sábado, 25 de abril de 2015

LA LLEGADA DEL CINE AL PERU

Hace unos días leía en un diario peruano que en el año de 1895, el gobierno de Nicolás de Piérola sentaba las bases de la República Aristocrática, y con ella la recuperación económica  e institucional del país luego de los años  que siguieron a la derrota  en la Guerra del Pacífico. Ese mismo año, llegaban a nuestra capital las noticias sobre el cine, inventado paralelamente  por Thomas Alva Edison en Estados Unidos y por los hermanos Louis y Auguste Lumiere en Francia.
Según Ricardo Bedoya, el kinetoscopio de Edison llegó a Lima el 24 de mayo de 1895. Al día siguiente en el Jardín  de Estrasburgo, una confitería ubicada  donde se encuentra en la actualidad el Club de la Unión en la Plaza Mayor, se hizo la presentación oficial del aparato. Se trataba de una caja de madera que permitía, por unos centavos, lä visión individual’’ de filmes cortos. Muy pronto el kinetoscopio se integró en las actividades de la ciudad. La sociedad geográfica de Lima y la Casa Courret, por ejemplo, abastecieron con vistas de diversas regiones del Perú a estas cajas de luz. Se convirtió en una atracción dominguera ir a ‘’conocer’ nuevos territorios del país.
La primera función pública de cine se llevó a cabo  el sábado 2 de enero de 1897, también en el Jardín de Estrasburgo. El aparato usado esta vez fue el vitascope, patentado por Edison. La función a la que asistieron el presidente Piérola, ministros de Estado e invitados especiales, duro dos horas y se inició a las nueve de la noche. El diario el Comercio en su edición del 4 de enero, publicó una amplia crónica del gran suceso, como que un fonógrafo – también invención de Edison – se instaló cerca del proyector para acompañar con música las imágenes.
Poco después  finales de enero de 1897, llegaron a Lima, dos representantes de los hermanos Lumiere, quienes trajeron el cinematógrafo, que había sido presentado por primera vez en Paris el 28 de diciembre de 1895. Era un aparato tomavistas y proyector que, luego de ser exhibido para la prensa en algunas reuniones privadas dio, por fin, su primera reunión publica en el
Jardín de Estrasburgo el 2 de febrero. La función consistió en 20 vistas, que incluyeron la llegada del tren, filmada por los Lumiere en 1895.
Las crónicas de la época  subrayan  como el público comprobó las ventajas del aparato de los Lumiere frente al vitascope de Edison. El formato de las imágenes era más amplio y la sucesión de vistas era más clara. Además, si aquella generación de la República Aristocrática miraba a Europa como ‘norte’ cultural no fue  difícil la gran acogida que se dio al novísimo aparato, proveniente del sonado Paris, que mostraba los cafés de los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo o la Torre de Eiffel.
Al resto del país, el cine llego primero a los puertos y de allí a través  de las líneas del ferrocarril a los pueblos, haciendas y centros mineros. Su difusión  la ejercían  empresarios  relacionados con las casas de Edison o de los Lumiere, así como por compañías circenses  que habían adquirido un proyector y utilizaban sus carpas para montar l espectáculo. Era un cine mudo  e ‘’ítinerantes” que debía competir con el teatro y la ópera, tan arraigados desde los tiempos virreinales.
Cabe anotar que un anónimo operador filmó hacia 1899, las primeras vistas del Perú, exhibidas en el teatro Politeama de Lima, el 23 de abril. Eran veinte, entre las que se encontraban  tres llamadas ‘la catedral de Lima’, ‘camino a la Oroya’ y Chanchamayo”. Quizás estas fueron las primeras imágenes de la geografía  de nuestro país, proyectadas por un aparato cinematográfico.
Como sostienen os testimonios recopilados por Giancarlo Carbone en su libro “El cine en el Perú: 1897-1950, 1991) el cine ayudo a ensanchar el horizonte cultural de los peruanos: introdujo nuevas costumbres y ayudó a trastocar la antigua moral social. Asimismo, presentó las noticias que cambiaban el rumbo político del mundo y, especialmente, inyectó una modernidad en una sociedad  que, a pesar de vivir el cambio de siglo parecía aún estancada  en los tiempos virreinales.

Con los anos, en suma, bajo el signo del cine, hemos transformado nuestra cultura construyendo nuestro imaginario y nuestros sueños.

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