Exámenes a vestigios de templo recién descubierto en la huaca El
Paraíso confirmarían o descartarían hipótesis del sector Cultura.
Los resultados de exámenes científicos a los que serán sometidos los vestigios
encontrados en el llamado Templo del Fuego, descubierto hace menos de un mes en
el complejo arqueológico El Paraíso, en San Martín de Porres, determinarán
si la civilización en Lima comenzó hace 5.000 años, es decir, 1.000 años antes
de lo que actualmente se conoce..
“Aunque pasarán unos
cinco meses para tener los resultados de las pruebas radiocarbónicas a los
vestigios, principalmente semillas y productos marinos, creemos que este
descubrimiento hará que se reescriba la historia de Lima”, señala Varón.
El templo recién
descubierto está en el ala derecha de El Paraíso, complejo integrado por 10
edificios que en su momento se extendían por más de 50 hectáreas. El hallazgo
se produjo durante los trabajos de ejecución del proyecto de investigación y
puesta en valor de ese complejo, iniciados por el sector Cultura a fines del
año pasado.
El Paraíso se ubica al
lado de un valle bañado por el río Chillón, en una zona próxima a Ventanilla y
Puente Piedra
Marco Guillén Hugo,
arqueólogo responsable del proyecto, señala que el Templo del Fuego posee un
área de 25 metros cuadrados, tenía muros de piedra con enlucido de barro fino y pintados de
rojo, y un espacio para un fogón en el centro, elementos característicos del
período precerámico tardío [de 2000 A..C. a 3000 A.C].
Esas señales –explica
Guillén– también están en los complejos arqueológicos de Caral, en Supe, 200 km
al norte de Lima; de Kotosh, en Huánuco; y de La Galgada, en Áncash; lugares
donde surgieron las primeras sociedades complejas del Perú.
“Sabemos que debajo
del Templo del Fuego hay otros dos más antiguos aun. Lo impactante de este
descubrimiento es que retrocedería en mil años el tiempo en El Paraíso, que se
había fechado como máximo en el año 2000 A.C.”, dice el arqueólogo.
“Permite, además,
pensar que El Paraíso integró una red comercial y religiosa que alcanzaba a La
Libertad, Áncash y Barranca. Es casi un horizonte nuevo, como después fueron
los de Chavín o Wari”, resalta Guillén.
En el templo, los
sacerdotes de entonces sentían que se comunicaban con sus dioses a través del
humo que emanaba del fuego, explica el arqueólogo.
Varón destaca cómo la
antigua gente de El Paraíso consumía productos de mar y tierra. Desde lo alto
de un cerro cercano al complejo, se ve el mar chalaco.
Para la arqueóloga
Ruth Shady, descubridora y encargada de la ciudadela Caral, el prestigio de esa
civilización llegó a El Paraíso.
Es importante que el
arqueólogo Guillén retome investigaciones en El Paraíso, por la dimensión y
complejidad del sitio. Su reto es demostrar, con información científicamente
sustentada, la gran antigüedad que plantea como hipótesis.
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