas de hélice (Blanca, Resolución, Berenguela, Villa
de Madrid y Almansa), una corbeta de hélice (la Vencedora)
y siete buques auxiliares (los vapores de transporte Marqués de la
Victoria, Paquete del Maule, Uncle Sam y Matías
Cousiño y los transportes a vela Mataura, María y Lotta
and Mary). La Escuadra contaba en total con 272 cañones: 270 montados en
los buques de guerra y en sus embarcaciones menores y 2 en el Marqués
de la Victoria.
En el combate participaron únicamente los
buques de guerra, quedando el resto como buques auxiliares en tareas de socorro
o de alojamiento para los refugiados españoles huidos del Callao. De los 270
cañones de la escuadra, hay que descontar la mayor parte de los cañones de las
embarcaciones menores, que no participaron, y los 2 inservibles de la Villa
de Madrid, que habían explosionado en el transcurso del combate de
Abtao. Aunque todos los estudiosos de este combate (Iriondo, Novo y Colson,
Romero Pintado...) coinciden en hablar de 245 cañones, José Ramón García
Martínez en su obra El Combate Del 2 de mayo de 1866 En El Callao:
Resultados y conclusiones concluye que, aparte de las 245 piezas
mayores que montaba la Escuadra, está documentado el uso de otras 7 piezas
menores. Así que por parte española participaron un total 252 cañones, la mayor
parte (126 piezas) de 68 lb (20 cm).
A continuación se incluye una tabla en la
que se especifica la artillería montada en cada buque, según El Combate
Del 2 de mayo de 1866 En El Callao: Resultados y conclusiones:
División
|
Nombre
|
Tipo
|
Desplazamiento
|
Armamento principal
|
Armamento secundario
(No participa en el combate) |
I División
|
Numancia
|
Fragata
blindada
|
7420 t
|
34 cañones de
20 cm
|
2 cañones de
12 cm
|
2 cañones de 8 cm
|
|||||
2 obuses de 15 cm
|
|||||
Blanca
|
Fragata
de hélice
|
3800 t
|
10 cañones bomberos de
68 lb
|
2 cañones de 8 cm
|
|
14 cañones de a
32 lb (núm. 3)
|
|||||
12 cañones de a
32 lb (núm. 4)
|
|||||
2 obuses de 15 cm
|
|||||
2 cañones de
12 cm
|
|||||
Resolución
|
Fragata
de hélice
|
3096,440 t
|
14 cañones de a
68 lb
|
—
|
|
14 cañones de a
32 lb (núm. 2)
|
|||||
12 cañones de a
32 lb (núm. 4)
|
|||||
1 cañón de 12 cm
|
|||||
II División
|
Berenguela
|
Fragata
de hélice
|
3800 t
|
10 cañones de
20 cm
|
2 obuses de 15 cm
|
14 cañones de a
32 lb
|
|||||
12 cañones de
16 cm
|
2 cañones de 8 cm
|
||||
Villa
de Madrid
|
Fragata
de hélice
|
4731 t
|
34 cañones de a
68 lb
|
—
|
|
10 cañones de a
32 lb
|
|||||
6 cañones de a
32 lb (núm. 2)
|
|||||
III División
|
Almansa
|
Fragata
de hélice
|
3980 t
|
34 cañones de
20 cm
|
2 obuses de 15 cm
|
6 cañones de
16 cm (núm. 2)
|
|||||
8 cañones de
16 cm
|
2 cañones de 8 cm
|
||||
2 cañones de
12 cm
|
|||||
Vencedora
|
Corbeta
de hélice
|
778 t
|
2 cañones bomberos de
20 cm
|
—
|
|
1 cañón de 12 cm
|
Según los datos recogidos por Eduardo
Iriondo en su libro Impresiones del viaje de circunnavegación en la
fragata blindada Numancia, el número de cañones sería ligeramente distinto
al expresado por García Martínez. Aparte de contabilizar o no las piezas
menores, de lo que ya se ha hablado anteriormente, la Villa de Madrid,
según Iriondo, montaría dos cañones menos y la Almansa dos
más. Sin embargo, el cómputo final sigue siendo el mismo, por lo que el hecho
no varía mucho los datos (si es que lo hace).
Defensas del Callao.- Las defensas del Callao consistían en una serie de
baterías que se habían emplazado al norte y sur de la población y en el muelle,
en tanto que los buques de guerra (los monitores Loa y Victoria y
los vapores Tumbes, Sachaca y Colón)
se situaron en el centro, a las órdenes del capitán de navío Lizardo Montero
Flores.
La comandancia general de baterías del
norte la tenía el coronel José Joaquín Inclán González Vigil; en las
defensas de este sector sobresalía la Torre Junín, y el
fuerte Ayacucho colocado cerca de la estación del ferrocarril.
En el sector sur, al mando del General Manuel de La Cotera, las principales
defensas eran el fuerte Santa Rosa y la Torre La
Merced.
