viernes, 22 de mayo de 2015

SE ACATA PERO NO SE CUMPLE

Existen leyes y sentencias no cumplidas, porque su dación obedeció  a consideraciones políticas o porque las circunstancias hacen conflictiva su aplicación. Y en el Virreinato, que aún subsiste n nuestro inconsciente, porque el rey, lejano, dictaba leyes que amenazaban los privilegios o la propia marcha económica del territorio.
Se dice que en tales casos el virrey levantaba  la Real Cédula sobre su cabeza repitiendo “Acato, pero no cumplo’’. Los burlones limeños llamaban a esos decretos suspendidos: “Hostias sin consagrar’.
La fórmula tuvo un antecedente en la etapa inicial de la Conquista, cuando se acuno la frase ‘Dios está en el cielo, el rey está lejos de aquí y aquí mando yo”. Y esa fue la dura lección que sufrió el primer virrey Blasco Núñez de Vela, enviado por Carlos V  en 1544, para quebrar el poder de los encomenderos con la aplicación de las leyes Nuevas, que suprimían los repartimientos y los abusos contra los indios. Gonzalo Pizarro que asumió la representación de los afectados, desconoció la autoridad del virrey y con un ‘yo mando aquí’, al que se unieron los oidores, detuvo a Vela, lo embarco hacia Panamá  y finalmente, al frente  del Ejército de la Libertad, lo decapitó tras la batalla de Iñaquito en 1546.
Distinto fue el caso de De la Gasca, enviado en febrero de 1546 para apoyar al virrey en la implementación de las Leyes Nuevas. Al saber de su muerte y de la revuelta, ofreció el perdón de los rebeldes a cambio de suspender las Nuevas Leyes y, tras vencer a Pizarro, procedió a repartir más indios entre los encomenderos. Acató  y no cumplió, pero permitió a largo plazo la continuidad de la corona.
Siglos después, en 1764, una real orden que nuevamente  buscaba limitar los abusos de los corregidores, reglamentando  los repartimientos, generó otro episodio del ‘se acata pero no se cumple”. El Virrey Amat, encargado de imponerla, envió un pregón rechazando  en los corregimientos. La historia dice que el  virrey mantuvo esa ‘hostia sin consagrar’, para que los corregidores, a cambio de sobornos, siguieran vendiendo sus mercancías.
Igual ocurrió en 1804. España, con graves problemas financieros por sus guerras en Europa, impuso préstamos forzados en América a sabiendas de que causarían un peligroso malestar social. En México la medida fue cumplida con severidad, pero en el Perú, el virrey Avilés demoró  su aplicación, para evitar la ruina que traería sobre el virreinato.

Hoy, ’’ las hostias sin consagrar’ “son muchas: el pago de los bonos de la reforma agraria a valor actualizado, como piden sus poseedores actuales, la devolución del Fonavi, la demora en expedir los reglamentos. Un caso reciente fue la ‘ley Pulpín’, que el gobierno ofrecía ‘corregir reglamentariamente’. Y a manera frecuente de incumplir  la ley, son las demoras y obstáculos burocráticos con los que se acata pero se incumple. Inconsciente colonial o ‘quien hereda no hurta’.

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