Tuvo una primera infancia de lujo, y su casa era
visitada por personajes que luego serían hitos en la historia como Simón
Bolivar, que como el padre de Flora compartían sus orígenes criollos y vascos.
Además se dice que Bolívar podría ser su padre biológico, dado que se enamoró
de su madre. Esta situación de bondad económica y social se truncó con el
deceso de su padre en 1807, cuando Flora apenas tenía 4 años, lo cual dejó a la
familia en la pobreza. La falta de reconocimiento legal por parte del padre le
impidió recobrar los bienes que dejara éste.
Por este motivo, Flora, niña aún, vive penosamente en
el campo hasta los quince años de edad, y luego se traslada con su madre a uno
de los barrios más pobres de París. Comienza a trabajar como obrera en un
taller de litografía y con apenas 17 años, se casa con el propietario de
ésta, André Chazal, y tiene tres hijos, uno de los cuales muere al parecer muy
tierno; el otro se llama ErPaul Gauguin. Este matrimonio de conveniencia se
disolvió a causa de los celos y malos tratos del esposo. Flora huye del hogar
llevándose a sus hijos. Su doble condición de hija natural y esposa separada la
redujo a la marginal condición de “paria”, como le gustaba autodenominarse.
Chazal la persigue incansablemente. Finalmente, logra un acuerdo judicial con
Flora, por el cual se queda con el hijo varón, mientras ella retiene a la niña.
No obstante, Flora desconfía de su marido y se marcha
de París. Comienza su vida errabunda junto con su hija Aline. Gracias a la
intervención del capitán Chabrié, en 1829 pudo remitir una carta a
su tío Juan Pío Tristán y Moscoso que vivía en Perú, el cual durante
cinco años le envía dinero para ayudarla en su pobreza. Gracias a Pedro
Mariano de Goyoneche, pariente de los Tristán, Flora viaja a Perú en 1832,
dispuesta a cobrar su herencia y recuperar un puesto digno en la sociedad. El 7
de abril de 1833, justo el día que
cumplió 30 años, Flora se embarca en Le Mexican. El barco
pertenecía al mismo capitán Chabrié, quien le había facilitado el primer
contacto con sus parientes peruanos. La travesía hasta Perú dura cinco meses, y
tras desembarcar en Islay, Flora pasa a Arequipa, donde permanece
hasta abril de 1834. Reclama a don Pío su herencia paterna, pero éste se niega
a dársela; ciertamente Pío la trata de “sobrina querida” pero al no haber
ningún documento que acreditara que era hija legítima de su hermano Mariano, no
podía proceder de otro modo. Únicamente accede a pasarle una pensión mensual.
Flora se traslada a Lima, donde permanece hasta
el 16 de julio de 1834, fecha en que se embarca en el Callao con
destino a Liverpool. Durante su estancia en Perú fue testigo de la crisis
política de 1833-34, la guerra civil entre los partidarios de Agustín Gamarra y
los de Luis de Orbegoso.
Flora escribió un diario de viajes acerca de sus
experiencias en Perú. El diario fue publicado en 1838, como Pérégrinations
d'une paria (Peregrinaciones de una paria)
De regreso a Francia, emprende una campaña a favor de
la emancipación de la mujer, los derechos de los trabajadores y en contra de la
pena de muerte. Ya había conseguido la separación legal de su marido y la
custodia de sus hijos; sin embargo, André Chazal, enfurecido e impotente,
intenta asesinarla, disparándole en la calle y dejándola malherida, en
septiembre de 1838. Flora gana notoriedad en la prensa, y Chazal es
sometido a un proceso que se le complica con la acusación de intentar violar a
su propia hija Aline; finalmente es condenado a 20 años de trabajos forzados.
Separada ya de Chazal, Flora pública en 1840, un
coherente programa socialista en L’Union Ouvrière (La Unión
Obrera), en donde clama por la necesidad de los trabajadores de organizarse
y aboga por su "unidad universal"; siendo la creadora de la
consigna Proletarios del mundo, uníos. Se convierte así en
la primera mujer en hablar del socialismo y de la lucha de los proletarios.Karl
Marx reconoció su carácter de "precursora de altos ideales
nobles".
Muere a los 41 años, víctima del tifus,
mientras se hallaba en plena gira por el interior de Francia promoviendo sus
revolucionarias ideas.
Flora Tristán fue autora de muchos trabajos de
carácter ideológico y literario, los más conocidos son:
Peregrinaciones de una paria (texto
francés, 1839 y 1840; traducción española de Emilia Romero, 1946 y
1971), libro que se presenta como una memoria de su viaje a América y su estancia
en Perú entre 1833 y 1834, sin embargo, la autora adopta múltiples formas
narrativas para ofrecer su visión personal de sus experiencias. Es un libro
fundamental para conocer de cerca los avatares de la incipiente República
peruana, cuyas prácticas y costumbres
fueron analizadas detenidamente por la autora.
Paseos en Londres (1840), pieza que
contiene agudas críticas a la civilización británica.
La unión obrera (1843), folleto
donde se sintetiza su ideario o programa de reformas a favor de la clase proletaria;
obra fundamental de la biblioteca de Marx.
La emancipación de la
mujer (texto francés, 1845 y 1846; traducción española, donde se manifiesta
rudamente contra la inferioridad matrimonial del sexo femenino y ataca la
gazmoñería del ambiente. Es un ensayo anticipatorio del moderno pensamiento
feminista.
Mephis, novela cuyo protagonista aparece como una combinación
de Mesías y Mefistófeles.
Influencia en la literatura.- Inspirado en la lectura de “La
mariscala,” una biografía novelada de doña Francisca Zubiaga, esposa
del mariscal y Presidente peruano Agustín Gamarra.
