sábado, 29 de noviembre de 2014

EL BAILE DE LA DIABLADA PUNEÑA PATRIMONIO CULTURAL

La diablada puneña es una danza en la cual se la practica en el departamento de Puno en el Perú, que representa la lucha entre el bien y el mal. Es una danza mestiza que exhibe los elementos de la religiosidad autóctona y cristiana
El investigador Enrique Cuentas Ormachea expone que la diablada puneña es ejecutada por sicu-morenos tocando huaynos sincopados que muestra rituales ancestrales donde los anchanchos y chullchuquis conviven con los hombres en torno a la Pachamama. La danza acompañada con sicu-moreno la mantiene el conjunto Sikuris del Barrio Mañazo en Puno.
En 1501, los jesuitas se establecieron en Juli, Puno, y en los días festivos, se realizaban funciones teatrales a los que ya estaban acostumbrados los aymaras y se presentaban comedias y autos sacramentales. El Dr. Ricardo Arbulú indica que en una carta del padre Diego González Holguín a su superior, los jesuitas en su misión en Juli, enseñaron a los nativos, un canto-danza sobre los siete pecados capitales y como los ángeles vencen a los  demonios, para cristianizar a los habitantes de la zona. Juli fue conocida como "La Roma de las Indias". Juli es uno de los centros culturales desde donde se difunde la figura del diablo.
El director Miguel Rubio Zapata5 recoge la versión del profesor Edwin Loza Huarachi, danzante y mascarero, quien afirma que la diablada puneña tiene su origen en la Danza del Anchanchu, y es anterior a los autos sacramentales. En aymara Alajpacha es el reino superior de luz y bondad, Manqapacha es el reino de la oscuridad y lo malo; y Akapacha es el reino medio donde viven los aymaras. En el Manqapacha viven anchanchus, dueños de minas, malignos y gentiles; a quienes se debe pedir permiso para explotar una mina. Leyendas relatan que el anchanchu es un humanoide pequeño, con nariz de cerdo y cuernos de becerro.
El antropólogo Alejandro Ortiz Rescaniere, recopila el "Mito del Supaya" en Puno de un relato de Isidro Rojas, aymara de 89 años. En el relato Jesucristo se enfrenta a su hijo Supaya.7 Isidro Rojas afirma que el mito es el origen de la Morenada y la Diablada de Puno. En la cosmología aymara, Jesucristo es Thunupa y Supaya son demonios.
Su asociación con el culto a la Virgen de la Candelaria surge a raíz de una leyenda popular. En Puno, una leyenda narra que en 1675, cerca la mina Laikakota a una legua de la ciudad, el español José Salcedo mandó a destruir las casas de los mineros pero desistió por que vieron a la Virgen María luchando contra el diablillo de la mina. Por el fuego observado en la mina nace el culto a la Virgen de la Candelaria.
La representación tuvo muchos cambios desde esas fechas, cambios como las máscaras que en su tiempo eran de yeso y para los cabellos eran utilizados los hilos de los costales de bayeta de la época; todo era tradicional y pequeño, se presentaba en fechas importantes de la Iglesia Católica. El personaje incorporó características del diablo europeo, como un fauno con cola y tridente.

El caporal o diablo mayor tiene una máscara cubierta de oro (Q'ori Anchanchu) o plata (Q'olqe Anchanchu) cubierto de reptiles, orejas en forma de sapo, colmillos en los labios y grandes cuernos. Eran construidas de yeso y luego de latón.6 Al igual que los mascareros bolivianos, los modelos peruanos fueron influenciados por máscaras tibetanas así como elementos de culturas nativas como Sechín, Chavín, Nazca y Mochica; las máscaras fueron mejoradas, incluyendo dragones que denotan influencia asiática.
El ángel que participa en esta danza, también lo hace en el Chatripuli, con alas, faldón y espada. Puli en aymara significa "ángel".
En desarrollo de esta danza, los diablos acompañaban a los conjuntos de sikuris. Entre los sikuris más antiguos que sobresalieron en esta etapa son el del barrio Mañazo en Puno fundado el año de 1892 y Juventud Obrera, fundado en 1909.  Allí se conformaría la danza de Diablos acompañada por sicu-morenos diferente a las agrupaciones de Bolivia. Años después se funda el primer conjunto de Diablada puneña sin contar a los sikus, así nace la diablada del barrio Porteño en 1962, seguida de la " Asociación Folklórica Espectacular Diablada Bellavista” en 1963.
Enrique Cuentas Ormachea  Diablada: coreografía, vestimenta y música. Diferencias entre Oruro y la de Puno. Los sicu-morenos tocan sicus, bombo, tambor redoblante, platillos y triángulo; y ejecutando huaynos sincopados y los personajes danzantes eran diablos caporales, diablos menores, chinas diablas, el viejito, el negro jetón, el apache, el león, el murciélago, el cóndor, el oso, el gorila y la jirafa.
José María Arguedas en su libro La danza de los sicuris de 1943 describe como los diablos acompañaban a los sicuris en Sicuani (Cuzco), indica que es una innovación al sicuri bipolar tradicional que ahora incorpora a comparsas de diablos y se transforma en sicu-moreno. Los diablos no tocan zampoñas y abren camino al sicuri con sus tridentes y saltos.
En 1956 Alberto y Ramón Velásquez establecieron un taller para desarrollar máscaras de diablos en Puno, anteriormente cada danzante construía su propia máscara o se compraban al mascarero boliviano Antonio Vizcarra, quien utilizaba modelos de máscaras tibetanas en su construcción. Máscaras peruanas Escrito por Arturo Jiménez Borja.


domingo, 16 de noviembre de 2014

CALLE DE LA PEÑA HORADADA

Otro de los puntos históricos de Lima y quizá uno de los más populares es la llamada Peña horadada o conocida también como la Piedra del diablo. Actualmente, esta piedra se encuentra en la cuadra 9 del jirón Junín en el distrito de Barrios Altos.

De esta piedra se ha dicho mucho, pero hay dos versiones que son las más conocidas, la primera de ellas es que se trataría de un oráculo pre inca parte importante de una huaca. La otra historia, nace nuevamente del tradicionista Ricardo Palma, quien nos cuenta la leyenda de que un día el diablo se encontraba caminando por este populoso barrio de Lima, cuando de pronto se encontró cara a cara con la procesión del Señor de los Milagros, al ver esto, el demonio intentó huir, dio media vuelta pero notó que a sus espaldas venía otra procesión, la de la Virgen del Carmen. Ante esto y al verse acorralado por ambas procesiones, al diablo no le quedó más remedio que escapar introduciéndose en la referida piedra, lo que provocó el extraño agujero que ha perdurado hasta nuestros días. All encontrarse, a salvo según él, en la otra calle, lanzó un suspiro fenomenal que todo Lima pudo escucharlo. Desde allí las calles aquellas quedaron bautizadas, una como la Calle Peña Horadada y la otra como la Calle Suspiro.

Sea como fuere, lo cierto es que pese a los años, décadas y siglos, y el desarrollo propio de una metrópoli como Lima, la piedra horadada no ha sido movida de su lugar y su origen continúa siendo un verdadero misterio para los historiadores y arqueólogos de la ciudad.

