jueves, 4 de agosto de 2011

ONCE COMPAÑEROS UN DIA DE VERANO EN PUCUSANA

En los días que me encontraba en Lima, era verano, pero como nunca llovía bastante, no era la tradicional Lima de mi infancia, cuando en el invierno, esperaba la “góndola” (que así llamábamos al ómnibus del colegio) no era la garúa, con esas cuatro gotas que algunas veces nos moja un poquito, pero no cala. Lima tiene un cielo muy parecido al de Oviedo, cuando va a llover, con ese cielo panza de burro.
Por esos días en el mes de diciembre, los pueblos jóvenes se encontraban en estado de alerta, porque la lluvia se llevo algunas casas de adobe, que se encuentran en los mismos cauces de los ríos que casi nunca llevan agua. Mi amigo y compañero, el presidente Alan García, recorrió durante esos días varias veces los pueblos de los alrededores de Lima para dar instrucciones de cómo se podía resolver la alarmante y grave situación que en esos momentos se vivía en las afueras de la capital.
Los chicos de mi clase del colegio, cumplimos este año las Bodas de Oro, o sea los cincuenta años de haber salido de las aulas de La Salle, y estamos preparando un gran fiesta en el mes de agosto, que marcara un gran hito en nuestra vida. El fin de semana antes te tomar mi avión para Ovetus, mis compañeros me llaman por la mañana temprano, porque sea día es un día de verano de verdad, hay bastante sol, sol de verano verdadero,  para decirme que Juno Manarelli, compañero e hijo de un gran corredor de coches y amigo de mi papá allá en el Perú, nos invitaba a un grupo de compañeros a almorzar a su casa, de Pucusana. Un balneario que se encuentra a 60 km al sur de Lima. Limita al norte con el , distrito de Santa María del mar al este con la provincia de Cañete, al sur y oeste con el Oceano Pacífico.
 Mis amigos  y compañeros, Iván Venancio, José Luis Rocha, y José Alemant, me sacan en volandas de casa, cuando yo estaba concentrado haciendo mis maletas para mi regreso. Antes de subir al carro les puse mis condiciones, que iba a esa concentración de compañeros de clase,  pero que me trajeran temprano, porque tenía algunos otros compromisos esa noche. Es así que salimos de Lima, a las diez y media de la mañana. La verdad la ciudad de Lima cada vez, que voy, esta mas cambiada y  crece mucho más, toda la población de la sierra está en Lima, ocupando los pueblos jóvenes, tenemos que recordar  según el censo de 2007, que la ciudad de Lima Metropolitana tiene aproximadamente 8,5 millones de habitantes –más de 7,6 millones son residentes de la Provincia de Lima –, es decir el 30% de la población peruana, por lo que es la mayor metrópoli del Perú, así como la quinta más poblada de América Latina y una de las 30 áreas metropolitanas más grandes del mundo.
Mientras que recorríamos las calles de los distintos distritos, San Isidro, Miraflores, chorrillos en busca de la carretera Panamericana, estoy muy desorientado por donde me llevaban. Al entrar en la carretera panamericana, en dirección al sur,  recién me doy cuenta donde estábamos, pero pensaba que cuando iba con mis padres a pasar algún domingo al bonito balneario de Pucusana, demorábamos mucho más en llegar, tal vez porque eran otras épocas, y la carretera era más estrecha,  y esta vez en unos cuarenta y cinco minutos ya habíamos llegado.
Dejamos el carro estacionado en la plaza principal del pueblo y bajamos caminando hasta el malecón junto al mar, se respira aire puro, y nos confunde el olor del mar, comenzamos la búsqueda de la casa del Dr. Manuel Arce, un eminente médico cirujano peruano, que para más orientación de los que llegábamos de fuera, y no conocíamos donde era el punto de reunión  había izado en todo lo alto del tejado la bandera peruana. Allí, en la casa del Dr. Arce nos esperaban varios compañeros de promoción  acompañados de sus esposas. Somos pocos pero parecemos todo un ejercito, después de los saludos de rigor, abrazos bromas y besos, nos invitan a tomar el infaltable pisco sawer. En nuestra Patria, no hay reunión o fiesta sin que se sirva el genuino pisco peruano.
Mientras que nos dirigíamos a casa de nuestros amigos, me recordaba cuando los domingos íbamos con mis padres a pasar el día, y como premio por la tarde nos llevaban  a visitar el Corte de La Viuda, que es un gran accidente geografico donde el mar hace su entrada en medio del cerro costero. También es conocido como "el Boquerón", aunque su nombre real es el anterior. La verdad es que por aquellos años nos daba miedo.
