LA BRUJA DE CACHICHE:
La
bruja más famosa de Cachiche es sin lugar a dudas Julia Hernández Pecho Viuda
de Díaz, una bruja que según cuentan murió a los 106 años de edad, luego de una
azarosa vida llena de sortilegios y hechizos, pero sólo de los buenos, de los
que curan, de los que reconcilian corazones. Ella no hacía daño. Ella no era
"malera".
Esto
es lo que afirman sus defensoras, sus historiadoras oficiosas, aquellas que
vaticinan un retorno seguro a Cachiche si se contemplan fijamente los ojos de
la estatua, aquellas que cuentan -con espanto y horror- la apocalíptica y
certera profecía de la palmera de las siete cabezas. Una demostración evidente
-dicen ellas- del poder sobrenatural de doña Julia.
Cuenta
la leyenda que la bruja predijo que Ica se hundirá cuando reverdezca la séptima
cabeza de la palmera que se encuentra en la laguna seca.
Y
la bruja acertó, pues Ica quedó bajo las aguas en enero de 1998. El río se
desbordó, miles de personas resultaron damnificadas. La gente asegura que ese
año no se mochó, ni se quemó la séptima cabeza de la palmera, desde esa fecha
no han dejado de hacerlo.
Al fallecer la bruja, Don Fernando León de Vivero,
mandó a construir un Monumento en honor a la Bruja que le devolvió el habla.
Este monumento está compuesto por un buho que significa inteligencia,
sabiduría, brujería blanca y una calavera que significa maldad, hechicería,
brujería negra, sus brazos están en forma de “V” que significa victoria y
veneración. La bruja utilizada un pedazo de huarango que comúnmente se le
conoce como el algarrobo o árbol milenario por los muchos años de existencia de
dicho árbol el cual le hacía girar en forma de un compás que marcaba una
circunferencia y que cuando ésta paraba siempre indicaba a la Bruja de
Cachiche. La bruja se llamó Julia Nazaria Hernández Pecho Viuda de Díaz, quien
fallece a los 101 años debido a un paro cardiaco.
LAS 7 CABEZAS DE LA PALMERA:
Cuenta la leyenda que la bruja Julia Hernández,
predijo que Ica se hundirá cuando crezca la séptima cabeza de la palmera que se
encuentra en la laguna seca. En enero de 1998 la profecía se cumplió , el río
se desbordó, miles de personas resultaron damnificadas. La gente asegura que
ese año no se cortó, ni se quemó la séptima cabeza de la palmera, desde esa
fecha no han dejado de hacerlo.Los habitantes de Cachiche siempre cortan la séptima
cabeza de la palmera; esto para evitar que Ica se destruya, según cuenta una
leyenda local, de no ser así la ciudad de Ica se enfrentaría a un fin
inevitable, llena de desastres naturales. Pero no todo son malas profecías,
sino que también en Cachiche encontramos a grandes curanderos que mediante su
fe pueden sanar todo mal y hasta unir corazones
LA HUACACHINA:
Existe una leyenda acerca del origen de este oasis,
una historia de amor que se remonta a tiempos prehispánicos. Cuentan que una
hermosa doncella, proveniente del cercano pueblo de Tacaraca, llega
desconsolada a este lugar, donde sólo había unos cuantos guarangos, a llorar la
muerte de su amado, un valiente general incaico.
Las lágrimas de esta mujer, de ojos verdes y cabello
muy negro, fueron formando poco a poco la laguna. Se dice que en las noches de
Luna nueva aún se pueden escuchar sus lamentos, los que confunden a los
visitantes desprevenidos. También cuentan que una mujer empezó a correr por que
un hombre la perseguía y ella salió de su casa con una toalla un espejo y un
peine en ese momento empezó a correr asustad y se cayó entonces el
espejo se transformó en un lago el peine en las palmeras y la toalla se transformó
en toda esa arena del oasis.