No solamente la delincuencia común afecta hoy a nuestra ciudad capital, también la información falsa que se ofrece al pueblo con el fin de llevarlo a un total engaño. Nos referimos a la vistosa placa de azulejos, en la esquina de las calles de la Peña Horadada y Rastro de la Huaquilla (jirones Junín y Cangallo), que alguien, sabe Dios con autorización de quién, colocó allí.
Esa placa, con un texto mal escrito, registra al final, que es de la pluma de don Ricardo Palma y proveniente, nada menos, que de una de sus tradiciones, lo cual es absolutamente falso.
Como quiera que, de acuerdo con el Código Penal, ese hecho constituyera un grave delito de falsedad genérica y usurpación de identidad, las oenegés defensoras de los Derechos Humanos deberían tomar cartas en el asunto y resguardar la memoria de un difunto ilustre, don Ricardo Palma, que, por estar muerto no puede defenderse.
Y es más, si el genio que puso la placa lograra comprobar documentalmente que el texto proviene de una tradición perdida y desconocida de Palma, que él ha descubierto empolvada en algún archivo, debería ser premiado, nombrándosele, de inmediato, presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
En cuanto al supuesto origen precolombino de la peña horadada, les decimos que ello es imposible, ya que la Santa Inquisición jamás habría permitido la existencia de un ídolo indígena a la vista y paciencia de todos. Para ello estaban los Extirpadores de Idolatrías, que arrasaron con cuanto ídolo prehispánico cayó en sus manos. Además, esa piedra no estaba allí en el siglo XVI ni principios del XVII. Don Juan Bromley, en su obra “Las viejas calles de Lima” (Municipalidad Metropolitana de Lima, 2005), al referirse a la calle de la Peña Horadada (páginas 263-264), indica que que era conocida, en 1613, como “Cuadra Tercera del Cercado”. Agrega que “desde muy a los principios del siglo XVII existía la piedra perforada que hasta hoy se ve en el suelo de la esquina que forman las calles que hogaño se llaman de Peña Horadada y del Rastro de la Huaquilla, piedra cuya existencia dio origen a fantásticas leyendas”. Bromley afirma también que esta calle, en el siglo XVIII, se llamó de Mendoza; y, “en 1785 se le denomina de Vergara”. En cuanto a la otra calle (páginas 283-284), del jirón Cangallo (que hace esquina con la anterior), llamada en 1613: “calle de la Piedra Horadada”, Bromley registra que se conoció posteriormente como calle del Rastro de la Huaquilla.

Don Luis Antonio Eguiguren, en su obra “Las calles de Lima” cuenta que la  Peña o Piedra Horadada era ‘Un hueco hecho por el Diablo, o por las Penas’, en una piedra negra, que se encuentra aún en la esquina de dicha calle. ¡Dios sabe en cuántas cosas más seguimos, infantilmente, creyendo todavía!”. Este ilustre historiador peruano, nos ofrece una explicación nada esotérica y muy realista, afirmando que “para que los niños nobles y bien criados no se vieran obligados a tocar las ‘aldabas’ de ciertas casas solariegas, con cuyos dueños no estaban en buenas relaciones sus padres y, por lo cual, para ellos era indecoroso tocarlas, así como lo era igualmente, ocupar la acequia pública, cuando la necesidad les aprestaba, [...], un Maestro de Pupilos colocó en la esquina de aquella calle, o en algún lugar de la misma, o sobre la acequia, una Piedra HORADADA…” [sic]. Y precisa su información añadiendo que “La forma de la Piedra Horadada, en la esquina de la calle de este nombre, dispuesta, como recuerdo, en sentido inverso del que antes estaba colocada sobre la acequia, puede no haber sido la misma; y, dispuesta, en la forma actual, cuando el ‘señorío’ ocupó aquella calle y nuevas costumbres, dieron, a ciertos actos de la vida, un significado más íntimo y privado” [sic]. Para el Dr. Eguiguren el supuesto adoratorio indígena era ¡un simple retrete! Todo es posible. Nosotros nos inclinamos a creer que la piedra horadada no era más que un protector de esquina, llamado ‘guardacantón’, que la RAE define así: “Poste de piedra  para resguardar de los carruajes las esquinas de los edificios”. Las carretas, con sus ruedas, podían afectar gravemente los muros de las casas. Por ello, se colocaban macizas piedras o cañones enterrados boca abajo. Ojalá que no sigan engañando a los incautos viandantes con historias fantásticas, imposibles, y atribuyendo a genios de la literatura cualquier mamotreto escrito por ahí.

HISTORIA DE LA CALLE MATASIETE

Lima siempre se ha caracterizado por el buen arte culinario de sus mujeres, y muchos hombres también, que preparan unos platillos y dulces que son la delicia de cualquier comensal.
Se cuenta entre la gente barrioaltina de que la "Calle Matasiete", en el Jirón Cusco, Barrios Altos, debe su nombre al hecho de que siete avezados malhechores fueron enviados al infierno por una morena mazamorrera que era de armas tomar.
Hace muchísimos años vivía, en un solar de los Barrios Altos, una morena que preparaba una mazamorra morada y otros dulces que hacía "chupar los dedos" a todo aquel que los probaba. La morena aquella también preparaba unos tamales como, se cuenta, no se han vuelto a probar en toda Lima. Su exquisita sazón era muy conocida en todo Lima, especialmente entre gente adinerada que era su clientela de costumbre.

Un grupo de delincuentes que acababa de salir de prisión no encontró mejor plan, de reinicio de sus fechorías, que robar la casa de la morena, pensando que tenía mucho dinero guardado, debajo de la cama, producto de sus ventas de comida que mucho esfuerzo y trabajo le costaba realizar a la morena. Como las casas antiguas eran mayormente de adobe, los facinerosos decidieron abrir un forado en una de las paredes por donde se introducirían, fácilmente, en la casa. Llegada la noche, armados de herramientas se dirigieron a realizar su "gran plan" pensando que la morena se encontraba fuera vendiendo su comida. Por esas cosas del destino, aquella noche, el sexto sentido de la morena le aconsejó quedarse en casa y ahí se encontraba cuando escuchó los golpes de las herramientas perforando su pared.

Al terminar de hacer un forado lo suficientemente grande para que por allí pudieran ingresar al hogar de la morena, el primero en ingresar le dijo a los demás de que él les avisaría si el terreno estaba libre para que ingrese el resto. Cuando ingresó el primero, la morena lo esperaba preparada con un garrote entre las manos, así que de un garrotazo lo mandó al otro mundo. Como ella había estado escuchando todo, y aprovechando la oscuridad, se le ocurrió cambiar el tono de su voz y decirle a los delincuentes que esperaban: "Pasen nomás que no hay moros en la costa". Así que los cacos fueron pasando uno a uno, y uno a uno la morena los recibió "cariñosamente" a garrotazos. Fueron siete los facinerosos que la morena envió a conversar con Lucifer y desde ese día a dicha calle empezaron a llamarla como la "Calle Matasiete".