Recuerdo cuando los hermanos del colegio nos llevaban de paseo a Pucusana ó Naplo (balneario vecino), en que cada uno tenía que llevar su almuerzo y su bebida, era aquellos días en que todos nos portábamos bien para que no nos castigaran en casa, y nos dejaran sin el bonito día de paseo por la playa.
Otro atractivo es la famosa casa buque, que era  de unos tíos de una compañera de Facultad. Alguna vez me invitaron en el verano a pasar el día en esa bonita casa.
Después de tomar el aperitivo en cada de nuestro compañero, nos indican que nos vamos a casa de Juno Manarelli, atravesamos el Yacht Club y enseguida después de un corto trecho llegamos a la bonita residencia de nuestro compañero, esta todo preparado y nos instalamos en una terraza frente al Océano Pacífico, con sombrillas y mesas todas con bonito estilo, al fondo de la misma, vemos echando ya humo la parrilla con carne para el almuerzo. Comienzan los aperitivos y cada uno de los compañeros cuentan sus vivencias. Hay algunos que ya no conozco, están desconocidos, como nos han pasado los años, el que menos tiene la cabeza blanca. El único que todavía esta joven y como si hubiera salido “ayer”, del colegio es “Chingolo” Rocha, quien dice siempre que “es su pelo”.
Nuestros compañeros de colegio habían preparado una gastronomía básicamente marina, el Chilcano cuya base es un caldo de pescado, muchas verduras, el infaltable culantro, papas amarillas, perejil y su guarnición de arroz, Las Humitas de raka (culechina, chanque, patamula, lapa) sabroso y misterioso plato hecho con un molusco de sabor único, la Guatia que consta de trozos de pescado, pasta de ají amarillo hecha en casa, cebolla y el infaltable culantro, se acompaña con camote, queso fresco, yuca, papas y arroz blanco. El arroz Zambito va acompañado de clavo de olor, canela y anís; la chancaca pone lo dulce y el frejol castilla se impone con lo suyo. El Picante de pescado con un buen pescado, ají amarillo, mariscos y yuca. En los años 40, el Chupín de Trambollo o Pejesapo con un tradicional aderezo de cebolla y ajo, el tomate se une a la fiesta y el laurel lo acompaña, con papas amarillas culantro y vino blanco. en resumen un gran festín. Y sin precisar el tiempo, aparece como arte de magia el cebiche de Bonito con sus inseparables cebollas, ajíes, limones y un toque de sal. el cebiche, el picante, el tiradito de pejerrey, el sudado, la jalea con pescado fresco y marisco, el chupe de pescado, el arroz con mariscos, el pulpo al olivo, entre otros. O sea un gran banquete
Todas las señoras, muy atentas y diligentes se ocupan de atender a sus esposos y a los que estamos solos, No falto una copa de vino, bebidas gaseosas y más y más, todos comemos, y agradecemos a nuestro compañero hasta la saciedad.
Una reunión muy agradable, en que los once compañeros que estuvimos no lo olvidaremos. A la hora convenida mis compañeros me indican que tenemos que irnos, nos despedimos de todos, y les prometo volver a Lima para la fiesta de Agosto, en compañía de mi mujer.
José Marcelo Alemant, se despide de mi con un abrazo muy grande y me recuerda que tengo que venir en agosto para la fiesta, así se lo prometo. Lo que no sabíamos que ese era el último abrazo y las últimas palabras que me decía. Días después, ya estando yo en Oviedo, me enteraba un frió domingo de enero, lluvioso oscuro y triste por la tarde, que nuestro compañero nos había dejado para siempre. Cuanto lucho el porque hiciéramos la fiesta de agosto. Me imagino que desde el cielo, en compañía de los que se fueron antes también están preparando una gran fiesta ese día.
Al salir de la casa de Juno Manarelli, nos encontramos con “Taxi cholo”, que consiste en una moto y en la parte de atrás lleva unos asientos para los pasajeros. Chingolo lo para y le empieza ha hablar en quechua, nos manda subir a los tres (Chingolo, Venancio y yo),  y vamos como en una lata de conservas, el camino es sin asfaltar, y vamos dando tumbos,  pensábamos que el taxi no podía subir la cuesta con nosotros, pienso que eso se puede voltear, pero resiste  - pero llego a la cima-  porque creo que con tan gran banquete, habíamos engordado unos cuantos kilos de más.
