domingo, 14 de abril de 2013

LA COSTA PERUANA


La Costa de Perú es una de las tres regiones principales del país y comprende la zona bañada por el Océano Pacífico con áreas desérticas, hermosas playas y fértiles valles.
La Costa es una tierra extraña de grandes dunas y sucesivas extensiones de arena estéril, a menudo rocosa y montañosa que se extiende desde Chile hasta Ecuador, puntuado por cincuenta y dos pequeños ríos que descienden a través de escarpadas montañas áridas y desaguan en el Pacífico.
En el desierto se llegan a tener períodos de hasta un 90% de humedad en el invierno de junio a septiembre, cuando las temperaturas en Lima promedio unos 16 grados centígrados. Suben las temperaturas a lo largo de la costa cerca del Ecuador en el norte, donde el verano puede ser increíblemente caliente y caen a niveles más fríos en el sur. La costa del Perú es desértica,
La costa peruana mantiene una forma de extenso desierto recostado en las montañas. Y es precisamente la presencia de los Andes al este, junto con la corriente fría de Humboldt que llega hasta sus playas, lo que da a la zona esa característica árida y seca -desde el desierto de Sechura hasta las pampas de Nazca y el desierto de Atacama que se ve esporádicamente interrumpida por valles en los que una densa capa de nubes cubre los cielos y son frecuentes las lloviznas ligeras en invierno.
Debido a la humedad que reina en estas zonas, se produce una ligera sensación de frío, aunque la temperatura casi nunca baja de 12° C. Durante el periodo veraniego el sol brilla con fuerza y la temperatura alcanza con frecuencia los 30° C. La región central y sur de la costa peruana poseen dos estaciones bien marcadas: una invernal, entre abril y octubre; y una estival, entre noviembre y marzo. La región norteña de la costa, por su parte, no sufre el efecto de las aguas frías, lo que se traduce en casi 300 días de sol y temperaturas cálidas a lo largo del año (hasta 35° C en el verano). El período de lluvias se produce entre noviembre y marzo
Si las condiciones climáticas son adecuadas, puede ser una ráfaga repentina de la vida de planta delicada en ciertos lugares en el paisaje lunar como, hecho posible por la niebla pesada. Normalmente, sin embargo, la niebla sólo es suficiente para humedecer el aire y la arena sigue siendo ejemplo estéril. Estas condiciones favorecen enormemente la preservación de los restos arqueológicos delicados. El entorno también facilita asentamientos humanos y vivienda porque el clima es benigno y la falta de lluvia alivia la necesidad cubierta impermeable.

Los seres humanos han vivido por más de 10.000 años en los grandes valles costeros, pesca, caza y reunir a lo largo de la Costa Rica, así como domesticación de cultivos y inventar sistemas de riego. El mayor de estos oasis litorales se convirtieron en los sitios de pueblos, ciudades, centros religiosos y los asientos de las antiguas naciones. Aunque durante mucho tiempo se ha producido la migración desde el altiplano y otras regiones provinciales, la circulación de personas a la Costa mucho fue estimulada por el crecimiento de la industria pesquera, que transformó y aldeas en ciudades como frontera, como Chimbote.  

En la década de 1990, más el 53 por ciento de las personas de la nación vivió en estos valles costeros claramente delimitados. Como la población se vuelve cada vez más concentrada en los centros urbanos costeros, gente cada vez más invadido las ricas y antiguas agrícolas tierras de regadío, como las del Valle del Rímac donde está situado el mayor Lima y el Valle de Chicama en el sitio de la ciudad de Trujillo. Aunque la región contiene 160.500 kilómetros cuadrados de superficie, sólo 4 por ciento, o 6.900 kilómetros cuadrados, es cultivable. En 1990 el crecimiento demográfico ha aumentado la densidad de morada a 1.715 personas por cada kilómetro cuadrado de tierra arable.  

A lo largo de todos los valles costeros, los asentamientos humanos siguen siendo totalmente dependientes de las aguas que fluyen desde los Andes a lo largo de canales y acueductos primero diseñado y construido hace 3.000 años. El incontrolado y no planificado crecimiento urbano compite directamente con tierras agrícolas con escasos recursos vitales necesarios.

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