LOS BARRIOS ALTOS

Los Barrios Altos es una zona correspondiente al Cercado de Lima en la ciudad de Lima,. Se encuentra en la parte este de dicho distrito y sus calles pertenecen al Centro Histórico. Debe su nombre a que, topográficamente, es más alto que el resto del casco antiguo de la ciudad, debido a la elevación del terreno que existe hacia la Cordillera de los Andes, lo que se evidencia en sus calles hasta hoy.
Las noticias más tempranas del área que hoy conocemos como Barrios Altos se remontan a los primeros años de la presencia española en los Andes. A través de ellas podemos inferir el carácter religioso que poseía Barrios Altos durante la hegemonía inca en el valle del Rimac.
La documentación legada al presente por los sacerdotes que dirigieron el proceso de Extirpación de idolatrías, nos señala que en sus inmediaciones se ubicaba un oráculo, que debido a su importancia y prestigio terminó dando nombre al valle y, con el tiempo, a la actual ciudad capital del Perú.
El oráculo, que se cree tenía vinculación con el de Pachacámac ubicado pocas leguas al sur, identificó en tiempos prehispánicos al valle en el que se ubicaba, el que se denominó Limay (en quechua "lugar en el que se habla", haciendo referencia a la propiedad parlante del oráculo). Limay fue el nombre que tenía el valle del Rímac cuando llegaron los españoles, y que devino en Lima, nombre que se terminó imponiendo al de Ciudad de Los Reyes, con el que los españoles bautizaron a su capital.
De este antiguo centro religioso prehispánico queda muy poco. El oráculo fue destruido por los extirpadores de idolatrías. Sin embargo subsiste hasta hoy en una esquina de Barrios Altos (esquina de Junin con Jirón Cangallo) una huanca o piedra enclavada en la acera que posee como característica una perforación. Debido a ello se le llama Piedra Horadada  y es el único resto que queda del otrora prestigioso oráculo.
Otra evidencia de la Civilización Andina en el actual Barrios Altos es el llamado río Huatica. Este río, que en verdad es un canal, es una obra de ingeniería prehispánica en el valle del Rímac que tenía como objetivo expandir la barrera agrícola del valle transportando las aguas del río hasta campos lejanos. Dicha política expansiva se aplicó en el valle desde la presencia Huari en el área (S.VI D.C.), época de la que dataría el Huatica. Su curso comprendía las inmediaciones del oráculo, siendo posiblemente parte de su sustento hídrico. El Huatica tuvo vida durante la época colonial y republicana, en que fue parte del paisaje urbano y sobre todo importante canal de regadío, hasta el siglo XX en que se secó debido a la expansión urbana y la disminución del caudal del río Rimac. Sus estructuras se hallan aún bajo las calles de los Barrios Altos.
Cuando los españoles fundaron la Ciudad de los Reyes, en enero de 1535 en el valle del Rímac, lo hicieron a menos de un kilómetro del oráculo que daba nombre al valle. Por lo tanto, en pocos años la ciudad en su expansión comprendió sus inmediaciones. A mediados del siglo XVI el oráculo fue destruido, construyéndose en su lugar una iglesia que se levantó en advocación a Santa Ana. Pronto, el sector este de la ciudad, construido en torno a la iglesia, recibió el nombre de Barrio de Santa Ana,  germen del Barrios Altos de hoy.
En 1571, el virrey Francisco de Toledo decreta la creación de pueblos de reducciones en todo el espacio andino, en el que debería habitar la población indígena para favorecer su control y evangelización. Así, al este del Barrio de Santa Ana se construye el pueblo de Santiago del Cercado, reducción para los indígenas de la Ciudad de los Reyes. La reducción debía su nombre a que estaba bajo la advocación del apóstol Santiago y estaba rodeado por un cerco que tenía una única puerta para el ingreso y salida de su población. Dicha puerta se ubicaba en el actual Cinco Esquinas de Barrios Altos.
Con la construcción de las Murallas de Lima, se destruye parte de Santiago del Cercado y con él su muro perimétrico, quedando integrado dentro de la ciudad amurallada junto al Barrio de Santa Ana. De la unión de ambos, nace lo que hoy se conoce como Barrios Altos.
Históricamente se podría decir que el área de los Barrios Altos durante la época colonial estaba ocupada principalmente por Iglesias y los huertos y fundos que les pertenecían a las distintas órdenes religiosas, tal como se aprecia en los mapas de la época.
Recién a mediados del siglo XIX, el área comienza a ser poblada en su gran extensión (si bien ya a finales del XVIII el 40% de la población limeña vivía en los Barrios Altos), surgiendo en ésta por ejemplo el Mercado Principal en terrenos que habían pertenecido al Convento de la Concepción. En la segunda mitad del siglo XIX surgieron bellas quintas tales como la Quinta Heeren (construida hacia 1880) y barrios tales como: el Cercado (el más antiguo, cuyo origen se remonta hacia 1571), el Chirimoyo, Pampa de Lara, Cocharcas, Martinete, etc.
Se puede afirmar que el mejor momento para los Barrios Altos fue entre fines del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX. cuando esta zona no tenía problemas delincuencia, de robos y asaltos, de vendedores y consumidores de droga, de pandillaje y de vendedores ambulantes. Destacó entonces en Barrios Altos la llamada Plaza de Viterbo (actual cuadra 3 del jirón Amazonas), que fuera un bello lugar ubicado a continuación del Puente Balta y en cuyas cercanías existieron un cine (el Novedades, llamado luego Cinelandia), la estación del Ferrocarril Lima-Lurín y la estación de la Línea Nº 7 del Tranvía Urbano de Lima (ruta que fuera clausurada en1928). En la actualidad, la Plaza de Viterbo sólo queda en el recuerdo de algunos ancianos pobladores, pues el lugar fue completamente modificado (actualmente funcionan sobre lo que era la Plaza de Viterbo losas deportivas y el campo ferial "Amazonas" donde se venden libros usados). La zona aledaña a la plaza de Viterbo se caracterizaba además por la existencia de construcciones coloniales, convertidas en tugurios, que bajaban desde los barrancos hasta las orillas del río Rìmac. Todos estos tugurios, como el antiguo Hotel Amazonas que con los años devino en un tugurio conocido como la Casa de Drácula, fueron destruidos a inicios de 1970 con un inconcluso plan de modernización de la zona.