Contabilizaban un total de 69 cañones, 56
en las baterías y 13 en los buques de guerra. De este total, pueden obviarse
los 6 cañones de la batería Zepita, pues no participaron en el combate por
estar orientados a la Mar Brava. De estas 63 piezas de artillería cabe destacar
los llamados "cañones monstruosos": 4 Amstrong de a 300 lb y
5 Blakely de a 500 lb. También se colocaron una serie de torpedos
finos delante de las baterías de la zona sur, seis canoas-torpedo en
la zona norte y un torpedo de botalón sujeto al vapor Tumbes,
atracado en el muelle.
En cuanto a los buques de la Marina
de Guerra presentes en el Callao, dos de ellos no llegaron a participar
activamente en el combate (los vapores Sachaca y Colón). Cabe
señalar que los dos monitores habían sido expresamente construidos en el Perú
por ingenieros nacionales durante la guerra, se realizaron imitando al USS
Monitor y al CSS Virginia, acorazados de la Guerra Civil
Estadounidense, lo que despertó la admiración de la prensa de ese país y sus
marinos presentes; en uno de los artículos publicados por el Washington
News se señala que el monitor Victoria a pesar de recibir
diez impactos españoles no fue dañado.
El General Juan Buendía estaba al mando de
los batallones de infantería y caballería situados a lo largo de la línea del
frente, tras las baterías, que tenían la misión de repeler el ataque en caso de
que se produjera un desembarco español lo que sin embargo nunca estuvo en los
planes de la escuadra atacante.
Para la defensa del primer puerto y de la
ciudad de Lima, el entonces alcalde Pablo Antonio Salinas y Castañeda hizo
un llamado exitoso a las colonias extranjeras afincadas en la capital, para que
instalaran compañías de bomberos. Y respondieron así las colonias inglesa,
francesa, italiana, alemana...En pocos días se crearon numerosas bombas que
combatieron los incendios que se propagaron en el puerto a lo largo del
combate.
A continuación se incluye una tabla en la
que se especifica la artillería disponible para la defensa de la ciudad, según
Fernando Romero Pintado en su obra Historia Marítima del Perú:
Zona
|
Nombre
|
Armamento
|
Jefe
|
|
Zona Sur
|
Batería Abtao
|
6 cañones de a 32 lb
|
Tnte. Crnl. Benito del
Valle
|
|
Torre La Merced
|
2 cañones Armstrong de
a 300 lb
|
|||
Batería Maypú
|
6 cañones de a 32 lb
|
Crnl. Ruperto Delfín
|
||
Fuerte Santa Rosa
|
2 cañones Blakely de a
500 lb
|
Cap. Guillermo Johnes
|
||
1 cañón de a 68 lb
|
||||
7 cañones de a 32 lb
|
||||
Batería Chacabuco
|
5 cañones de a 32 lb
|
Tnte. Crnl. Manuel
Rodríguez
|
||
Batería Provisional
|
5 cañones de a 32 lb
|
Cap. José Sánchez
Lagomarsino
|
||
6 cañones de a 32 lb
|
Crnl. José Antonio
Morón
|
|||
Torpedos fijos delante
de las baterías
|
—
|
|||
Zona Norte
|
Batería Independencia
|
6 cañones de a 32 lb
|
Tnte. Crnl. Mariano Delgado
de la Flor
|
|
Torre Junín
|
2 cañones Armstrong de
a 300 lb
|
Sgt. Myr. Tomás
Iglesias
Crnl. José Joaquín Inclan |
||
Batería Pichincha
|
5 cañones de a 32 lb
|
Tnte. Crnl. Melchor
Delgado
|
||
Fuerte Ayacucho
|
2 cañones Blakely de a
500 lb
|
|||
6 canoas-torpedo
delante de las baterías
|
—
|
|||
Muelle
|
Cañón del Pueblo
|
1 cañón Blakely de a
500 lb
|
Cap. Hermilio Cabieses
|
Desplazamiento
|
Monitor
Loa
|
1 cañón de a 110 lb
|
Cap. Camilo N.
Carrillo
|
575 Tm
|
|
1 cañón de a 32 lb
|
||||
1 cañón de a 68 lb
|
Cap. Juan Antonio
Valdivieso
|
apróx. 300 Tm
|
||
2 cañones de a 100 lb
|
250 Tm
|
|||
1 torpedo de botalón
|
||||
Vaport
Sachaca
|
6 cañones de a 12 lb
|
Cap. Toribio Raygada
|
s/d
|
|
Vapor
Colón
|
2 cañones de a 12 lb
|
Cap. Patricio Iriarte
|
apróx. 300 Tm
|
Sobre las defensas del Callao, Pedro de
Novo y Colson en su obra Historia de la guerra de España en el Pacífico incluye
el parte que dirigió el Jefe del Estado Mayor General al Ministro de Guerra,
según el cual la ciudad contaba con un total de 57 piezas de artillería. Sin
embargo, en este cómputo no contabiliza los cañones de los vapores Sachaca y Colón.
Así, sumando los 8 de estos buques a los 57 anteriormente citados dan un total
de 65 piezas. Es decir, 4 menos que las dadas por Romero Pintado.
