Hace unos días leía en un diario
peruano que en el año de 1895, el gobierno de Nicolás de Piérola sentaba las bases
de la República Aristocrática, y con ella la recuperación económica e institucional del país luego de los años que siguieron a la derrota en la Guerra del Pacífico. Ese mismo año,
llegaban a nuestra capital las noticias sobre el cine, inventado paralelamente por Thomas Alva Edison en Estados Unidos y
por los hermanos Louis y Auguste Lumiere en Francia.
Según Ricardo Bedoya, el kinetoscopio
de Edison llegó a Lima el 24 de mayo de 1895. Al día siguiente en el Jardín de Estrasburgo, una confitería ubicada donde se encuentra en la actualidad el Club
de la Unión en la Plaza Mayor, se hizo la presentación oficial del aparato. Se
trataba de una caja de madera que permitía, por unos centavos, lä visión
individual’’ de filmes cortos. Muy pronto el kinetoscopio se integró en las
actividades de la ciudad. La sociedad geográfica de Lima y la Casa Courret, por
ejemplo, abastecieron con vistas de diversas regiones del Perú a estas cajas de
luz. Se convirtió en una atracción dominguera ir a ‘’conocer’ nuevos territorios
del país.
La primera función pública de cine se
llevó a cabo el sábado 2 de enero de
1897, también en el Jardín de Estrasburgo. El aparato usado esta vez fue el
vitascope, patentado por Edison. La función a la que asistieron el presidente Piérola,
ministros de Estado e invitados especiales, duro dos horas y se inició a las
nueve de la noche. El diario el Comercio en su edición del 4 de enero, publicó
una amplia crónica del gran suceso, como que un fonógrafo – también invención
de Edison – se instaló cerca del proyector para acompañar con música las
imágenes.
Poco después finales de enero de 1897, llegaron a Lima,
dos representantes de los hermanos Lumiere, quienes trajeron el cinematógrafo,
que había sido presentado por primera vez en Paris el 28 de diciembre de 1895.
Era un aparato tomavistas y proyector que, luego de ser exhibido para la prensa
en algunas reuniones privadas dio, por fin, su primera reunión publica en el
Jardín de Estrasburgo el 2 de febrero. La función consistió en 20 vistas, que incluyeron la llegada del tren, filmada por los Lumiere en 1895.
Jardín de Estrasburgo el 2 de febrero. La función consistió en 20 vistas, que incluyeron la llegada del tren, filmada por los Lumiere en 1895.
Las crónicas de la época subrayan
como el público comprobó las ventajas del aparato de los Lumiere frente
al vitascope de Edison. El formato de las imágenes era más amplio y la sucesión
de vistas era más clara. Además, si aquella generación de la República Aristocrática
miraba a Europa como ‘norte’ cultural no fue
difícil la gran acogida que se dio al novísimo aparato, proveniente del
sonado Paris, que mostraba los cafés de los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo
o la Torre de Eiffel.
Al resto del país, el cine llego primero a los
puertos y de allí a través de las líneas
del ferrocarril a los pueblos, haciendas y centros mineros. Su difusión la ejercían
empresarios relacionados con las
casas de Edison o de los Lumiere, así como por compañías circenses que habían adquirido un proyector y
utilizaban sus carpas para montar l espectáculo. Era un cine mudo e ‘’ítinerantes” que debía competir con el teatro
y la ópera, tan arraigados desde los tiempos virreinales.
Cabe anotar que un anónimo operador filmó hacia
1899, las primeras vistas del Perú, exhibidas en el teatro Politeama de Lima,
el 23 de abril. Eran veinte, entre las que se encontraban tres llamadas ‘la catedral de Lima’, ‘camino
a la Oroya’ y Chanchamayo”. Quizás estas fueron las primeras imágenes de la
geografía de nuestro país, proyectadas
por un aparato cinematográfico.
Como sostienen os testimonios recopilados por
Giancarlo Carbone en su libro “El cine en el Perú: 1897-1950, 1991) el cine
ayudo a ensanchar el horizonte cultural de los peruanos: introdujo nuevas
costumbres y ayudó a trastocar la antigua moral social. Asimismo, presentó las
noticias que cambiaban el rumbo político del mundo y, especialmente, inyectó
una modernidad en una sociedad que, a
pesar de vivir el cambio de siglo parecía aún estancada en los tiempos virreinales.
Con los anos, en suma, bajo el signo del cine,
hemos transformado nuestra cultura construyendo nuestro imaginario y nuestros
sueños.
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