Hasta la década del 60 del siglo XX existieron un buen número de cines-teatros, de los cuales sobrevivieron hasta el primer lustro de los 80's: el Conde de Lemos ubicado en la Plazuela de Buenos Aires, el Delicias ubicado al frente de la Maternidad de Lima, el Pizarro y el Unión ambos ubicados en la Plaza Italia. Hoy en día ninguno de estos existe debido a la decadencia que alcanzó la zona.
El deterioro y descuido de los Barrios Altos se podría decir que empezó a mediados de los 70's con el incremento del comercio ambulatorio en las inmediaciones del Mercado Central, trayendo como consecuencia la delincuencia y tugurización de casonas y solares antiguos.
Dentro de este barrio se pueden observar numerosos templos de la época de las colonia entre ellas las pertenecientes a monjas de clausura, tales como la Concepción, San José, Santa Clara, Trinitarias, Santa Catalina, Santa Rosa de las Monjas y Mercedarias, Nuestra Señora del Carmen, Cocharcas, Maravillas y Jesús Reparador. Otras iglesias son el Prado (Agustinas), Santiago de las Maravillas y la capilla del Cristo Pobre.
Son importantes las tradicionales festividades de la Virgen del Carmen en el mes de julio y del Señor del Santuario de Santa Catalina en el mes de septiembre, así como otras procesiones tradicionales del Señor de las Caídas del Barrio de Mercedarias, Santa Ana de la Parroquia homónima y la hermosa escultura del Cautivo del Monasterio de las Trinitarias.
También destacan un buen número de plazas y plazuelas, tales como: La Plaza Bolívar o del Congreso, Plaza Italia o Antonio Raimondi (donde está la iglesia de Santa Ana), Buenos Aires, y las plazuelas: Santa Clara, Maravillas, Carrión, Ramón Espinoza, Santa Catalina, Buena Muerte, Santo Cristo, etc.
En los alrededores de la Plazuela del Cercado, existen restos de las antiguas  Murallas de Lima en buen estado de conservación, por ejemplo a la espalda del camal de Conchucos se encuentra lo que fuera el Bastión de Santa Lucía, uno de los puntos de vigilancia de la Muralla, en este lugar están aún las viejas instalaciones del antiguo Campo Deportivo del Centro de Instrucción de la Guardia Ccivil del Perú  "Santa Lucía" (hoy usadas por las Instituciones Educativas de la  Policía Nacional del Perú “Tupac Amaru” y Ccapitán GC Alipio Ponce Vasquez), que la Municipalidad de Lima podría restaurar.
En los Barrios Altos se encuentran edificios importantes  históricos como: La Escuela Duperior Autónoma de Bellas Artes de Perú, El Palacio Legislativo, Eel museo de la Santa Inquisición, La Biblioteca del Congreso, La Compañía de Bomberos "Roma", l Hospicio Ruiz Dávila, La Quinta Heerren (residencia de antiguas familias limeñas acomodadas y de varias sedes diplomáticas a principios del siglo XX), La Quinta Carbone, La Quinta Baselli.
La Quinta Cándamo, ubicada en el Jirón Ancash 1216 (Plazuela Ramón Espinoza), que fuera la casona donde vivió el Presidente Peruano Manuel Cándamo Iriarte.
La Quinta del Prado, en el barrio de El Prado (en la esquina de los actuales jirones Huamalies y Manuel Pardo), aunque está en estado ruinoso todavía se puede ver lo que fue el teatrín de la Perricholi donde ella daba funciones teatrales, en privado, al virrey Manuel Amat y Juniet.
El Jardín Botánico (ubicado a lado de la Facultad de Medicina  de San Fernando).
El Cementerio El Ángel y el Cementerio Presbítero Matías Maestro.
El local de la Tercera Orden Franciscana (el que hasta la década de 1950 estuvo integrado al Convento de San Francisco).
La Casa Canevaro – César Canevaro,  La Casa de las Trece Monedas, Ell antiguo Cuartel de Santa Catalina (ubicado en jirón Andahuaylas, cerca de 'Mesa Redonda'). El Colegio de Teología de Santo Tomás. El Molino de Santa Clara (en el jirón Ancash, cerca de la Iglesia de la Buena Muerte). El Barrio Chino.
Barrios Altos es criollismo. Ha legado a la tradición el comportamiento del limeño popular: el limeño de los solares, de los callejones, de los balcones coloniales y republicanos, de la mazamorra, de las procesiones, de las jaranas. En el barrio latino convergen distintos caldos culturales disímiles entre sí y que se superponen para crear una cultura compleja: lo español, lo negro, lo mestizo, lo italiano, lo chino, lo japonés, lo indígena, etc., se unen y hacen de sus pobladores únicos en cuanto historia, en cuanto a cultura y tradición urbana. Una gran parte de la identidad limeña - y la peruana - ha nacido en los Barrios Altos, a través de sus cientos de años de vida y su historia.
En los Barrios Altos se proclamó el Día de la Canción Criolla un 31 de octubre de 1944, por el presidente Manuel Prado y Ugarteche frente a la Plaza Buenos Aires del actual jirón Huánuco.
Históricamente fue influyente en la vida cultural limeña. En su seno nacieron intelectuales, artistas, políticos y deportistas como: Ricardo Palma, Manuel Ascensio Segura, Leónidas Yerovi, Felipe Pinglo Alva, Francisco Antonio de Zela, Francisco Morales Bermúdez, Alberto Andrade, Alberto Fujimori, Nicomedes Santa Cruz, Alejando Ayarza de Morales “Karamanduka”, Carlos Gassols, José Quezada Macchiavello, César Cueto, Juan José Oré, Julio César Uribe, Roberto Challe, Luis Cruzado, Orlando de la Torre, Humberto Sato, José María Arguedas, Andrés Avelino Cáceres, Antonio Raimondi, Abelardo Gamarra 'El Tunante', etc.) durante las décadas finales del siglo XIX y mitad del siglo XX.
Recordemos que la Plaza Bolívar, en el actual Congreso, era llamada Plaza Universitaria, por haberse ubicado al lado de la antigua sede de la Universidad de San Marcos, y transcurría allí la vida intelectual. De esta prestigiosa casa de estudios, la Facultad de Medicina de San Fernando, Alma Mater de la Medicina Peruana, hoy en día recibe a estudiantes universitarios sanmarquinos en los Barrios Altos.
En 1922 se fundó la Escuela de la Guardia Civil y Policía de la República en la cuadra 7 de la Avenida Sebastián Lorente Ibáñez (antes Avenida Los Incas), en cuyas cercanías funcionaban diversos establecimientos dedicados a la confección de uniformes policiales y a la venta de accesorios para estos. Actualmente en dicho local funcionan las Instituciones Educativas de la Policía Nacional del Perú “ Tupac Amaru”", que ocupa el local de la antigua Escuela de Guardias, con puerta al jirón Desaguadero, desde el 1  de abril1966 y Capitán GC Alipio Ponce Vásquez, que ocupa el local de la antigua Escuela de Oficiales, con puerta a la Avenida Sebastián Lorente Ibáñez, desde el  1 de abril de 1975.