En las Vísperas del combate.- La ciudad de
El Callao lucía embanderada, había sido abandonada por todos aquellos que no
eran combatientes, a ella se habían desplazado diversas compañías de bomberos y
establecido hospitales de sangre para atender a los heridos. En los momentos
previos al combate los comandantes de ambas fuerzas dirigieron las siguientes
proclamas a sus hombres:15
"Peruanos: Hace cuarenta años flameaba en las fortalezas del Callao la
bandera española. Nuestros padres la hundieron en los mares después de haberla
humillado en los campos de Junín y Ayacucho. Hoy nuestros enemigos la enarbolan
de nuevo en esas mismas playas que han contemplado dos veces su derrota y
nuestro triunfo. Mañana les probaremos por tercera vez que es invencible el
pueblo que combate por su honra y por su libertad. Cincuenta cañones defienden
contra trescientos el honor nacional. Ellos tienen la fuerza; nosotros la
Justicia... Peruanos: nuestros mas fervientes votos van a cumplirse. Váis a
vengar el ultraje del 14 de abril. La hora de la lucha se acerca. Cada hombre a
su puesto! Al fuego de nuestros cañones hagamos sentir, a los incendiarios de Valparaíso,
la virilidad de un pueblo que prefiere la honra a la vida. Soldados y Marinos:
nuestra causa es la causa de toda América, Defendemos el honor y la libertad de
un continente. ¡Viva el Perú!"
General Mariano Ignacio Prado. Baterías del Callao, 1ro de mayo de
1866
"Marinos y soldados: Después de una larga y cruda campaña, hoy se nos
presenta la ocasión de cerrarla dignamente, castigando cual se merece la osadía
y perfidia de un enemigo que nada ha dejado de poner en práctica para
vilipendiar a nuestra querida España; a España que hoy espera de nosotros que
la venguemos dignamente. Un mismo deseo nos anima a todos, y yo no puedo dudar
de que con vuestro valor, decisión y entusiasmo, lo veréis satisfecho,
volviendo al seno de vuestras familias después de consignar una página de
gloria en la historia de la marina moderna, dejando su honra a la altura que
nuestra Patria tiene derecho a esperar. ¡Viva la Reina!"
Almirante Casto Méndez Núñez. Cabezo de la isla San Lorenzo, 2 de mayo
de 1866.
El combate que se iba a librar tenía para
españoles y peruanos una mayor importancia moral que militar, los primeros
esperaban cerrar su campaña en el Pacífico castigando las ofensas, que
consideraban, había realizado el Perú contra las propiedades españolas y su
negativa a pagar la deuda de independencia, demoliendo su principal puerto.
En el bombardeo de la población no se cesará sino después de ser indudable
que la importancia del fuego es tal que la dejara reducida a cenizas.
"Orden de la Escuadra". Mayor General Capitán de
Navío Miguel Lobo y Malagamba
Los peruanos por su parte ansiaban vengar
el ultraje que les significaba la ocupación sin previa declaración de guerra
del territorio peruano (las islas Chincha) así como también el tratamiento
diplomático que había tenido el gobierno español con el del derrocado
presidente Pezet, procediendo como si se tratara de una colonia al enviar a
un Comisario en lugar de un Plenipotenciario para resolver sus
diferencias. Mientras no se unieran a la flota aliada estacionada en costas
chilenas los modernos blindados Independencia y Huáscar, adquiridos en
Inglaterra, las fuerzas peruanas solo podían mantener una postura defensiva,
impidiendo con sus baterías costeras que el Callao corriera la misma suerte que
el puerto chileno de Valparaíso.
El combate.- El 2 de mayo de 1866, a las
10:00 la escuadra española, que se hallaba fondeada en la isla de San
Lorenzo, comenzó a levar anclas para marchar en dirección a El Callao. El buque
insignia, la fragata "Numancia", encabezaba una formación en V,
sirviendo además de protección (por ser el único blindado) para los demás
barcos. Desde una perspectiva técnica esta formación no pudo haber sido peor
dado que, según diversos autores12 ,17 el ataque hubiera
sido más efectivo si tomando a las baterías del sur entre dos fuegos incluyendo
por retaguardia se hubiera bombardeado luego la población para finalmente
lanzarse sobre las defensas del norte, por una cuestión de honor militar la
intención del almirante español era atacar las baterías de frente.
A las 11:30 la "Numancia" largó
la señal de zafarrancho de combate. La escuadra se dividió en dos grupos. El
primero (I División), compuesto por la "Numancia", la
"Blanca" y la "Resolución" se dirigió hacia las defensas de
la zona sur. El segundo, compuesto por la "Berenguela" y la
"Villa de Madrid" (II División) y por la "Almansa" y la
"Vencedora" (III División), se dirigió hacia el norte. La II División
debía atacar las defensas de la zona norte y la III debía enfrentarse con la
flota peruana y bombardear el muelle y la población.
A las 11:50 la "Numancia"
comenzó el bombardeo, siguiéndola a continación la "Blanca" y la
"Resolución". Al tercer disparo del buque insignia español, los
cañones de la Torre de La Merced respondieron al ataque. Esto es debido a la
actitud de José Gálvez, ministro de la Guerra quien no permitió a los
artilleros disparar hasta que no lo hicieran los españoles. Al preguntarle el
porqué, respondió: «Justifiquemos nuestra causa». A continuación todas
las baterías de la zona sur abrieron fuego, mientras el ministro gritaba «Españoles
aquí os devolvemos el tratado del 27de enero». Este hecho hizo perder a las
defensas del sur la iniciativa estratégica. Ningún disparo peruano hizo blanco.
