viernes, 5 de junio de 2015

SOBRE LAS ANTIGUAS REGLAS DE GRAMATIQUERÍA

Cuenta, Ricardo Palma, en una de sus Tradiciones Peruanas que un santo que así llegar a Roma, pensó en engalanar su persona, para presentarse con mucha decencia ante el Santo Padre, y como necesitaba una sotana nueva,  cuenta detuvo al primer viandante y le pregunto: “¿Sabe usted donde encontrare un buen sastre?
El buen hombre le contesto: “en la esquina hay uno que es muy buen cristiano”.
“Perdone usted, le respondió el santo; yo no necesito  un buen cristiano, sino un buen sastre”.
Por buen sastre,  que en conciencia me diferencio mucho de serlo, el deseo de     que de una puntada; deseo que satisfago, no con humos de maestro sastre, sino con la humildad de maestro sastre, sino con la humildad de zurcidos o remendón, que es casi  tanto como como ser  un buen cristiano.
Eso de la locución bajo la base no es correcta es punto que, hoy por hoy, ningún aficionado a estudios filológicos discute. Pasó ya en autoridad de casa juzgada.
Según la opinión del egregio  Rufino José Cuervo Urisari fue un destacado filólogo humanistas y erudito colombiano. Fue el iniciador del  “ Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana”, un estudio lexicográfico de grandes proporciones, que sigue exhaustivamente el origen y la modificación del significado de las palabras del idioma español, dice  Rafael María Merchán y Pérez; nacido en Manzanillo, 1844 – y falleció en la ciudad de Bogotá, 1905. Escritor y poeta cubano. En su juventud fue aprendiz de tipógrafo, ocupación que dejó para estudiar en el Seminario de Santiago; más tarde abandonó sus estudios y se dedicó a la enseñanza privada y al periodismo. Su ardiente defensa de la Independencia de Cuba le valió el destierro, pero siguió sirviendo a sus ideales a través de artículos periodísticos, y desde la dirección de Diario Cubano y La Revolución. En  sus “Estalagmitas del lenguaje”: Solemos decir bajo este pie, bajo esta base,  y con eso si incurrimos de lleno en la justa censura del señor Cuervo”. Y entiéndase que el ilustre escritor cubano Merchán, no es de los intolerantes o ultraconservadores en materia de idioma.
Los más reputados prosadores contemporáneos, como Juan Varela y Alcalá - Galiano, Eduardo Benot Rodríguez, Marcelino Menéndez Pelayo y Benito Pérez Galdós, escriben sobre la base, no somos nosotros unos pobres emborronadores  de papel, los llamados a rebuscar argumentos en contra y corregirles los artículos. Dice Palma, que él es devoto de la locución, y no utilizare tinta en poner su criterio a los demás. En en asunto del lenguaje hay un “tirano” que dicta la ley, y ese tirano es de un uso generalizado.
Por aquella época en que escribe Palma, diariamente podía leer  en los medios de comunicación “que se hacían concesiones bajo las bases y no sobre las bases. Verdad que no hay enemigos más recalcitrantes del bien decir que los oficiales mayores  y jefes de sección de los ministerios. Si no se alcanza a proscribir lo de bajo las bases, habrá que dejar subsistente la locución, agregándola  a la larga lista de idiotismos hasta por la Academia (entiéndase de la Lengua) autorizados.
Referente a la pluralización  de los apellidos, raro es que el escritor de América, que acata las reglas gramaticales de la Academia. Sigue diciendo Ricardo Palma: “No somos los americanos muy partidarios de los Pizarros, los Almagros, los Girones”. El apellido se ha heredado “y no encuentro derecho o razón fundada que nos autorice para alterarlo en letra o en silaba”.  
La prescripción gramatical tiene numerosas excepciones, que estas por ser bastante numerosas deberían formar la regla. Según las mismas, los patronímicos, Martínez, Domínguez, Ramírez, Rodríguez, no admiten la pluralización final,  como tampoco la admiten los Cárdenas, Robles, Cáceres, Dueñas y demás terminados en “s”, Tampoco se pluralizan los Abad, los Olid, los La Merced. Hay apellidos como los Portal y Portales, Arenal y Arenales, Morgal y Morales, en los que pluralizando, los que concluyen en “al”, resulta una verdadera confusión. “Si digo, por ejemplo, voy as visitar a los Morales, el que me oye decirlo queda en Babia, ignorando si hablo de la familia de Moral, o la de Morales”. Si pluralizamos apellidos como Torreblanca, Casaverde, Casanueva, sería dar existencia a muchas  idioteces, que no otra casa serían los Casaverdes y los Torrblancas. Si se trata de apellidos de otras lenguas, nadie pluraliza la terminación. “Así, decimos y escribimos los Cromwell, los Pitt, los Wilson, los Hugo, los Goncoutrt, los Tolstoy, los Manzoni, los Garibaldi, los Spencer, y otros.

Ante tantas excepciones que se han venido a la cabeza  y otras que quedan en el tintero ”por estrecheces de tiempo, me parece que lo lógico, y en mi sentir, lo más ajustado a la buena forma es no agregar ”s” o silaba pluralizadora a ningún apellido. Basta o sobra con el artículo en plural”.

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