En los Barrios Altos se encuentran dos importantes hospitales emblemáticos de la ciudad de Lima: el Hospital de Dos de Mayo, ubicado entre el jirón Puno y la Avenida Grau, y el Hospital Santo Toribio de Mogrovejo, especializado en las ciencias neurológicas

LA PLAZA DE LA INQUISICIÓN O PLAZA BOLIVAR

La Plaza Bolívar, también conocida Plaza del Congreso o Plaza de la Inquisición por ubicarse en ella tanto el local del Congreso de la República del Perú como el antiguo local del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (actual Museo de la Inquisición y el Congreso) es una plaza ubicada en los Barrios Altos del centro histórico de Lima, capital del Perú.
Se ubica en la segunda cuadra de la avenida Abancay a tres cuadras al este de la Plaza Mayor de Lima. La estatua de Simón Bolívar, Libertador de seis países (Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia), motiva que en los aniversarios patrios de dichas naciones, se realicen homenajes en esta plaza.

La plaza es una de las más antiguas de la ciudad ya que existe desde el siglo XVI. En los primeros años de vida de la ciudad, durante el siglo XVI, existió en ella un estanque de poca profundidad lo que motivó que su primer nombre fuera justamente Plaza del Estanque. Durante el gobierno del virrey Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva, se construyó con base en dicho estanque una caja de agua (llamada de la Caridad por la iglesia Santa María de la Caridad que se construyó durante esos años) como parte de su proyecto de  proveer a la ciudad con agua potable.
También se le conocía como plaza de Nicolás de Rivera El Mozo ya que en los años 1560 se ubicaba en ella la propiedad de este personaje en el solar ubicado en el frente sur de la plaza. Durante el gobierno del virrey Andrés Hurtado de Mendoza, segundo Marqués de Cañete, se dispuso la construcción en su frente oriental de la casa de mestizas San Juan de la Penitencia.
En 1562 se construyó en ese mismo solar la Iglesia y hospital de Santa María de la Caridad. Posteriormente en 1577 se ubicó el local de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Esto hizo que a la plaza le correspondieran también los nombres de Plaza de la Caridad y Plaza de la Universidad. Hacía fines del siglo XVI, con la institución en Lima de la Inquisición se denominó a la plaza como Plaza de las Tres Virtudes Cardinales1 o, más comúnmente, como Plaza de la Inquisición. Esta última forma se sigue utilizando en la actualidad.
Durante la época virreinal, la plaza tenía una forma trapezoidal, ensanchándose hacia su frente oriental. En el centro de la misma existía una fuente que tenía origen en la caja de agua que mandó construir el virrey Conde de Nieva, y que en cuyo centro se levantaba una cruz de piedra. Las fuentes de aquellos años señalaban que la existencia del mercado de abastos ofrecía una vista muy desagradable y descuidada. En el año 1822, al instalarse el Congreso Constituyente del Perú en el local de la Universidad, se dispuso el traslado del mercado. A partir de ese hecho, la plaza fue rebautizada por Bernardo de Monteagudo como Plaza de la Constitución. Este nombre fue establecido mediante decreto promulgado el 6 de julio de 1822.
El 8 de diciembre de 1825 se colocó la primera piedra del proyectado monumento a Bolívar. La ceremonia se inició a las 5 de la tarde en el Palacio de Gobierno del Perú desde donde se dirigieron a la Plaza de la Constitución. Este monumento recién se terminó más de treinta años después. En 1853 el Congreso realizó un concurso y la escultura ganadora llegó al Callao en 1859. Este monumento motivó que, desde mediados del siglo XX, la Plaza fuera conocida como Plaza Bolívar.
A inicios del siglo XX la fisonomía de la plaza cambió sensiblemente ya que no sólo se amplió la misma sino que además se derruyeron los edificios que antiguamente albergaban a la iglesia y el hospital de Santa María de la Caridad y parte de la Universidad San Marcos para la futura construcción del Palacio Legislativo del Perú, trazándose la segunda cuadra del jirón Simón Rodríguez, y la segunda y tercera cuadra del jirón Andahuaylas. En su frente sur, sólo se mantuvo en pie la fachada del Senado de la República, antiguo Tribunal de la Inquisición cuya fachada virreinal fue modificada en el año 1897 siendo reemplazada por la actual, de estilo neoclásico.
En 1947 la plaza fue sustancialmente transformada al iniciarse los trabajos de ensanchamiento del jirón Abancay (hoy avenida). En los años 1980, a raíz de los constantes ataques terroristas que se dieron en el país, con la finalidad de evitar atentados en el local del Congreso, la Plaza Bolívar fue enrejada y cercada y su acceso restringido. En 1997 el Congreso instituyó la ceremonia de izamiento del Pabellón Nacional con la participación de los presidentes de las comisiones parlamentarias, sin embargo, esta ceremonia cayó en desuso rápidamente.
Si bien en 1825 el Congreso del Perú dispuso la construcción de un monumento a Simón Bolívar en esta plaza y ese mismo año se colocó la primera piedra de dicho monumento, pasaron treinta años hasta que la efigie fuera efectivamente dispuesta en la plaza. En 1853 el Congreso encargó a Bartolomé Herrera, quien era Ministro Plenipotenciario del Perú en Roma, la misión de convocar a un concurso para la confección de la estatua y del pedestal. El ganador fue el escultor italiano Adamo Tadolini, quien confeccionó un molde de yeso. Sobre ese molde, un escultor alemán de apellido Müller, superintendente de la fundición de Múnich, se encargó de la fundición de la estatua. El pedestal de mármol fue obra del artista romano Felipe Guacarini.
El monumento terminado en 1858, recién llegó al Perú en 1859. De cuatro metros de altura y veintitrés toneladas de peso, la estatua muestra a Bolívar montado en un caballo encabritado que se sostiene sobre sus patas traseras. El pedestal posee tres gradas. Sobre el lado derecho del pedestal, un alto relieve representa la Batalla de Ayacucho. Sobre el lado izquierdo otro alto relieve representa la Batalla de Junín. En la parte de atrás del pedestal se muestra el Escudo del Perú. En la parte frontal se encuentra una placa con la inscripción:

sábado, 15 de noviembre de 2014

JULIO CARO BAROJA, UNA DE LAS FIGURAS INTELECTUALES ESPAÑOLAS MÁS DESTACADAS DEL SIGLO XX

Julio Caro Baroja, nació el 13 de noviembre de 1914 “alrededor de las ocho de la tarde” y murió en Vera de Bidasoa, Navarra el 18 de agosto de 1995, fue  un antropólogo, historiador, lingüista, folklorista y ensayista español, sobrino del escritor Pío Baroja y del pintor y escritor  Ricardo Baroja, liberales como él, independientes,  solterones.y un poco cascarrabias.
Era hijo  del editor Rafael Caro Raggio y de Carmen Baroja y hermano del documentalista, etnógrafo y escritor Pío Caro Baroja, Pertenecía a una familia de gente ilustrada y liberal, entre los que se encontraba un famoso conspirador romántico, fue discípulo de Telesforo Aranzadi, José Miguel de Barandiarán ,Hermann Trimborm y Hugo Obermaieri quienes lo encaminaron a la historia y a la etnografía.
Se doctoró en Historia antigua por la Universidad de Madrid, donde ejerció brevemente como profesor. Posteriormente dirigió el Museo del Pueblo Español de Madrid, pero trabajó básicamente en solitario. Por distintas razones, tanto personales como circunstanciales, se mantuvo al margen de la universidad, excepto durante dos cortos períodos de docencia, uno en Coimbra y otro, mucho más tarde, en el País Vasco.. Realizó numerosos viajes por España y el extranjero, con estancias prolongadas en Estados Unidos e Inglaterra (entre 1951 y 1953), dedicándose, como dijo alguna vez, «a sus labores».
Fruto de su formación y de los maestros que tuvo, sus primeros trabajos tratan sobre temas etnográficos, escritos cuando tan sólo tenía 15 años, así como su tesis doctoral en 1941, que fue la base de una trilogía muy posterior acerca de los ciclos de las fiestas de invierno (El carnaval, 1965), de primavera (La estación de amor, 1979) y de verano (El estío festivo, 1984).
No se puede denominar a Julio Caro un novelista porque sus ocupaciones  especificas tuvieron otro sentido que no se integra por entero en la ficción, pero sus trabajos como etnólogo, antropólogo, historiador y memorialista no son ajenos a la narrativa. Escribió mucho en la soledad de su gabinete y después del éxito popular de “Las Brujas y su mundo”, casi se convierte en una figura renombrada.
En sus primeros libros se expone una síntesis de la etnología en España y en particular de la del País Vasco: Los pueblos del norte de la península Ibérica (1943), Los pueblos de España (1946), Los vascos (1949).
Sus estudios relacionados con aspectos tecnológicos vienen de la época en que dirigió el Museo del Pueblo Español. Entre ellos caben destacar los dedicados a los arados españoles (1949) y a los molinos de viento (1952), publicados en la Revista Dialectología y Redacciones Populares, , de la que fue director durante quince años.
Viajar al Sahara en 1952 hizo que su interés se orientara hacia el hecho de las minorías étnicas.. Publicó los Estudios saharianos (1955), quizás el libro más valioso acerca de este territorio africano bajo dominio español en aquella época. Los moriscos del reino de Granada (1957) y otros posteriores marcan el sincretismo entre etnografía e historia, por ser fruto de su intensa labor de investigación en los archivos de la Inquisición: Las brujas y su mundo (1961), su obra más conocida, Vidas mágicas e Inquisición (2 vols., 1967) y, sobre todo, Los judíos en la España moderna y contemporánea (3 vols., 1961–1962). Otros estudios sobre grupos o minorías oprimidas nos dan una visión de los gitanos, mendigos o bandidos del área mediterránea.
También fueron novedosos los titulados Ensayo sobre la literatura de cordel (1969), Las formas complejas de la vida religiosa (Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII) (1978), La aurora del pensamiento antropológico. La Antropología en los clásicos griegos y latinos (1983) y La cara, espejo del alma. Historia de la fisiognómica (1987).
En los 18 volúmenes que componen los Estudios vascos se recogen artículos publicados entre las primeras monografías (La vida rural en Vera de Bidasoa, 1944; Los vascos. Etnología, 1949) y obras de madurez como La hora navarra del XVIII (1969), Etnografía histórica de Navarra (3 vols., 1971–1972) y La casa en Navarra (4 vols., 1982). Sobre el viejo reino, y sobre Guipúzcoa, elaboró, con su hermano Pío, un par de extensas películas etnográficas.
En su obra Los vascones y sus vecinos estudia la historia antigua de dos pueblos, los vascones y sus vecinos de Aquitania. En este libro incorpora algunas novedades en relación con escritos anteriores, ya que dice que la lengua que más se puede comparar al euskera es la hablada en ciertos núcleos étnicos antiguos aquitanos e incluso pirenaicos más orientales.
Escribió también sobre su familia; en su gran ensayo, Los Baroja, habla sobre su tío Pío Baroja, su otro tío Ricardo, pintor, y sobre toda su familia. Fue enterrado en Vera de Bidasoa (Navarra), donde los Baroja poseen una casa familiar llamada «Itzea», palacete que adquirió su tío Pío.
En su obra —que alcanza unas setecientas entradas entre libros, artículos, prólogos y ensayos— destacan trabajos que fueron precursores en su día, aunque ahora cuenten con numerosos seguidores. Es considerado en España como el iniciador del llamado enfoque histórico-cultural y podemos decir que fue uno de los últimos sabios del siglo XX, reconocido como tal en el extranjero.
La obra de Caro Baroja, que abarca desde el urbanismo como una parte de la antropología hasta los pliegos  de cordel y que incluye libros deliciosos como “El señor inquisidor  y otras vidas pro oficio”, hoy no serían capaces de sacarla adelante. Lo que demuestra que para realizar una obra gigantesca como la suya lo importante es disponer de tiempo y una mente rectora.   
Julio Caro Baroja debe de figurar entre la media docena de españoles más destacados del siglo XX en el aspecto intelectual. Su obra titánica, llevada a cabo en solitario, solo es comparable a la obra de Marcelino Menéndez Pelayo, aunque la de don Julio es más especializada y, en consecuencia más abarcable.
Académico de número de la Real Academia de las Lengua Española, miembro de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de la Lengua Vasca. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (1983), la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (1984), el Premio Nacional de las Letras Españolas, el Premio Internacional Menéndez Pelayo (1989) y el Premio Príncipe de Viana (1989).
En su honor se puso su nombre a una plaza en San Sebastían y a tres institutos, uno en Guecho (Vizcaya) en 1981, otro en Fuenlabrada (Madrid) y otro en Pamplona, el I.E.S. Julio Caro Baroja.


viernes, 14 de noviembre de 2014

JUAN DE ESPINOSA MEDRANO "EL LUNAREJO"

El imperio español se valió de eficaces dispositivos culturales para afianzar la colonización del imaginario americano. La estética barroca cultivada en la corte y el claustro  sirvió para montar el espectáculo y sostener los rituales del poder imperial que se consolidó como una sociedad jerarquizada con un centro único, la monarquía. El código culterano, utilizado para celebrar el poder absoluto también "provee las formas y tópicos que, utilizados por la intelectualidad virreinal, denuncian la Colonia como una sociedad disciplinaria y represiva.

El gongorismo sirve para montar una  "dialéctica de escena" que aleja cualquier  perturbación de la tersa imagen de la vida colonial. La letra construye  una suerte de locus amoenus, aislado de la historia. Como  afirma John Beverley la producción cultural del XVII indiano intenta resolver  por medio de la letra  profundas contradicciones materiales y culturales. La ciudad letrada, tan fortificada como la ciudad real, es uno de los anillos claves en la ordenación urbana. El orden político se apoya en el orden religioso.

En ese espacio limitado crece la demanda indiana de reconocimiento y se incuba la cultura criolla,  alejada de los mundos indígenas. El Barroco de Indias, arte sincrético,  está inextricablemente unido al criollismo. Su discurso sostiene la tensión de lo nuevo, que  intenta conseguir los títulos que acrediten la igualdad de  derechos y posesiones. Siempre lejos, el criollo es un sujeto construido en la exclusión de los discursos y del poder: "El indiano  es reflejo de lo que piensan que piensan de él y esos pensamientos son figuras grotescas pasadas por prismas paranoides espesados por el disloque físico y temporal.

