Mi
amigo, Manolo está jubilado, desde hace mucho tiempo, y puede darse el lujo de vivir
de sus rentas, por eso muchas veces puede levantarse sobre las doce de la
mañana, o dormir, si desea todo el día.
Una
de esas mañanas después de asearse,
sintió deseos de tomar un buen café, se
acerca a su cocina, que parece un laboratorio aeroespacial, donde se ve que todo
está en orden y los utensilios casi sin usar, porque tengo que contar que
Manolo no sabe ni como se enciende la cocina y mucho menos de como se hace para
cocinar un arroz, o hacer un pollo asado.
Como
nunca ha cocinado en su “laboratorio”, es su hija la que le hace la comida de
los trescientos sesenta y cinco días del año. De lo único que se ocupa él, después
de cenar, es dejar los pocos platos y
cubiertos que utilizo, bien limpios y ponerlos en el sitio que le corresponde.
Busca
en la alacena su cafetera express con el objeto de prepararse su sabroso café, rebusca
en las estanterías, -revolviendo todo-hasta que encuentra la bolsa de café
molido, de aroma peruano, para volcarlo en la cafetera y después de echarle el
agua, la pone encima de la encimera y espera impaciente unos minutos, entreteniéndose
en dar paseos entre la cocina y el balcón, hasta poder sentir el ruido y el aroma de ese exquisito café,
una bebida altamente estimulante, para empezar a tomar su desayuno.
Pero,
al poco rato se da con la sorpresa que la cafetera de dos cuerpos no funciona,
el líquido no termina de salir ¿Qué hacer?, ¿Cómo resolver este problema?, con
la desesperación piensa un largo rato, y
por fin, se atreve a llama a la oficina
de su hija para que le resuelva el “grave problema”. La hija le llama de todo,
desde inútil hasta vago y demás cosas, que pueden pasar por nuestra imaginación…
Lo calma y le dice que se tranquilice y
se prepare un Nesquit frio; se vista y
salga a buscar una tiende de electrodomésticos para comprar otra nueva
cafetera.
Nuestro
personaje le hace caso su hija, y después de vestirse ceremoniosa y
tranquilamente, a eso de la una de la tarde, va en busca de una tienda donde
conseguir una nueva cafetera para prepararse otro delicioso café.
Al
entrar a la tienda se acerca a la dependienta y le pide que le muestre una cafetera sencilla, la señorita lo lleva a
una estantería con una exposición de muchas máquinas de café y a la vez que le
enseña los diversos modelos le comienza a dar una cátedra sobre cafeteras: “La
cafetera italiana o moka consta de dos cuerpos que se enroscan por la parte
central. La parte inferior es el depósito de agua, que tiene una válvula de
seguridad por un lado y donde se pone un filtro con el café, en forma de
embudo. La parte superior es el depósito que recibirá el café preparado. El
agua al hervir libera vapor, que aumenta la presión dentro del depósito,
haciendo que el agua suba por el tubo del filtro a través del café molido extrayendo su esencia
y sabor. Al llegar a la parte superior, sale por una pequeña torre perforada en
la punta para evitar que se regrese el café preparado
y ahí se mantiene hasta que todo el café haya
salido. Normalmente son fabricadas de aluminio
o acero inoxidable. Se usa un café más bien fino regular. Es
una manera cómoda, rápida y fácil de preparar café expreso. Funciona sobre los
quemadores de la cocina o fuego moderado….”
Mi
amigo ya desesperado, de la lección magistral, escoge la primera que encuentra,
por cierto la más cómoda en precio, la paga y se va a dar un paseo por la ciudad,
en compañía de su paquete, llega a su casa dándose con la sorpresa de que ya lo
está esperando su hija, quien después de volverle a leer la cartilla, trata de
enseñarle a usar ese nuevo artilugio, lo tratan de poner en funcionamiento,
lavándolo e hirviéndolo con vinagre para quitarle el sabor al aluminio.
Mientras
este proceso sucede, su hija observa la maquina anterior y se da cuenta que la
misma está atascada, y le dice que eso tiene un fácil arreglo. La vuelven a
desarmar y la desatascan lavándola y enjuagándola con detergente. Después de
hacer esta operación el artilugio ya comienza a funcionar. Su hija, quien
parece un mecánico, le ordena que después de un rato – cuando ella haya
terminado de ponerle en orden sus cosas de la casa, le ponga un poco de leche y
realice el siguiente paso de la elaboración de café. Nuestro Manolo realiza
este proceso y se da con la sorpresa que la leche a hervido y aparte de pegarse
en la cafetera, se ha desparramado por toda la encimera, la que inmediatamente limpia para no dejar rastro del accidente.
¡Oh!
¡ Que desastre!
Enseguida,
exasperadamente trata de limpiar la cafetera pero no encuentras los utensilios
para realizar esta operación. En resumen la cafetera que compro en el
establecimiento de electrodomésticos esta para tirar a la basura.
Al
día siguiente a primera hora de la tarde, vuelve la hija, y al ver
lo sucedido, lo vuelve a increpar y le explica por undécima vez como tiene que
hacer, para preparar su rico café: llenarla de agua, y echar el café molido y
esperar que se proceda a la fusión del mismo. Al poco rato nuestro amigo
realiza la operación como le han indicado.
Pero
¡Oh sorpresa!, el rico café no sale de la cafetera. Manolo no sabe qué hacer,
si llamar de nuevo a su hija, o contarlo a los tertulianos para que le aconsejen,
que hacer…los cuales le aconsejan de la deje reposar hasta la mañana siguiente.
A
la madrugada del día siguiente, Manolo se levanta, se arregla y se dirige al
laboratorio donde vuelve a experimentar con el artilugio, lo lava muy bien y lo recarga de agua, y esta vez cuida en
ponerle poco café; lo pone encima de la encimera y al poco rato siente que
empieza basándose en los principios de la física a combinarse, y basándose en los principios de
la física, los líquidos empiezan a combinarse y comienzan a entrar en ebullición;
procurando que todos los elementos volátiles del café pasen a la infusión. Desde
las otras habitaciones de la casa, ya se puede olfatear el aromático y rico
café. Manolo vuelve a la cocina asustado por el ruido observa incrédulo que efectivamente
el café estaba listo para ser degustado. Aún no se lo cree. La cafetera está casi llena, de ese líquido
que tiene el color clásico, antiguo y noble del oro negro.
Antes
de servirse, tomar y degustar su café, nuestro amigo salió a la terraza, y
dando grandes voces a la calle decía: ¡ Eureka, Eureka!. ¡ Lo he conseguido! . ¡
Lo he conseguido! . Después de varios días, y de hacer muchos experimentos
Manolo pudo tomar un café, hecho por él,
y por cierto buenísimo.
Julio 2013
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