Hace 90 años,
el arqueólogo peruano Julio C. Tello descubrió la cultura paracas. Bajo las
arenas de la costa central halló fardos,
textiles, ceramios, entre otros objetos, en unas cavernas funerarias.
Dos años
más tarde, el científico realizó un importante descubrimientos que hasta la
actualidad aporta información sobre la vida de los habitantes de esta cultura
pre inca que se desarrolló entre el 700 a.C y el 200 d.C.
En las
denominadas Paracas-Necrópolis de Warikayán se hallaron 429 fardos. De todos
ellos, solo se han abierto 149 para investigación científica.
Así,
expertos usaron modernas técnicas en bioarqueología y biogeoquímica para
conocer con precisión cómo era la alimentación de los Paracas.
El
estudio, que se publicó en la revista “Journal of Archaelogical Science, se centró
en el análisis del cabello de 14 momias halladas por Julio C. Tello. Dicho
trabajo se realizó en los laboratorios
de la Universidad Estatal de Arizona en los Estados Unidos. Al estudiar
finalmente la queratina del cabello, a nivel de átomos (isotopos estables de
carbono y nitrógeno), esta reveló que semanas o meses antes de su fallecimiento
esas personas habían consumido
principalmente productos obtenidos del Océano Pacífico, como pescados y
mariscos y cultivos como el maíz y el frejol.
Pero
también se encontró, por algunas variaciones, que no todos esos individuos
consumían lo mismo.
Uno de
los puntos resaltantes de este trabajo
es la característica del cabello de las momias, ya que a pesar de haber sido
enterradas hace 2.000 anos, el estado de conservación era óptimo.
“No es
común simplemente, porque en la mayoría
de los sitios arqueológicos no se conservan
bien el pelo, pero en la costa de Perú el clima desértico es perfecto
para la preservación de las momias.
Conocer
la dieta de una población de la antigüedad
puede también dar pistas sobre el
estado de salud de esas personas, actividades principales (pesca, recolección,
etc), e incluso sobre los viajes que realizaban.
En
relación con las momias estudiadas, se halló que, a pesar de que eran
geográficamente estables, realizaron viajes a las zonas altas, alejadas de la
costa. Y a pesar de la lejanía, siguieron consumiendo productos marinos en
cantidades importantes.
Otras
investigaciones supondrían que la alimentación de los paracas se basaba en
productos de mar, pero esta es la primera vez
que se demuestra, gracias al uso de nuevas herramientas de análisis.
Cuando estas momias fueron descubiertas en 1927, estaban en posición sentada, envuelta
en tejidos y rodeadas de artefactos como armas, joyas o vasijas.
La
mayoría de las momias estudiadas fueron de sexo masculino, pero en un futuro se
podría ampliar la investigación también a mujeres y niños.
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