HISTORIA DE LA PAPA
La historia de la papa,
que cuenta con 5.000 variedades y es el tercer cultivo más consumido como
alimento por la humanidad, se remonta a 8.000 años, cuando se domesticó en el
altiplano andino, a orillas del Lago Titicaca, en lo que hoy comprende
territorio peruano.
De acuerdo a datos ofrecidos por el Centro Internacional de la Papa (CIP) durante el foro científico que se celebra en la ciudad peruana de Cuzco, los andinos domesticaron la papa a partir de sus ancestros silvestres e iniciaron su adaptación en los helados parajes del altiplano, a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Una vez adaptados a estas difíciles condiciones, los tubérculos fueron una importante fuente de alimentación que salvó a los andinos del hambre.
En el siglo XVI, cuando los conquistadores españoles tomaron contacto con la civilización inca, llevaron la papa peruana a España y el primer registro de su consumo está en el Hospital de Sevilla (sur español), en 1753.
Desde entonces, este producto ha jugado un papel crucial librando del hambre al campesinado europeo y proporcionando alimento nutritivo y barato a los trabajadores de la Revolución Industrial.
Aunque las primeras papas llegadas a Europa procedían de los Andes peruanos, en torno a 1811 comenzaron a arribar al viejo continente tubérculos chilenos, cuando el citoplasma de ese país comenzó a ser dominante.
A mediados del siglo XIX, Irlanda dependía en exceso de unas cuantas variedades de papa y surgió una enfermedad llamada "tizón tardío" a la que las papas no pusieron resistencia.
La plaga destruyó la cosecha irlandesa de 1845-46 y se originó una gran hambruna: murió un millón de personas y más de otro millón debió emigrar, lo que sigue sirviendo de ejemplo a los científicos para preservar papas sanas y desarrollar bancos de semillas.
Hoy la papa se cultiva en más de 130 países y más de mil millones de personas la consumen en el mundo. Casi 213 millones de toneladas de papa se siembran para consumo cada año y más de la mitad de la producción total proviene de los países en desarrollo.
Desde la década de los años 60 del siglo XX el tubérculo ha sobrepasado a todos los demás cultivos alimenticios de los países en desarrollo en términos de crecimiento de la producción y se espera que esa tendencia siga en aumento.
China es el principal productor, con más de 70 millones de toneladas al año, y los bielorrusos ostentan la tasa más alta de consumo, con 171,2 kilogramos también al año.
Las papas se adaptan a los lugares donde el agua es escasa y la mano de obra abundante, proporciona un valor nutritivo, más rápido, en menos tierra y en condiciones más difíciles que ningún otro cultivo básico.
Asimismo producen más alimento por unidad de agua que ningún otro cultivo alimenticio y son una excelente fuente de carbohidratos.
Una papa de tamaño mediano hervida con cáscara proporciona aproximadamente 100 calorías, 26 gramos de carbohidratos, cero colesterol, unos 4 gramos de proteínas, 3 gramos de fibra y la mitad de los requerimientos diarios de vitamina C.
También contiene hierro, potasio, cinc, tiaminas, niacinas, vitamina B6, manganeso, cromo, selenio y molibdeno.
De acuerdo a datos ofrecidos por el Centro Internacional de la Papa (CIP) durante el foro científico que se celebra en la ciudad peruana de Cuzco, los andinos domesticaron la papa a partir de sus ancestros silvestres e iniciaron su adaptación en los helados parajes del altiplano, a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Una vez adaptados a estas difíciles condiciones, los tubérculos fueron una importante fuente de alimentación que salvó a los andinos del hambre.
En el siglo XVI, cuando los conquistadores españoles tomaron contacto con la civilización inca, llevaron la papa peruana a España y el primer registro de su consumo está en el Hospital de Sevilla (sur español), en 1753.
Desde entonces, este producto ha jugado un papel crucial librando del hambre al campesinado europeo y proporcionando alimento nutritivo y barato a los trabajadores de la Revolución Industrial.
Aunque las primeras papas llegadas a Europa procedían de los Andes peruanos, en torno a 1811 comenzaron a arribar al viejo continente tubérculos chilenos, cuando el citoplasma de ese país comenzó a ser dominante.
A mediados del siglo XIX, Irlanda dependía en exceso de unas cuantas variedades de papa y surgió una enfermedad llamada "tizón tardío" a la que las papas no pusieron resistencia.
La plaga destruyó la cosecha irlandesa de 1845-46 y se originó una gran hambruna: murió un millón de personas y más de otro millón debió emigrar, lo que sigue sirviendo de ejemplo a los científicos para preservar papas sanas y desarrollar bancos de semillas.
Hoy la papa se cultiva en más de 130 países y más de mil millones de personas la consumen en el mundo. Casi 213 millones de toneladas de papa se siembran para consumo cada año y más de la mitad de la producción total proviene de los países en desarrollo.
Desde la década de los años 60 del siglo XX el tubérculo ha sobrepasado a todos los demás cultivos alimenticios de los países en desarrollo en términos de crecimiento de la producción y se espera que esa tendencia siga en aumento.
China es el principal productor, con más de 70 millones de toneladas al año, y los bielorrusos ostentan la tasa más alta de consumo, con 171,2 kilogramos también al año.
Las papas se adaptan a los lugares donde el agua es escasa y la mano de obra abundante, proporciona un valor nutritivo, más rápido, en menos tierra y en condiciones más difíciles que ningún otro cultivo básico.
Asimismo producen más alimento por unidad de agua que ningún otro cultivo alimenticio y son una excelente fuente de carbohidratos.
Una papa de tamaño mediano hervida con cáscara proporciona aproximadamente 100 calorías, 26 gramos de carbohidratos, cero colesterol, unos 4 gramos de proteínas, 3 gramos de fibra y la mitad de los requerimientos diarios de vitamina C.
También contiene hierro, potasio, cinc, tiaminas, niacinas, vitamina B6, manganeso, cromo, selenio y molibdeno.
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