lunes, 23 de diciembre de 2013
EL MES DE DICIEMBRE EN LA LIMA DE ANTANO
En nuestra Lima antanona, aquella de Don Ricardo Palma, en as navidades, desde las cinco de la tarde del 24 de diciembre los cuatro lados de la Plaza Mayor ostentaban mesitas, en las que se vendían flores, dulces, conservas, juguetes, pastas, licores y cuanto de apetitoso y manducable plugo a Dios crear.
A las doce solo el populacho quedaba en la plaza multiplicando las libaciones. La aristocracia y la clase media se encaminaban a los templos, donde las pallas cantaban en el atrio villancico.
A la Misa de Gallo seguía en las casas opípara cena, en la que el tamal era plato obligado. Y como no era higiénico echarse en brazos de Morfeo tras una comilona bien mascada y mejor humedecida, un buen tinto de Cataluña, energico Jerez, delicioso Málaga y alborotador quitapesares...(aguardiente e pisco u hormonas de uva).
En cuanto al pueblo, para no ser menos que la gente de posición, armaba jarana hasta el alba alrededor de la pila de la plaza. Allí las parejas se descoyuntaban bailando zamacueca, pero zamscueca borrascosa.
Desde el primer día de Pascua se armaba en algunas casas un pequeño proscenio, sobre el que se veía el establo de Belén...Todo el mundo, desde las siete hasta las once de la noche, entraban con llanza en el salón, donde se exhibía el divino misterio. Cuando llegaban personas amigas de la familia propietaria del nacimiento se las agasajaba con un vaso de jora, chicha morada u otras frescas horchatas.
Por aquella época, el mas famoso de los nacimientos de Lima era el que se exhibía en el Convento de los padres Betlemitas o Barbones.
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