miércoles, 8 de julio de 2015

PROCEDEMOS DE LA CULTURA LIMA

El estudio de la producción del conocimiento sobre la cultura Lima (200-650 d.C.) implica, necesariamente, interesarnos en la historia de cómo la disciplina arqueológica ingresó al Perú, así como, la forma en que se "recolectaban" -o mejor dicho percibían y registraban- los datos sobre los cuales se basan nuestras interpretaciones de su proceso cultural. En nuestra opinión, grosso modo esta historia atravesó tres etapas que trazan un derrotero que -al menos en las dos primeras- refleja la historia de la arqueología en el Perú.
Veamos los rasgos más significativos en cada una de ellas. La primera etapa estuvo signada por las actividades del arqueólogo alemán Max Uhle y abarcó un lapso de tiempo que puede considerarse entre 1896 y 1911, es decir, durante el tiempo que trabajó en el Perú y sentó las bases de una arqueología moderna gracias a su sólida formación europea. Dado su carácter fundacional, en este período no se publicaron artículos o monografías específicas sobre la cultura Lima pero ya se advirtieron testimonios de su presencia. Por entonces, las culturas precolombinas se dividían entre Inca y pre-Inca, de allí que se entiende mejor por qué Uhle vincularía las expresiones culturales de esta época en la costa central a "la antigua cultura de Ica y Nazca". Uhle veía vínculos estilísticos con el sur, expresados en la decoración de la cerámica y un mural pintado encontrado en el valle de Chancay que interpretaba como "peces entrelazados". Su planteamiento parecía verse reforzado por un conjunto de piezas de cerámica -de claro estilo Nazca- mostrando paneles de figuras alargadas, aserradas y entrelazadas como motivo decorativo principal en vajillas procedentes del valle de Chancay. 
Además de conocer este conjunto cerámico Lima procedente del valle de Chancay, Uhle estudió otros importantes centros monumentales de esta cultura, como: Copacabana (valle del Chillón), Huaca Aramburú (valle del Rímac), huaca Juliana (o "Pucllana" de Miraflores) y el cementerio de Nievería, además del Santuario de Pachacamac en donde encontró cerámica Lima "debajo de la terraza oriental más inferior del Templo del Sol".  Por estos motivos, y a pesar de su brevedad, este primer período puede ser llamado de "la influencia alemana".
Los ecos de las actividades de Uhle continuarían en la segunda etapa de esta historia de la investigación de la cultura Lima. Las colecciones que formó durante su fructífera estadía profesional en Lima -sea trabajando para la Universidad de California o para el Estado peruano- son objeto de estudios que tratan de describirlas y ordenarlas. Se iniciaría con el trabajo del francés Raoul d´Harcourt (1922) que estudia, principalmente, una parte de las colecciones que Uhle recuperó del cementerio de Nievería y que, entonces, se encontraban en el "Museo de Lima".1 Sigue con las actividades de arqueólogos norteamericanos como Alfred L. Kroeber (1926) y Ann H. Gayton (1927) que, asimismo, analizan las colecciones hechas por Uhle en Chancay y Nievería, respectivamente, depositadas en el museo de la Universidad de California. Uhle las había recolectado cuando trabajaba para esa institución entre y 1899 y 1905. El 1 de enero de 1906 Max Uhle fue contratado por el Estado peruano y nombrado Director del Museo Nacional del Perú (Kroeber y Strong, 
Los también norteamericanos, Gordon Willey (1943), William Duncan Strong y John H. Corbett (1943), Louis M. Stumer (1953, 1954), nuevamente, Alfred L. Kroeber (1954), Thomas C. Patterson (1966), Timothy K. Earle (1972) y Jeffrey Quilter (1986) realizan sendos trabajos de campo en sitios Lima que, mayormente, se publican como monografías y artículos específicos en donde se explayan sobre los testimonios de esta cultura como una clara entidad independiente. También están comprendidos en este período trabajos importantes del peruano Pedro Villar Córdova (1935), el ecuatoriano Jacinto Jijón y Caamaño (1949) y los italianos Pellegrino Claudio Sestieri y Ernesta Cerulli(1967),  Asimismo, en este lapso las expresiones materiales de la cultura Lima se agrupan bajo las etiquetas de "Proto Lima", "Interlocking", "Cajamarquilla", "Playa Grande", "Maranga" y otros.
