Un amigo desde Lima me cuenta que el otro día a las cinco de la tarde, y al
pasar por un local de esos que, en muchas zonas de Lima, tienen usos múltiples
como vivienda, depósito, bodeguita y taller, vi que un hombre, de aspecto
bastante sucio, sacaba de ahí una carretilla de ambulante.
Cargada como estaba de panes, embutidos y
un depósito de algo como cebolla o salsa criolla, el hombre procedió a pasar un
trapo, arrugado y también muy sucio, por encima y por los costados de la
carretilla, en cuya parte posterior había un cartón viejo que cubría quizá alguna
rotura.
Asombrado por lo que veía, entré a una
bodeguita colindante a comprar un chocolate y a hacer algunas preguntas tontas,
para poder apreciar mejor ese espectáculo deplorable, pues lo que el hombre se
aprestaba a vender no eran objetos, sino alimentos.
El lugar de donde el ambulante sacaba la
carretilla para vender butifarras era realmente un muladar: la puerta estaba
carcomida y sucia, una especie de cortina abierta, de color rojo en sus
orígenes dejaba ver en la penumbra un camastro, un mostrador con verduras marchitas
y unas herramientas de zapatero.
Imagino que detrás de ese precario y
estrecho dormitorio-taller-bodega-depósito habría otro ambiente donde el
ambulante guardaba la carretilla, el pan y los insumos para preparar los
alimentos que luego vendería en un parque o en una calle cualquiera.
La carretilla, por cierto, tenía una
inscripción donde constaba que su dueño era miembro de una asociación
autorizada por la municipalidad del distrito para la venta de alimentos. Es
decir, que ese ambulante no era un vendedor clandestino, sino que,
aparentemente, tenía sus papeles en regla.
¿Sabrán las autoridades que le dieron la
autorización para vender alimentos las condiciones en que ese hombre hace su
negocio? Si lo saben, ¿es posible que permitan vender alimentos que se
almacenan y se preparan en un lugar totalmente insalubre? Y si no lo saben, ¿es
justo que se autorice a alguien a vender alimentos y no se controle,
periódicamente, la calidad de los mismos y la forma y el lugar donde se
preparan?
¿Qué entidad es la encargada de sancionar
esas omisiones municipales? ¿O es que la autonomía municipal permite que esas
negligencias que van contra la salud pública queden impunes?
Leía hace poco que una de las enfermedades que más muertes causan en el
Perú es el cáncer de estómago. Viendo a ese ambulante manipular alimentos para
la venta nocturna de sándwiches, no es difícil imaginar cuántas infecciones,
que luego derivan en enfermedades graves, transmite a diario con su
mercancía.
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