El 13 de noviembre de 1655 a las 14:45
horas, tuvo lugar un terrible terremoto que estremeció Lima y Callao,
derrumbándose templos, mansiones y las viviendas más frágiles, ocasionando
miles de víctimas mortales y damnificados. El temblor afectó también la zona de
Pachacamilla y las viviendas igualmente se derrumbaron. Todas las paredes del
local de la cofradía se derrumbaron, produciéndose entonces el milagro: el
débil muro de adobe en donde se erguía la imagen de Cristo quedó intacto, sin
ningún tipo de resquebrajamiento.
El Señor de los Milagros es una imagen
de Cristo en la cruz, pintada en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor
del Santuario de Las Nazarenas de Lima, y venerada por peruanos y extranjeros
en el Perú y alrededor del mundo, por quienes es considerada milagrosa. Su
procesión es una tradición peruana, considerada como la manifestación religiosa
católica periódica más numerosa del mundo. Fue pintada por un esclavo de casta
angoleña llamado Pedro Dalcón o benito, según Raúl Porras Barrenechea. Se le
conoce como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes, predominaba la
gente negra. Podría estar relacionado, según explica la historiadora María
Rostworowski, con el culto milenario al dios Pachacámac, tan solo por haber
sido pintado en el Barrio de Pachacamilla en el centro de Lima.
Debido a los traficantes de esclavos,
una parte importante de estos inmigrantes venían de la costa atlántica de
África occidental, que se clasificaban por castas: congos, mandingas,
caravelíes, mondongos, mozambiques, terranovos, minas y angolas.
Aproximadamente 10, 000 habitantes de Lima se organizaron de tal manera que
construyeron sus toscas cabañas o callejones divididos en aviva, es decir el
bantú o el kimbundo, cantaban canciones antiguas de sus tierras natales ya que
provenían del África Occidental. También se ocupaban de sus enfermos y se
preocupaban de que todos tuvieran un entierro decente, mediante pequeñas cuotas
de cofrades. De acuerdo a Jean Pierre Tardieu los esclavos angolas eran el
grupo más numeroso entre los esclavos negros, sin embargo no eran muy
valorados, es decir estaban entre los esclavos más baratos, pues por lo general
se les consideraba pusilánimes, enfermizos y poco propensos a la
cristianización. En esto último no está de acuerdo el historiador Armando Nieto
quien considera que más bien eran los de más fácil cristianización. Según Jean
Pierre Tardieu los jesuitas publicaron en 1629 la traducción al castellano del
libro Oraciones publicado en Portugal con oraciones en idioma angolano del
jesuita lusitano Mateo Cardoso SJ, y el padre general de los jesuitas en Roma
Mucio Vitelecchi planteó que el dominio del idioma angolano podía servirles a
los jesuitas en Perú como cuarto voto como sacerdotes. Un vocabulario de idioma
angolano fue confeccionado por el presbítero López de Castilla (SJ), sin
embargo los sacerdotes jesuitas doctrinaban a los angolas y otras etnias
mediante la llamada «lengua media», una mezcla de varios idiomas africanos
usados por los esclavos negros en Perú. Sobresalieron en la doctrina de negros,
los jesuitas Gabriel Perlín y Francisco del Castillo S. J., este último según
Tardieu elaboró un devocionario en idioma angolano.
Los africanos, tanto
esclavizados como libres, encontraron en la institución de las cofradías una
válvula de escape para la condición de opresión que sufrían en el Perú. Desde
el siglo XVI se instituyen cofradías de negros con aprobación eclesial. Eran
agrupaciones de unos cien miembros en promedio que estaban a cargo de un
retablo o capilla en los templos de Lima, dirigidas por un Mayordomo o Caporal,
tenían una junta directiva llamada «los veinticuatro» por el número de personas
que lo conformaban. Entre las destacadas están la de la Virgen de la Antigua de
la Catedral, la de la Virgen del Rosario de Santo Domingo y de San Antón en San
Marcelo. Los locales de la cofradía servían para los bautizos, reuniones y
velorios. En ciertos casos daban préstamos para que sus miembros manumitiesen,
es decir se hicieran libertos. Anthony de la Cruz en su tesis «Cofradías negras
de Lima» (1984) postula que la del Santo Cristo no alcanzó a conformarse
formalmente como cofradía, se trataría entonces de una pre-cofradía. Las
cofradías de negros participaban todos los años en la Procesión de Corpus
Christi que era la más importante de Lima.
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