En 1942, el escritor peruano Luis Alberto Sánchez publicó
un estudio de la personalidad de Flora Tristán titulado “Una mujer sola
contra el mundo”.
En 1964, el escritor peruano Sebastián Salazar
Bondy publicó un drama en tres actos inspirado en la vida de
Flora: “Flora Tristán”.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, en su
novela histórica “El Paraíso de la otra esquina”, analiza las travesías de
Flora Tristán y de su nieto Paul Gougian como contrastes para la vida
ideal que ellos buscaban en sus experiencias fuera de su Francia natal.
El feminismo de Flora Tristán se engarza en
la Ilustración presupone por tanto unas reivindicaciones y un proyecto
político que sólo pueden articularse a partir de la idea de que todos los seres
humanos nacen libres, iguales y con los mismos derechos, pero toma cuerpo en el
periodo inmediatamente posterior a la Revolución Francesa. Manteniendo la
continuidad con el pensamiento de autoras anteriores (Mary Wollstonecraft,
entre otras), Flora Tristán imprime a su feminismo un giro de clase social, que
en el futuro daría lugar al feminismo marxista.
Al tiempo, se emparentaba con las corrientes críticas
a las que se ha denominado "socialismo utópico", pero teorizando ya
la necesidad de una Unión Obrera, de un partido obrero. "Todas las
desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha
hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer" escribió
en Unión Obrera.
Su lucha incesante por conseguir una sociedad más
justa e igualitaria ha quedado plasmada en su obra. Así, entre otras, en Peregrinaciones
de una paria denuncia las distintas manifestaciones de exclusión
social de la sociedad de Arequipa; en Paseos en Londres (1840)
realiza una de las primeras y más duras descripciones de los obreros ingleses.
Escribió entonces "la esclavitud no es a mis ojos el más grande de los
infortunios humanos desde que conozco el proletariado inglés".
En Unión Obrera describe cómo
"el mejoramiento de la situación de miseria e ignorancia de los
trabajadores" es fundamental, porque "todas las desgracias del mundo
provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos
naturales e imprescriptibles del ser mujer". Para Flora la situación de
las mujeres se deriva de la aceptación del falso principio que afirma la
inferioridad de la naturaleza de la mujer respecto a la del varón. Este
discurso ideológico hecho desde la ley, la ciencia y la iglesia margina a la
mujer de la educación racional y la destina a ser la esclava de su amo. Hasta
aquí el discurso de Flora es similar al del sufragismo, pero el giro de clase
comienza a producirse cuando señala cómo negar la educación a las mujeres está
en relación con su explotación económica: no se envía a las niñas a la escuela
"porque se les saca mejor partido en las tareas de la casa, ya sea para
acunar a los niños, hacer recados, cuidar la comida, etc...", y luego
"A los doce años se la coloca de aprendiza: allí continúa siendo explotada
por la patrona y a menudo también maltratada como cuando estaba en casa de sus
padres.” Flora dirige su discurso al análisis de las mujeres más desposeídas,
de las obreras. Y su juicio no puede ser más contundente: el trato injusto y
vejatorio que sufren estas mujeres desde que nacen, unido a su nula educación y
la obligada servidumbre al varón, genera en ellas un carácter brutal e incluso
malvado. Para Flora, esta degradación moral reviste la mayor importancia, ya
que las mujeres, en sus múltiples funciones de madres, amantes, esposas, hijas,
etc... "lo son todo en la vida del obrero", influyen a lo largo de
toda su vida. Esta situación "central" de la mujer no tiene su
equivalente en la clase alta, donde el dinero puede proporcionar educadores y
sirvientes profesionales y otro tipo de distracciones.
En consecuencia, educar bien a la mujer (obrera)
supone el principio de la mejora intelectual, moral y material de la clase
obrera. Flora, como buena "socialista utópica", confía enormemente en
el poder de la educación, y como feminista reclama la educación de las mujeres;
además, sostiene que de la educación racional de las mujeres depende la
emancipación de los varones. Hecho que hasta la fecha se sigue recogiendo en
las declaraciones de principios de los movimientos feministas.
Su discurso apela al sentido de justicia universal de
la humanidad en general y de los varones en particular (ya que son los
depositarios del poder y la razón)-, para que accedan a cambiar una situación
que, a su juicio, acaba volviéndose también contra ellos. "La ley que
esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros,
varones proletarios. (...) En nombre de vuestro propio interés, varones; en
nombre de vuestra mejora, la vuestra, varones; en fin, en nombre del bienestar
universal de todos y de todas os comprometo a reclamar los derechos para la
mujer.” (Unión Obrera).
La Flora de la Unión Obrera adelanta un pensamiento
que, anterior al Manifiesto Comunista, postula la unión de los trabajadores y
las mujeres –los oprimidos del mundo-, en una Internacional que, mediante una
revolución pacífica -aquí aparece su herencia saintsimoniana-, traerán la
prosperidad y la justicia.
André Breton dice de ella : "Acaso no haya
destino femenino que deje, en el firmamento del espíritu, una semilla tan larga
y luminosa". La vida de "una temeraria y romántica justiciera"
puntualiza Marío Vargas Llosa en su libro sobre Paul Gauguin, El
paraíso en la otra esquina.
La publicación de Mi vida es el autorretrato
en el que se reconoce como una doble paria: la hija sin reconocimiento legal
del padre, y por lo tanto desheredada, y la casada por conveniencia
(necesidad). Habla de su experiencia en primera persona. Flora se confiesa
víctima de esa doble opresión que como mujer siente en grado extremo, lo que la
llevó a luchar contra el matrimonio como medio de opresión contra las mujeres,
"el único infierno que reconozco".
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