Tras
la resolución 18 de la Sesión XXII del Concilio de Trento, una de las bases de
la reforma eclesiástica, los Papas Pío IV, Pío V y Gregorio XIII, promovieron
en toda la cristiandad iniciativas educativas dirigidas al clero, que no eran
otras que los seminarios de formación, poniéndose en funcionamiento los
seminarios por parte de los obispos en sus respectivas diócesis. Al año de
concluirse el Concilio, en 1564, y
aprovechándose de una real cédula de Felipe II que lo declaraba ley
de Estado, comenzaron a proliferar los seminarios en España. Jerónimo de
Velasco,, Obispo de Oviedo, teólogo en Trento, asistió al Concilio Provincial
Compostelano celebrado en Salamanca, urgiendo a la erección de seminarios según
dictaba el Concilio. Sin embargo, el prelado falleció poco después y tuvo que
ser, unos veinte años más tarde, el obispo Diego Aponte de Quiñones quien
fundase el primer seminario conciliar de Oviedo. Tras vencer en una ardua
disputa al cabildo catedralicio, opuesto a Trento, estableció el 10 de agosto
de 1590 el Seminario de San Lorenzo, dotándole incluso de numerosas y sólidas
constituciones. Sin embargo, la negativa constante del Cabildo hizo fracasar su
erección cuando el obispo Aponte fue trasladado a Málaga. Las razones aducidas
por el Cabildo versaban sobre la gran cantidad de colegios ligados a órdenes
religiosas que ya existían entonces en Oviedo.
Pese
a todo, el método tridentino de enseñanza fue penetrando en la región durante
los obispados de Juan Álvarez de Caldas, Bernardo Caballero Paredes, Tom ás
Reluz, José de Hendaya y posteriormente Vázquez de Tablada.
Nuevos intentos.- Posteriormente, el
obispo Juan Avello Castrillon, asturiano de nacimiento y conocedor de la
realidad diocesana en tanto que capitular, intentó establecer nuevamente
seminario, fracasando nuevamente. El Seminario fundado en Contrueces (Gijón) el
1 de noviembre de 1742 fracasa igualmente. Pese a que una semana más tarde
ingresan los seminaristas en Santa María de Contrueces, garantizada su estadía
con una pensión perpetua de la monarquía de mil ducados anuales, y pese a ser
confirmada por bula un año después, el proyecto no llegó nunca a ejecutarse.
Los documentos no aclaran si el seminario guardaba las formas tridentinas o era
simplemente una casa de corrección para clérigos. Ni Vázquez de Tablada,
ni Martin Ovejero, sucesores de
Castrillón, se interesaron por mantener la institución. Una disputa teológica
sobre el molinismo con su predecesor, José Fernández de Toro, centrada en el
convento de Recoletas de Gijón, supuso el abandono del edificio y el proyecto.
Agustín
González Pisador,, que dictó normas muy rigurosas para regular la enseñanza
según los cánones tridentinos, y Juan de Llano Ponte acometieron un
nuevo proyecto para instaurar el Seminario durante los años previos al fin del
Antiguo Régimen, pero toparon con las trabas del Consejo de Castilla. No
obstante, la enseñanza tridentina se prosiguió con Gregorio Hermida y Camba,
Ceruelo de la Fuente, Juan Ignacio Moreno y Sanz Forés.
Primera
Sede.- Originalmente se instaló en el viejo Convento de Santo Domingo,
pero ante su mal estado el obispo Ramón Martínez Vigil, organizador del
sínodo diocesano de 1886, decidió construir un nuevo edificio, cuya primera
piedra se puso el 21 de junio de 1896. Erigido en honor de Santo Tomás de
Aquino, fue inaugurado el 1 de octubre de 1903. La institución volvería a
cambiar de sede. Así, en 1917, ante el acuartelamiento de los soldados venidos
a Asturias a causa de la gran huelga revolucionaria de entonces, el obispo
Baztán y Urniza se vio obligado a vender el edificio al Estado, siendo el
Convento de Santo Domingo el que de nuevo diese cobijo al seminario hasta la
destrucción de aquél en octubre de 1934. El centro pasó entonces al antiguo
monasterio de monjes bernardos de Valdediós.
Sede actual.- Sin embargo, la diócesis estaba decidida a levantar un
seminario de nueva planta. El lugar elegido fue el Prado Picón, donde la
Iglesia tenía terrenos del campo de la ermita de San Cipriano. Tras comprar la
diócesis terrenos lindantes, se colocó la primera piedra el 14 de mayo del año
1942. En 1944 Gabriel de la Torriete proyectó su actual sede, en la calle
Prado Picón. En 1945 se inauguró la biblioteca y se incorporaron los
seminaristas teólogos, los filósofos y los de Humanidades. El 19 de marzo de
1949 se celebraba solemnemente la conclusión de las obras de la iglesia mayor y
el 15 de noviembre de 1954 se procedía a la inauguración oficial del edificio.
Entre
los años 1865 y 2000 se ordenaron en el Seminario 2.878 sacerdotes; de 1865 a
1954 lo hicieron 2.348, del 54 al 79 se bajó a 415, y entre 1980 y 2000
fueron 115 los ordenados. La actual crisis de vocaciones ha provocado la
reconversión del Seminario Menor en colegio diocesano para chicos y chicas.
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