Es algo normal que todo peruano se lamente de la historia. “Si Chile no hubiera ganado la guerra”, “si Castilla no hubiera liberado a los negros”, “si Velasco no hubiera dado su Golpe de Estado”, “si no hubiésemos perdido la final de vóley en Seúl”, etc. Sin emitir algún juicio de valor al respecto, cada uno de estos hechos solo han contribuido a crear el Perú que tenemos ahora. Un país de retazos, donde no existen proyectos duraderos y donde unos no se reconocen en otros.
Si algo debemos aprender de todo esto es que la historia no es ni buena ni
mala. Así como también que en esta materia no podemos hablar de lo que hubiera
pasado, sino de lo que pasó (esto se lo escuché al gran José Agustín de la Puente ). Pero si hay algo
que podría describir bien nuestra historia, es que es apasionante. Y qué más
apasionante que descubrir que la historia está presente en lugares tan
habituales como bares o cafés de nuestra ciudad. Donde ahora nos desahogamos
tras un fatídico partido de fútbol de nuestra selección, algunos han celebrado
los triunfos de Perú en México 70. Donde ahora conversamos sobre las novelas de
Vargas Llosa, tal vez el propio Vargas Llosa conversó con algún amigo sobre las
novelas que planeaba escribir. Algunos hablan de los burdeles, otros de los
mercados, pero definitivamente los bares y cafés también son lugares idóneos
para conocer profundamente una ciudad. La mayoría de bares y cafés con mayor
historia se encuentran en el centro de Lima, sobre lo que sí no hay consenso es
sobre cuál es el más importante.
Podemos partir con la conocida frase de Abraham Valdelomar:
“El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión , el Jirón de la Unión es el Palais Concert y
el Palais Concert soy yo.” ¿Qué limeño no ha escuchado estas palabras? Pues
bien, si el Palais Concert ya dejó de existir hace bastantes años, el edificio
donde se ubicaba el afrancesado lugar sigue ahí, exactamente en la esquina del
Jirón de la Unión
y Emancipación, Jirón de la
Unión 700.
Si deciden ir en búsqueda del lugar tan solo necesitan un billete de 50 nuevos soles. En él aparece Valdelomar, y tras él, una imagen del Palais Concert. Todo sigue exactamente igual, solo que la actual fachada color verde ya no oculta las apasionantes tertulias del grupo Colónida, liderado por el mismo Valdelomar. ¿Qué era Colónida? José Carlos Mariategui, en sus 7 Ensayos, nos dice que Colónida: constituía un sentimiento ególatra, individualista, vagamente iconoclasta, imprecisamente renovador... En sus rangos, con Valdelomar, More, Gibson, etc., militábamos algunos escritores adolescentes, novísimos, principiantes. Los "colónidos" no coincidían sino en la revuelta contra todo academicismo.
Insurgían contra los valores, las reputaciones y los temperamentos académicos.
Su nexo era una protesta; no una afirmación. Mariategui agrega más adelante: “La revista Colónida era escrita para el Palais Concert y el jirón dela Unión.”
Hasta hace un tiempo, uno todavía podía merodear por las
instalaciones del mítico lugar, solo que bajo una onda totalmente distinta. El
nuevo nombre era Discoteca Cerebro, y por sus parlantes se oían los últimos
temas reggaeton de moda. Hoy ya ni eso, Cerebro fue clausurada. Un dato para
los curiosos, según Wikipedia, “si bien el edificio donde se ubicaba el Palais
Concert sigue en pie, ya no queda ninguna señal visible del mismo. Sin embargo,
en sus interiores se mantiene el mismo decorado de principios del siglo XX.”
Si deciden ir en búsqueda del lugar tan solo necesitan un billete de 50 nuevos soles. En él aparece Valdelomar, y tras él, una imagen del Palais Concert. Todo sigue exactamente igual, solo que la actual fachada color verde ya no oculta las apasionantes tertulias del grupo Colónida, liderado por el mismo Valdelomar. ¿Qué era Colónida? José Carlos Mariategui, en sus 7 Ensayos, nos dice que Colónida: constituía un sentimiento ególatra, individualista, vagamente iconoclasta, imprecisamente renovador... En sus rangos, con Valdelomar, More, Gibson, etc., militábamos algunos escritores adolescentes, novísimos, principiantes. Los "colónidos" no coincidían sino en la revuelta contra todo academicismo.
Insurgían contra los valores, las reputaciones y los temperamentos académicos.
