martes, 26 de mayo de 2015

JOSE MANUEL SUÁREZ:POETA DESDE UN POSIBLE SABER

Hace unos días llegó a mi despacho un amigo que  me regalo tres  libros de poesía escritos por un excelente y todavía joven  poeta, escritor, periodista y profesor asturiano, José Manuel Suárez. En 1995 el académico y ex director de la Real Academia de la Lengua, Manuel Alvar, publicó en “Blanco y Negro” una crítica sobre el primer libro de Suárez, que llamó poderosamente mi atención sobre este autor asturiano: “José Manuel Suárez es un poeta nuevo –decía –Alvar-, lo que no quiere decir sino que se estrena ahora con un libro de versos. Pero sorprende la excepcional calidad de sus poemas y su enorme madurez. Por eso,  encontrar tal plenitud produce estupefacción, por lo inesperado; y sorpresa, por la belleza virginal que encierran. Tenemos un gran poeta. Sencillamente esto, y nada menos que esto. Por la hondura de su pensamiento y por la perfección formal de sus versos”.

José Manuel Suárez nació en Villoria, concejo de Laviana  tierra de mineros y labradores que saben arrancar de la tierra con sus propias manos el sustento de la vida. ,
Villoria es cuna de ilustres hombres, hijos nacidos de esa tierra, como el cardenal Fray Ceferino González, figura destacada del neoescolasticismo español. Muy cerca de allí, en el Entrego, tuvo su nacimiento Armando Palacio Valdés, una de las cumbres del realismo literario español. José Manuel Suárez reside en Madrid desde hace más de veinte años. En Oviedo y Madrid cursó los estudios de Teología, Ciencias de la Comunicación y Filosofía. Está casado y tiene dos hijos.

Tres facetas comprende su actividad profesional: periodista, profesor y escritor. Como periodistas ha sido redactor del diario “Ya”, en los años en que este periódico, era un diario nacional de gran prestigio. Actualmente  es subdirector de la revista  “Nueva Empresa”, publicación mensual especializada .A lo largo de más de quince años ha ocupado diferentes puestos de responsabilidad en la redacción de esta revista y ha publicado cientos de trabajos y artículos de su especialidad.

Ha impartido como profesor, lecciones de Etica y Deontología del Periodismo durante diez años en la Licenciatura de Periodismo en la Fundación  Universitaria San Pablo, en la actualidad imparte clases de Etica Económica y de la Empresa en la Fascultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad San Pablo-CEU ambas profesiones las combina con el arte del saber escribir.

Ha publicado los siguientes libros de poesía: En sigilo de Llama (Adonais, Madrid, 1994); Desde más luz (Editorial Calambur, Madrid, 1996) y La tierra en tantas manos (Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 1998). Un cuarto libro, ya concluído, Raíz; no fuego, aguarda su paso por la imprenta. Estos cuatro libros forman un ciclo creativo autónomo de casi 600 páginas, con el título general de Los seducidos ojos. En él su autor indaga mediante la palabra poética, y desde un posible saber, sobre aquello que de sí da su sentido: realidad y tiniebla, noche y luz, las visión y las sombras, la plenitud y la espera. Dos ciclos poéticos anteriores, integrados por nueve libros y más de 1.500 páginas, permanecen inéditos.

La poesía es un camino poco transitado, en especial por lo que se refiere al rumbo que se marcan en estos últimos años. De ahí que José Manuel Suárez menosprecie claramente la vanidad literaria, huye de los clanes,  cenáculos y “camarillas” tan propios del mundo de las letras. Vive la creación poética desde una clara y asumida humildad. “Detesto – dice-  que se minusvalore el trabajo de alguien porque no comulgue con las ideas de otro”. José Manuel respeta la palabra como instrumento hacedor del sentido y que nos lleva a otro lugar y a un “mundo otro” que el estrictamente presente de nuestra vida  ordinaria. Su complicidad poética principia en la naturaleza para llegar, a través de los afanes y dolores del hombre, al terreno del símbolo. Y siempre puliendo cada palabra verso a verso. Llama la atención su construcción simbólica y su precisión lingüística.¡ Qué más podría desear el que escribe!  

