El Perú es Lima,
Lima es el Jirón de la Unión,
El Jirón de
la Unión es el Palace Concert, y
El Palace Concert soy yo
(Abraham Valdelomar)
He vuelto de mi Lima querida, “cuando te volveré a ver”. En el avión se me acumulan los recuerdos de esos días que han pasado, tan rápido, como el viento. Pero ya estamos aca de nuevo en el “andamio”, como dice mi gran amigo Adolfo Avello, cada vez que nos encontramos por la calle Uría a las 6.30 de la mañana, en que me recuerda también el Jirón de la Unión, la céntrica calle de la Lima antigua, que era el paseo obligado de todos los limeños, de todas las clases sociales. Allí se encontraban los mejores establecimientos de la época. Lima es la ciudad mas contradictoria del planeta, Chacarilla y Pamplona, La de Lima y San Marcos,
la Aduni y
la Pamer, el jirón de
la Unión y
la Calle de las Pizzas, el Averno y
la Galería “
La Galería” y muchos lugares más. Lima nos puede parecer absurda, ridícula, trágica, chicha, alegre, pequeña, inmensa y muchos adjetivos más pero es nuestra ciudad y queramos o no, vivimos en ella. Lima y los limeños vivimos saturados de pasado. Este nos ha sido impuesto por quienes creyeron desentrañar el enigma de nuestro ser, acerca del cual, para fijarnos un destino, preguntamos perplejos desde siempre. Se ha decidido así que nuestra ciudad esta impregnada de una como extraviada nostalgia y esto es verdaderamente cierto más en lo que atañe al descamino del sentimiento mismo. Porque ¿hacia donde miran nuestros ojos históricos?. Miran al espejismo de una edad que no tuvo el carácter idílico que tendenciosamente le ha sido atribuido y que más bien se ordenó en función de rígidas castas y privilegios de fortuna y bienestar para unos cuantos en desmedro de todo el inmenso resto.
No cabe duda de que nuestra ciudad capital es única. Una contradicción clásica era que el Museo de Arte quedara en frente al circo de la avenida Grau. De una u otra forma nos hemos acostumbrado a la vida en Lima. Conozco gente que se ha ido al extranjero y no han podido soportar mucho tiempo antes de extrañar las "comodidades" que tenemos aquí.
La cantidad de combis que nos pueden llevar casi a cualquier parte de la ciudad en un solo viaje, las señoras que venden desde cigarros sueltos desde 20 céntimos, -los huecos caletas para chelear con la gente-, las polladas (fiesta de venta de pollos a la brasa- pro fondos para mi bolsillo, las discotecas que abren a las 2 de la tarde, los diarios chicha con sus mujeres desnudas, la papa rellena al paso con su ají de ladrillo molido.
En fin, tantas cosas que ya se han vuelto parte de nuestra vida diaria y que difícilmente podríamos encontrar en alguna otra parte del mundo (al menos no todo en el mismo sitio).
Si me dan a elegir, me quedo.
Me acuerdo de esos paseos por el Centro de Lima pululando de la mano de mi mamá, la cual a veces fintaba de guía turístico surcando avenidas y jirones de zanco en zanco y de tranco en tranco. Pero la ruta por excelencia de mis andanzas siempre empezaba en una convulsionada plaza.
La Plaza San Martín en donde todos los pueblos (costa, sierra y selva) se encuentran ya sea para pasear con su familia viendo las palomas; o tal vez para conversar, escuchar y cambiar opiniones; o para ver a esos exóticos actores de la calle que con su llanto con sabor a pena nos sacan una sonrisa y si queda vuelto algunas monedas; plaza que ha sido mudo testigo, en tantos siglos, de balconazos, manifestaciones y protestas, haciendo que la masa sea una con que objetivo no se, no quiero ser político tan poco, mas si me acuerdo de ello, no es por el bullicio, sino que siempre encontraba ese clásico platillo el famoso hígado frito con yuca además que esta a un sol permitiendo para repetirlo.
Siguiendo con la ruta, el Jirón de
la Unión en donde estuvo un gran café el Palace Concert durante las primeras décadas del siglo XX el Palais Concert se caracterizó por reunir a la élite intelectual de la ciudad de Lima, representada en la persona del escritor Abrahan Valdelomar a quien se le adjudicaría la creación de la frase que formaría parte de la tradición oral limeña, aunque no exista una fuente escrita que señale que él la pronunciase. “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de
la Unión, el Jirón de
la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert, soy yo”
De un estilo
afrancesado, el Palais Concert sirvió como punto de reunión del
Grupo Colónida, agrupación de personajes liderados por Valdelomar que editaran
la Revista Literaria Colónida, que fuera calificada por otro personaje de esos tiempos y que jugara un importante papel en el desarrollo social y político del Perú, José Carlos Mariátegui como "vagamente iconoclasta, imprecisamente renovadora". El mismo Mariátegui, al igual que el gran poeta César Vallejo, fue otro de los personajes que frecuentaban el Palais.
Posteriormente, el café cerró siendo que en la actualidad su locación la ocupa una discoteca turística que brinda la mejor diversión del centro sin dejar de lado la tradición del Palais Concert.
