La antigua cultura llamada Lima, surgida hacia los siglos II y III de nuestra era, centró su desarrollo en el valle del Rimac, donde se levanta el conjunto arquitectónico de Maranga, y en el de Lurin, donde le corresponde la fase más temprana del santuario de Pachacámac. También le corresponden manifestaciones presentes en los valles de Supe, Paramonga y Huarmey, por el norte y Asia, Omas y Mala, por el sur.
El estilo Lima se manifiesta en una cerámica que se distingue por su decoración geométrica y su color blanco sobre superficie roja oscura y otras veces anaranjada. El monumental complejo de Maranga es, definitivamente, el mayor exponente arquitectónico de la cultura Lima.
Los monumentos de Maranga son piramidales, con rampas y gradas, recintos y almacenes levantados con adobes pequeños. Una de las edificaciones más notables es la huaca Aramburú, ubicada en Lima, en la avenida Venezuela, en terrenos de la ciudad universitaria de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Estos centros siguieron vigentes durante la expansión de los waris y luego durante la ocupación inca.
Se inscriben también dentro de este fenómeno cultural, Armatambo, al pie del Morro Solar; Mangomarca, entre el cerro San Cristóbal y San Juan de Lurigancho; las estructuras de Carabayllo, en el valle del Chillón; la Huaca Pucllana (Juliana), en el distrito de Miraflores, y la de Huallamarca (llamada también Pan de Azúcar), en San Isidro.
El primigenio templo de Pachacámac ofrece el estilo arquitectónico típico de esta cultura, caracterizado por el uso de adobes pequeños, que posiblemente representan granos de maíz.
Los conquistadores llegaron por primera vez a la zona de Lima luego de que Francisco Pizarro dispusiera que una expedición, al mando de Hernando Pizarro, acudiese a ver esa afamada “mezquita” de Pachacámac, considerada por los indios, según el entender de los hispanos, “como la Meca entre los moros”.
Partieron de Cajamarca, el 5 de enero de 1533, 14 jinetes, 9 peones y un número indeterminado de indios cargueros. Iban de guía cuatro orejones. La tropilla pasó por Huamachuco y Antamarca, luego por el callejón de Huaylas y Corongo, siguiendo por Pachacoto hacia la costa. Llegaron el 26 de enero a Paramonga. Según anota el profesor de Historia Jose Antonio del Busto, luego estuvieron en Huaura (29 de enero), Lachay o Tambo de las Perdices (30 de enero) y Chancay o Suculachumba (31 de enero), donde los sorprendió un violento sismo. La tarde del sábado 1 de febrero de 1533 avizoraron el gran santuario de Pachacámac.
La expedición de Hernando Pizarro, esperaba encontrar deslumbrantes tesoros. En Lima encontraron, en cambio, según describe el escribano de la expedición, Miguel de Estete (1533), “un feo y maloliente ídolo de palo”, esto es, “un madero hincado en la tierra con una figura de hombre hecha en la cabeza de él, mal tallada y mal formada”. En tanto el sitio era afamado por tener la presencia de un oráculo, pareciera que los espanoleses confundieron, o fueron inducidos a confundir, una imagen votiva común con lo que creían una suprema deidad. No es casual que el propio Estete agregase que en Pachacámac, “todas las calles de este pueblo, y las puertas principales (…) tienen muchos ídolos de palo, y los adoran a imitación de su diablo”.
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