 No es un poeta de la experiencia, ni del silencio, ni de la crítica. Buscando la densidad expresiva tan propia de la tradición poética de siempre, José Manuel Suárez clama por que el mundo se detenga – uno más de tantos sueños – para encontrarle sentido desde una utópica isla de contemplación. Si tal es el mundo poético no puede extrañar que el “carrerismo literario” le parezca una impiedad para con la Palabra. Insiste: “La poesía necesita pausa y reflexión, deseo y espera del verbo. Se empieza a ser poeta cuando se siente con hondura algo y se intenta expresarlo. ¡ Y qué difícil es conseguirlo¡.

 

Estas palabras son un verso de Francisco Brines que resumen bien el núcleo central de la inquietud poétioca  que preside el primer libro de José Manuel Suárez, En sigilo de llama  (Colección Adonais, 1994). Los poemas de este libro se han ido decantando poco a poco en su transcurso creativo hacia una tendencia que podríamos denominar “simbolismo ontológico”, de raíz hondamente trascendental. El autor, partiendo de lo sensible presente, se interroga por el ser en el ámbito de la realidad. El hombre es el hacedor del ser, y éste la actualización intelectiva de lo real en el mundo. Qué es el ser ha sido siempre la gran pregunta filosófica, desde Parménides a Heidegger y Zubiri. Pero aquí tenemos un poeta, y la poesía intenta captar y expresar una inquietud metafísica mediante imágenes y símbolos, mientras que los filósofos lo hacen a través de conceptos. Y en este punto Suárez recuerda que la poesía no se hace con conceptos sino con  palabras.   


Merece la pena citar aquí dos largos párrafos del académico Manuel Alvar comentando el primer libro de José Manuel Suárez, párrafos que resaltan el carácter trascendental de su poética. “Estamos debatiéndonos – escribía Alvar en 1995- en ese “mundo inminente” en el que la manifestación de las palabras constriñe mucho la forma interior que poseen antes de su eclosión. No puedo por menos que evocar al gran Wilhelm von Humbold, que consideraba los sonidos como un obstáculo que debemos domeñar por medio de las ideas para llegar a la formación de la lengua. De tal modo, el filósofo, o en este caso el poeta, debe evitar el desamparo que produce el trajín de las palabras que – desordenadas – lo llenan de asombro. Para mí, aquí está el mundo metafísico de José Manuel Suárez, pero las poesía es un  mundo físico que el creador nos comunica y nos lo hace comprender”

Para dejar más clara aún su interpretación de nuestro poeta asturiano, Manuel Alvar afirmaba un poco más adelante en su trabajo sobre el libro En sigilo de llama, publicado por Adonais: “hay en esta poesía la pretensión de que cada palabra sea una esencia de valor absoluto: no es que desconponga los versos, sino que da a la palabra su máxima dignidad; cada elemento lo es porque tiene una realidad intransferible y no condicionada; como si el bosque no existiera más que en la concreción de cada árbol: Verjas, aceras, patios,/Heraldos son/Anuncian /Oros, piedras./Un fuego/De veloz melodía...” José Manuel Suárez afirma en torno a estas palabras del académico y maestro Manuel Alvar: “Mi poesía es una lucha permanente y sistemática por avanzar en espiral hascia la comprensión del ser, pero partiendo siempre de la palabra como centro  y principio supremos de toda creación poética”.

Similares inquietudes sustentan su segundo libro, Desde más luz , publicado en 1996 por Editorial Calambur, un canto a la claridad y a la paz, bello en la forma y en el fondo. Su autor busca en él el entronque con la raíz natural de las cosas . La simetría recorre sus poemas y los va remitiendo unos a otros según un ritmo muy estricto y clásico. Verso a verso, el poeta persigue la conexión del lector  a través de “la palabra  esencial –dice- y la intensidad de la expresión”.

El poeta José Hierro Real, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, 1981 ha dicho sobre este libro:: “Es un poemario bien arquitecturado, variado dentro de su rigorosa unidad (no se trata de un conjunto de poemas agrupados por azar), y que revela un mundo propio. Es decir: tiene voz personal, que es lo que hay que pedir a un poeta. Contención, reflexión, precisión expresiva lo incluyen en esa línea de poesía moral que en nuestro siglo pueden representar poetas como Luis Cernuda, Gil-Albert, Brines. Corriente general que no significa que se trate de un producto sin acento personal...”.  

José Manuel Suárez escribe para ser leído despacio, con morosidad, calando en el hondón de sentido que la palabra poética nos otorga: escriber para allegar –afirma- “un poco de luz en la noche que somos”. Desde esa luz, siempre tan problemática, se aproxima desde una raíz trascendental y ontológica el enigma último de la realidad. Apura los más altos latidos de la palabra; pule y trabaja cada verso como un orfebre para no dejarse arrastrar por la facilidad de la lengua, y se adentra hacia la altura y la hondura de la poesía.