Por lo que hubo que recalibrar los cañones. Esta pérdida de tiempo (los grandes
cañones tenían una cadencia de fuego de entre veinte y veinticuatro minutos) se
podría haber evitado si la artillería peruana hubiera comenzado a disparar
mientras los buques españoles tomaban posiciones (momento en el que se
encontraban prácticamente indefensos). Esto no pasó así en el frente norte,
donde las baterías peruanas sí aprovecharon esos momentos críticos para abrir
fuego.
Al poco de comenzar el combate el
"Cañón del Pueblo", un Blakely de 500 libras, tras realizar
su primer disparo descarriló por el retroceso, quedando inservible durante todo
el combate.
A las 12:10 el vapor "Tumbes"
comenzó a salir del muelle con la intención de hacer volar su torpedo de
botalón contra un buque español. Los disparos de la "Numancia" y la
"Almansa" le hicieron retroceder y guarecerse de nuevo en el puerto.
A las 12:30 la "Berenguela"
llegó a su posición, rompió fuego contra las defensas del norte y fue
respondida desde las baterías peruanas.
Algo más tarde de las 12:30 un disparo
probablemente procedente del monitor "Loa" fue a parar a la
barandilla del puente de la "Numancia", donde se encontraban el
Capitán Núñez, Comandante General de la Escuadra. La bala produjo ocho heridas
de cierta gravedad a Méndez Núñez, que exclamó: «Me han llevado el brazo».
A pesar de las insistencias de los oficiales, el Comandante General se negó a
retirarse al hospital de sangre, hasta que finalmente se desplomó por la
pérdida de sangre. Antes de que se lo llevarán del puente ordenó que no se
arriara su pabellón para no desanimar a las tropas.
Entre las 12:45 y las 13:00, la
"Villa de Madrid" llegó a su destino y paró las máquinas para
colocarse en posición de combate. Mientras maniobraba, un certero disparo procedente
de la Torre "Junín" cayó sobre ella, destrozando su tubo de
conducción de vapor, matando a 13 hombres e hiriendo a 22. La bala dejó
inmovilizada a la fragata. La "Almansa" comenzó a maniobrar para
socorrer a la "Villa de Madrid", pero al ver que la más ágil
"Vencedora" ya iba en su ayuda, continuó con el combate. Mientras era
remolcada fuera del combate, la fragata llegó a efecuar 200 disparos.
Pasadas las 12:45 la Torre
"Junín" cesó de hacer fuego.
A las 13:00 una granada, muy probablemente
disparada desde la "Blanca", cayó sobre los saquetes de pólvora de
uno de los cañones de la Torre de La Merced. Al reventar hizo saltar por los
aires la torre, pereciendo 41 hombres, entre ellos el ministro José Gálvez, el
ingeniero colombiano Cornelio Borda, el jefe de la torre, Coronel Enrique
Montes, el Capitán de Artillería chileno Juan Salcedo y el Coronel Toribio
Zavala, hermano de Juan de Zavala, ministro de Marina de España. Después
de la explosión, la "Resolución" se separó de la I División y se
dirigió hacia el muelle para apoyar a la III División. Tras bombardear la
población y la flota peruana durante un largo espacio de tiempo, regresaría a
su posición original para cañonear el fuerte Santa Rosa.
Sobre las 13:00 la "Berenguela"
que luchaba en solitario contra las defensas del norte (la "Villa de
Madrid" había tenido que abandonar el combate), recibió una bala de 500
libras, proveniente del Fuerte "Ayacucho", la que impactó bajo la
línea de flotación abriendo un boquete de 14 pies de largo por 4 de ancho. Poco
después, un nuevo disparo del "Ayacucho" atravesó el costado del
barco, provocando un incendio en el departamento contiguo al pañol de la
pólvora. Mientras se intentaba taponar la vía de agua con colchones, coys y
otros materiales, se trasladaron todos los cañones a babor, se desaguaron los
aljibe de estribor y se pusieron en funcionamiento todas las bombas. Al tiempo,
se trataba de extinguir el incendio. Finalmente, se logró contener el agua y apagar
el fuego. El buque, ladeado, se retiró del combate. Al pasar frente a la
corbeta británica "Shearwater", su comandante les ofreció ayuda y
gritó: «¡Valiente "Berenguela", aquí estoy yo para recogeros!»,
a lo que el comandante del barco español, Manuel de la Pezuela y Lobo respondió:
«De nada necesito», y continuó hacia el fondeadero. Con dos fragatas
imposibilitadas de seguir combatiendo, la II División de la Escuadra había sido
rechazada por las defensas peruanas.
A las 13:30 la "Vencedora"
regresó de nuevo al combate tras poner a salvo a la "Villa de
Madrid". Tras colocarse en su posición continuó con el bombardeo sobre las
defensas del norte, los buques peruanos y la población.
