UNA LIMA DE ANTANO QUE SOBREVIVE EN LA Literatura
Este 2009 que ya esta por culminar marco el cuarenta aniversario del lanzamiento de la obra que –a nuestro juicio- constituye la obra capital de nuestro escritor arequipeño mas universal “ Conversaciones en la Catedral ”, cuatro décadas después, ha dejado en el recuerdo una Lima que no existe mas.
“El diario La Crónica ” de la avenida Tacna, que sirve de marco de inicio de la novela, era un matutino que también tenia una edición de la tarde, “La tercera de la Crónica ”, nombre asociado al inolvidable Pocho Rospigliosi y su columna de futbol. Hoy no circulan más. Como tampoco los diarios de Pedro Beltrán “Ultima Hora” y “La Prensa ”, cuyas redacciones quedaban ubicadas en el Jirón de la Unión , frente al sobreviviente Cine Excelsior.
En la avenida La Colmena , el Hotel Crillón fue mas famoso por su “sky room” que por el numero de sus habitaciones. Hoy luce triste y cerrado como mudo testigo de aquellos anos que ya no volverán.
A unas cuadras de la Plaza Dos de Mayo estaba el Luna Park, un coliseo donde se desarrollaban luchas de achacan. Hoy ha sido remozado y cada cierto tiempo cambia de dueño y de uso. Fue escenario de las peleas de personajes inolvidables: Blue Demon, Huracán Sánchez, El Viquingo, El Leñador y, por supuesto, el inefable Max Aguirre. Cerca del antiguo coliseo cerrado del puente del ejercito a la salida de la plaza unión, estaba el Deposito Municipal de Perros, remplazado hoy por el Centro Antirrábico del lima y, claro, La Catedral , el bar donde se desarrolla la conversación entre Zavalita y Ambrosio.
En Miraflores se fueron también los inolvidables cines Colina y Montecarlo. El primero hasta hace algunos años fue una discoteca. El segundo sobrevivía como teatro. También en Miraflores estaban el Cream Rica – en Larco-, el reloj del Banco de Crédito y la Casa Nelson. Y los viejos y queridos expresos y colectivos que nos llevaban al centro.
La bebida Pasteurina y los cigarrillos Inca y Chesterfield, las antiguas libras (que no eran otra cosa que los billetes de diez soles antiguos), son referentes de los años sesenta. También lo son el Haití del centro , el bar Zela, el antiguo Hotel Mauri , el tranvía que mas de una vez “gorreamos”, los milkshakes y hotdogs, así como el Branza del la Plaza San Martín donde terminábamos con mis padres después de una tarde de domingo. Referentes son igualmente “el flaco” Suárez, legendario arquero del municipal, al que Valeriano tenia de hijo; Marlon Brando y las vermut del Cine Miraflores, los viejos tocadiscos y las radiolas, donde se escuchaba “Siboney”.
La penitenciaria, la prefectura “hoy llamada seguridad del estado” y el celebre (por sus famosos reclusos) frontón forman parte de estos recuerdos; de las crónicas policiales de “La Crónica”, “Ultima Hora” y “la Prensa ”.
Zavalita y la Catedral se fueron y con ellos una Lima que ya no existe.
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