Sobre el segundo libro de Suárez, Antonio Colinas, Premio Nacional de Literatura, Premio a la Crítica y reciente Premio Castilla y León de las Letras, escribió lo siguiente: “Leyendo Desde más Luz penetro en un mundo que es plenamente del autor, y que, por ser de él, con este mundo sintonizo, y de ese mundo me extravío. Es, sin más, el milagro de la poesía, que abre mundos allí donde la palabra es verdadera. La palabra de José Manuel Suárez ya maduraba en un libro anterior, y en él nos ofrecía una alternativa a ciertos caminos muy trillados de la poesía en la última década: reacción al simplismo e impotencia de la palabra, más afán de metamorfosear la realidad que los ojos ven y, sobre todo, una mayor riqueza simbólica, que a mi me parece la fuerza dominante de su poética.

Se observa que Suárez parte de su formación filosófica y teológica. Su palabra es veladamente religiosa, en el sentido originario de este término: religación con el poder de lo real en el que vivimos y que nos acoge y sobrecoge a todos. Como son sus poemas como un camino en espiral hacia el ser, y siempre desde un horizonte de trascendencia. Su obra guarda una firme y rigurosa estructura, y su desarrollo se atiende en cada página a ese objetivo que acabamos de mencionar. Lo que el mundo y el ser vayan significando para el hombre se revela en imágenes y símbolos. Símbolos vistos como la esencia misma de la realidad.     

 En el mes de diciembre  último la Fundación Jorge Guillen, de Valladolid, publicó su tercer libro, “La tierra en tantas manos”. Un nuevo libro,  “Raíz: no fuego” aún no publicado, completa un extenso ciclo creativo autónomo, con el título general  de “Los seducidos ojos”. Una vez más, se aprecia en su tercer libro la pureza y transparencia de la palabra, lo que hace que sus poemas lo cataloguen como un poeta diferente.

Sobre el último libro de José Manuel Suárez, Antonio Colinas afirmaba recientemente: “Su poesía sigue ahondando en la interpretación de los grandes símbolos. Magnífica, pr ejemplo, su aproximación al de la luz. Hay luego esa fuerza, esa transparencia de la palabra en sus poemas que siguen definiendo al autor como un poeta distinto, afortunadamente, a lo que ahora se lleva e impone. Mi impresión no puede ser mejor. Enhorabuena por tanta verdad y belleza juntas”.

Este poeta asturiano no busca con la literatura ningún prestigio especial, ni se afana por un ridículo escalafón en el carrerismo literario. Escribe poesía –ese posible saber- desde la misma humildad en que consiste la palabra poética. “Todo lo que sabemos son palabras. Bajo su techo –afirma- se cobija todo el saber del hombre. Allí dentro, las luces y las sombras de cuanto nos es dado contemplar conviven desde siempre y nos esperan. La Palabra nos abre al saber. La Palabra se abre y se muestra para ser sabida. Pero la palabra poética es el saber mas humilde”.

Su última obra, La tierra en tantas manos, es un libro elegíaco en bastantes de sus partes que se muestra en nuevos registros expresivos. “Alma, tiempo en memoria, y ya por siempre”: tal es lema de la dedicatoria que lo preside y que de alguna manera lo resume. Vivir, morir: habitar un lugar en el mundo y con sentido.

Unas palabras del Académico de la Lengua Manuel Alvar, en su artículo ya citado  sobre José Manuel Suárez, resumen bien la valía de la obra de este escritor asturiano. “Presento a un poeta – escribía Alvar en 1995- del que no conozco –mea culpa- otra cosa de este libro. Pero lee la obra y conocerás al hombre. Quisiera ser el primero en decir que ha nacido un gran poeta. Que esos dioses de la tarde a los que evoca, no le oscurezcan nunca su camino”.


José Manuel Suárez, este joven poeta y profesor de Villoria, de la pequeña aldea de Piedras Negras, en el concejo de Laviana, ama y añora su Asturias natal. Desde la capital de España recuerda la casa y la tierra de sus padres, recientemente fallecidos y vueve a ellas frecuentemente. Desde su obra –el posible saber de la poesía- toca con sus manos un mundo cercano de signos y los siente con todo su corazón.

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