En el momento inicial de la Conquista, las huestes
de Pizarro no dispusieron de las condiciones necesarias para penetrar profundamente ni en las diversas actividades ni en los
múltiples conocimientos de los pobladores del territorio que conquistaron. El triunfo de
unos cuantos hombres blancos sobre varios millones de indígenas sólo fue posible gracias a circunstancias
históricas y sociológicas que no vamos a analizar ahora y además a la total
dedicación que cada uno de los peninsulares presto al hecho militar de la
Conquista, no quedándoles tiempo para inquirir
y asimilar los conocimientos de los pobladores aborígenes, sino en muy
pequeña proporción, la misma que fue acrecentándose con elpaso de los días, tal
como se percibe con la lectura de
algunos relatos, como las “Visitas” de Inigo Ortíz de Zuñiga y Garci Diez de
San Miguel a los reinos de Chupachos y Lupacas respectivamente.
Por otra parte, los conquistadores no pudieron
penetrar de inmediato en la cultura del Antiguo Perú debido a la dificultad
proveniente de las diversas lenguas de
los pueblos sojuzgados, muchas de los cuales por ser aglutinantes y guturales ,
resultaron totalmente inasequibles al oído español, tal como se colige del relato
de Calancha, quien afirma que “eran lenguas más para el estómago que para el
cerebro”.
Por estas razones, los españoles para referirse al
relieve y a la orografía del medio geográfico del que tomaron posesión,
emplearon las denominaciones morfológicas que se utilizaban en la Península
Ibérica, designando así con los nombres
de Llanos o Costa a las tierras planas y
onduladas, limítrofes con el Océano Pacífico ; de sierras o sierra a todo el
territorio montañoso, quebrado y altiplano que sube hasta las cumbres nevadas;
y de Montaña, a la región boscosa, surcadas por ríos caudalosos. Asimismo, los
vegetales fueron denominados por la similitud
que ofrecían con las plantas europeas: el ananá recibió el nombre de “piña” por la lejana semejanza exterior de ambos
frutos, la palta por su forma, el de “pera de la tierra”;. En la misma forma aplicaron
los nombres de los animales domésticos del viejo mundo, llamando por ejemplo,
“ovejas de la tierra” a los auquénidos. Y los lugares y parajes del territorio
recibieron el nombre de los Santos
Cristianos correspondientes a los
días en que por primera vez llegó a ellos el Conquistador: a Piura se le llamó
San Miguel de Piura; y a Huamanga, San Juan de la Frontera de Huamanga. Es
decir, que los españoles acomodaron la Geografía, la Botánica, la Zoología y la
Toponimia, entre otras ciencias, a su propia cultura.
La falta de documentos escritos y la desaparición de
los amautas, de los Quipucamayoc y otras categorías de hombres cultos del
Imperio, junto con el propio aprecio que
lamayoría de los inmigrantes subsiguientes tuvo por el saber del hombre
común del Tahuantinsuyo, hicieron imposible
incorporar, en un segundo momento histórico, los conocimientos de los
aborígenes al patrimonio cultural que sistematizaron los cronistas, limitándose
éstos a repetir muchas de las invenciones elaboradas en los primeros días de la Conquista. Y si bien es indudable que
hombres doctos y acuciosos como Cieza, Garcilaso, Herrera, hurgaron en la
tradición, movidos por el deseo de hallar nuevos datos para sus escritos, las
valiosas informaciones que consiguieron
se refieren principalmente a diversos acontecimientos históricos y no a los hechos del complejo
Análisis Geográfico.
Los datos del folklore
Debido a lo
que acabamos de exponer someramente, a lo largo de varias centurias se ha
venido repitiendo que el territorio peruano
está dividido en tres regiones geográficas: la costa, la Sierra y la
Montaña.
Cuando se penetra en la sabiduría popular, se descubre que los indígenas, que
han permanecido alejados de las ciudades, que no han acudido a la escuela y
cuyo patrimonio cultural procede principalmente de la tradición oral,
ignoran totalmente las ideas de costa, sierra y montaña. En cambio, cuando se
les interroga sobre la región geográfica en donde tienen su morada, responden
que ella está ubicada en la Yunga, en la Quechua , en la Sumi… Es decir que
existe un saber geográfico indígena (Este saber popular es común, en todo o
parte, a los territorios ocupados actualmente por Bolivia, Perú, Ecuador y
Colombia. En este último país, se
conserva intacto en el Departamento de Nariño), cuyas nociones básicas son las siguientes: se llama
chala a las tierras que lindan con el mar en el lado Occidental del declive
andino; Yunga, a las tierras de clima cálido de los valles y quebradas que
trepan al ande inmediatamente después de la chala, y a los vallesy quebradas de
igual clima que se extienden en el declive Oriental andino; Quechua, a las
tierras templadas que se extienden en ambos declive: Suni o Jalca, a las
tierras frías; puna, a los altiplanos y riscos muy fríos, janca, a las cumbres
nevadas o regiones blancas del país. Rupa-Rupa a las selvas altas ubicadas en
el declive Oriental de los Andes; y Omagua, a la inmensa llanura selvática por
donde discurren el río Amazonas y sus afluentes que van a desembocar en el
Atlántico.
Por otro lado y en otras expresiones del folklore,
tales como cuentos y cantares, se alude frecuentemente al “aguacero de las Punas”,
al “zorzal de la Quechua”, a la “coca de la Yunga”… Asimismo, en las danzas con
que se celebran las fiestas comunales,
apasrecen comparsas que reptresentan a los Chunchos u hombres de la Rupa-Rupa,
a los Japiris u hombres de las punas, a los Incas u hombres de las Quechuas.
Lo que acabamos de exponer prueba que el pensamiento
aborigen nunca consideró al territorio
dividido en tres regiones y si en ocho claramente diferenciables: Chala,
Yunga, Quechua, Suni, Puna, Janca, Rupa-Rupa y Omagua.
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