A las 14:30 una enorme granada explotó en
la batería de la "Almansa", provocando la inflamación de los
guardacartuchos. El incendio se propagó por el sollado hasta llegar al
antepañol de la pólvora. El Comandante de la fragata, Victoriano Sánchez
Bercáiztegui, tras recibir tres partes en los que se
solicitaba anegar el pañol para que la pólvora no explotara, exclamó: «Yo
hoy no mojo la pólvora, volaremos antes». Mientras el buque seguía
disparando sus cañones, el Comandante ordenó izar la señal de "fuego a
bordo" y separarse de la cercana "Numancia", para evitar así que
le afectara la posible explosión de su barco. Una vez que se consiguió sofocar
el fuego, la "Almansa" volvió a su posición original, reanudando el
cañoneo a las 15:00 sobre el fuerte Santa Rosa, la flota peruana y la
población.
A las 14:30 una bala procedente del fuerte
Santa Rosa cayó sobre la "Blanca", destrozando el almacén de agua y
causando la muerte a 8 hombres. Entre los heridos se encontraba el Comandante
del buque, Juan Bautista Topete, que regresó curado diez minutos después.
Al poco la munición se agotó, por lo que el Comandante decidió retirarse del
frente. Tras dirigirse hacia la "Berenguela" y comprobar que no
precisaba ayuda, volvió hacia el frente, colocándose entre el fuerte Santa Rosa
y la población. A las 15:30 se agotaron definitivamente todas las balas y los
cohetes incendiarios. Entonces, el buque se colocó entre la I y la III División
para prestarles auxilio en caso de necesitar ayuda.
A las 15:40 la "Vencedora" trató
de disparar cohetes incendiarios sobre el puerto y la población, pero al reventar
el disparador, tuvo que volver a usar los cañones.
A las 16:00 únicamente tres cañones del
fuerte Santa Rosa responden desde tierra al fuego español (según fuentes
españolas eran los únicos que lo hacían).
A las 16:45 la escuadra española decide dar
por finalizado el combate. A las 17:00 se da la orden de finalizar el
bombardeo. A las 17:30 la "Almansa" detiene el cañoneo. Tras dar tres
vivas a la Reina, la "Numancia", la "Blanca", la
"Resolución", la "Almansa" y la "Vencedora"
salieron de la rada del Callao y se dirigieron al fondeadero, donde esperaban
el resto de barcos.
Sobre las 17:50, cuando la escuadra ya
estaba cercana a la isla de San Lorenzo, los tres cañones del fuerte Santa Rosa
que aún respondían al fuego español, efectuaron sus últimos disparos. Según el
parte dado por Méndez Núñez estos se realizaron sin bala.18
El último disparo lo efectuó el monitor
peruano "Victoria". A las 18:00 la Escuadra llegó al fondeadero.
A las cuatro y media de la tarde solo tres cañones contestaban a nuestro
fuego de las tres fragatas más nutrido que nunca. La población destrozada y
viendo que ya no había nada que hacer pues los enemigos se callaron, hicimos
alto al fuego... soltó la batería enemiga (Santa Rosa) tres o cuatro tiros que
fueron los últimos de la batalla, mas por arrogancia que por reto, y con esto
quedó terminada la función...
Carta del teniente de navío de la fragata Numancia, José Emilio Pardo de
Figueroa, 8 de mayo de 1866
Los peruanos vivaban y seguían tirando con furia contra el resto del
enemigo que era la "Numancia", "Blanca" y
"Resolución", las que tuvieron cuidado de mantenerse a una respetuosa
distancia porque el fuego era muy nutrido en las baterías. Sin embargo a las
cinco de la tarde pasó la "Numancia" cerca de nosotros en retirada y
le vimos grandes huracanes por proa contándole nueve
balazos... El monitor peruano (Victoria) fue el último que tiró mientras que la
escuadra española se retiraba... y mientras los peruanos vivaban desde tierra
Carta del 1er maquinista del vapor Powhatan A. Dezegler 2 de mayo de 1866
El resultado del combate ha sido materia
de controversia. Según la versión difundía por el almirante Méndez Núñez y los
protagonistas españoles, la casi totalidad de las baterías del puerto fueron
silenciadas al punto de que al momento de retirarse, solo tres cañones del
fuerte Santa Rosa continuaban disparando, versión respaldada
por el capitán de la corbeta francesa Venus, presente durante el combate.11 También sustentan
su victoria en el hecho de no haber sido hundida una sola de sus naves y que,
si bien dos de ellas (la Berenguela y la Villa de
Madrid) sufrieron daños de consideración y fueron puestas temporalmente
fuera de combate,19 esto no les
impidió realizar el viaje de regreso a España. La prensa francesa publica:
Las noticias de Callao, del 9 de mayo, dan los detalles siguientes sobre el
bombardeo de esta plaza. El 2 de mayo la escuadra española atacó Callao y sus
formidables baterías armadas con 90 cañones, entre ellos [tipo] Armstrong. En
el momento en que el bombardeo cesaba con el día, solamente tres cañones
peruanos continuaban su fuego. Todas las baterías blindadas habían sido puestas
fuera de combate. La escuadra victoriosa cesó entonces el fuego al grito
de ¡Viva la reina!
