sábado, 13 de junio de 2015
´CIUDADANIA EN TRANSITO
El caos que
se sufre en la capital se alimenta en
gran parte de vehículos que para voltea a la izquierda se meten por el carril
de la derecha, o que paa ahorrarse la fila entran por la auxiliar y conductores
que tocan la bocina sin siquiera mirar
que el semáforo que detiene a los de adelante está en ojo.
Las personas
que visitan Lima se llevan, en general,
buenas impresiones de los peruanos: simpáticos, divertidos y educados,
hasta que los ven en el tránsito. Ahí se acaban automáticamente el sentido
común y la conciencia del prójimo.
La cultura
del vivo es trasversal a todos los estratos socio económicos, ya que puede ser
el chófer de una combi, un auto viejo o un Audi del ano el que comete faltas
que generan externalidades negativas a los demás. Estas inconductas se
alimentan (e incluso se celebran)
diariamente con la falta de sanciones efectivas por romper las reglas. Detrás
del volante se reclaman todos los
derechos, pero se olvidan los deberes.
En sólo un
mes en Lima, más del 90% de encuestados
vio conductores que se pasan la luz roja y tocan el claxon indiscriminadamente, y peatones que no
respetan el cruce peatonal o l semáforo.
Más del 80% fueron testigos de insultos, que llegan a golpes en más de la mitad
de los casos: el 66 de atropellos y el 57 de acoso sexual.
Dice el
refrán, “donde fueres haz lo que vieres
”Quienes cometen falas en el tránsito de Lima son los mismos que si
respetan las reglas de los países y lugares que visitan al
viajar. El ejemplo perfecto, es el cruce
terrestre entre Tacna y Arica, atravesado diariamente por peruanos y chilenos.
Santa Rosa y Chacalluta están separadas
por una corta distancia en kilómetros y una larga en conducta. Evidentemente,
son las mismas personas quienes cruzan por ambos controles, más allá de sus
nacionalidades.
Si se
tratara de idiosincrasia con una premisa
de que la sociedad chilena es más desarrollada, se podría esperar que en ambos
controles los chilenos fuesen respetuosas y educados: ls peruanos, mal educados
e irrespetuosos. Sin embargo, esto no sucede así. En el control de Chacalluta,
tanto peruanos como chilenos respetan as filas y realizan en orden sus trámites.
En Santa Rosa, un caos absoluto producido por ambas nacionalidades, las buenas
conductas se relajan e incluso
desaparecen.
Necesitamos reglas,
autoridades que las hagan y se hagan
respetar y sanciones que se apliquen a quienes las merezcan. No podemos ser ciudadanos en determinadas
ocasiones, tenemos que serlo siempre,
incluso cuando somos conductores,
pasajeros y peatones.
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