viernes, 14 de febrero de 2014

LAS INVERSIONES EN NUESTRA PATRIA

Las últimas dos décadas en Lima son las del nacimiento y auge del ‘boom’ inmobiliario y su secuela formal e informal, resultado del crecimiento económico del país y de las condiciones políticas y jurídicas para invertir.
La capital, y también las principales ciudades de provincias, han ido incorporando a su estructura urbana grandes intervenciones inmobiliarias. Una de ellas es el comercio de gran formato. El ‘mall’, o megacentro, con tiendas ancla y tiendas por departamento.
Los primeros casos y más notables han sido el Megaplaza deIndependencia, que se convirtió en un ícono en Lima norte; Plaza San Miguel, en Lima centro; y el Jockey Plaza al sur. Y, finalmente, aunque con un formato distinto, pero también con un contenido comercial, Larcomar, que marcó una pauta, hasta ahora en debate, de utilización urbanística de los acantilados frente al mar.
Todas estas intervenciones tenían en común su proximidad a vías metropolitanas y al transporte público masivo.
Asimismo, promovieron un desarrollo inmobiliario residencial importante en su área de influencia y fueron extinguiendo el comercio minorista. 
Se anuncian solo para este año inversiones por US$329 millones en 22 centros comerciales (“Gestión”, 10/2/14), de los cuales siete estarán en Lima, además de la ampliación de algunos existentes.
Probablemente algunos se conviertan en estrellas y promuevan la recuperación urbana de los distritos en los cuales se instalen. Ojalá. Pero otros ocasionarán enormes conflictos de tránsito, estacionamiento, seguridad ciudadana o atentado contra el patrimonio, por no tener estudios de impacto urbanístico solventes o por la presión del promotor que intenta sacarle la vuelta a la norma. Esto último ocurre en provincias con más frecuencia.
Los alcaldes no pueden sucumbir al canto de sirena de tener un ‘mall’ en su distrito como sea. Aquí lo esencial es que los municipios diseñen parámetros que permitan que la ciudad gane. Un caso relevante ha sido el tratamiento de los terrenos de 6 hectáreas del otrora cuartel San Martín, en Miraflores: los parámetros aprobados en la gestión del alcalde Masías obligan al promotor a dejar 60% de área libre verde, construir un intercambio vial en la Av. del Ejército, permitiendo la prolongación de la Av. Angamos. Implantar un centro de convenciones, un hotel e infraestructura cultural. A cambio, el municipio les concede premios en altura y un ‘mix’ de actividades residenciales, comerciales, turísticas y empresariales. Según la zonificación vigente, un centro comercial no deja área libre. Pues debería aportar área libre y de uso público, tener vías internas de servicios como cargas obligatorias y estacionamientos en superficie arborizados.

¿Qué tal que de los US$329 millones que se invertirán este año, el 10% se dedicara a infraestructura cultural? ¿Teatros, talleres de arte, galerías, música? Con seguridad cambiaría la vida de los barrios.

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