Lo que nos interesa señalar con este rápido recuento es la preponderancia y el dominio de los arqueólogos norteamericanos que, por la cantidad y calidad de los resultados publicados, pueden dar nombre a este segundo período de investigación como de "la influencia norteamericana". Su punto culminante está marcado por la secuencia estilística de cerámica elaborada por T. C. Patterson (1966), la misma que sigue dictando el ordenamiento cronológico relativo a los restos de esta cultura hasta ahora y de la que se ha tomado el nombre -"Lima"- que la identifica actualmente entre la mayor parte de los estudiosos. Cabe señalar, además, que este período se caracteriza por la proyección y alcances de los trabajos realizados y publicaciones monográficas hechas por los colegas estadounidenses en un nivel, al presente, no igualado.
Cabe reflexionar sobre los factores que habrían posibilitado esta impronta norteamericana en el estudio de la cultura Lima, entre los que podemos mencionar: a) El orden y plan de sus investigaciones, pues comenzaron estudiando las colecciones de Max Uhle en los Estados Unidos, produciendo sendas monografías sobre cada una de ellas, b) Emprendieron programas de investigaciones regionales -excavando y/o prospectando en sitios Lima importantes- con metas claras, como la de establecer columnas cronológicas para ordenar e interpretar este desarrollo cultural en la costa central. Estos fueron los casos del frustrado intento de Louis M. Stumer, el exitoso de Thomas Patterson y el limitado al valle de Lurín de Timothy Earle, c) Sus investigaciones fueron patrocinadas por instituciones universitarias de prestigio contando con becas o fondos de investigación suficientes, d) Fue sostenida en el tiempo, por poco más de medio siglo.
Por último, el tercer período de investigaciones está marcado por la actividad de arqueólogos mayormente peruanos. Puede decirse que se define a principios de los ochenta y dura hasta el presente. Se caracterizaría por trabajos con intentos de articulación o síntesis limitados, ausencia de monografías publicadas que muestren por extenso los resultados de las excavaciones realizadas y un acatamiento, casi sin reservas, de la secuencia de Patterson. Asimismo, se contempla una notable escases de análisis arqueométricos -no obstante la disponibilidad local y externa de muchas de sus técnicas- entre los cuales destaca la relativa ausencia de series de fechados radiocarbónicos, los cuales son importantes para definir mejor la cronología, las variantes y los estilos en la secuencia cerámica y cultural del ámbito que abarcó su ocupación.
Se interviene en yacimientos monumentales como Pachacamac, Huaca Pucllana, Maranga, Melgarejo, Cerro Culebra, Cerro Trinidad, Cajamarquilla y Catalina Huanca.
Además de trabajos en otros sitios de menor tamaño, aunque no menos importantes. Destacan los trabajos de puesta en valor de la Huaca Pucllana, en donde la confluencia de su ubicación en uno de los distritos más ricos de la capital y el trabajo sostenido de tres décadas han dado como resultado el monumento de la cultura Lima más visibilizado en la actualidad (Flores, 2005). Sin embargo, por estar limitado a ese sitio y por la ausencia de publicaciones de envergadura que muestren los resultados de sus excavaciones de manera amplia y detallada, sus investigaciones no han incidido aún de manera sustancial en el esclarecimiento de las diferentes problemáticas de la sociedad Lima. Por los aspectos bosquejados esta etapa de la investigación de la cultura Lima podría denominarse "nacional".
