miércoles, 12 de marzo de 2014

HISTORIA DEL SEMINARIO DE OVIEDO

Tras la resolución 18 de la Sesión XXII del Concilio de Trento, una de las bases de la reforma eclesiástica, los Papas Pío IV, Pío V y Gregorio XIII, promovieron en toda la cristiandad iniciativas educativas dirigidas al clero, que no eran otras que los seminarios de formación, poniéndose en funcionamiento los seminarios por parte de los obispos en sus respectivas diócesis. Al año de concluirse el Concilio, en 1564,  y aprovechándose de una real cédula de Felipe II que lo declaraba ley de Estado, comenzaron a proliferar los seminarios en España. Jerónimo de Velasco,, Obispo de Oviedo, teólogo en Trento, asistió al Concilio Provincial Compostelano celebrado en Salamanca, urgiendo a la erección de seminarios según dictaba el Concilio. Sin embargo, el prelado falleció poco después y tuvo que ser, unos veinte años más tarde, el obispo Diego Aponte de Quiñones quien fundase el primer seminario conciliar de Oviedo. Tras vencer en una ardua disputa al cabildo catedralicio, opuesto a Trento, estableció el 10 de agosto de 1590 el Seminario de San Lorenzo, dotándole incluso de numerosas y sólidas constituciones. Sin embargo, la negativa constante del Cabildo hizo fracasar su erección cuando el obispo Aponte fue trasladado a Málaga. Las razones aducidas por el Cabildo versaban sobre la gran cantidad de colegios ligados a órdenes religiosas que ya existían entonces en Oviedo.
Pese a todo, el método tridentino de enseñanza fue penetrando en la región durante los obispados de Juan Álvarez de Caldas, Bernardo Caballero Paredes, Tom ás Reluz, José de Hendaya y posteriormente Vázquez de Tablada.
Nuevos intentos.- Posteriormente, el obispo Juan Avello Castrillon, asturiano de nacimiento y conocedor de la realidad diocesana en tanto que capitular, intentó establecer nuevamente seminario, fracasando nuevamente. El Seminario fundado en Contrueces (Gijón) el 1 de noviembre de 1742 fracasa igualmente. Pese a que una semana más tarde ingresan los seminaristas en Santa María de Contrueces, garantizada su estadía con una pensión perpetua de la monarquía de mil ducados anuales, y pese a ser confirmada por bula un año después, el proyecto no llegó nunca a ejecutarse. Los documentos no aclaran si el seminario guardaba las formas tridentinas o era simplemente una casa de corrección para clérigos. Ni Vázquez de Tablada, ni Martin Ovejero,  sucesores de Castrillón, se interesaron por mantener la institución. Una disputa teológica sobre el molinismo con su predecesor, José Fernández de Toro, centrada en el convento de Recoletas de Gijón, supuso el abandono del edificio y el proyecto.
Agustín González Pisador,, que dictó normas muy rigurosas para regular la enseñanza según los cánones tridentinos, y Juan de Llano Ponte acometieron un nuevo proyecto para instaurar el Seminario durante los años previos al fin del Antiguo Régimen, pero toparon con las trabas del Consejo de Castilla. No obstante, la enseñanza tridentina se prosiguió con Gregorio Hermida y Camba, Ceruelo de la Fuente, Juan Ignacio Moreno y Sanz Forés.
Primera Sede.- Originalmente se instaló en el viejo Convento de Santo Domingo, pero ante su mal estado el obispo Ramón Martínez Vigil, organizador del sínodo diocesano de 1886, decidió construir un nuevo edificio, cuya primera piedra se puso el 21 de junio de 1896. Erigido en honor de Santo Tomás de Aquino, fue inaugurado el 1 de octubre de 1903. La institución volvería a cambiar de sede. Así, en 1917, ante el acuartelamiento de los soldados venidos a Asturias a causa de la gran huelga revolucionaria de entonces, el obispo Baztán y Urniza se vio obligado a vender el edificio al Estado, siendo el Convento de Santo Domingo el que de nuevo diese cobijo al seminario hasta la destrucción de aquél en octubre de 1934. El centro pasó entonces al antiguo monasterio de monjes bernardos de Valdediós.
Sede actual.- Sin embargo, la diócesis estaba decidida a levantar un seminario de nueva planta. El lugar elegido fue el Prado Picón, donde la Iglesia tenía terrenos del campo de la ermita de San Cipriano. Tras comprar la diócesis terrenos lindantes, se colocó la primera piedra el 14 de mayo del año 1942. En 1944 Gabriel de la Torriete proyectó su actual sede, en la calle Prado Picón. En 1945 se inauguró la biblioteca y se incorporaron los seminaristas teólogos, los filósofos y los de Humanidades. El 19 de marzo de 1949 se celebraba solemnemente la conclusión de las obras de la iglesia mayor y el 15 de noviembre de 1954 se procedía a la inauguración oficial del edificio.
Entre los años 1865 y 2000 se ordenaron en el Seminario 2.878 sacerdotes; de 1865 a 1954 lo hicieron 2.348, del 54 al 79 se bajó a 415, y entre 1980  y 2000 fueron 115 los ordenados. La actual crisis de vocaciones ha provocado la reconversión del Seminario Menor en colegio diocesano para chicos y chicas.


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