Su nexo era una protesta; no una afirmación. Mariategui agrega más adelante: “La revista Colónida era escrita para el Palais Concert y el jirón de
Hasta
Si seguimos nuestro recorrido por el Jirón de la Unión llegamos a la Plaza San Martín. Unos
cuantos metros a la izquierda se encuentran las escaleras que conducían al
mítico Negro-Negro. Este sótano entre el Jirón de la Unión y Carabaya fue punto
de encuentro de personalidades como Sebastián Salazar Bondy, Sérvulo Gutiérrez,
Catita Recavarren, Carlos Eduardo Zavaleta, Fernando de Szyszlo, Blanca Varela,
César Calvo, entre otros. Juan Luis Orrego nos dice que el Negro Negro “fue un
centro nocturno muy especial. Decorado al estilo parisién por la artista
francesa Odile Marley, con la colaboración de Juanito Pardo de Zela, le dieron
un ambiente intelectual que hizo de este local el lugar predilecto de artistas,
literatos y personajes de la más fina bohemia de los años 50...”. Aparte de
Odile Marley, el otro símbolo de este local fue Freddy Ochoa, el pianista ciego
que siempre acompañaba las veladas con su música jazz. Orrego también nos
precisa otro dato interesante. Los dueños de este lugar fueron “los hermanos
Leo y José Barba, este último padre del ex congresista José Barba Caballero.”
En este lugar también se hacía teatro, exposiciones de pintura, y, por si fuera
poco, existía una librería cuyos dueños eran Paco Moncloa y el gran promotor
cultural de la época, Sebastián Salazar Bondy.
En la actualidad, el Negro
Negro ha dejado de existir, pero su alma está presente en el Bar De Grot. Ahí
se realizan conciertos, se pasa buena música y aún se fomentan algunas
actividades literarias o culturales.
Según Leopoldo de Trazegnies, el café “más influyente en la
década de 1970 fue el Café Viena, en la calle Ocoña, cerca del Cine San
Martín...”. Según él, “pintores, críticos, actores, directores de escena,
poetas, animadores culturales eran contertulios del café.” Entre los nombres
que destaca se encuentran: Fernando de Szyszlo, Miguel Ángel Cuadros, Sebastián
Salazar Bondy, Alberto Bonilla, etc. Sobre este lugar no he podido averiguar
más, abría que darse una vuelta por la zona.
Si volvemos al Jirón de la Unión , en la esquina que da a la Plaza San Martín, nos
topamos con un lugar que en los últimos seis años ha venido construyendo su
propia historia: el Yacana. Este lugar viene incluso fomentando la cultura y el
arte peruano a través de sus concursos anuales, tanto de poesía, como de
pintura.
Siguiendo nuestro recorrido, nos topamos con un edificio
imponente, por cuyos pasillos han transitado estrellas internacionales de la
talla de Mick Jagger, Keith Richards, Walt Disney, Orson Welles, Roberto
Rossellini, William Faulkner, Ernest Hemingway, Cantinflas, John Wayne, Jorge
Luis Borges, Pablo Neruda, o incluso don José de la Riva-Agüero , entre
otros. El Gran Hotel Bolivar no solo ha hecho historia por sus ilustres
visitantes, su bar es también toda una tradición.
El Hotel fue inaugurado en 1924, con las celebraciones del presidente Augusto B. Leguía por el primer centenario dela Batalla de Ayacucho. Orrego nos dice: “el Gran
Hotel Bolívar contaba con dos bares, el Bar Inglés y el Cocktail Lounge.
Después de los años 40, fue abierto el Grill Bolívar, restaurante, bar y salón
de espectáculos, en el subsuelo del edificio, con entrada por la avenida La Colmena. La elegancia
de sus bares y la profesionalidad des sus barmen los volvieron insuperables,
sobre todo en la difusión de nuestro pisco sour.” Todo esto hoy lo ubicamos en
el “Bolivarcito” y, es cierto, el Pisco Sour Catedral es todo un clásico dentro
de la ciudad. Buscando algunas curiosidades en la web, encontré lo siguiente
sobre la magia del pisco sour del Bolivar:
El Hotel fue inaugurado en 1924, con las celebraciones del presidente Augusto B. Leguía por el primer centenario de
Orson Wells, director de cine y actor estadounidense,
estando
hospedado en el Bolívar, llegó a beber 42 piscos sours seguidos en una sola
noche.
Ava Garder, luego de dejarse llevar por el encanto de la bebida
peruana se paseó en una bata transparente por los pasillos del hotel, quitándole la somnolencia a todo huésped que tuviera la suerte de verla.
hospedado en el Bolívar, llegó a beber 42 piscos sours seguidos en una sola
noche.
Ava Garder, luego de dejarse llevar por el encanto de la bebida
peruana se paseó en una bata transparente por los pasillos del hotel, quitándole la somnolencia a todo huésped que tuviera la suerte de verla.