En el Virreinato del Perú una de las figuras  descollantes del siglo XVII  es Juan de Espinosa Medrano conocido como el Lunarejo.  Aunque existen pocas informaciones biográficas se  puede afirmar, casi con  certeza, que fue un mestizo educado  por los dominicos. Entre los datos fehacientes están su ingreso al Colegio Seminario de San Antonio Abad donde debió escribir sus obras de teatro. Catedrático en Artes y Teología en 1650, se doctoró en Teología en la Universidad de San Ignacio de Loyola y fue nombrado Canónigo Magistral de la catedral del Cusco en 1683. Se puede afirmar que fue hombre de fortuna ya que se conservan inventarios de sus bienes: propiedades  urbanas y rurales, joyas, muebles, cuadros, esclavos y libros.
Juan de Espinosa Medrano, nació en Cuzco en  1629     y falleció  el 13 de noviembre de 1688, es más conocido con el apodo de El Lunarejo. Destacado aedo, dramaturgo y clérigo, siendo considerado el más alto defensor en el Perú de la Escuela Culterana.
Lo llamaban así por los lunares que marcaban su rostro y en vida fue ya toda una leyenda. Se dice que cuando el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, X Conde de Lemos, llegó al Cuzco, uno de sus primeros actos fue asistir a una misa celebrada por " El Lunarejo". Enraizado en el imaginario popular, todavía en el siglo XIX se relataban entre las viejas familias cuzqueñas, como lo recuerda Clorinda Matto de Turner, algunas de las anécdotas que protagonizara. La más conocida nos lo muestra predicando a templo repleto e interrumpiendo su sermón para pedir a la multitud: "Señores, den lugar a esa pobre india que es mi madre".
Ésta es la base para sostener que Juan de Espinosa Medrano fue de linaje indígena, pero en realidad, salvo su obra, se ignora casi todo sobre este escritor, uno de los más importantes de la Hispano américa colonial
Si se sabe que el lunarejo nació en Calcauso, en la actual provincia de  Antabamba ,Apurímac, posiblemente en 1629. También, que gracias a su precoz talento y al apoyo del cura de su pueblo se le abrieron las puertas del Seminario de San Antonio Abad del Cuzco y luego las de la Universidad de San Antonio Abad del Cusco de la misma ciudad, donde se graduó. Polígala y polifacético, antes de los 18 años ya escribía autos sacramentales, componía música sacra y dominaba el latín, el griego, el hebreo y, por supuesto, el quechua.
Su primera obra tal vez sea "El rapto de Prosepina", drama que la tradición dice que escribió cuando no había cumplido los quince años y que llegó a ser representado en Madrid y Nápoles. También para el teatro compuso "El amar su propia muerte" y el auto sacramental en quechua "El hijo pródigo". Además, escribió en latín, el tratado de lógica "Curso de filosofía tomística", y treinta de sus sermones, sin duda los más bellos que se han compuesto en el Perú, fueron agrupados póstumamente por sus admiradores y publicados en 1695, bajo el título de "La novena maravilla".
Pero fue su "Apologético en favor de Luis Góngora”, príncipe de los poetas líricos españoles, la obra que le aseguró un lugar en la posteridad. Publicada en 1662  es una apasionada defensa del gran poeta cordobés contra los ataques del portugués Manuel de Faría y Sousa, pero también un ejercicio de estilo y la aplicación, al análisis de los versos gongorinos,  de ideas avanzadas para su época y, en algún caso, próximas a las de la estilística del siglo XX, como lo remarca Dámaso Alonso. La calidad de la prosa del "Apologético en favor de Luis Góngora", musical, brillante, ingeniosa, es tal, que don Marcelino Menéndez Pelayo la califica de "perla caída en el muladar de la poética culterana".
No obstante sus méritos académicos y literarios, se desempeñó con humildad durante muchos años como párroco de la iglesia de San Cristóbal, donde sus elocuentes sermones convocaban multitudes. Durante sus últimos años integró el cabildo diocesano en la catedral del Cusco y dictó cátedra en el Seminario.
Murió el 13 de noviembre de 1688, en medio del sentimiento general de un pueblo que lo había acogido como suyo.


jueves, 13 de noviembre de 2014

HISTORIA DEL SEÑOR DE LOA MILAGROS

El 13 de noviembre de 1655 a las 14:45 horas, tuvo lugar un terrible terremoto que estremeció Lima y Callao, derrumbándose templos, mansiones y las viviendas más frágiles, ocasionando miles de víctimas mortales y damnificados. El temblor afectó también la zona de Pachacamilla y las viviendas igualmente se derrumbaron. Todas las paredes del local de la cofradía se derrumbaron, produciéndose entonces el milagro: el débil muro de adobe en donde se erguía la imagen de Cristo quedó intacto, sin ningún tipo de resquebrajamiento.
El Señor de los Milagros es una imagen de Cristo en la cruz, pintada en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor del Santuario de Las Nazarenas de Lima, y venerada por peruanos y extranjeros en el Perú y alrededor del mundo, por quienes es considerada milagrosa. Su procesión es una tradición peruana, considerada como la manifestación religiosa católica periódica más numerosa del mundo. Fue pintada por un esclavo de casta angoleña llamado Pedro Dalcón o benito, según Raúl Porras Barrenechea. Se le conoce como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes, predominaba la gente negra. Podría estar relacionado, según explica la historiadora María Rostworowski, con el culto milenario al dios Pachacámac, tan solo por haber sido pintado en el Barrio de Pachacamilla en el centro de Lima.
Debido a los traficantes de esclavos, una parte importante de estos inmigrantes venían de la costa atlántica de África occidental, que se clasificaban por castas: congos, mandingas, caravelíes, mondongos, mozambiques, terranovos, minas y angolas. Aproximadamente 10, 000 habitantes de Lima se organizaron de tal manera que construyeron sus toscas cabañas o callejones divididos en aviva, es decir el bantú o el kimbundo, cantaban canciones antiguas de sus tierras natales ya que provenían del África Occidental. También se ocupaban de sus enfermos y se preocupaban de que todos tuvieran un entierro decente, mediante pequeñas cuotas de cofrades. De acuerdo a Jean Pierre Tardieu los esclavos angolas eran el grupo más numeroso entre los esclavos negros, sin embargo no eran muy valorados, es decir estaban entre los esclavos más baratos, pues por lo general se les consideraba pusilánimes, enfermizos y poco propensos a la cristianización. En esto último no está de acuerdo el historiador Armando Nieto quien considera que más bien eran los de más fácil cristianización. Según Jean Pierre Tardieu los jesuitas publicaron en 1629 la traducción al castellano del libro Oraciones publicado en Portugal con oraciones en idioma angolano del jesuita lusitano Mateo Cardoso SJ, y el padre general de los jesuitas en Roma Mucio Vitelecchi planteó que el dominio del idioma angolano podía servirles a los jesuitas en Perú como cuarto voto como sacerdotes. Un vocabulario de idioma angolano fue confeccionado por el presbítero López de Castilla (SJ), sin embargo los sacerdotes jesuitas doctrinaban a los angolas y otras etnias mediante la llamada «lengua media», una mezcla de varios idiomas africanos usados por los esclavos negros en Perú. Sobresalieron en la doctrina de negros, los jesuitas Gabriel Perlín y Francisco del Castillo S. J., este último según Tardieu elaboró un devocionario en idioma angolano.
Los africanos, tanto esclavizados como libres, encontraron en la institución de las cofradías una válvula de escape para la condición de opresión que sufrían en el Perú. Desde el siglo XVI se instituyen cofradías de negros con aprobación eclesial. Eran agrupaciones de unos cien miembros en promedio que estaban a cargo de un retablo o capilla en los templos de Lima, dirigidas por un Mayordomo o Caporal, tenían una junta directiva llamada «los veinticuatro» por el número de personas que lo conformaban. Entre las destacadas están la de la Virgen de la Antigua de la Catedral, la de la Virgen del Rosario de Santo Domingo y de San Antón en San Marcelo. Los locales de la cofradía servían para los bautizos, reuniones y velorios. En ciertos casos daban préstamos para que sus miembros manumitiesen, es decir se hicieran libertos. Anthony de la Cruz en su tesis «Cofradías negras de Lima» (1984) postula que la del Santo Cristo no alcanzó a conformarse formalmente como cofradía, se trataría entonces de una pre-cofradía. Las cofradías de negros participaban todos los años en la Procesión de Corpus Christi que era la más importante de Lima.