Sus características pueden deberse a varios factores que valen la pena comentar, entre los que no está ausente el "desinterés" en que ha caído el tema por el escaso rédito que -en términos de prestigio intelectual- implicarían "descubrimientos poco espectaculares". Los cuales -pensando erróneamente claro está- no se darían entre las expresiones materiales de los Lima, comparadas con otras de sociedades coetáneas como los Moche de la costa norte y los Nazca de la costa sur. Actualmente, es necesario considerar la promoción mediática -tanto nacional como internacional- y estos factores subjetivos para postular a subsidios o fondos con mayores posibilidades de éxito, principalmente, estatales en el caso peruano. Es probable, asimismo, que este último aspecto tenga algo que ver con la "escasez" de investigadores extranjeros interesados en el estudio de la cultura Lima.
Como sabemos, la práctica de una arqueología moderna exige el análisis multidisciplinario de los restos recuperados. Como, por ejemplo, los ensayos de análisis de levaduras, actividad fermentativa y de polen que Segura (2001) realizó con algunos resultados. Estos constituyen pruebas necesarias para sustentar propuestas más acotadas pero que, a la vez, tendrán mayores implicancias en las hipótesis explicativas. Como aquélla que un evento ENSO (El Niño Southern Oscillation) afectó de modo importante la historia de Cajamarquilla (Mogrovejo y Makowski 1999), como parecen indicar ciertos contextos no publicados en detalle. Sin embargo, cabría preguntarse si los impactos de los eventos ENSO no afectaron a la sociedad Lima en diferentes momentos a lo largo de su historia, de qué modo y en qué medida. En este aspecto, sin duda, la geología del cuaternario tiene algo que decir, como lo pone de manifiesto la aproximación de Valdez y Jacay (Ms). Muchos otros artículos y aportes se han dado en esta última etapa, sin embargo, no logran variar el perfil general aquí trazado.
Por otro lado, volvemos a señalar los escasos fechados radiocarbónicos aplicados a sus restos orgánicos, poco más de una docena publicados al presente (Falcón, ms). Sólo una descripción detallada de los contextos excavados y sus asociaciones marcarán los criterios principales para la segregación de fases culturales y/o eventos sociales y naturales importantes. En este sentido, quedan muchas interrogantes en el estudio de la cultura Lima, algunas nunca enfocadas, como por ejemplo, la ausencia de las denominadas fases tardías (7, 8 y 9) de la secuencia Lima en el valle de Chancay, cuasi exclusivamente determinado por elementos estilísticos de la cerámica.
No se han realizado fechados radio carbónicos para Cerro Trinidad, Chancayllo y Horcón, los tres sitios más importantes de esta cultura en el valle de Chancay, a pesar de la monumentalidad y complejidad de los dos últimos y la antigüedad en la historia de la investigación del tema del primero, con intervenciones directas de Uhle y Willey.
Por otro lado, las fases medias de la secuencia (4, 5 y 6) concentran el 76% de la muestra total de fragmentos cerámicos usados para definirlas y susténtalas  (Patterson, 1966), sin embargo, nuestro conocimiento  de las características  de la arquitectura  y sus asentamientos durante el tiempo  que abarcarían son muy limitados. En consecuencia, sería posible ensayar una hipótesis en el sentido de que la ausencia de cerámica de las fases  tardías en los extensos centros urbanos Lima del valle de Chancay  se deba a causas culturales antes que cronológicas, es decir cabe la posibilidad de u las fases medias en este valle tengan una mayor duración. Esto no lo sabemos a ciencia cierta.


Hay algunas lecciones importantes que sacar de esta breve historia de poco más de un siglo de investigaciones arqueológicas. Seguramente, el futuro de la arqueología de la cultura Lima exigirá mayores esfuerzos y mejores estrategias de investigación y planificación, sustentados en programas de campo institucionales de largo aliento –convenientemente financiados- que permitan conocer mejor el origen, desarrollo y desaparición de una sociedad de fuerte impronta regional que aún conserva importantes yacimientos en el ámbito donde  se asienta la actual capital del Perú.

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