Toledo, antes de dirigirse a la multitud reunida en las
afueras del Bolívar la noche de las elecciones presidenciales del 2000, cambió
su tradicional etiqueta negra por unos cuantos sorbos de pisco puro y gracias a
éste subió al balcón con litros de inspiración.
"Ava Gadner... después de varios pisco sours se dejó
llevar por el encanto de la bebida peruana y deleitó a la clientela con un
sensual baile encima de la barra del Bar."
llevar por el encanto de la bebida peruana y deleitó a la clientela con un
sensual baile encima de la barra del Bar."
Dejando atrás la majestuosidad del Bolivar, en el mismo
Jirón de la Unión ,
nos encontramos con unas escaleras que nos sumergirán varios años atrás en el
tiempo. La batería de Leo Agosto y el piano de don Mario Castro nos dan la
bienvenida al bMunich.
El origen del Munich es una leyenda popular. Hans y Helga, una pareja de europeos, abrió este bar al parecer en 1954 (Orrego afirma haber constatado los registros municipales), aunque se dice que ya desde antes venía funcionando. Hans fue acusado de conspirar contra Odria y, temiendo por su vida, en una crisis nerviosa, se suicidó. Ante semejante situación, Helga le vendió el lugar a los mozos y se fue del país. Hoy el Munich sigue en pie. Las jarras de cerveza van y vienen. Los sándwiches y piqueos para acompañar bebidas son muy buenos.
No se puede asegurar con certeza si el bar ha funcionado ininterrumpidamente. Orrego nos dice que los trabajadores “en los setenta y los ochenta, cuando el Centro estaba atestado por ambulantes y el desorden (coches-bomba incluidos), decidieron clausurar, momentáneamente, el histórico bar.” En cambio, según declaraciones de los propios trabajadores, para la web viajeros.com, “ni cuando el centro estaba lleno de ambulantes y era un sitio peligroso cerramos [el bar]".Hace poco, el programa de televisión “A la vuelta de la esquina” le dedicó un segmento al Munich, donde también se dijo que el bar estuvo cerrado por los años 80. Este lugar también oculta algunos datos anecdóticos: “Dicen que en este local, antes de que funcionara el MUNICH, había un night club llamado el “Gallo Rojo” donde bailó
Si dejamos atrás los encantos de la Plaza San Martín, solo
podríamos hacerlo por un lugar tan tradicional como lo es el Hotel Maury. Pero
en el camino hacia el Maury, debemos recordar un viejo lugar, que según el
consenso, ha sido el lugar de nacimiento del pisco sour: el Bar Morris. En “la
calle Boza 847, en el Jirón de la
Unión del centro de Lima”, Víctor V. Morris abrió un bar allá
por 1915. Este estadounidense, basándose en la tradición inglesa de los tragos
sour, específicamente en el whisky sour, inventó el trago que varios años
después se convertiría en la bebida de bandera de nuestro país. Los encargados
de servirlo y prepararlo fueron un equipo de peruanos conformados por: Alberto
Mezarina, Alfonso Bruget, Augusto Rodríguez, Graciano Cabrera y Leonidas
Cisneros Arteta. En Lima, la ciudad de los virreyes (1928), aparece un anuncio
publicitario del Morris y su pisco sour:
Morris Vctor V. — « Morris Bar »
Importa toda clase de vinos, licores, cervezas, etc., de los que tiene un selecto surtido de las mejores marcas. Este bar se ha hecho famoso por la exquisita preparación de sus « pisco-sour » y « wisky-sour », cocktails, etc. en los que emplea licores genuinos.
Domicilio : Lima, calle de Boza Nº 847. Tel. Nº 2235.
El éxito del pisco sour hizo que los hoteles más importantes de la ciudad (el Maury y el Bolivar) pusieran su atención en esta bebida. Así es como llegamos al Maury, la catedral del pisco sour en nuestro Perú.
Muchos piensan que el pisco sour se inventó en esta esquina de Ucayali con Carabaya, muy cerca de
El origen del Hotel Maury está en
El pisco sour de este lugar ha sido tan exitoso que hasta un caballo ha ingresado al bar en alguna oportunidad a beberlo. Es conocida la anécdota de que el dueño del bar, Antonio Bergna, hizo una apuesta con Óscar Berkemeyer Pazos sobre el “Premio Internacional de América”, una carrera de caballos en la que competiría Dardanus, el caballo de Berkemeyer Pazos. Al ser finalmente éste el caballo ganador, el dueño del Maury tuvo que cambiarle de nombre al bar por el de Dardanus, aunque algún tiempo después se volvió al nombre original. Pero este no es el único dato interesante, tras la carrera, el caballo vencedor ingresó hasta el mismo bar para tomar un poco de pisco sour.
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