La Presse a 14 de junio de 1866
Fuentes peruanas por su parte, afirman que
las baterías mantuvieron el fuego durante todo el combate y, a excepción de la
ubicada en la Torre la Merced (que explotó), no sufrieron
daños que les impidieran continuar disparando, por otra parte en lo que se
refiere a la población y el puerto los daños materiales fueron escasos de igual
manera en los buques defensores; respalda esta versión el testimonio del
Comodoro estadounidense John Rodgers, que presenció el combate desde la
cubierta del buque de guerra de los Estados Unidos Powhatan.
Los cañones peruanos, que estaban todos a barbeta, nunca dejaron de
disparar. Y los españoles, creo yo, solo se detuvieron cuando agotaron su
munición... las baterías peruanas sufrieron pocos daños, las autoridades en
tierra estaban seguras que al día siguiente del bombardeo estarían mejor
preparadas que al comienzo para resistir el ataque.
Informe del Comodoro Rodgers al Departamento de la Armada de los Estados
Unidos a 10 de mayo de 186620
El diplomático norteamericano T.H. Nelson,
abordo también del Powhatan, en una carta privada de fecha 3 de
mayo dirigida al Dr. Robert Trumbull en Valparaíso, señala:
El fuerte [Santa Rosa] contestó sus fuegos con brio hasta que a los 20
minutos los buques se retiraron, hasta quedar a tiro lejano, en cuya situacion
continuaron el duelo hasta las cuatro y 45 minutos de la tarde, hora en que
pusieron termino al combate. En el acto bajé a tierra y después de felicitar
cordialmente al presidente Prado, por su distinguido triunfo acompañé al
General Flove a ofrecer los servicios de los cirujanos a los heridos. Luego
visité todas las baterías y me sorprendí al ver el poco daño que se les habia
hecho... Los daños causados en el Callao son escasamente apreciables. Las
baterías ocuparon tan continuamente a la escuadra que no hubo tiempo para
bombardear la ciudad. Es posible estimar el daño causado a lo buques, por los trozos de madera varados en la
playa es evidente que sufrieron daños seriamente.
Es reseñable el hecho de que Nelson yerra
a la hora de afirmar que la Escuadra no tuviera tiempo de bombardear la ciudad.
La Resolución, la Vencedora y la Berenguela así
lo hicieron, aunque al fallar los cohetes incendiarios, el resultado no fue el
esperado.
El Almirante George Pearson en una carta
al ministro de su país en Chile Hugh Judson Kilpatrick y la carta privada del
maquinista del "USS Pouhatan" A. Dezegler coinciden en lo expuesto
por Rodgers y Nelson atribuyendo la victoria a las baterías de tierra pero
reconociendo en todo momento el valor desplegado por los españoles.
Sin embargo, los propios documentos
peruanos ponen en duda la afirmación de que ningún cañón fue desmontado. Así,
en el parte que relata el combate desde el Castillo de la Independencia y
dirigido al Secretario de Estado se lee: 2 y 25 [14:25] no cesaron de arrojar
bombas, ni nuestro Blackey (sic) y las baterías, de contestarlas con ardimiento
Todos los cañones Blakely se montaron de
dos en dos (a excepción del Cañón del Pueblo), por lo que el hecho
de hablar de uno solo denota la falta de su pareja. Poco más tarde añade: 2 y
39 [...] entonces nuestros artilleros solo contaban con 15 ó 16 [cañones] Al
día siguiente del combate, el Subinspector General del Ejército del Perú,
Pascual Saco Oliveros envió el siguiente telegrama al Secretario de Guerra: S.
Secretº de Guerra
Digame U. que todas las Baterías se hallan
en estado de combate y que el entusiasmo es tan grande como ayer para rechazar
la Escuadra; así lo requiere el Boletín
1 pm.
Pascual Saco.
Callao Mayo 3 de 1866
Pascual Saco.
Callao Mayo 3 de 1866
Bajas.- Según el Parte de Combate de la Escuadra las bajas
españolas fueron de 43 muertos, 83 heridos y 68 contusos, entre los segundos el
Almirante Méndez Núñez y algunos otros oficiales y comandantes. Los catálogos
españoles respecto a las bajas son de mayor precisión que los listados
peruanos, incluyendo todo tipo de datos como el número y tipo de heridas
recibidas, la parte del cuerpo afectada o la evolución del enfermo.11
Del lado peruano no se sabe con exactitud
el número de muertos y heridos. Todas las listas que se confeccionaron entonces
eran parciales. En unas se incluían sólo militares, en otras sólo
peruanos, la mayoría no incluía extranjeros, y no se llegó a hacer una lista
completa y definitiva. Este hecho es descrito por el corresponsal del New
York Times en un artículo sobre el combate:
Ninguna de las cuentas publicadas da correctamente el número de muertos y
heridos en el lado peruano, y todos sus partes sobre las pérdidas españolas son
simplemente conjeturas
En 1867 la Correspondencia
diplomática relativa a la cuestión española fue publicada por orden
del Jefe Supremo del Perú, Mariano Ignacio Prado, para ser presentada al
Congreso Constituyente. En correspondencia del secretario de relaciones
exteriores Toribio Pacheco, fechada el 26 de abril, se indica que las defensas
del Callao sufrieron cerca de 200 bajas, entre muertos y heridos.