LA VIRGEN DE CHAPI:
Cuenta la leyenda que en el año de 1790, Juan de Dios
Tamayo, el entonces párroco de Pocsi, intentó trasladar la pequeña imagen
de la Virgen hacia otro poblado y no pudo ni siquiera moverla, porque pareció
que su peso se había multiplicado hasta ese extremo. Este hecho, al que todos
consideran un milagro, se propagó por la región y hoy, una multitud de
peregrinos converge desde la blanca ciudad de Arequipa, hasta el santuario de
Chapi, para rendir devoción a la Virgen, recorriendo a próximamente
45 kms., en una caminata nocturna, que dura más de 12 horas, para llegar
al desértico paraje situado a 2,420 metros sobre el nivel del mar. En el
trayecto, los peregrinos se van proveyendo de piedras de distinto tamaño, que
luego colocarán, formando las llamadas "apachetas", a un lado del
camino en los poblados de Tres Cruces, Alto de Hornilla y Siete Toldos. Estas
pequeñas pirámides de piedra, simbolizan el cansancio y los pecados que los
devotos van dejando atrás.
Infinidad de luces, producidas por los cirios que cada
devoto lleva, se divisan con el fondo del contraste natural de la noche.
Terminada la obscuridad y al retornar un nuevo día, la Virgen saldrá en
procesión y será llevada sobre alfombras de flores, preparadas especialmente
para la ocasión. Al final del día, junto al santuario, los castillos de fuegos
artificiales, llenarán de algarabía a los asistentes, quienes podrán además
disfrutar de apetitosas viandas y reconfortantes bebidas.
Sus festividades se celebran el 2 de
febrero; Día de la Purificación o Candelaria. Sin embargo, sus fieles, han
escogido el 1º de mayo, fecha en que se da inicio al mes dedicado a María, al
igual que el 8 de setiembre, fiesta de su Natividad. Su actual Santuario,
construido sobre un área de 1700 m², en un desolado paraje de los Andes, a
2,420 m.s.n.m., se terminó en 1967. Su estructura es de sillar, ladrillo y
cemento armado, con un estilo neo-colonial y su altar barroco enchapado en pan
de oro. Su antiguos templos habían sido destruidos en varias oportunidades por
violentos sismos y voraces incendios. El 2 de febrero de 1985, el Santo
Padre Juan Pablo II, coronó canónicamente a la Virgen de Chapi y al Niño Jesús
que sostiene en sus brazos; para lo cual la imagen tuvo que ser transportada en
un helicóptero desde su santuario hasta la ciudad de Arequipa.
EL CERRO SARAJA:
Esta duna de suaves arenas se ha formado en tiempos
inmemoriales, por migraciones sistémicas por efecto eólico, tal vez desde la
misma aparición de los hombres en esta parte de lo que ahora se conoce como los
valles de Ica. Para los antiguos iqueños siempre fue un cerro sagrado, un cerro
al que nadie osaría depredar y menos retirar sus arenas o sus huarangos
milenarios, como sucede ahora, con osadía e impunidad. La aparición en sus
inmediaciones de la Urbanización Santa María y más recientemente de varios
Pueblos Jóvenes, hasta las mismas faldas del mismo cerro, han permitido el
trazo de pistas y caminos que ahora utilizan estos camiones y volquetes para
retirar las grandes cantidades de arena. El Cerro de Saraja tiene especial
significación para la memoria colectiva y el imaginario de los iqueños, de allí
se sustenta las varias leyendas que narran su origen o describen el misterio de
esta inmensa mole de finas partículas de sílice. El Cerro de Saraja mantuvo su
encanto hasta inicios del siglo XX pero fue la mano del hombre la que extinguió
su laguna que brotaba en su base y también desapareció la fauna silvestre que
allí habitaba. Este Cerro histórico fue curado -como tantos otros- por nuestro
querido Fray Ramón Rojas e incrustado en su parte cenital una cruz de madera
para que protegiera a nuestra ciudad.
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