sábado, 28 de diciembre de 2013

LA HERMANDAD DEL SENOR DE LOS MILAGROS

En nuestro país, donde las instituciones tienden a disolverse , dividirse o perder sus propósitos, es tema de estudio y admiración la manera en que la Hermandad del Senor de los Milagros mantiene su solidez y persistencia. Narra la tradición que Hernan Gonzalez, encomendero de Pachacamac, traslado a sus indígenas a un terreno exterior a los muros de Lima. Allí aquellos reprodujeron sobre tela al Senor de la Tierra preincaico. Anos después, negros esclavos de la etnia Angola habrían sustituido esa esfinge, pintando sobre un muro de adobe la imagen de Cristo. Todo esto es conocido, y por ello esa imagen lleva también por nombre el de Cristo de Pachacamilla. Pero lo importante es destacar el papel que la imagen cumplió para los esclavos que entonces constituían el 40% de la población. Fue una función expresiva de un grupo social y a través de ella, su respuesta a las imágenes dominantes de la Plaza Mayor. Un Cristo moren adorado por negros y excluidos era un desafió. Solo así se entiende que, en 1671, el arzobispado y el Virrey Conde de Lemos ordenaran su destrucción, la que no fue posible por la súbita parálisis del encargado. Tal vez entonces comprendieron las autoridades que esa función expresiva podría revertirse a favor del sistema político, como un mecanismo de integración social y de seguridad de los mas humildes en torno a un culto. No es ajeno a esta nueva función que la imagen se detenga, desde 1687, ante el Palacio de Gobierno en lo que podria considerarse un pacifico reclamo por reconocimiento social y mayor bienestar, o que Micaela Villegas, "La Perricholi", impulsara la construcción del templo. En el siglo XVII existían en Lima, sociedad en formación, hasta 60 cofradías, según Emilio Lisson, pero de todas ellas, y con diferentes nombres, la actual Hernandad del Senor de los Milagros mantuvo con mayor eficacia su numero social y fuerza organizativa. Tal vez contribuyo a ello que sus "cuadrillas" (termino con el que Cervantes describe a los "cuadrilleros de la Santa Hermandad") se organizaran temporalmente. La primera data del ano 1766, la quinta de 1858, la novena de 1904, etc. y tienen derecho de adscripción de los nuevos hermanos, con lo que se fortalecen generacionalmente sus vínculos. En segundo lugar, ese desdoblamiento funcional en cuadrillas promueve la competividad de ellas en presentacion, selección de mejores miembros y solidaridad. Pero a ello podría también agregarse que la hermandad atribuyo a la mujer un rol central. Al lado de los "hermanos cargadores", se sitúan las "hermanas cantoras" y sahumadoras". Y así se analiza el desplazamiento de la imagen, se vera que las hermanas abren paso al Cristo y, a su vez, cierran el paso a la imagen. Como vemos, la hermandad no solo cumple funciones mecánicas especificas, sino también otras esenciales de corte político, aunque no partidario: la expresión grupal, la integración social, la afirmación cultural y hasta el reclamo simbólico, las cuales explican su firme y pluricentenaria vigencia.

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