EL DÍA DE ACCION DE GRACIAS O THANKSGIVING

El Día de Acción de Gracias o Thanksgiving Day, es una jornada de agradecimiento y es una es una celebración tradicional en los Estados Unidos y Canadá.
Se cuenta que los primeros pobladores americanos para celebrar que habían logrado sobrevivir un invierno muy duro y que tenían una abundante cosecha que les ayudaría a enfrentar el siguiente, los peregrinos organizaron una gran cena.
El sitio donde se llevó a cabo el primer día de Acción de Gracias en los Estados Unidos, e incluso en el continente, es un objeto de debate constante. Los escritores y profesores Robyn  Gioia, Michael Gannon de la Universidad de la Florida han señalado que la primera celebración de este día en lo que actualmente son los Estados Unidos fue llevada a cabo por los españoles el 8 de septiembre de 1565, en lo que hoy es San Agustín, Florida.
Otros historiadores aseguran que la primera celebración del día de Acción de Gracias se realizó en Virginia, y no en Plymouth. Los servicios de agradecimiento eran rutinarios en lo que se convertiría en la Commonwealth de Virginia en 1607.
Otra teoría cuenta que los primeros pobladores, cerca de ochocientos, entre ellos muchos españoles se reunieron por primera para celebrar esta fiesta en agradecimiento al haber llegado a esas tierras, y también en prueba de reconocimiento por las cosechas y por lo que uno tiene en la vida. Invitaron a los indios nativos para agradecer su ayuda. La primera celebración de acción de gracias duró varios días. Tanto los indios como los peregrinos compartieron alimentos, bebidas y diversión
por las cosechas y por todo lo que uno tiene en la vida.

Es una celebración familiar en que las personas incluso viajan a otro estado para reunirse con su familia. Dado que en Estados Unidos son más independientes unos de otros que en las familias latinas, realizan el esfuerzo de reunirse al menos una vez al año.
En los Estados Unidos, la tradición moderna del día de Acción de Gracias tiene sus orígenes en el año 1621, en una celebración en Plymouth, en el actual estado de Massachusetts. También existen evidencias de que los exploradores españoles en Texas realizaron celebraciones en el continente con anterioridad en 1598, y fiestas de agradecimiento en la colonia de Virginia. La fiesta en 1621 se celebró en agradecimiento por una buena cosecha. En los años posteriores, la tradición continuó con los líderes civiles tales como el gobernador Williiam Bradford, quien planeó celebrar el día y ayudar en 1623.  Dado que al principio la colonia de Plymouth no tenía suficiente comida para alimentar a la mitad de los 102 colonos, los nativos de la tribu Wampangag ayudaron a los peregrinos dándoles semillas y enseñándoles a pescar. La práctica de llevar a cabo un festival de la cosecha como éste no se volvió una tradición regular en Nueva Inglaterra hasta finales de la década de 1660.
Según el historiador Jeremy Bangs, director del Leiden American Pilgrim Museum, los peregrinos pudieron haberse inspirado en los servicios anuales de Acción de Gracias por el alivio del  asedio de Leiden en 1574, cuando vivían en Leiden.

El primer presidente de los EE.UU, George Washington declaró el primer día de acción de gracias el 19 de febrero de 1795. Más tarde, Abraham Lincoln escogió el 3 de octubre de 1863 como día de reflexión y agradecimiento.
El presidente Theodore Roosevelt cambió en 1941 el día de acción de gracias al cuarto jueves el mes de noviembre, que sigue siendo el día en que se celebra esta festividad.
En los Estados Unidos se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre. En Canadá, por su parte, se celebra el segundo lunes de octubre. Generalmente en esta festividad se reúnen en torno a una mesa familiares y amigos a compartir un banquete. Aunque es religiosa en origen, está considerada como una festividad secular.
El día de Acción de Gracias en América del Norte tiene sus orígenes en una mezcla de tradiciones europeas y aborígenes. En Europa, los festivales se llevaban a cabo antes y después de los ciclos de cosecha para agradecer por una buena cosecha, y para celebrar después del duro trabajo junto con el resto de la comunidad. Los nativos americanos también celebraban el final de la cosecha. Cuando los europeos llegaron a lo que sería América por primera vez, llevaron sus propias tradiciones (fiestas de la cosecha) desde su continente, celebrando el final de su viaje, la paz y la buena cosecha. Aunque los orígenes del día de Acción de Gracias son similares en Canadá y en los Estados Unidos, los estadounidenses no suelen celebrar las contribuciones hechas en Plymonuth, Massachusetts,  mientras que los canadienses no celebran las contribuciones en la isla de Terranova.
Durante su último viaje a estas regiones en 1578, Frobisher llevó a cabo una ceremonia formal en la actual bahía de Frobisher, isla de Baffin (actualmente Nunavut) para dar las gracias a Dios; más tarde, celebraron la comunión en un servicio llevado a cabo por el ministro Robert Wolfall,  el primer servicio religioso de ese tipo en la región. Años después, la tradición de la fiesta continuó a medida que fueron llegando más habitantes a las colonias en Canadá.
Los orígenes del día de Acción de Gracias en Canadá también pueden remontarse a principios del siglo XVII, cuando los franceses llegaron a Nueva Francia con el explorador Samuel de Champlain y celebraron sus cosechas exitosas. Los franceses de la zona solían tener fiestas al final de la temporada de cosechas y continuaban celebrando durante el invierno, e incluso compartían sus alimentos con los aborígenes de la región.
A medida que fueron llegando más inmigrantes europeos a Canadá, las celebraciones después de una buena cosecha se fueron volviendo tradición. Los irlandeses, escoceses y alemanes también añadirían sus costumbres a las fiestas. La mayoría de las costumbres estadounidenses relacionadas con el día de Acción de Gracias (como el pavo o las gallinas de Guinea,  provenientes de Madagascar), se incorporaron cuando los lealistas comenzaron a escapar de los Estados Unidos durante la Revolución estadounidense y se establecieron en Canadá.
La mayoría de personas en los Estados Unidos celebran esta fiesta con reuniones familiares en sus hogares donde preparan un banquete. En muchas casas es común ofrecer una oración de gracias. El plato principal tradicional para la cena es un gran pavo asado u horneado. Este pavo tradicionalmente va acompañado con un relleno hecho de pan de maíz y salvía. Se sirve tradicionalmente con una jalea o salsa de arándanos rojos. Además suelen servirse platos de verduras como las judías verdes (ejotes, vainitas), la papa dulce papa dulce (camote, boniato) y el puré de papa con gravy, que es una salsa hecha del jugo del pavo; también suele servirse una gran variedad de postres, siendo el pastel de calabaza el más popular. También es común preparar el pastel de nuez pacana y el de manzana.

Es una de las celebraciones más importantes en los Estados Unidos y marca el inicio de la temporada comercial de navidad. El día siguiente, viernes, se denomina Black Friday, en que hay rebajas en los comercios, en preparación para la época de regalos que se avecina.