En las Crónicas del Deán
Juan Gualberto Valdivia Cornejo publicadas en 1873 aparece una relación de 83
individuos muertos que comprende desde el Ministro de Guerra José Gálvez hasta
los ciudadanos voluntarios, incluyendo a extranjeros como el ingeniero
colombiano Cornelio Borda y el capitán de artillería chileno Juan Salcedo ambos
muertos en la Torre "La Merced".
Las estimaciones de los extranjeros
presentes en el combate para las bajas peruanas varían entre los 200 y los 350
muertos y heridos, aproximadamente. Así, por ejemplo, según el testimonio del
comodoro Rodgers ascendieron a 180, según el artículo de The New York
Times anteriormente indicado, llegaron a las 350 de las cuales 90 eran
muertos. 350 también son las bajas que publica el periódico francés La
Presse.
El historiador español Pedro Novo y Colson
en su libro Historia de la guerra de España en el Pacífico publicado
en 1882 da la cifra de aproximadamente 2.000 bajas peruanas afirmando basarse
en publicaciones de la prensa peruana, aunque sin especificar cuáles. Sin
embargo publicaciones contemporáneas españolas consideran más probable que los
muertos oscilen entre los 200 y los 350, sin contar heridos.11
Robert L. Scheina en su libro Latin
America's Wars: The age of the caudillo, 1791-1899 señala 200 muertos
o heridos peruanos, y reconociendo no tener fuentes para el caso español,
estima que las bajas de la Escuadra «podrían haber sido» 375, cifra muy
superior a la normalmente aceptada por la historiografía general.
Las noticias del combate llegaron pocos
días después a los países aliados con Perú, donde fue celebrado con distintos
actos. En Chile, el resultado se conoció el 10 de mayo, suscitando gran júbilo popular. Los repiques
de campanas, banquetes y misas abundaron, el 12 fue embanderada la capital
chilena y tuvo lugar un te deum en la catedral con
asistencia del presidente José Joaquín Pérez y sus ministros y siendo
el invitado principal el plenipotenciario peruano Felipe Pardo y Aliaga en
octubre del mismo año el embajador chileno en Lima, Marcial Martínez,
confirió al general Mariano Ignacio Prado el rango de general de división del
ejército chileno. También hubo manifestaciones oficiales y populares en La
Paz (Bolivia). El gobierno de este país, presidido por Mariano Melgarejo, declaró
el 17 de mayo fiesta nacional y acuñó una medalla con la inscripción:
«A los vencedores de Abtao y el Callao». En Ecuador, el gobierno
de Jerónimo Carrión, dispuso celebraciones por tres días consecutivos y
la Sociedad Republicana organizó un desfile con los pabellones
de las cuatro naciones aliadas por las principales calles de Quito.
A principios de junio, comenzaron a llegar
las noticias a España, donde fueron celebradas con grandes festejos:
orquestas, espectáculos pirotécnicos y obras de teatro, cuyos beneficios fueron
a parar a las viudas y huérfanos de los muertos en combate. Por Real Decreto
de 10 de junio, Méndez Núñez recibió el cargo de Jefe de Escuadra y por
Reales Decretos de 20 de junio, todos los oficiales que comandaron un
buque de la Escuadra del Pacífico fueron ascendidos y todos los hombres que
estuvieron embarcados recibieron el doble de paga. Méndez Núñez también fue
recompensado con la Gran Cruz de Real y Distinguida Orden de Carlos III, por Real Decreto de 26 de junio.
El 11 de junio se reunió en Valparaíso la
escuadra aliada, ahora reforzada por los modernos blindados Huáscar e
Independencia. El gobierno peruano pretendía continuar las hostilidades
contra la escuadra española de las Filipinas, pero el temor a un ataque
español desde el Atlántico y la dimisión de 35 oficiales peruanos tras el
nombramiento de un marino extranjero, el comodoro John Tucker, como Jefe de la
Escuadra, frustraron el proyecto. Los temores a un posible ataque no estaban
infundados pues las fragatas Blanca, Resolución, Villa
de Madrid y Almansa continuaban en aguas
sudamericanas (atracadas en Río de Janeiro y Montevideo) y, al poco tiempo
se les unieron las también fragatas de hélice Concepción y Navas
de Tolosa. Mientras, cerca de Madeira, la fragata española Gerona capturaba
a la corbeta chilena Tornado el 22 de agosto de 1866.
