Disfrazado
de vendedor de guabas, Apo, miembro de la nobleza Tallán, apenas podía
disimular la mezcla de emoción, miedo y fascinación que produjo en él
la visión de los caballos por primera vez.
Corría
el año de 1532 y Francisco Pizarro, luego de desembarcar en Piura y fundar la
ciudad de San Miguel, montó su campamento en el sector de Poechos para
planificar su incursión a la sierra, al encuentro del oro del Inca.
El espía
de Atahualpa preparaba su partida a Cajamarca, cuando fue descubierto por
Hernando Pizarro, quien lo golpeó
brutalmente para estupor de los tallanes ahí reunidos, quienes
identificaron la señal definitiva de nobleza inca en las orejas extremadamente
largas de Apo, luego de caérsele el
manto que las cubría, cuando yacía en el piso, ensangrentado.
En
quechua, el nombre, de Apo se utiliza para designar a un jefe o miembro de la
nobleza. Aunque los historiadores discrepan si el verdadero nombre del espía del Inca era
‘Sikinchara’ o ‘Guacha Puru’, lo cual fue que –enterado de la situación-
Francisco Pizarro- decidió liberarlo, evitando
la suerte que corrieron otros
curacas locales, quemados en la hoguera
por intento de rebelión contra los españoles.
La
condición para salvar su vida fue que
llevase un pedido al Inca para que los
conquistadores pudieran abastecerse de alimentos durante su marcha hacia la
sierra, hasta encntrarse con él, y exponer ‘sus planteamientos’.
Apo
cumplio con el encargo, además de proporcionarle al Inca la valiosa información
de inteligencia recabada : la existencia de los caballos, el herrero y el
barbero, elementos que produjeron curiosidad y codicia en Atahualpa, quien
permitió el libre paso de los españoles a su encuentro. A fin de cuentas, ¿ Qué
podían hacer cien hombres contra los miles de guerreros apostados en los
alrededores?
Acado la
precipitada lógica del Inca sólo l permitio vislumbar que debía esperar la
llegada de los extranjeros, matarlos, apoderarse de los caballos y salvar la
vida de dichos mágicos personajes: el que rejuveneciaa los hombres con una
navaja de afeitar y el que calzaba a las bestias con hierro y fuego.
El
espinaje en el Perú es tan antiguo como la aparición de las primeras culturas y
civilizaciones en este territorio. Se explica que cnsisia en una necesidad,
para la protección de la tierra, el
pasto para los animales, los terrenos de cultivo o el abastecimiento de agua.
‘Los
ncas tenían gente muy preparada para esa labor. Procuraban que fueran personas
que dominaran varios idiomas, para que pudieran nfiltrarse con facilidad’.
En el
Tahuantinsuyo existieron por lo menos doscientos senorios que fueron
conquistados por los incas’. Así que no nos admiremos de que existiera un
servicio de inteligencia muy eficiente dada la cantidad de etnias
existentes-algunas pequeñas, otras muy numerosas, como los Tallanes, los
Chibchas, los Chancas e incluso los
Uros- ¿ Y que es lo que le interesaba al Inca? Expandir sus territorios
y evitar cualquier oposición contra su
dominio”.
Los
Incas se valían de diversas estrategias para prevalecer en el poder, y mantener
contenta’ a la gente. Una de estas era ‘regalar mucho’, pero no a las
multitudes, sino a los grupos dirigentes de cada etnia: regalaban mujeres,
yanaconas, ceramios, ropas y maíz, a falta de monedas. El regalo era
fundamental para mantener la armonía en el dominio incaico.
‘De esta
manera, el Inca tenía una red de espionaje
notablemente eficiente y para ello preparaba a muy buenos agentes, estos
no podían ser cualquiera: debían ser personas que tuvieran cualidades especiales para registrar, observar y oír.
Dominar idiomas. Esta es la verdad en el sistema del Tahuantinsuyo, no había
improvisación en nada. Todo aquel que ejerciera un oficio o actividad debía tener condiciones para ello’.
Los
‘Tucuyricoes”(él que todo o ve’, el que todo o oye’, en quechua) demuestran la
importancia de la red de inteligencia en
el incanato y que los chasquis constituían un grupo de élite de espionaje e
información muy bien compensado por el Inca.
La paga
consistía en una excelente alimentación, muy buena ropa, ceramios e incluso
vasos de oro: el mejor maíz y la mejor carne (charqui). A los más destacados,
se les otorgaba el más preciado galardón: varias mujeres.
Para el
historiador Francisco Javier Hernández Astete, el sistema de caminos de los
incas fue cruel para su red de espionaje pues permitió trasladar información e insumos desde Pasto en
Colombia, desde Bio Bio, en Chile o desde la Costa Peruana hasta el Cuzco, de
manera muy rápida y mucho más eficiente
de la que podía encontrar, en esa misma época, Carlos V en Europa.
“lo
interesante es constatar la eficiencia de los caminos incas, que
interconectaban todo el territorio: todos los caminos llevaban al Cuzco en una
suerte de red vial mucho más compleja que el metro de Londres”.
Dicha
red de caminos era conocida por los chasquis, que recorrían todo el imperio a
través de un sistema de postas y tambos, que eran una especie de estación en
donde se almacenaban alimentos y agua para el descanso y reposición de energías.
‘A
partir de este sistema, se puede afirmar
con absoluta certeza que la información circulaba por todo el imperio y que el
inca tenía conocimiento de todo cuanto ocurría en sus dominios de manera rápida
y efectiva’.
El
historiador Hernández Astete, manifiesta que los incas, en buena cuenta, se les
puede reconocer como una suerte de extraordinarios gerentes de la información
que recababan y sobre todo de los sistemas de administración y obras que otras
culturas y señoríos habían desarrollado.
‘Los Incas no inventaron todo. Quizás su principal
virtud fue saber gerenciar los conocimientos de los pueblos anexados al incanato”, remarca Hernández.
‘Aquel
estilo de gobierno era consecuente con el progreso, no como en la época actual,
en donde -por ejemplo- una obra como fue
el tren eléctrico de Alan García se
mantuvo paralizada durante veinte años. Si hubiera sido por los incas de hecho
castigaban a todos los corruptos, pero terminaban la obra, no la abrían
paralizado por dos décadas’, sentencia el historiador.
La Santa
Inquisición, instaurada en el Perú entre 1569 y 1814, constituyó una de las más
terribles redes de espionaje durante el virreinato. Se dijo que ella trataba de
expulsar a los judíos, a los musulmanes y a los ateos, pero lo cuerto es que
fue un pretexto para apoderarse de los bienes de dichos grupos humanos, quienes
generaban más riqueza que los católicos.
Waldemar
Espinoza afirma que la Santa Inquisición fue un espionaje salvaje, abusivo,
sostenido y mantenido or la iglesia”.
La
historia registra que en el templo de Santo Domingo, en la tercera semana de
cuaresma, se leía ‘el edicto de las delaciones’, en donde se publicaba que todo
buen cristiano y católico debía observar a su prójimo e inmediatamente
denunciar a quien mostrara indicios de ser judaizante o moro.
Allí se
brindaban las pautas para identificar a esas personas por ejemplo, si usaban
camisas blancas los sábados o cambiaban de sabanas aquellos mismos días, esos
debían ser practicantes judíos y se tenía la obligación de denunciarlos.
Otro
signo distintivo para identificar a un judío era percatarse si llevaba
caminando a sus hijos, colocando los cinco dedos por delante del hombro del
menor. Rechazar la carne de cerdo era también otro signo inequívoco.
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