 Por fin llegamos hasta donde hemos dejado el carro. Le dejamos una propina se alegra, nos sonríe a los tres, y arrancando de nuevo su moto nos deja, sin antes volver a decirle a Chingolo en quechua, “muchas gracias”  
Ya era tarde y nos teníamos que ir, al despedirnos de nuestros compañeros de colegio, en la puerta de la casa nos encontramos con un “taxi Cholo”, que tuvimos que tomar,
Según modernos estudios hechos por el antropólogo y políglota peruano Cesar Espinosa Fuentes, el nombre "Pucusuna" consta de 2 partículas: "Pucu", que en el desaparecido dialecto quechua que se hablaba en la costa central el "Quechua costeño" significaba "Rojo" (en contraposición de "Puca" rojo en el quechua serrano) como en el verdadero nombre atribuido por la Dra. Maria Rostworoski en alusión a documentos coloniales al conocido sitio arqueológico de "Puruchuco" que según ella no es "Puruchuco" sino "Pucu-ucho" (Ají rojo). La partícula "Pucu" hace alusión a la abundancia del color rojo presente en los cerros rojizos (por el oxido de hierro) que rodean la caleta y que uno puede ver tanto al entrar o al salir de la misma; y a la partícula "sana" (Presente en los apellidos aymaras Antesana y Quequesana), que es una partícula del idioma aymara y que significa "abundancia de algo", el aymara, idioma que a su vez viene del idioma Aru, idioma oficial de la cultura Wari que conquistó la costa central entre los siglos VII y el siglo XI d.C.. Queda claro que el desaparecido dialecto de la costa central "El quechua costeño" (Desaparecido a fines del s. XVII o a principios del S.XVIII) se vió muy influenciado por el idioma Aru, mayormente en léxico, por los siglos de dominación de la cultura Wari en la costa central, se puede decir que era un Quechua "Aruizado" o "Aymarizado". La traducción literal en cuestión sería "Abundancia de rojo” y otras serían "Lugar donde abunda el color rojo" ó "lugar rojísimo". No cabe duda que el nombre está relacionado a las bellezas paisajísticas y al amor que los antiguos pobladores sintieron por esta tierra. 
Pucusana era una caleta de pescadores que venían de Chilca a lomo de burro.
En la década de los años 20, Pucusana corrió el riesgo de ser playa exclusiva pero las gestiones que hicieran don Leoncio Prado, hijo del héroe de Huamachuco, y Rafael Larco Herrera, impidieron esta pretensión y Pucusana logra convertirse en Caserío. Leoncio Prado fue uno de los primeros pobladores de Pucusana; organizó y dirigió a los humildes pescadores y en agradecimiento una de las calles principales del distrito lleva su nombre.
Su población se dedica mayormente a la pesca artesanal y al turismo. En sulitoral se encuentran lanchas para dar un paseo por su costa, desde donde se pueden apreciar otras playas tales como Las Culebritas, las Ninfas, Naplo, La Yesera, La Honda, Pelícanos, La Tiza y La Quipa.
En Pucusana se practican deportes náuticos, pesca a cordel, caza submarina. Se realiza paseos en bote por la bahía; avistamientos de delfines, lobos de mar, pingüinos, diversas especies de aves para los amantes de la naturaleza. Dentro de sus instalaciones náuticas,  posee además del muelle de pescadores, un muelle deportivo.
Y para terminar nuestros anfitriones nos sorprendieron con los exquisitos picarones, la mazamorra morada, el arroz zambito y el arroz con leche.
Al llegar a Lima, el cielo seguía de color panza de burro, pero no llovía.
                                                                                              Oviedo, Marzo, 2010

1 comentario:

  1. Estimado Waldo,

    te escribe Thor Morante, de la revista Caretas. Nos encontrábamos haciendo un reportaje sobre las casas y construcciones de playa exóticas de nuestro litoral, y una que nos interesa mucho es la Casa Buque de Pucusana, que mencionas en tu post y de la que indicas conoces a la hija de los dueños.

    Nos interesaría sobremanera poder contactarlos para conocer un poco de la historia de esta construcción.

    Si pudieras hacerles llegar mis datos de contacto (líneas abajo) o pasármelos, te lo agradecería sobremanera.

    Thor Morante Brigneti
    Redactor de Urbanismo
    Caretas
    Telf.: 428-9490 Anx. 188
    RPC: 994604350
    E-mail: morantethor@caretas.com.pe

    Gracias por todo.

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