El 28 de junio de 1866 Gabriel García
Tassara,embajador español en Washington, comunicó al secretario de
estado William H. Seward las nuevas instrucciones que su gobierno,
presidido por Leopoldo O’Donnell, pretendía enviar al almirante Méndez
Núñez, entre las que figuraba la reocupación de las islas Chincha, pero
aclarando que España no tenía pretensión alguna sobre los territorios de las
repúblicas sudamericanas ni deseos de intervención en sus respectivos gobiernos
y que solo buscaba resarcirse mediante la venta del guano peruano de
los gastos ocasionados durante la guerra y que no habían podido ser cubiertos
por el rechazo al tratado Vivanco-Pareja. Seward hizo saber a Tassara que los
Estados Unidos protestarían ante todo intervencionismo europeo en América
y que si a pesar de su protesta éste se realizaba no podrían mantener su
neutralidad. El general Hovew, ministro plenipotenciario de Estados Unidos en
Lima, comunicó al ministro Toribio Pacheco que la contestación del secretario
Monroe.
"Así concluyó uno de los combates más interesantes de la historia, y
sus consecuencias se sentirán en el mundo entero. La agresión europea ha
sido rechazada y el republicanismo americano vindicado por la boca de los
cañones."
Carta del marino estadounidense T.H. Nelson
En el Perú la contienda tuvo serias
consecuencias económicas. Los gastos para la compra de armamento y barcos de
guerra fueron muy elevados, lo que, unido a la ocupación de las islas Chincha
(productoras de guano, la principal fuente de ingresos del país), llevaron a la
solicitud por parte del gobierno de diversos préstamos. Esta situación se
alargó en el tiempo, ya que la deuda en 1872 era diez veces mayor que
en 1868. Además, tras la guerra, Chile inició un rearme que llevó al país
a ostentar una superioridad militar que demostró en la contienda que le
enfrentó con sus antiguos aliados entre 1879 y 1884. Así, por
ejemplo, en 1868 España y Chile (que técnicamente seguían en guerra) firmaron
un acuerdo por el que ambos países sacaron buques de los astilleros ingleses,
donde se encontraban bloqueados por el gobierno inglés. Perú se opuso a este
convenio e intentó impedir la salida de los barcos, pues entendía que violaba
la todavía vigente alianza con Chile.
En España la crisis económica que azotaba
Europa se dejó sentir con fuerza. Esto, unido a la pérdida de las cosechas de
1866 tras unas graves inundaciones, provocó una grave crisis política. La
reina Isabel II ya no confiaba en O'Donnell, y la sublevación del
cuartel de San Gil sirvió de excusa para obligarle a presentar la
dimisión. Así, el 10 de julio de 1866, Ramón María Narváez fue
nombrado nuevo Presidente del Consejo de Ministros. O'Donnell, principal
impulsor de las expediciones al exterior, era apartado definitivamente del
poder. Poco después, el nuevo ministro de Marina anunció ante las Cortes que la
expedición en el Pacífico había terminado.
El 20 de julio de 1866 las
flotas de Austria e Italia se enfrentaron en Lissa. Antes del combate,
el almirante austriaco Wilhelm von Tegetthoff arengó a sus
tripulaciones al grito de «¡Imitemos a los españoles en El Callao!».
El 13 de octubre las fragatas Numancia, Berenguela y Vencedora y
los transportes Marqués de la Victoria y Uncle Sam,
arribaron a Manila (Filipinas), donde su llegada se celebró con
diferentes actos públicos de regocijo. Posteriormente continuarían el viaje de
regreso a España bordeando África hasta Cádiz. La Numancia,
entonces, además de ser el primer blindado que cruzó un océano (el Atlántico,
para ir a encontrarse con la Escuadra), se convirtió en el primero que dio la
vuelta al mundo.
En 1871, por mediación de los Estados
Unidos, se firmó un armisticio entre las naciones beligerantes. A petición de
Chile el armisticio no restablecía las relaciones comerciales entre los
firmantes.
El 13 de junio de 1872 se emitió
un decreto por el que se autorizaba al gobierno peruano a firmar la paz por
separado con España, pero fue derogado por el Presidente Manuel Pardo y
Lavalle. La alianza con Chile quedó rota con la guerra que enfrentó a este país
con Perú y Bolivia. España se declaró neutral, ya que técnicamente continuaba
en guerra con todos los países implicados. Sin embargo, la prensa española se
manifestó abiertamente a favor del Perú y muy crítica con el comportamiento
chileno y con el gobierno español, a quien echaba en cara que la imposibilidad
de mediar en el conflicto era resultado de no haber firmado aun la paz. Ante
esta situación, se iniciaron definitivamente las conversaciones que llevaron a
la firma en París de un Tratado de paz y amistad entre España y Perú
el 14 de agosto de 1879. En él se indicaba que: [...] habrá total olvido
de lo pasado, y una paz sólida e inviolable entre S.M. el Rey de España y la
República del Perú
Artículo 1
La paz con el resto de
naciones beligerantes se firmó en los años siguientes. El 21 de agosto de
1879 con Bolivia, el 12 de junio de 1883 con Chile y el 28 de
enero de 1885 con Ecuador.
Desde el combate, el 2 de mayo ha sido una
fecha recordada en el calendario peruano, pues su nombre se impuso a una provincia,
a un regimiento, a varios colegios, a un fuerte y a un importante hospital de
la capital. La plaza del Callao, en Madrid, en Madrid, recibió su
nombre en memoria de este hecho de armas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario