jueves, 13 de febrero de 2014

HUANCAVELICA

Desde hace un tiempo, Huancavelica representa el reto más difícil de pobreza regional. Su atraso, incluso, fue levantado como bandera por un presidente de la región, quien así buscó –y obtuvo– un estatus de desamparo extremo ante las entidades públicas y privadas, con lo cual se justificó un nivel especial de apoyo.

La geografía agreste es parte de ese reto. Su territorio es enteramente serranía, y gran parte se ubica en una altura que impide la agricultura. Sus abundantes ríos y lagunas se ubican lejos de las tierras cultivables, las que más bien padecen no solo de heladas sino de frecuente sequía. Además, el fraccionamiento de su territorio por las profundas quebradas del Mantaro y otros ríos ha impedido el intercambio con otras regiones y la misma unión regional. En efecto, la geografía ha sido un cierrapuertas, y ha aislado a la población de Huancavelica.

Pero, además de la geografía, el hombre ha sido un causante del atraso. Durante siglos, las riquezas de Huancavelica fueron sustraídas de la región para beneficio de otros. Por mucho tiempo se trataba de la riqueza minera, y más tarde de las rentas de haciendas. Hoy, la actividad más productiva de la región consiste en la generación de electricidad, pero casi todas las ganancias y el propio consumo de esa energía son aprovechados por otros departamentos. Incluso el agua de su laguna principal, Choclococha, es aprovechada por Ica.

No obstante, los evidentes obstáculos de la geografía y de la historia, el nivel de vida de los huancavelicanos ha empezado a mejorar significativamente: la región sigue registrando el porcentaje más alto de pobreza, pero ese porcentaje se ha reducido de 85% en el 2007 a 53% en el 2012; el ingreso promedio de las familias ha aumentado en casi 100%, muy por encima de la mejora promedio del país; el jornal agrario es casi el doble del nivel que tuvo hace diez años; la proporción de personas con déficit calórico ha bajado de 63% a 38%, reducción que supera largamente la del promedio del país; y la reducción de la mortalidad infantil, de 109 recién nacidos en 1996 a 27 en el 2011, supera por mucho la de la población total, de 50 a 16. 
¿Cómo explicar ese contraste entre el atraso histórico y las mejoras recientes? El crecimiento de la producción regional ha sido relativamente modesto, de 3,1% al año desde el 2001, cifra que no parece justificar tanta mejora en los niveles de vida. Además, la producción agropecuaria, sustento principal de la economía de la mayoría de las familias, habría crecido solo 2,3% al año.
Parte de la explicación se encuentra en la idiosincrasia de la economía de Huancavelica: casi la mitad de su producción consistiría en la generación de electricidad, actividad que contribuye poco a las familias de la región y que ha tenido un crecimiento poco significativo. De excluirse la electricidad del cálculo, se deduciría que las demás actividades, que sí aportan en mayor medida a los ingresos huancavelicanos, han venido aumentando a una tasa anual de 4,2%, cifra que es más consistente con la mejora del nivel de vida.

Pero, además de la producción, la economía familiar se ha visto favorecida por una reversión de la histórica sustracción de riqueza. Hoy, las transferencias recibidas por las familias de Huancavelica, del Estado y de fuentes privadas largamente superan la transferencia de riqueza que sale de la región.

Finalmente, Huancavelica vive un dramático proceso de apertura. La capacidad productiva y de desarrollo personal para la mayoría de la población ha aumentado enormemente por una apertura de oportunidades en la educación, la conexión, la comunicación y la participación política. En mi opinión, esa apertura de puertas ha liberado las energías y las capacidades que explican gran parte de las mejoras en la economía de las familias huancavelicanas.

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