Como han cambiado los tiempos, de la cultura a la fiesta. En la actualidad hay una discoteca. Pero bueno volviendo al relato quien no ha transitado por esta avenida tan bella a las 2 o 3 de la mañana que se ve los balcones los detalles en la acera, ya que de día lo único que vez son pies en el suelo y cabezas andando de aca para halla en rápido caminar, - unos se dirigen a los distintos, estamentos oficiales, y otros van de compras por las tiendas
que todavía quedan en el “damero de Pizarro”. Además de los magnos comerciantes que te van mostrando vuestras mercaderías en la cara haciendo tu paso casi el mismo que en la procesión de Nuestro Señor de los Milagros, puesto que en este jirón encuentras de todo bueno casi todo desde una cabina de Internet a multisalas de cine, de un churro de china a una suculenta hamburguesa del precio que tu bolsillo pueda pagar.
Concluyo el recorrido en
la Plaza de Armas para observar el cambio de guardia de Palacio de Gobierno, que a sufrido tantos embates de los protestantes y huelguistas por diversos motivos, escuchar una misa en
la Catedral de Lima, construida encima de una huaca incaica. Luego entrar al comedor del Club de
la Unión; donde ahora se puede entrar libremente y comer lo que se desee.
Paso delante de
la Municipalidad de Lima que trabaja para buscar el equilibrio entre el desarrollo económico de la ciudad, las actividades promociónales y eficientes servicios públicos; y tener una ciudad moderna, segura, altamente competitiva y con habitantes de excelente calidad de vida”.
La Municipalidad Metropolitana de Lima es un institución moderna y eficiente, con servicios de calidad, líder del desarrollo nacional y modelo en América Latina. Administra una ciudad autónoma, competitiva e insertada en la red de megaciudades del mundo”.
En el centro de
la Plaza de Armas o Plaza Mayor, hay una pileta La primera pileta que se construyó en
la Plaza la mandó construir el virrey
Francisco de Toledo y fue inaugurada el
21 de octubre de
1578. Consistía de un balaustre y una sobretaza, y en ella ocho mascarones con sus caños por donde caía el agua en la taza mayor. Encima de la sobretaza tenía una bola, la cual despedía toda el agua para caer sobre la taza. Sobre la bola había una figura con un escudo a un lado con las armas de la ciudad. En la mano tenía una bandera y en ella esculpidas las armas del Virrey Toledo. El remate de la sobretaza fue hecho por los plateros Miguel Morcillo y Juan Ruiz. Un acta inédita del Cabildo de la ciudad correspondiente al año
1630 nos hace saber que además de los escudos de Lima y de Toledo, la fuente tenía los blasones de España y de Francisco Pizarro.
Esta pileta fue reemplazada por otra mandada hacer por el virrey
García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra, e inaugurada el
8 de septiembre de
1651, la que con algunas refacciones, se mantiene hasta la actualidad.
Durante la
época virreinal, la plaza mayor sirvió como
mercado, como
plaza de toros y como sitio de ejecución de los condenados. Asimismo se desarrollaron en ella los
autos de fe que celebró el
Santo Oficio de la Inquisición de la que uno de los tres tribunales que tenía en
América se encontraba en Lima. El primer auto de fe se celebró el
15 de noviembre de
1573 y en este se dictó la primera condena a ser quemado en toda América. El condenado
Mateo Salado fue ejecutado ese mismo día en el "quemadero" que se ubicaba aproximadamente donde es hoy
la Plaza de toros de Acho.[1]
En
1622 se culmina la construcción de
la Catedral de Lima, la misma que quedó totalmente terminada en 1797 tras la construcción de sus campanarios. Esa misma iglesia es la que actualmente se ubica en el lado oriental de la plaza.
En
1821,
José de San Martín proclama
la Independencia del Perú en esta plaza, luego de lo cual sale en procesión llevando la nueva
bandera del Perú.
En
1855, el
presidente Ramón Castilla inaugura el primer sistema de alumbrado público a gas en virtud de lo cual se tendieron los primeros postes en
la Plaza y, por primera vez, se dispuso el área de jardines ya que, hasta esa fecha, la plaza era un gran terreno sin mayor pavimento. En
1860 se inició el tendido de rieles para los primeros
tranvías que fueron tirados por caballos y acémilas y, con la construcción de
la Penitenciaría de Lima, las prisiones dejaron de estar en el Palacio de Gobierno y en el Cabildo.[2]
Finalmente, en el
siglo XX se dieron las transformaciones definitivas de
la Plaza de Armas. En
1922 se terminó la construcción definitiva del Palacio Arzobispal. En
1938, la del Palacio de Gobierno y en
1944 el Palacio Municipal. Ya en
1940 se dispuso la uniformización del estilo
neocolonial mediante la construcción de los portales de Petateros y de Botoneros en la parte sur de la plaza y sus edificios con balcones de madera.
Lima es una ciudad moderna, competitiva, segura y atractiva para los negocios y el turismo. Sus habitantes tienen alta calidad de vida, mantienen su identidad cultural y preservan el medio ambiente.
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