A la hora que escribo
estas líneas, en Muruhuay está amaneciendo, rodeado de muchas y hermosas flores. Me
imagino que debe de haber mucha gente que ha venido de otras provincias y de
otras tierras lejanas como de España, de Italia y Argentina. Betty, Soledad y
Astrid, que son los mayordomos, por este año, se han levantado muy temprano, y dan
los últimos toques a las andas del Señor
y arengan a los hermanos cargadores para que todo salga perfecto a la hora de
la procesión. El poético marco de vegetación que ofrece Muruhuay y la roca en
la que se operó el prodigio todavía están allí, pero el silencio y la paz del
pasado están poco a poco siendo sustituidos por e1 bullicio y la algarabía de
la feria en la que en el presente se ha convertido la fiesta del Señor de
Muruhuay.
La palabra Muruhuay hace
referencia a una epidemia de viruela que azotó hace mucho tiempo la región. En
lengua quechua, muro quiere
decir viruela y huay o wasi quiere decir casa. En este lugar se albergó a los
enfermos por la epidemia.
Adolfo Vienrich, natural de Tarma, en su libro “Azucenas quechuas” (1905) describe la aparición de la cruz
y la imagen del Cristo: "Es una
piedra rojiza manchada con una cruz, parece de aceite, pero natural, sobre la
cruz se ha pintado la imagen" . Esta imagen asoma de un flanco del
abra de la quebrada Tranca, en las afueras del pueblo de Acobamba.
Cuenta la leyenda que
la mañana del 3 de mayo de 1835, muy temprano, los pastores del lugar creyeron
ver sobre una gran piedra unas velas blancas encendidas que chorreaban mucha
cera, pero que al acercarse descubrieron que en realidad se trataba de una cruz
grabada en una roca. En seguida fueron al pueblo a contárselo a los comuneros
quienes creyeron que era un milagro que los salvaría de la viruela que arrasaba
la zona y sobre la cruz pintaron a un Cristo crucificado y lo llamaron "El
Señor de Muruhuay", que quiere decir "El Señor del lugar de la
Viruela".
En el pueblo de
Acobamba, distrito localizado en las cercanías de Muruhuay, en Tarma, se
celebra como día central de una gran manifestación de devoción religiosa. El Señor de Muruhuay
es una imagen de un Cristo crucificado pintada por sobre una cruz que apareció
grabada en una roca, a comienzos del siglo XIX. Se encuentra ubicada en un
flanco del abra de la quebrada Tranca, en las afueras del pueblo de Muruhuay,
en el Distrito de Acobamba. Se escogió el 3 de mayo, fecha en que celebraría
año a año el milagro de la aparición de la cruz sobre la roca. En 1928, en el
mismo pueblo de Muruhuay y cerca de la roca, se erigió un primer santuario que
sería sede de la fiesta del Señor de Muruhuay.
Las primeras
manifestaciones del culto al Señor de Muruhuay las realizaron los pobladores de
Acobamba durante el siglo pasado. La Misión Comboniana o Los padres
Alemanes como les llamaban se encargaron de construir el templo actual con la
modernidad de la época.
A través del tiempo el
pequeño santuario fue creciendo en tamaño, hasta que se convirtió en un gran
santuario diseñado en arquitectura moderna, como se le puede apreciar en la
actualidad, rodeado de puestos de comerciantes ambulantes que ofrecen a los
visitantes todo tipo de productos. En la actualidad la fiesta dura todo el mes
de mayo y, en algunos casos, se prolonga hasta el mes de junio o meses
siguientes. Por la cercanía de Muruhuay a dos zonas bastante pobladas: la
ciudad de Tarma y los pueblos de la cuenca del río Mantaro, su culto es muy
extendido.
Durante la
celebración, luego de la Misa que se celebra en quechua, los fieles dejan sus “cartas
a Dios”, en donde piden milagros o agradecen al Señor los favores recibidos.
Luego, los visitantes regresan a Tarma en
una procesión que va encabezada por el mayordomo y varios grupos de bailarines
desarrollan en el camino bailes populares como son los chutos y el abrecalle.
Se dice que es un señor muy milagroso, no sólo cura enfermedades sino
también da mucha suerte en los negocios.
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