Sorteando
el estricto control de cada frontera entre Italia y Alemania, Paolo Rossi y
Antonio Valessi llegaron con muchas ilusiones al puerto ingles de Southampton,
con la esperanza de persuadir a la corona británica de enviar un contingente
militar por los puertos argentinos hasta
los Andes para que llegaran al Cuzco en auxilio de la rebelión de José Gabriel
Condorcanqui, Túpac Amaru II.
Grande
fue a decepción de estos personajes, quienes eran en realidad Juan Pablo
Vizcardo y Guzmán y su hermano Anselmo, cuando, apenas llegados a tierra
inglesa, se enteraron de que la revuelta del Cacique de Tungasuca había sido
debelada.
En su
condición de jesuitas habían sido desterrados del Perú y de todo el
territorio hispano, y por supuesto incautados sus bienes en
beneficio de la corona española. Fue en Inglaterra donde Juan Pablo Vizcardo y
Guzmán escribió la célebre “carta a los españoles americanos’, texto precursor
e inspirador de la independencia, publicado luego de su muerte por el
líder patriota venezolano Francisco de
Miranda en 1799.
En
aquella época la comunicación estaba basada en las cartas. Circularon decenas
de miles, ‘se calcula que Bolívar escribió cincuenta mil, de las cuales se han
publicado más de ocho mil. El espionaje estaba vigente y se espiarían
mutuamente realistas y patriotas en una época en donde era crucial conocer las
acciones del enemigo’.
La
arriesgada tarea de llevar y traer
correspondencia para el bando patriota fue ejecutada con éxito y notable
habilidad por las ‘tapadas’, de aquella época, entre quienes destacaban las
propias parejas sentimentales de los libertadores Bolívar y San Martín:
Manuelita Sáenz y Rosa Campusano, quienes recorrían calles, plazas y mercados
de la ciudad repartiendo propaganda de
indepenentista que escondían entre sus prendas.
La
propia dama de la sociedad chorrillana, doña Juana de Dios Manrique de Lara y
de Luna, contrato al pescador chorrillano José Olaya para que lleve las
cartas de Chorrillos al Callao, en 1823,
donde estaban replegadas las fuerzas patriotas al mando de Sucre. Este
necesitaba saber los detalles del
despliegue realista de Canterac y Rodin.
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